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73629609 - Teoria - Arqueologica - Una - Introduccion - Matthew - Johnson, Notas de estudo de Antropologia

Teoria Arqueológica

Tipologia: Notas de estudo

2016

Compartilhado em 18/03/2016

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Baixe 73629609 - Teoria - Arqueologica - Una - Introduccion - Matthew - Johnson e outras Notas de estudo em PDF para Antropologia, somente na Docsity! Teoría arqueológica Ariel Elistoria MAl1111W JOI1NSON es profesor do Anureotogta en la Univers idad de Ilurham . Ha ejercido en las Universidades de Sheffie ld y SI. David en Lampeter. Aclualrnente se dedica a la arqueología nuxlieval. fundamentalmente cast illos do la baja Edad Media en Inglaterra. Otros títulos de la colección: José Fernández Arenas Introducción a la conservación del patrimonio y técnicas ar tís ticas Josep Ball art El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso Emilio Cabrera Historin de Bizancio lgnacln Barandiarán, Bern at Marlí , Mmía ÍI . del Rincón, José Luis Maya Prehistoria de la Península Ibérica Manuel Antonio Castiñe iras González Introducción al método iconográfico 11m ry Lord y Gail Dexter Lord M illlllill rlo J;vstión de museos ""f~" Jllill' I llOil . Jo s l, Alherlo lIilchillor, 1,11 11 ' ,100 Cil '. I.o y JOilll lllll 1.0 1llhil NI"'IOIJ""; tll' 1,''''lJoIO¡:liJ V 1/1 )()11J~:/ iJ "IJ I ', t'l w iltll /, / Teoría arqueológica Arie! PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA Quisiera agradecer a Editorial Ariel por su traducción al espa- 1101 de Teoria Arqueológica, y por ofreccrnlc la oportunidad de diri girrnc a una audiencia mucho 111ás extensa. Cuando recibí la noticia de que Editorial Aríel estaba íntere- sada en traducir mi libro, lo volví a leer pensando en el público es- pañol y Iatinoamer-icnno l'vIc sorprendió cornprobnr que mientras que las inquierudcs que reflejaba respondían a las preocupaciones de! conjunto del pensamiento arqueológico, e! lenguaje utilizado y los ejemplos dados se circunscribían al espacio angloamericano Ello es debido en parte a la forma como se concibió el libro. Cuan- do empecé el trabajo, I11i intención era realizar una introducción a la teoría arqueológica desde las islas, destinada al lector británico. NIi editor acertadamente lTIC persuadió ele que abandonara una perspectiva tan limitada y procurara ampliar e! alcance del libro con el fin de cubrir también las aportaciones y puntos de vista de la arqueología norteamericana. La bibliografía que se incluye al final da cuenta de la existencia de los 11115n105 fundall1entos teoréticos entre la arqueología españo- la, la latinoanlericana y las demás tradiciones. En los últimos a110S se ha insistido en la necesidad de alentar perspectivas «europeas» y «mundiales» C0111UneS en el pensamiento arqueológico. Por 111i parte apruebo este punto de vista y espero que vaya a más. Sin ern bargo, existe una cierta tensión entre el deseo de ser «globai» y la necesidad dc ser sensible a las realidades locales y sus tradiciones. Muchos de nosotros enfatizamos la necesidad de comprender de- terminados contextos culturales específicos en el pasado antes de procurar establecer generalizaciones; cosa que es tan cierta con respecto al análisis de la arqueología en el presente, como con res- 6 TEORÍA ARQUEOLÓGJCA. UNA INTROIHJCUÚN J'I{O!,O{;() A l.A FIHU()N 1':SI'A:'\OLA 7 pecto al análisis dc las sociedades del pasado. Las tradiciones re- gionales y nacionales de la investigación arqueológica se nutren de tradiciones intelectuales distintas y se enmarcan en contextos di- ferentes por lo que requieren ser discutidas por propio derecho. No creo, por ejemplo, que tradiciones del pensamiento arqueológico en la Europa continental o cn América Latina puedan o deban ser fácilmente asimiladas a categorías del pensamiento arqucológico angloaITIcricano tales corno la arqueología «procesuah y «post pro- cesual». En el prefacio de estc libro sugiero quc cualquier guía para la teoría es como un «libro ele ruta» en el que el terreno descrito es el mismo, pero sobre el que se pueden tornar rutas alternativas que varían de acuerdo con las preferencias del autor. Si tuviera que es- cribir una introducción a la teoría destinada a las audiencias espa- ñola y Iatinoarnericana. el ámbito teorético que cubriría no variaría snstancialmente; sin embargo, modificaría el trayecto en tres áreas. En primer lugar en el apartado en quc examino la arqueología en su contexto social y político, abordaría de forma más extensa las relacioncs entre arqueología y nacionalismo. Pienso que el de- sarrollo de la arqueología está entrelazado en todos los países con las inquietudes nacionalistas. Creo que uno de los desarrollos más interesantes del pensamiento arqueológico dc los últimos tiempos ha sido la predisposición de los arqueólogos a examinar de una Iorma honesta, humana y autocrítica estos lazos. En segundo lugar trataría con más extensión las diferentes tra- diciones del marxismo. Ni que decir tiene que el corpus teorético que conocemos por «arqueología sociallatinoamericaml» requeri- ría por lo menos un capítulo entero. También dedicaría más aten- ción a las relaciones entre las distintas tradiciones del marxismo. Los debates entre las diferentes escuelas marxistas a menudo se hacen en paralelo a debates que ocurren fuera del mm-xismo. por ejemplo, el debate que enfrenta al entorno medioambietltal con la lucha dc clases como motores del cambio cultural .Y social. En tercer lugar serían examinadas COIl 111tldH) III;\S ddalle y cri- ticadas más extensamcute tanto la «¡¡H1IIl'O!o}l,i;1 lr;ldiciol1al» C01110 la «historia cultural». La historia cnluu.rl ~i",lll' Cll'11P;llldo un lugar de privilegio en gran parte de \;\ ;n-qtll'C dOj',I;' l'sp;lllola y latino- americana de modo parecido;, 14) (11W 1)('11111' ("()Il 1;1 arqueología británica medieval. La prilwip;ll ddlllllLllllit' ('scrihir sobre histo- ria cultural corno cnr()qlll' (1"II(,till) It",i(1t- ... '11 d hecho de que la historia cultural ¡lO ;WqJl.l ',(1 1111,\)[.1 ll;lllll";dl'/.<.l tcorctica. El his- tariador cultural dice: «No soy un teórico; sólo describo, clasifico y organizo la información que obtengo de acuerdo con el método tradicional». De ahí que gran parte de lo que se clice en el capítulo 1 acerca de estc tipo de afirmaciones es particularmente pertinente. He aprovechado la oportunidad de añadir una corta introduc- ción bibliográfica a este prólogo, proporcionando bibliografía co- mentada que cubre este y otros temas en la literatura española y latinoamericana. Agradezco a mi colega en Durharn, Margarita Díaz-Andreu, su ayuda al aconsejarme sobre la misma, aunque hay que decir que si hubiera errores son de mi sola responsabi- lidad. En la bibliografía comentada y en la bibliografía genera] pueden encontrarse los trabajos editados en inglés sobre todos es- tos temas. MATTHEW JOHNSON Durham, England, abril 2000 Bibliografía Alcina Franch, J. 1989. Arqueología Antropológica. Madrid, Akal. Ballcstín, X., Gonzá1cz Mareen, P. y Lluró, J. M. (eds.) 1988. Corrents Tcorics en Arqueología - Actes del Col loqui a la Facultat de Geografia i Historia de la Universitat de Barcelona els dies 11,12 i 13 de 1986. Barcelona, Columna. Bardavio Novi. A. 1990. EIs coneixements en arqueología, per aquí? Per a que? Arqueocrítica 2, 5-10. Ber-na], 1. 1979. Historia de la arqueología en México. México DF, Pon-úa. Brading, D. 1988b. Mito y profecía en la Historia de México. México, Vuelta. Chapa, T. 1988. Perspectivas actuales de la arqueología española. Revista de Occidente 81,135-42. Colomer i Solsona, E., S. Gili i Sur'iñac.h, P. González Mareen, S. Montón Subías. M. Pi cazo, Gut-ina, C. Rihuete Herrada, M. Ruiz Parra, M.E. Sa- nahuja Yll y M. Tenas i Busquets 1993. Género y Arqueología; Las mujeres en la prehistoria. Arqrítica 6: 5-7. Díaz-Andreu, M. y Mora, G. 1995. Arqueología y política: cl dcsarollo dc la arqueología española en su contexto histórico. Trabajos de Prehistoria 52: 1, 25-38. Díaz-Andreu, M. 1997. Prehistoria y Franquismo. En G. Mora y M. Díaz-An- dreu (cds.) La cristalización del pasado. Génesis y desarrollo del marco insti- tucional de la arqueología en España. Madrid, Málaga: Ministerio de Cultu- ra, Universidad de Málaga, 547-551. Díaz-Andrcu, M. 1998a. ldentitats i el dret al passat. Deí nou al veíí mon. Cota Zero 14: 41-52. Díaz-Andreu, M. 1998b. Nacionalismo y arqueología: del Viejo al Nuevo Mundo. Arqueología. Revista de la Coordinación National de Arqueología del Institu- to National de Antropología e Historia de Mexico 20: 115~ 138. 8 T EORÍA ARO UEOLÓGI CA. UN/\ INTROI )I1Cc\ (>N Díaz-Andrcu, M. 1'199 . El estud io del género en el Art e Levan t ino: una asigna - tu ra pend iente. SagLIII/ tl ll z·PLiH/ Ex tra- 2: 405-4 12. Du pla. A. 1997. La semana Augnstca de Zaragoza (30 de mayo ~ 4 de junio 1940). En G. Mora y 1\1. Dtnz-And reu (eds.) La cris tníizaci án del pasado. Ge- 11CSjS y dcsa rvo l lo del lJIarco i l1St it u c iOlJal de la arqueo lo gía en ESjJClIl (/. Mn- d rid . Málagn: Minis terio de Cultu ra . Universidad de Málaga , 565-572. ESCOri7. <'l Maten . T. 1996. Lectu ra s sob re las re p re sen taci o nes fe men ina s en el arte ru pestre leva ntino : una revisión crit ica . Arenal 3: 5-24. Fre itas, L. 1999 . Cul tura material, p rá tica a rqueológica e gene ro: 11 11l cs tudo de case. En P. Funarl (ed. ) Cultura M (lI erú¡{ e i1rqu l!(J !()¡.!, ia Hisnuíco, Colccño Idéias . Ca rnpinas : Univc rsidnde Es tad unl de Ca mpinas. 275-317. Gurda Sa n tos . J.e. 1997 . La a rqueología espa ñola eh: los SO. Una vis ión de las raíces teóricas. E n G. Mo ra V M. Dtaz-Ancircu (ads ) La crístotizacion del pasado. Genes..is y desarrollo d~l marco ínst ítucio nal (ie la arqucotogia eH E..-; palia. Mad rid , Málaga: Minis terio de Cultura , Uni versida d de M álaga . 685-694. Jimeno. A. y J ,J. dc la Turre 1997. Numa ncia y Regenera ci ón. E n G. Mora y M. Dfa z-Andrcu (eds.) Ú1 cristalizac ión del pasado. Génes is y desarrollo del JI1arco inst ít nc íona í de la urqueologta ell Españ a. Mad rid , Málaga: Ministe- rio de Cul tura , Un iversidad de Málaga . 471-484. Lópcz Ma zl., J.M. 1992. La reconstru cci ón de l pasado. Lu iden tidad naci on al y In labor arqueológica: "el caso u ru gua yo ». E n G. Pol itis (ed .) Arqueología en Ainerica Lat ina. Bogotá: Bib lio teca del Banco Popula r; 167-175. LlI lI , V. Y M icú, R. 1997. Te()rí~\ arqueológica. 1. Los enfoques tradicionales: Las arqu eologías evolucio nistas e histór ico-cult \lra lcs. Revista d'Arqneologiu de POll eJ11 7: 107-128. Lul l, V. y Picazo . M. 198Y. 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Con greso Hispano-Ruso de Histot iu, I'vl;ul l id : Co u...eje Su pe. rio r de Invest igaciones Cientí ficas, Fuu dnciou ( '111[ \ \ 1;11 H ; l ll l' ...tlJ , 2 15-224. P REFACIO LAS CONTRADICCIONES DE LA TE ORÍA Este libro es un ensayo in troductorio so bre teoría arqueológi- ._ ca. In tenta explica r algunas cosas sobre qué es «teoría », sobre sus relacion es con la práct ica arqueológica , sobre cómo se ha desarro- llado la teoría arqueológica duran te las últimas décadas, .Y so bre cómo el pensamiento arqueológico se relaciona con la teoría en el conjunto de las cie ncias hu manas .Y el pensamiento en general. Den tro y fuera de la a rqu eología hay m ucha gen te a la que la palabra «teor ía» les suena mu y mal. El príncipe Carlos de Inglate- rra se ganó un ap lauso casi general cua ndo cond enó a los «teóri- cos de mod a » del mu ndo de la educación; sin em ba rgo , nad ie , in - clu ido el mismo príncipe, pareció enten der cla ra mente a qu ién se refería . Hace pocos años , estando de visita en un yacimien to ar- queológic o, a una sugere ncia de m i par te se m e respond ió co n ri- sas y co n es tas pa labras: «és ta es la típic a indicación de un teóri - co». No recuerd o a na d ie que me explica ra por qué mi sugerencia resulta ba tan absurda, pero cuando vis ité de nuevo el yaci miento al añ o sigu ien te resultó qu e la es tra tegia ha bía sido adop tad a. En el mundo anglosa jón en particular parece que la teoría es algo que levan ta pro fundas sospechas. En Inglat erra , la cultura po pu lar sostien e que ser llamado in telec tual es convertirse cn sospecho so de qu erer ro bar la mujer de a lguien (as í de sexista ). La teoría , lo "políticamente correcto» y ser extra njero, son tres cosas cand ida- tas a ser conte mpladas, al menos en el mundo de ha bla inglesa , con gra n hostilidad . En el capítulo 1 dedicaré un as páginas a al- gunas de las razones qu e suste ntan tales comportamien tos. Al mismo tiempo, sin embargo, la teoría goza de creci en te po- pularidad .Y es vista como algo cada vez más importante, tanto dentro como fuera de la arq ueología. Valen tino Cunningham re- 14 TEORÍi' ARQUEOLÓG.lCA. L: N /\ I\: TRODUCU ÓN qu eced ora s. Algunos estud ian tes de Durha rn quizás se reconozcan en los diálogos reproducidos en a lgu nos de los ca pítulos, por lo qu e les pi do disculpas. El libro fue en parte concebido mi entr as realizaba una esta ncia en la Un iversidad de Ca liforn ia en Berkcley como in vest igador in- vitado durante la primavera de 1995. Quisiera agradecer a Meg Conkey, Cr is tine Hastorf, Marcia-Ami Dob re, Margot Win er y otros m uch os m ás, demasiado numerosos para menciona rlos a todos aqu í, su hosp ita lidad duran te el tiempo que pasé en California y por hacer mi esta ncia allí tan provechosa y agra dab le. También qu isie ra agradecer a la Un ivers idad de Dur ha m haberme co ncedi- do tal licencia de es tudios y de forma más ge neral po r apoyarme en mi ca m biante visió n sobre la arqueología a Jo largo de estos úl- timos siete años . Debo ci ta r tam b ién a la gen te qu e ha revisado el texto, a lgunos anón im os, y han opinado sob re el mi smo, pues to que sin sus co- mentarios la obra sería m ás dogm áti ca, ten dvía m iras much o más es trec has y sería mucho men os co mprens ible. E n este capítulo in- cluyo especia lm ente a Randy McGu ire, Jim Hil!, Chris Tilley y Eli- sa beth Brumfiel. Robert Prcu ce l y lan Hodder revisaron el último borrado r de forma pro funda . Dom inic McNa mara me proporcionó la ci tació n de Foucault del ca pítu lo 6. Dentro del Depart amento de Arqueología de la Un ivers idad de Durham, Helena Harnerow, Colin Haselgrove, Anthony Harding, Simon James, Sam Lucy y Martin Millett leyeron el primer borra- dor y reali zaron co mentarios IT1UY oportunos . Algunas conversa- ciones con mi pad re, C. David Johnson, sobre filosofía de la cien- cia sirvieron para clarificar diversos pun tos. Más conversaciones co n Chris TayJor, Paul Ever son y David St ocker si rvieron para in- formar la d iscusi ón sobre Bodiarn del capítulo 10; sin embargo, los posibles erro re s que pued an detectarse son todos de m i res- ponsabilid ad . Joh n Davcy y Tess a Harvev, de la em presa ed itora , se co mporta ro n con migo pacientemen te, an imá ndome en todo mo- m ento y apareciendo siemp re a p unto para pro porcionarme cual- quicr tipo de ayuda . Mi mujer Becky hizo come ntarios a los suce- sivos borradores , corrigió el man uscri to final, y, m ás importante aún , me apoyó emocional e intelectualme nte en todo momento; sin ta les apoyos, este libro nunca hu biera visto la luz. En retorno . espero qu e este lib ro le acl are por qué los arqueólogos constituyen un ramillet e tan peculia r de seres humanos , aunque sé que ella ya tien e a l res pecto sus propias teorías . Gracias a todos . C APiT ULO l EL SE NTIDO COMÚN NO BASTA La a rqueo logía p uede ser muy abu rrida, penosa y pesada físi- camente. Cada año excavam os m iles de yac im ie ntos , algunos con pacienci a dolorosa hasta em bo rra- la m erite, otros con gran e in- d ign a prisa. Cada a ño pasamos u n fr ío que nos llega a los tu éta nos o som os comidos a pico tazos por los insec tos mi entras visitamos un montícu lo poco atracti vo s ituado en medio de la nada . A va rios kilómetros del resta uran te o el a lbergue más próxim o intentamos Inost rarnos intere sad os mien tras la lluvia cae a cántaros y algún a fa mado profesor, cuyo mej or trabajo ya tiene más de veinte años, diserta sobre lo que fue enco ntrado en la ca la 4B. Cada a ño pro- ducimos m iles de interminables e insul sas memor ias de excava- c i ón .Y nos preocupamos por la preci si ón de innú meros planos y diagramas, así corno po r cotejar largas listas de obj etos para llen a r con ellas una microfich a que muy pocos llegarán nunca a consul- ta r o usar. ¿Por qué ? Podríamos usar el di nero invertido en hosp itales, o qu izás des- via r parte del d inero para escribir una versión más en tretenida .Y fictici a sob re el pasado, sentados en una te rraza mi entra s toma- mos el sol. Si tuviéra mos inqu ietudes ideológicas muy serias qui- z ás crearíamos una brigada internaci ona l para luchar a favor de la liber tad en a lgu na parte. Cada una de esas a lte rnativas tiene su atractivo pero nosotros 110 hacernos esas cosas. Segu irnos con lo nues tro como siempre hemos hecho. Una de las razones por las que no hacemos esas cosa s es por- que la arqueologta es algo muy importante , El pasado ha muerto, ya no exis te, pero es algo m uy podero so. Es tan poderoso que un a na- ción ente ra (Zim babwe) puede tomar el nombre de un yacimiento arqueo lógico . Es tan poderoso que los yacimien to s arqueológicos Definiciones de «t eo ría» han de ser vigilados por la policía para expulsar de ellos a los iLJ- trusas. Es tan poder oso que incluso grupos de obj etos pa rt iculares como los fragmentos del fri so del Partenón co nstituyen el argu - mento de importa nt es di spu ta s internacionalcs , La prcgunta «¿por qué hacemos arqueología?» se relacion a nc- cesali amen te con la pregunta «¿por qu é la arqueología - el es tu- di o del pasado a través de sus restos ma wliales- es tan im por- tante para nosotros?». y ello nOS co nduce otra vez a la cuestión del «nosotros». de nuest ra iden tidad ¿qu iél1CS SOlJ10S? Y esta s cuest io- nes son to das teór icas. "Teoría» es una pa labra difí cil de definir. Forzosament e deberé volver a tratar est e tema en el cap ítulo final, pue sto que di stintos pu ntos de vist a ico r éü cos definen «te oría» de manera disti nta . Las diferentes defin iciones no pue den se r exploradas a fondo sin pre- viam ente explicar tales puntos de vista. Por Jo tanto, en vez de ava nzar aquí una definición comple ta de teoría la pospond" é hasta el últim o capítulo. Mientras tanto , se ña- laremos qu e muchos arqueólogos incluirían dcntro del alca nce del concepto de teoría las 'llut ivaciolles de la práct ica de la arqueolog fa , así como el contexto social y cultu ral de la arqu eología . Segura- mente también se referirían a la problemática de la int el1Jrewó ón . La mayoría de los arque ólogos es tarían de acuerdo en qu e la for- ma de interpretar el pasado implica aspectos teoréticos en un sen- tido amplio. Por e jemplo , se podrían citar teorías gene rales rel a- cionadas co n la evolució n social y biológica , o problemas asoci a- dos a la forma de co n trastar las hipótesis formuladas o incluso de- batir sobre cómo hay qu e int erpretar los camh ios es tilísticos o decorativos observados en los objetos. Ex iste un desacuerdo acerca de si deter minados conce pto s hay que considerarl os «teoré licos» o si, en cam bio, se tra ta de meras adaptaciones técnicas o formas de trabajar, comprens ibles fuera del a\ca nce de la teoría. Unos, por ejemplo, co ns idcran la es trati- grafía , las técn icas de e:<cavación Y registro, y el uso de métodos estadístico s como proble mas «teoréticos», mi en tra s qu e otros los consideran simplclnentc cuestiones "prácticas») o «técnicas», La teoría y el método a menudo se confunden . Podríamos pensar en un sentido estricto qu e, si la teoría cubre el «porqué», el método o El. SENTI DO lOJ\1l JN NO B/\ ST,\ Sient o entrometerme, pero toda esa discusión sobre la teoria y el método demuestra claram ente. la est érilv aburrida que es la teoria. Usted se ha per- dido en definicion es y semántica sin habe r mencionado Wl solo hecho cml - creto acerca del pasado. Empiezo (/ pens ar que ojalá 110 hubiera em pezado a leer este libro, pu esto qu e. hubiera aprovechado mejor el tiempo CO/1 ol ras lecturas. La teoria es irrelevante CO Il relación a la práctica de la arqueología; só lo hay que utilizar el sentido com ún. 17 la metodología cubre n el «cómo» . Así, la teoría cu bri rí a los moti- vos que nos impulsan a seleccionar un de terminado lugar para ex- cavar y el método la manera en que 10 hacem os. Sín em bargo, como teoría y método es tá n íntimamen te rel acionados, muchos ar- queólogos pensarnos que es ta divisíón tan elementa l es demasi ad o pobre. Para dar un eje m plo de las rela c iones ent re teoría y método po- dríamos exa minar di ferent es métod os de investigaci ón de la es tra - tifica ción socia l a partir del regis tro arqueológico . Pod ríamos uti- lizar el método de co mparar tu mbas «ricam ente - provistas de ofrendas, con tu mbas senc illas sin apenas decora ción . Es evidente en este eje rcicio que se presu ponen ciertas ideas o teor ías acerca de la natural eza de la cs trat íficac íón soci al (que la esca la socia l se re flejará en el trata miento que el cue rpo del di funto recibe , qu e los bienes mat eri a les se distribu yen de forma desigu al dent ro del co- lectivo socia l y que ello es tá relacionado direct amente co n la desi- gualdad social, ctc .). Estas ideas son en sí m ismas de nat uraleza teórica . Qui zás la teoría y el métod o son la misma cosa y no pueden se- pararse; qu izás ha n de separarse si la arqueología qu iere ser u na discipl in a rigu rosa ca paz de co ntrastar sus teorías con la informa- c i ón obte nida de la excavación. És te es un deba te sobre el que se- rá necesar io ret ornar en el cap ítu lo 4 . Ah, se trata de Roger, el eterno empírico. (Roger es u n alumno de la Universidad del Nort e, en Inglaterra, aunque personas co mo Ro- ger se pueden enco ntrar en cualquier parte. Roger se apas ionó por la arqueología cua ndo era niño recorriendo los luga res con ruinas de castillos de su co marca y vis ita ndo muchos otros yacimien tos arqueológicos. Antes de en trar en la universid ad ya realizó algunos trabajos de au xiliar de excavación y colaboró co n un museo . A Ro- gel' le gusta ver y tocar cl material que sal e de una excavación y le encanta dis cu tir acaloradam ente con su s cole gas sob re cuestiones TEORíA ARQCEOLÓGLCA. CNA II\TRODUCClÓt-: 16 " La arqueología sustenta en parte su credibilidad intelectual en su capacidad de distinguir entre «buenas» y «malas» interpreta- ciones del pasado. ¿La gente que vivió en este lugar eran cazado- res-recolectores o eran alienígenas procedentes del planeta Zog? ¿Cuál es la interpretación más sólida? Es imposible decidir cuál es la interpretación más sólida sólo a partir de la base del «sentido COllTÚn)). El sentido C0111Ún puede su- gerir, por ejemplo, que aceptarnos la explicación que abarca al ma- yor número de hechos, Puede haber miles de pedazos de cerámica que daten del primer milenio antes de nuestra era en un yaci- miento, pero otro hecho -una datación del año 750 de nuestra era a partir del estudio de los anillos de crecimiento de los árboles- puede sugerir que aquellos test.imoriios son «residuales» o que fue- ron abandonados durante un período anterior. En la práctica, cada día de trabajo como arqueólogos nos toca decidir en qué orden colocamos los hechos que tenernos, qué grado de importancia adju- dicarnos a las diferentes pruebas de las que disponemos. Cuando así obramos usamos, queramos ü no, criterios teoréticos para de- cidir qué hechos son importantes y qué otros no lo son tanto. Un buen ejemplo de la insuficiencia del sentido común a la hora de decidir entre una explicación floja y una explicación sólida en arqueología proviene de las debatidas «líneas de conexión». Es- tos trazados fueron descubiertos por Alfrecl Watkins en los años veinte cuando observó que muchos vacimientos arqueológicos an- tiguos en Gran Bretaña podían enlazarse mediante líneas rectas. La hipótesis de que los lugares arqueológicos antiguos se asenta- ban a lo largo de líneas rectas pudo ser fácilmente probada a base de trasladar a un mapa estos antiguos monumentos y trazar unas rectas entre ellos. Watkins sugirió que estas líneas representaban vías de comunicación prehistóricas. La comunidad profesional de arqueólogos respondió al unísono que se trataba de un disparate. El sentido común indicaba que los pueblos prehistóricos, que vi- vieron miles de años antes de inventarse la escritura y establecer- se las bases de la geometría, eran demasiado primitivos como para trazar sobre el paisaje tales sofisticadas guías. Watkins estaba convencido de que con su libro hacia una auténtica contribución al progreso de la arqueología) pero sus investigaciones, serias .Y sinceras, fueron desautorizadas y su trabajo considerado el propio IL 18 TEORíA AROlJEOLÓGICA. U;:...¡A INTRODUCCIÓN como las técnicas de seriación. Ahora que está en segundo año le ha tocado hacer una asignatura de teoría. Con la cabeza llena de fraseología accrca de la teoría dc alcance medio, dc hermenéutica y de postestructuralismo, parece que aquello que tanto le apasiona ahora se le cae de las manos.) Si alguien quiere saber por qué la teoría es perLinente con rela- ción a la práctica arqueológica, quizás mejor que me siga mientras examino cuatro posibles razones. 1. N~CES1TAMOS JLSTJHCAR LO QUt' HACt'MOS Nuestra audiencia (los demás arqueólogos, la gente que trabaja en otras disciplinas, el «público en generaL» precisa tener una idea clara de nuestra parte de por qué nuestra investigación es im- portante, de por qué valc la pena financiar1a, del valor que tiene escucharnos. Hay mil posibles respuestas a ese reto de la justifica- ción, por ejemplo: • El pasado es intrlnSeCanlente importante, por lo que necesi tamos saber del mismo por sí mismo. • Necesitamos conocer de dónde venimos para saber adónde nos dirigimos. El conocimiento del pasado favorece un mejor en- tendimiento del futuro. o Sólo la arqueología aborda la profundidad temporal necesa- ria para generar generalizaciones interculturales acerca de los pro- cesos culturales de largo a\cance. o La arqueología es un instrumento de la rcvolución cultural que ayuda a en1ancipar a la gente de las ideologías represivas. Existe la probabilidad de que se discrepe por lo menos en uno de jos argumentos precedentes y se esté completamente de acuer- do con, al menos, otro. Esto no cambia el hecbo de que cada aY- gunlento es una proposición teorética que necesita de justificación, que requiere ser debatida antes de darla por aceptada o rechazada. Ninguno de los argumentos reseñados es evidente por sí mismo, ni tiene que ver con el sentido común. Verdadcranlente, pocas cosas en el mundo son obvias si se exan1inan de cerca, aunque a 111uchos políticos les gustaría que lo viéramos de otra forma. EL SE\J']'IDO CO.I'\llLN '0 IJAS']'l\ 2. NECESITAMOS COTEJAR UNA INTERPRETACiÓN DH PASADO COi' OTRA, PARA DECIDIR CUÁL ES LA .'-'1ÁS SÓLIDA 19 24 I'J·:O]{!A AI{U I I I·:( )l JH ; l l :¡\ . l ) ~ 1\ INTR( )IIl ;<, '( 'l ( , N 1-.1 . SI:,NT Jl l () C'OM I.'.'\ ' /'\0 BASTA 25 Podría segu ir an ali zando el texto, pero lo d icho es su ficiente para m ostrar có mo incluso la prosa aparentemen te más clara y transparente esconde tra mpas de la teo ría . Todo esto es plausible y COHv itlcc lZ le; sin embargo, la teoría me sigue pa- recien do poco atract iva. Los teóricos parece que C0 I1S1{lII fe l11el1te u sa l1 un o jerga incomprens ible, escriben eH I Ul estilo impenetrable y 1l1ll 7Cll obtienen nada tangible. Puede llegar a persuadirme de que IUI.v algún punto a [avor de la teoría, pero /10 cons eguirá que lo qlf(~ los teóricos escriben lile pare zca in - teresante J' no m e irrite . No, no puedo . Yo ta mbi én me irri to an te muchos textos teóri - cos, de la mi sma forma qu e me irri to ante tod o tipo de textos so- bre arqueología. Pero déj arnc deci r que has saca do algu nas cues- tiones que vale la pen a retorna r. Pri m ero , ¿por qu é je rga? Las palabras de sign ifica do espec ífico no están confinadas a la teoría de la arqueología. Cada área den- tro de la arqueología tiene SllS tér m inos de referen cia espec íficos: en es te sen tido, la jerga es el ojo del observador. Los t érminos es- pecíficos que uso como teórico o co mo especialista en arq u itectura tradicio nal pued en parecer una jerga para cl especialista en medio ambiente, y los del es pecia lista en med io am bien te pu eden pare- cerme a mí una jerga . Hay, sin em bargo , un problema más pro- fundo detrás de un a acusación de uso abus ivo del luenguaje técni - co . Parece que detrás de ta l acusa ción hay la p resunción de que siempre se puede expresar lo que se p retende cn un lengu aje «cla- ro, simple y fácil». La arqueología tiene qu e ver con nu evas ideas acerca del pasado. Como expresamos ideas med ia nte palabras , re - sulta muy apropiado usa r nuevas palabras para in vitar al lector a pensar de forma distinta . Las sociedades hu ma nas han sido y continúa n siendo algo muy comple jo. Como parte del mundo natural, compar ten aspec tos de es ta complejidad y además poseen en sí m ismas una complejidad social y cultu ral propia . No acostumbramos a qu ejamos cua ndo un químico o u n biólogo usan IIn lenguaje técn ico; en ca mbio , sí lo hacemos cuando lo hace un arqueólogo que pretende explicar- se. Lo que quiero deci r es que no pa rece qu e nos extra ñe que re- sulten di fíciles de com prender y de dominar las técnicas más de- puradas de la prácti ca arq ueológica; ta l es la naturaleza de nu est ra disc iplina . Estamos prepara dos para esforzarnos en dom ina r el lenguaje y el manejo de la es tra t igr afía , de las ma tr ices de Harris, de la se riación, de las técn icas científica s de dataci ón , incluso de la ha bilid ad práct ica , a su vez en parte intuitiva , de di ferenciar ni - veles por el aspect o del suelo qu e aparece bajo la pala . Es ra zona - ble pensar, pues, qu e la vert iente teórica de nuestro trabajo - usar los pequeños fragment os de Informaci ón obtenidos para generar un discurso acerca del pasado en toda su riqueza y complej idad- de ba ser a la fuerza tan d iftc íl como aquellas o tras ra reas de ca- rácter prácti co . De hech o, ha de ser una de las tareas intele c tua- les 111ás exigentes que como gé nero hu ma no nos haya mos nunca planteado. Creo que usted ha caído en su propia trampa. Sigue habiendo la sospe- cha de que la jerga se use para mlxtiiicar, pa ra crear Wl lengu aje de exclu- sión por el que el lego en la ma teria se sienta encogido. Hav una cierta verdad en esta acusación . Cier tas formas de re- tórica 'académ iea se usan , intencionada mente o no, para es ta ble- cer una frontera entre el gru po de los iniciado s y los demás. No de- fiendo esta práctica qu e todos los int ereses sec toria les dentro y fuera d e la a rqueología ut ilizan. Fin almente, pregonar qu e hay qu e «escr ibir claro» es como dar por sen tado qu e se escribe aceren de algo concreto , En otras pala- bras , que hay en algún luga r un mundo externo, rea l, con unas ciertas características esenciales y concretas que el lenguaje pued e describir de una form a m ás o men os clara y neu tra. En cualqu ier caso, se esté describ iendo la importancia de u nos vasos o sugi- riendo cómo debe de haber sido la vida en la Eda d de l Bronce, se está tratando de asunt os altame nte d iscu tibles . El pas ado no exis- te fue ra de nuestras mentes . Nunca lo he tocad o, ni me he dado de bruces con él. La teoría es di fícil. Si uno acepta que tod os somos unos teóri- cos , ento nces lógica mente la teoría a rqueológica no ha de resultar ni m ás ni men os difíci l que cua lqu ier ot ra ra ma de la arqueología . Porque la arqueología en sí misma ya es di fícil. Nos hemos pro- puesto un a ta rea enormemen te intirn idatori a . Queremos llegar a entender a las sociedades humanas que hace m iles de años desa- parecieron, cuyas costumbres, valores y actitudes fueron , muy probablemente, m uy dist intas de las nu estra s. Y lo hem os de hacer sin poder habl ar con aq uella gente. Y a ún m ás difícil, qu ere mos saber el porqu é de sus avance s y re trocesos , queremos en tende r cómo se manifestó en ellos el ca mbio . Y los úni cos m ateriales de 26 TEOR i A ;\!{ (J l ' 1':<) I.Ú( j !C!\ . LINI\ INT R() l) t1<'( ' ION EL SE NTlJJ O COM U:-; NO B AS tA 27 q ue d isponem os para ta n inmensa rarea son unos p ocos restos de basura que olvidaron por el ca mino , a menudo cas i to ta lmente co nvertidos en polvo. No es una ta rea fáci l; el deseo de que sea una tarea in telectualmen te llevadera es com prensible, aunque es un poco ingen ua . La teoría es tam bi én una ta rea d ifíci l por o tras razo nes que tie- nen menos que ver co n la jcrga que con la práctica acadé mica . Los teóricos a men udo dicen una cosa y hacen otra. Un artícu lo de teo- ría proclama qu e es tá a bordando un as unto desde una perspectiva nu eva . cuando . de hech o, es tá ut iliza ndo la misma vieja perspect i- va de siempre de forma disfrazada . Otro ar tículo acusa a un rival de una serie el e ini quidade s tc orét icas para luego hacer exacta- men te lo mi smo , aunque usa ndo un len guaje di fere n te, Todo esto conduce a mi tes is fina l: la teoría es d ifícil porque re- quiere pensar po r un o mismo. Cua ndo un alum no redacta un tra- bajo de clase sobre. ponga mos po r caso, la cerám ica de los pobla- dores nat ivos del sudoeste a mer icano , está a utori zado a utilizar una se rie de hechos que obtiene de los manuales reco mendados. Ta l lis ta de hech os, o para ser más precisos, tal r epetición de los hechos na rrados por los manuales, puede dar lugar a una nota no muy buena, en a usencia de análisis crít icos o de cua lquier mues- tra de un pensam ien to pro pio , au nque ello no im pide que el alum - no pueda segu ir adelante. Sin embargo, cuando se escri be un en- sayo de teoría , tal proceder resu lta intolerable . Cuando se manejan ideas abstractas es particu larmente difí cil regu rgitar cosas copia- das de los libros sin haberlas compren dido a fond o, y más aún cuando un autor pretende rebati r a otro. Pen sar por u no mismo es algo que cua lqu ier alum no de ar- queología (o de cua lquier o tra di scipli na crít ica) debería tra tar de hacer. En últ ima instancia es la ún ica justi ficación de una forma- ción en el ám bito de las humanidades. En u na época en qu e la Ior- maci ón se conteInpia cada vez más corno un a mercanc ía , cuando el conocimien to puede co mprars e y venderse en el mercado . la idea de una for mación como aprendiza je de las habil idades abstractas del pensar crí tica mente se encuen tra más amenazada qu e nunca . Quizás es este contexto cu ltura l lo que ha provocado la dureza de los pronunciami entos contra la teoría de los últimos tiempos . ;1 ~ 1 I Comprender la teoría Bien, atín me siento bastante incomodo con In teoría, aunque esto." pre- parado para seguir un poco más hacia adelante con todo ellu. ¿Hacia dónde nos dirigimos a parti r de este punto? El res to de es te libro in tentad iluminar a lgu nas de las princi- pales tendencias de la teoría de la arqueología, empezando po r los años sesenta hasta ho y mi smo. Para pro cu ra r ob ten er la máxima claridad voy a adop tar dos es tra teg ias. Pri mera , voy a habl a r de vez en cuando a rn plia rnc n te acerca de los desar rollos acaecidos en otras disciplin as y en el pensam iento intel ectual en su con jun to . Co nsec ue nte mente, podrá parecer a los a rq ue ólogos pr áct icos que se incluye n la rg os párrafos e in cl uso su bcapítulos que poco tien en que ver con ellos. La razón por la que propon go este en foque res ide en el hecho de qu e la arqueolo- gía acostu mbra a tomar dé prestad o de otras di scip linas dctcrm i- nad as ideas. En este proceso, las idea s a menudo so n modi ficadas e incluso distorsionadas. Por lo tan to será preciso ir a la fuen te original para analizarlas de forma clara y compre nder con preci- s ión có mo ha n s ido u tili zadas por pa r te de los a rq ue ólogos y qu é abusos se han producido. No es tá de más adve rt ir que habrá que tener paciencia con el texto y ava nz ar aunque sea pesada me n te a través de un mat erial qu e puede considerarse a priori ir relevante , para a l fin al e ncontrar la ex pl icac i ón de su pertinencia con rela - ción al pensa mi en to arq ueológico . Segunda , voy a exa mina r históricamen te el desarrollo de la reo- ría , cen tr ando la a tenci ón, en primcr lugar, en los orígenes de la Nueva Arqueología y a co ntinuación en las reacc iones susci tadas. Pienso que si se comp rende el contexto h is tórico de u na serie de corr ien tes , tales com o la Nueva Arqueología o la arq ueología post- procesual , uno pue de más fácilmen te simpa tizar co n sus objetivos y qu eda rse co n los principios .Y preocupaciones que las susten ta n. Meti dos en contexto podemos m ás f ácilmente co mprender los ras - gos característicos de la arqueo logía contemporánea situándola en su sitio, en vez de emplaza rla e n el vac ío. El próxim o capítu lo es ta rá ded icado a estudiar la Nueva Ar- queología ; los tres que le siguen a a nalizar los problemas que giran alrededor de las nociones de «ciencia» y «an tropo logía )} que la ¡(ueva Arqueo logía susci tó . Los interrogan tes que la Nueva Arque- o logía susc itó so n , a m i pa recer, a bs olu ta me nte decisivos para la práctica y para la teoría a rq ueo lógic a contemporáneas. CAPÍTULO 2 LA «N UEVA ARQ UEOLOGÍA" La mayoría de los a rqueó logos se enamoran de la arqueología porqu e se que dan «colgados» de los ha llazgos. Los restos encon- trados varían - castillos , baños romanos, puntas de flecha prehis- tóri cas, uten silios neolít icos, tem plos m aya- , pero lo que atrae de inmediato es un aura de mist erio y ro man ticismo de un pasado que se nos maniftesta a trav és de sus restos. Esta atracc ión ro- mántica es a menudo tan to estética y sens ual como int electual. To- dos deseamos pasear por entre ru inas med ievales o tocar uten si- lios de cerá m ica. Sin embargo, tra tamos de persuadi rnos de que ta les ruinas o utensilios son meros «da tos», (Un co lega me confe- só que deb ido a lo aburridas qu e resultaban sus investigac ion es ahora od ia con tod a su a lma la ce r ám ica neolítica , aunque yo lo interpreto co mo una form a distint a .Y re torcida de a rnor.) Los ob- jetos , sean pequeños como una punta de flecha o gra ndes como un palacio real , no s fascinan . Est a querencia por los ob jetos, en sí misma, nada tiene que ver con la arqueología , en el sen tido de estudio del pasado. Los obje- tos por sí mismos no nos d icen nada sobre el pasado. He estado en medio de las m inas de cientos de cas tillos .Y palacios antiguos es- cuchand o atentamente y nunc a he oído ab solutamen te nada. Los colegas me cuen tan qu e han pasado por semejan tes expe riencias desalentadoras con cerámicas, hu esos .Y otras cosas . A ellos tam- bién les encanta m anejar su materi al , pero éste sigue mudo. Los objetos no pu eden contarn os nada acerca del pasado por- que el pasad o no existe. No podemos toca r el pasado, verlo o sen- tirlo; ha muerto y desapareci do. Nuestros amados objetos pertene- cen e1l realidad al presente. Exis ten en el ahora y aq uí. Pueden o no haber s ido he chos .Y usados por gen te real miles de años at rás , 34 T EUR IA ARO lJl :,{)J.()( i l (' !\ . UNA INTJH J1J1 1('('I (l N 1 ,\ \l NI II ;V!\ ,\ l{ l) I Jl :( JI ( )( ; I¡\¡) ,~ Este tipo de idea de cultu ra ha sido de nom inada normu tivu, ya que está en función de dos presunciones: pri m era , que los objetos son expresiones de normas culturales, de ideas que resid en en las m entes de los individuos, y segu nda , qu e tales normas definen lo que es «cultura». Va y a poner dos e jemplos de esta in terpretación, un o sacado del presente y otro del pasad o . 1. Los ingleses so n ingleses porque to ma n té, ha blan ing lés, no comen carne de caballo y h acen coja de m an era ord enada, a menudo duran te horas sin quejarse, Todo esto los distingue de los franceses, qui en es tom an ca fé, h ablan fra ncés , C0 l11en carne de ca- ballo y no hacen cola con la mi sm a ecuanimidad, (Todo es to so n normas cultural es, ideas ace rca de có mo hav que com port arse , in- cluso se podrí a decir que cons tituye n de hecho ideal es - en este caso , crudos es tereotipos- q ue no co rre sponden ne cesariamente a la realidad en todos los casos.) 2. La cultura arqueológ ica de la ce rá mi ca de bandas (BKK) difiere de la cultu ra de los vasos de cue llo de em budo (TRBK) en el neolít ico eu ro peo:" en (as áreas de dom in io de la BKK encon tra- mos viviendas co n fo rm as rec ta ngulare s, ce r ám ica decorada con di seños lineal es y una econo mía ba sada en los cu lt ivos . En las área s de dominio de la TRBK , la forma de las viviendas, la deco- ración de la ce rámica y la eco no mía son comple tamen te d iferen- tes. (Una vez m ás, se trata de un idea l: no todos los ya cimientos BKK o TRBK tendrán las m ismas caracterís ticas que los dcm ás.) Este concepto de cu ltura es también poli/ ético : es to es, depende de que un núm ero determi nado de rasgos diferentes se produzcan juntos. Tomar café no convierte a un inglés en francés; una vivie n- da re ctangular n o conv ierte u n ascntamiento TRBK en un asenta - m iento BKK. Lo que define a una cultura es la presencia sim ul tá - nea de un número det ermi na do de carac te rís ticas, co mo subrayó Ch ilde. En América del Norte . el método de tabu la r largas list as de característ icas tipológicas para establece r comparaciones entre ya - cim ientos fue segu ido con gra n asiduidad. Para resumi r, según el pun to de vista tradicional. trasladamos el presente al p asado a base de reunir obje tos en grupos que de- Las iniciales re presen tat ivas de las culturas cit adas co rresponde n a su nom en cla tura ori - gin aria en aloma» : as í, BKK provien e de Bovuicntccranuk: Kultur . y THBK pro vie ne de Itíchte- rrandbecher Kultur. (N. del l.) nomi namos cu lturas a rq ue ol ógicas, Seguida men te hacernos equi- va len tes tal es culturas a rq ueológicas a las cu ltu ra s humanas pre- su miendo que los o bjeto s son expresione s de idcas O de norm as de co mpo rt a m ie n to . Este enfoque tiene va r ias consecue ncia s. En prim er luga r, es ti- mula la tend encia a particularizar lo quc los arqueólogos cuentan del pasado, en vez de hacer gen era lizaci ones. Por Jo ta n to . en vez de subrayar las sim ilit u des en tre objeto s. se enfa tiza n las di feren- cias y particu laridades observadas en tre ellos . Por ejemplo, algu ien podría querer hacer gene ra lizacion es cn- Ire los yacim ientos BKK y TRBK para su bra ya r que es tos gru p os diferentes estab an a l m ismo ni vel de desar ro llo econó m ico v so- cial. Ambos podrían ser clasifi cados como soc iedades con U;1de- termin ado n ivel de estra tificación social, ponga mos po r caso , o con ti pos de economía de sub sis tencia sim ila res. El enfoque cultu- ral , sin em bargo, tiend e a diri gir la a te nció n , no hacia los rasgos más gene ra les. sino hacia lo que di stingue las cult uras BK K y TRBK, tanto en tre ellas m ismas como con rel ac ión a otras. Nos im pulsa , pOI" lo tanto . a destacar di ferencias , a ret ener los rasgos más peculiares corno sus fo rma s particu lares de co nstr uir o de en- terra r a los muert os . a fi ja r la a tenció n en el tra zo linear de la ce - rá m ica de los un os y la forma p ec ulia r del cue llo de los vasos de los otros , y no tanto a ver lo que tie nen en comú n, La segunda consecuencia de una visión no rmativa de la cu l- tura es la ten dencia a co ntem pla r las cultu ras com o si no evo- lucionasen. Insistim os que el enfoque normativo co nt empla los objetos com o expresiones de ideas com par tidas por un grupo. S i la gente de la cu ltura BKK com pa rt ía a l unísono las m ismas ideas sobre cómo debían co ns tru ir se la s casas, fabri ca r la vajil la y en - terrar a sus muertos , ¿de dónde vino el cambio ? La manera m ás fácil de explicar el ca m bio es s ugerir que vino dc fuera, de o tro gru po humano . Es ta «influenci a» extern a puede pr oducirse de dos manera s : por mi graci ón de pueblos o por d ifusión , es decir por di seminaci ón de ideas fr uto del co ntacto entre gr upos di s- tin tos . Las explicacione s sobre prehi sto ria a ntes de la Nueva Arque o- logía tendían a ser de dos tipos. Por un lado. secuen cias cro noló- gicas de culturas, a lgo parecido a unos hora ri os con gru pos cultu - rales en vez de trenes . Por otro, mapas llen os de flecha s que in d i- caban las mi graciones o la d ifu sión de id eas testimonio del cam - bio entre culturas (v éanse las figuras 2.2 y 2.3). ; (., t : " \ ' .' '\ I' .\ Il T -CII , Il . l t ·.\ . 1 I,,¡.\ I r~ l h \ 'l lt ~ .( 11 ' "\ i .. \ «',\ ( ' I X /\ .-\1{ ( l l FU I ( li. , l ' y, TI " ." \. 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C": ·I~n,·...I..:m\" 0 "1" THc \Y....c'R-' L (UI1URC, 1MTI'O" " NO "VA.C~ ~~· l ( . 2 .2. ,,c.·'¡¡ II W·(!\ ' I¡ (1 1 el ( 's j Ja ci(J .... t) I lnll llO. scg.lí J1 CJ¡¡Ide (IY29), La ~; :;ln tc:·;;:·¡ \.)l'ulbclcJa s tend ía n ti se r descriptivas , E~t () C:.\, dcs crHda n ia :jes y (( .n.:H:~ en las qu e se p rnJ ud a el canlbi o cullu ra l: la l u :Hu:-a s igu Ió ;:1 w~ u tl'a , la l iIl IlO\,;1c ió n se difu nd ió a cal ritlll o . i\:t: ic ha p¡--cl:iSlí h ·: ;.:. l '['adicio n a l se le ía co mo In ucha h ist or ia u-adi - .:i01E1L es dec.l1'. C·().: no (lna LT ()n ica d (~ f1con tec irni cntos anHdganl a- C:.H r H J:! ' lTd a ~ULT:.) ; i\I~L ·;":-fa b ia lllU Y poca exph caci órl exp líc i ta d e las raZ:H,t'~: c~t' i ~ )~ ; (' il ~l1b i os de los d b cflos de la ceránlica o de los 1l1() - r ~ , ,·o ~ : pet' io~; que u e:.a ,-~ u ll ura S~ d ifu nd ía . L .':", \,;:,; Bi~1f(j :~ "C¡ c l..',~ ,nolni n C) es ta maner8 de ver e l Call1bio llna «vi- ,<; ·¡ Ó~\· l a~ : lJ ;._ú icH ch~ i;. , cu ]¡u ra » (Bin !'nrc1, 1964.) La inl agcn dl.,' Binford 02, 'H lf: l ::-L G-.l r ; c: t tt. i ¡'¡I , pc..: nJ co rno lodas las ca ricatu ras, co n tenía U lla (-: .";en (": -¿l ::\ ;, " :' 1 -d ,~:J , ; 3¡il fo¡'d q ue r ía sigl l ifi cal ' q ue l os al"qt IC( ',ll Jg()S t1"a- C.li C]OL cd c ' l'O[J.Lenlp ¡::1. tj~ \ n el [na pa del mundo prchistór il.'() co mo ~; i >u c.';t' "l"_L r .;·; .:. l .ó go . ( ' ua ndo se produCÍrl u na iríl10vación po r \: 1 razón rp.:_ \·~ 'í:"-.,:,,::se :-:d u:,) h:~~;.~l· ~ k; tcnn i n <.t do , és la t(;nd ía a dCSp: lIT"li il ; l r~l' en U: '.~a:-; (:l i. l ·t: , ' (: j ,~ , . lÜ':.:;i xr ':J'.'id.a po l' procesos el e in th.lcl lcia 11 d iíll s iún . r re. 2.3 , 1.(/, ( 'Ulll lras seglÍ n Pig~o/{ 09ri8j. r.,{I ('.cp/iC (lC ¡'¡~ i! ¡le I ilI(li'{! di/';" ¡ ) /) ist l' i bu cióJI de /11 u t!llIra dI' 1.(; Ti' ! /(' e i ll l hw l/ci fls: 2) !l l lldfls de / .~p:;d(/ Id I '-", f i in .\I.i~-.o; :;) ¡f('~ ¡-i m civ ll es IniIIÍ II ¡("(Is; .f) a/ntlu!wlcia de fi /!ldrl>;.;, COln o la s ondas p rod uc id as po r u na pied ¡'a la !:.L.. lt \; ~ ~:0b l '(: la supc;'f;- ele ele un lago cnca ln1ado. r':n cada localizacIó':] d .:.:(l;J se p UdÜ·;l; en·· cont ra ]' det er m inada s ond as de in IJ uen cia q ue I.a ;: '.ír :xvc:::rtDéi)J., !n siSlu e n repe tir que esta ca racte rizac i6n l. ~ e la ~ l i':..;t; '-'c ~'.)gÚJ nn· tcriar H los a ilos ~ L'sen la e!-l de masiado bren : y s i¡np!i r¡Cí:l y gell c r2t- liz8.. en esceso . En r a tt icula r SL~ ha sustenu.~.d Q lú e l'I..C f1 ".T te en 10 qu e r ep rcsen té.1 n tes de 1<:1 l\llCVH Al'qu eo lng-r(-l, co ¡no D;:l\'irj Clarkc: , Co lin Rcn i"rew ti L('\"'15 Bin ford d ije ron dc h:: ; ~ J.'(1). t' O"I Dg ía ~~-~H ;k ¡ () . na l. L\1w.:hos se ha n quejado de 4lte la Nul.~\';_ , Al'(.!l lC'o ingrn d lbll j :"', una imagen d ist o rsion ada del pen sanlien tc u ~'. !.\l c ~( r:l.:.~ l en b ~'ne F! ci o el.e sus p ropios o bje tivos po lém icos. Pero sI esto es j'o q~1C 1;;, l·':ll:'_~ '. ' ;:¡ Arque ología pensa ba sohre la 31'(}lteo logfa v ,,-.dicio"i"l :l l, i H1TI_bü-~~-1 fue cont n.~. lu q ue r Cí?l cc ion ó . En In sección dcd icéx b ;.~ b b ¡biio gr:.tfía eonl en i:.t da se incluyen su gcn: n c1 a s ,de Icct ,- ~ i'a D.1 t'C' ~ ; pcc L :) . 311 IV O RI A ¡\I{(J U I-'.()) .r )( ; 1<.' 1\, l lN ¡\ IN T R( 1)UCC]()t\ 1,(\ « N l IE VI\ !\]{(j ll l ':{) l ,llt;[ ,\ » :lY Los orígenes de la Nueva Arqueología ¿Qué fue, entonces, la Nueva Arq ueología? Una cosa es ci erta: ya no es nu eva . El t érmino ( Nueva Arqueología » se aplica a una escuela de pensa m iento que barrió a lo largo y a ncho de la a rque o- logía anglo-am ericana en los años sesenta y se tenta . Ha de se r con- templada en el ma rco de corrien tes si m ilares de pensamiento en o tras d isciplin as , en part icu la r la Nueva Geografía . La Nueva Arqueología no fuc só lo u n paquet e cer ra do y com- partido al un ísono de cre dos y teo rías. De la m ism a forma qu e no se espera que todos los in tegra nt es de un partido político tengan las mismas ideas so bre todos los asuntos , aunque exista un cierto n úmero de ideas y valores bá sicos que informan a l co lect ivo, bajo la ban dera de la Nueva Arqueología se re unió u n gru po diverso de arqueó logos con diferen tes id ea s y enfoques. Lo que les unía era u na sen sació n de insa tisfacci ón co n la situación de la arqueología , la perce pci ón de que las cosas debían cam bia r; y ellos, como nue- va generación ram pa nte de «jóve nes tu rcos », iban a p rot agon izar el ca m bio . Esta insati sfacción con la a rqueología tradi cional cris ta lizó en la frase: «debem os se r m ás cientiiicos y m ás antropol ágicos », E n esta frase concreta iden tifica mos el orige n de la decepción de los nuevos arqueólogos con relación a lo que había an tes, y, en mi opi- n ión, la semilla de desar roll os poster io res , ¿Por qué la hi storia cultural se contem plaba como algo acientí- fico? Tenemos que volver a los com entar ios de David Clarke so bre aquello del esforzar se m ás y m ás pa ra no moverse del m ismo lu- ga r. Los arqueólogos tradicionales acu mulaban m ás y más in for- mación , pero ello no se traducía auto mática mente en m ejores ideas sobre el pasado, por las razones ya discutid as. Ocurrí a que se a monton aba m ás y m ás m at eria l arqueológico en la mi sma se - cuencia intermina ble de cult uras. La «ciencia» , argüían los nuevos a rqueólogos, u sa sus da tos para contrasta r h ipó tes is ac erca de cóm o funcionan las cosas y ex trae gene ralizaciones de sus co nclu- siones . La «ciencia» no se dedica só lo a colocar los hechos en es - tanter ía s ordenadas, si no que progresa a m plia ndo y profu nd iza n- do su compren sión del m u ndo. Las ciencias naturales ha ll desa- r rollado u n m ejor conoci m iento del mundo que nos rod ea. ¿Por qué la histori a cu ltural no era considerada an uopo l ógica? Los arqueólogos tradi cionales, a l orde nar los obje tos 1""·" II II11 l'aS, a menudo parecían olvidar a los seres hu ma nos: las I¡po lo)'. ;as de la ce rá m ica parec ía que funcion aba n so las, ajenas a los se res hu - manos que las prod u jero n . En este sentido, la arqueología tendía a se r fe tichis ta . Un fetiche es un objeto que ocu pa el luga r de al- guien , de un se r hu m a no o de un gru po hum a no. Los arqueó logos trad icionales parecí a que dedica ban un gra n es fuerzo a descr ibi r el movimiento de los objetos sin pensar en los seres hu manos, en los sis tem as cu lturales, que hab ía detrás de los mi smos. Las tipo- logías cerá micas y las clases de vivienda pa recí a que desarro lla ba n unas peque ñas piern as y empezaban a fu nciona r po r sí solas . A un nivel m ás p ro fundo, la arqueo logía trad icional no cm an- tropológica en e! sentido de que no parecía que las «cul turas» ar- queológicas, tan bie n a mama nta das por los hist or iadores cultura- les , tuvieran n ingu na relación con las com un idades reales de in d i- viduos. Mu chos nu evos arq ueólogos cuestionaro n el vínc ulo en tre culturas arqueológicas - los recurrentes conglo merados de rasgos dc Ch ild c- y pu eblos de! pa sado. El m ism o Ch ilde tuvo la duda de si realm ente se podían equipara r las culturas arqueológ icas con los pueblos del pasado: Sería impruden te es tablece r con preci sión a qué gru po socia l co- rresponde un a determinada cultura de a rqueólogo ... Cultura y len- gua pueden no coincidir (Childe, I Y42 : 26-27). Has ta aquí hem os visto las razones por las que m uc hos nu evos arqueólogos abandona ron la concepc ió n normat iva de cu ltu ra y se dedicaron a buscar o tras mane ras de interpret ar los objetos ex- traídos de la ti erra . En pala bras de Clarke, los arqueólogos experi- mentaron una "pé rdida de in ocencia ». Las in ocen tes eq uiparacio- nes entre obje tos, cult u ra s y pueblos, o de form a más general, en - tre infor mación e interp ret aci ón , debían se r con les tada s. Insis to , los nu evos arque ólogos deben con te mp la rse m ás a la lu z de las decepciones que co mpa rtí a n, que de las conv icciones que profesaban. David Cla rke lo llam a ba «las pregu ntas que hace- mos m ás que las posi bles respuestas ». Lewis Binford, la figura m ás descolla n te del grupo, explica una histo r ia que ilustra tan to de su fervor revolu cionario C0 ll10 de su irr it aci ón con el part icu la- ri smo de los m ét odos tradicionales : Recuerdo un día en que un tfpico estud iante del profesor Griffin volvía de una sa lida de tra bajo a la part e a lta del va lle del Il linois. Había en trado en el m useo con el anuncio de que hab ía encontrado 44 TEORÍA AR U lJEOL()( ; It'/\ . ¡: N A IN II{ ()] H '( '( '1(1 ,\ 1 ,\ "N III .',\',\ ¡\ h:.() I : I·:( ) j,l Il : I l\ » 4 ~ proceso por el cua l, por ejem plo , el desarro llo con el tiempo de re- des comercia les tiene que ver con tal espe ci a lizació n. Los fenóm e- nos pa r ticu lares siem pre son susceptibles de variación : ta l com o sucede con la economía o la sociolog ía , lo import an te es la ten- de nci a su byacente . e) Queremos observar el ca m b io e n el la rgo p la zo . M uchos nuevos arqueólogos argüían que si se quería hacer a ntropología se debía empezar po r el presente . La mayor ,v qu izás única contr i- bució n de la arqueologí a a un estudio a m plio del ser humano debe hacerse desde la perspectiva a largo plazo, perspectiva que n o pueden obtener los antropó logos por trab aj a r sob re el presente o sobre el pasado m ás reci ente. En este sentido, la Nueva Arqueologfu compa rt i ó muchas de las preocupaciones sobre los ritm os del ciclo largo de la h istori a con los historiadores del m ovim ient o A 111 tales , com o Ferd inand I3raudel , aunq ue entonces apenas se llegó a ten er concie ncia de esos para lc- Iismos en las ideas. y correspondi ó a poster iores generaciones de teóri cos (años ochenta) se ñala r tales sim ilitudcs (véase cap ítulo 10). Mu ch os nu evos arque ólogos contras taron los proce so s cultu ra - les con la hi s tori a eult ura l. Según su punto de vista , la his tori a tradicional no ha cía o tra cosa que descr ibir u n con junto de hechos políticos m ás () menos fortuitos corno bat allas y nacim ientos .y d e- cesos de monarcas, sin llegar a explicar nada en rea lidad . Sustitu- yendo proceso por his toria, las tendencias o p rocesos a la rgo tér- mino que discurrían por debaj o de la superfic ie de tales acon te c í- micntos aparecían co mo los tem as de estud io rea lm ente impor- tan tes . Sext o, y más en gene ra l, h u bo una tendencia a ser m ás cx plíc i- tos con re spect o a las influencias recibidas y los propios prej u i- ci os. Un bu en cien tí fico, se decía , no usa la intu ición ni hace pre- sunc iones impl tc itas : a l con tra rio . deja claros su s met as e int e- re ses. Gran part e de la Nueva Arqueología es taba int crcsudn en pronunci a rse abiertamente sobre todo aq uello que s"' lo d l' forma tácit a se presuponía. Un buen ejemplo de ello puede Vl' 1S<' e n los trabajos tipológicos, es deci r, de clasi ficación de los " h i<' los sl'gÍln su forma . Se aceptaba trad ic ion alm en te que los "hic' IIIS .k-bran clasificarse y que tal clasific ación tenía que ver <..:0 11 1: , SVl ' l l c l l d a cronológica : los arque ólogos decían cosas CO l110 «la... v.r:... ij : l -, d I.. ' re- rárnica con el paso del tiempo adopta n formas Il l :b I lllI ,! ' ; I( I: I " » , o «este estilo de joverí a se abandona durante es te P \,.'I"11H I4 1\' . S i l l \,, ' 111 ~ ., hu rgo, el critclio <'Illplea do pOI el es pec ia lis ta para ju stificar que un obje to de joyería se cons idera ba «de una prim era época » y otro se conside raba «de época ta rd ía » rarame nte era explicado. En su libro Analyt ical Archaeology, David Clarkc utilizó muchos de los concepto s de la arqueología tra di ciona l - t ipo logía, conj un- to, cult ura, por ejc m p lo- , pero a rgumentó abiertam ente y de for- ma explícita cómo deb ía n definirse. Pa ra Clarkc, el req uerim ien to a ser exp lícitos y p recisos en el uso de la te rm inología era la pun- ta de la nza de la Nueva Arqueología . Un aspecto rel acionad o co n todo es to hacía re fere nc ia a la ne- cesidad de fun dam ental' el t rab ajo arqueol ógico en la resolución de problemas; es decir, que existía la creencia de que sólo tenía senti- do excavar o, en t érm inos m ás generale s, hacer investi gación ar- queológica , armados de interrogantes cien tíficos . De lluevo , pues , la relación con la necesidad de co mpor tarse corno científi cos: el cien tífico contrasta hip ótesi s cs pec fficas , ~'e hace preguntas muy concre tas a nte la informac ió n recogida . En el capítu lo 3 veremos cómo el hacerse preguntas conc re tas o el contrastar hipó tes is es - pec íficas se conv ir tió en el m eoll o de la idea de la a rque ología corn o c iencia. La sé ptima y última p reocupac ión de la Nueva Arqueología fue la compre nsión de la idea de variabilidad , es decir, la intelección del materi al arqueológico en térm inos estad ísticos. Los arq uc ólo- gas del pasado se habían co nce ntra do a menudo en los mayores y rr. ás es pectaculares yacimientos , o en los objetos m ás bellos . Los nuevos arqu eólogos señalaron qu e no se pod ía co mprende r un a ci- vilización urbana import a n te, pongamos por caso , sin examinar su in fraestructura rura l (otra vez la im po rtancia de ob servar el siste- m a completo), y que no se podía en tende r la infraestru ctu ra r ural si n conocer el número de asen ta m ien tos ru rales que habfa . Por lo tanto , lo que debía hacerse pa ra entendc r a quella civilización era concen tra rse en un est ud io sis te má tico d e los asentamientos co- rrien tes , en vez de hurgar en o tro si tio de él ite co n m ul ti tu d de ob- je tos exótico s y bellos . Los hall azgos podía n se r menos cs pc ctacu- la res pero la com pre nsión del s iste ma co mpleto de ocupación del territorio sería m ucho m ayor , Pa ra en tender la varia bilida d los nu evos arqu e ólogos debiero n estu diar de una forma crú ica las teo r ías y las téc nicas del mues- treo . Para co mprobar la variab ilidad se de bía tener muy claro que se es taba examinand o una muestra representativa de yaci m ientos arqueológicos . Ken t Flan nery explicaba un a memorable historia 46 TEORfA AROlJÉOLÓGICA. UNA INTRODUCCiÓN L A HN I JEVI\ 1\1{() l !E() U )(i ]¡\ ) 47 de un arqueó logo me soa merica no que só lo renu nciaba a estudiar un yac imien to cuando se veía forzado a po ner la primera marcha de su Jeep pa ra llegar hast a la cima donde se encontra ba el yaci- mi ento. En respuesta , los nuevos a rque ólogos explora ro n métod os alea torios de muest reo . Mu chos de los peores aspectos de las act itudes tradicionales que los nuevos arqueólogos fust igaron todavía perviven hoy día. Hace pocos años, recue rdo qu e pregu nté a un preeminente profe- sor que había escrito vados libros infl uyentes sob re arqu itec tura tradicional, cuántas casas de una cierta época y tipo había en un determinado co ndado de In glat erra. «Oh - dijo- , una can tidad enorme.» Sí, pero ¿cuántas? ¿Decenas, cientos, miles? «Bien, mu- ch as, aunque no m e arriesgaría a da r una cifra concret a », replicó . ¿Y cuán tas pudo haber en tal área adyacente? «Rea lme nte pocas ." Y, ¿qué proporción de casas de tipo A y de casas de tipo B había en las do s áreas? «Mrnrn... )l O sea , qu e ust ed no tiene inconve- niente en afirmar que se enc ue n tra n co n más frecuencia casas de tipo A que casas de tipo B en u n área, pero no en la otra , y que de es tas observaciones podemos sacar conclusio nes ace rca de los ni- veles relativo s de rique za e n las do s á reas . «O h , s í, es tá m uy da- ro ...» No hace falt a se r u n conspicuo nuevo a rq ueólogo para ver que ta l ra zonami ento no augura nad a bueno sobre la co mprens ión del registro arqueológico. Sigo un poco escéptico. En primer lugar; los arqueólogos anteriores a la Nueva Arqueología no eran aquellos tipos secos .v estúpidos qu e los Iluevos arqueólogos nos han contado. Ellos ya hicieron muchas de las cosas qu e ésw tos nos han inculcado. Ffjese sino [>11 el trabajo de Crahame Clark en St ar Carr, donde }'a en los mios cincuenta se realizó WI estudio ambienta l. O el trabajo de Alired Kidd er tan to en Mesonnierica como e l l el sudoeste de Nor- teameri ca. Y Cardan Ch ilde ~IO puede ser acu sado de la m ayo ria de los pe- cados con los que la Nueva Arqu eologia inten tó cu lpar a los hi storiadores de la cu ltu ra. Sus libros Los o rígenes de k, civilización y ¿Qué suced ió en la historia? están lleno s de imágenes dinámicas; 50 11 libros qu e tratan de ex - plicar el por qué de las cosas, qu e no olvidan los procesos [undamentales... Tu análisis co n tiene much a ve rdad . La arqueo logía tradi cion al no fue necesari amente el empeño estrecha men te descriptivo y es- téril que la Nu eva Arqueología pintó. Hay que decir qu e muchos tex tos tradicionales sobre mi gracion es y di fusión de element os culturales realmen te eran algo más qu e descriptivos y sí plantea- ban motivos y causas . Algunos libros co mo The Prehisto rv 111' Eu ro- pean Saciety , de Ch ilde , presenta n un mod elo di námico en el cual las cultu ras indígenas son a nalizadas en sus as pectos dinámicos y crea tivos. A pesar de todo, las crí ticas de la Nueva Arqueología eran per- tinentcs. Para nuest ro propósito de intentar co m pre nder el lugar que ocu pa hoy la teo ría , no es primordial determina r si la Nueva Arqueología era o no precisa en sus crí ticas ; no s interesa sobre todo co mprender por qu é la Nu eva Arqueol ogía se desarrolló en el sentido que lo hi zo. Nu est ro breve esbo zo sirve a tal propósito. Es igualmente cierto que mucha Nu eva Arqueología no era realmente nu eva. Com o tantos otros movimientos teoréticos en ar- queología, tom ó cosas de prestado de otras dis ciplin as. El tr abajo del antrop ólogo cultu ra l Lesl ie White fue particula rm ente influ- yente. Su libro The Science al Culture abundaba en la necesidad de un enfoque científ ico y defendía una idea de cu ltura como siste- ma. Otro a ntropólogo , Julia n Steward, ha bía hablado de ecología cultural y de adaptación en sus trabajos. Los prime ros trabajos de Binford dejan clara su profunda deuda ta nto co n Wh ite co mo con St cward, Finalmen te, el pa pel otorgado a la teo ría de sis temas tenía much o que ver con el énfas is de Walter Taylor en lo que él había llamado «u n enfoque conjunt ivo » en su tra bajo de 194 8, A Study 01' Arch aeology, No debe olv idarse que Whi tc , Steward y Taylo r estaban en m inoría en sus resp ectivas di sciplinas. White en particular estaba escribien do contra la antropología cultu ral orlo- doxa de su tiempo cua ndo sus puntos de vista fueron adop tados por los arqueólogos. Por su orien tación antropológica, la Nueva Arqueología puede asociarse m uy especi alm ente co n Norteamériea . En Gran Bretaña, nuevos arqueólogos co mo Cla rke y Renfrew ob tuv iero n un gran predicamen to, pero en su co nju nto el impacto de la Nueva Arqueología no fue tan revoluciona rio como en Norteamériea . Creo que hay varias ra zones para ello. La primera tiene que ver co n la orga nización insti tuciona l de la arqueolog ía . En Nortca m érica hay muy pocos departa mentos uni- versitar ios dc a rqu eología . Muchos arqueólogos académ icos traba- jan en depart amentos de antropología siendo allí la minoría. Algu- nos arqueólogos clásicos o hi stóricos encuen tran em pleo en cua l- quier otra parte . Por co ntraste. en Gran Bretaña los departamentos de arqueología , o co ns tituye n es tructu ras plenamen te au tónomas , o están ligados a los dep art arn entos de histo ria . De ahí que a un licenciado de los años sesenta y setenta en Estados Unidos con 4H 11 ;,( ) I{ lA ¡\ I{() U 1:0 [.( )( ;](';\ , l l ~ j\ I :--J T IH JlJU Tlt IN LA 1<\lL:EVA ARQU FO I.OG 1A» 49 in tención de hacer el doctorado sobre arqueología y optar por in - tegrarse en la universidad se le ex igía do minar la antropología. pa rticularmente la teo ría antropológ ica , donde había de encon trar muchas de las ideas sobre evolución y anális is sis té m ico di scu tidas m ás arriba. Por contras te , un licenciado h ritánico segura men te tendría menos prep aración te órica en ge neral .v U Il m uv elemen tal conoc im ien to del m étodo a n tropol ógico. Esta diferen c ia organ izutiva o ins titucional tradu ce percep cio - nes distintas acerca del pasado . La arqueol ogía a m er ican a se divi- de entre los que estudian las cult uras «Ila tivas» del Nuevo Mundo y los que estu di an la «arqueología histó rica » de las colonias del Viejo Mundo, hasta el pu n to que la pa labra a rqueología referida a los nativos ameri ca nos a m enudo se delet rea de forma distinta, ' El an tropólogo Franz Boas tuvo un papel de stac ado a princi pios del siglo xx en el m a nteni m ien to de la arqu eo logía dentro del ámbito de la an tro pología en Nortcam érica . La a ntropología tradici onal- mente ha tenido que ver con «o tra s cu ltu ras » y no tanto con «no- sotros m ismos». Com o n1UY pocos nar ivos a merica no s se dedican a la arqueología a m e ricana , las cu ltu ras del Nuevo Mundo han sido y siguen siendo percibida s como algo que tiene que ver, no tanto con el «noso tros», s ino m ás bien con el «e llos ». Si uno va a la Smithsonian In stitu tion en Washington enc o ntra rá el Mu seo de Histo ria Ameri cana , por un lad o, donde se exp lica la histo r ia de los bla nc os, y por otro , el Mu seo de Hist oria Na tural, donde se expo- ne la flora y la lau na del Nu evo Mundo, as í co m o la h istori a de los na tivos arncri canos (aunque en es tos m omento s hay p royectos que estudian cambiar es ta situaci ón. ) En el pasado, de terminados ha- l1azgos arqueológicos hab ían sido int erpretados corn o pruebas de l rastro dc las Tribu s Pe rdidas de Israel, o de grupos análogos , pues- lo que se asu rnía que lo s nati vos a merica nos eran dem asiado pri- mitivo s pa ra haber producido ciert o tipo de objetos, Tales teorías fueron comp leta m en te a ba ndonadas por la arqueolog ía en los años sesenta. Para los a rque ólogos británicos la si tuación es diferente, El sit io prehistórico de Stone henge se uti liza corn o sím bolo del «patrimo- n io de Inglate rra », aunque fue cons truido en tre 2000 y 3000 años antes de que los "ing leses » llegaran a las costas de lo que a hora co- nocemos como Inglater ra, según la histori a tradicional. Los hrit á- Ar c1I1:() /of},V en vez de orcha eoloee. (N. dd i¡ nic o s, como en ge ne ra l los europeos , perciben la arqueolog ía preh ist óri ca como parte de «su » pasado, Esta percepció n, acertada o err ónea , ha sign ificado que tanto la in terp re taci ón arqueológica en e l pasado, com o hoy d ía en el presente , hayan sido im pre gn ad as a fo ndo por las sensibi lidades naciona list as, a m enudo en sus va- riantes políticas mas desagradab les . Por o tru parte , existe la le n- dencia a contem plar la prehisto ria y la hixtoria com o par te de u n con iinuuni , por lo que se difu mina la apu re utern cntc radical divi - so r i a entre arqueología p re h is t órica ~.' arqueología histórica. Por tod o ello, los arqueólogos bri tánicos ti enden a desp reo cu- par-se un poco acer ca de la necesidad de abu ndar exp lícit a mente en las gen erali zaciones teóri cas que justifi quen su trabajo , s intié n- dose bast ante có modos co n una idea de la a rq ueología com o sir- vie n ta de la historia. r.a Nueva Arqueología tuvo menos imp acto incluso en la Europa co ntine n ta l que en Gra n Bre taña , también por com p lejas razon es históricas . La Nueva Arqueología tambi én tuvo menos impact o en ge ne ra l en el es tud io de los períodos his- tór-icos más pró ximos en el tiempo : fue rea lm en te decisi va para los es tu d ios sobre prehistoria europea, fundamenta lm ente de l pa leolí - t ico , y mucho menos para la arqueología romana, m edieval y post- medieval. C reo que incl uso hu bo Ull elemen to de tipo práctico en e l difc- ren te im pacto causado por la Nueva Arqueo logía. Sitúese un o en medio del desier to de Ari zona v verá much o m ás clara Ja necesi - dad de la teo ría del mues treo yde com p re nder la varia bilidad, En contraste , el paisaje bri t áni co , in te risarnc n tc colonizado durant e milenios, está plagad o de ase ntam ientos , much os de los cuales han sido estud iados a ro nd o du rante los últ imos doscientos años, La rn avoria de las unidad es básicas que a r ticula n el pa isaj e britá- nic o (lím ites territoria les , áreas boscosa s) tienen u na forma ir re - gu lal' y una a nt igü ed ad de siglos o m ilenios, 1' 01' e llo , m uchas de las técn icas de la Nueva Arqueología , que pa recen eno rm em en te interesantes co rno estrateg ias funcionales en el d es ierto de AriLU- na , resultan en ca m bio contra pro ducentes en el palimpsesto den- sa rrren te poblado que es el condado d e Wessex, ¿ Qué pasó co n todo aquel entusiusnto iuvenil? Apuesto a que 110 llega- ron. ntuv lejos. Much as de las ru tas qu e siguió Ja Nu eva Arq u eología será n cxa- mirradas en poster iores ca pítulos. Ocurr ió qu e in evi tab lemente Jos 54 TEORÍA ARQUEOLó GICA. UNA I NTROD UCCl ÚN seno del conjunto de las cie ncias humanas, tales co mo la historia , la sociología, la antropo logía cultural, la política o la eco no mía. Los problem as qu e plantea el método científico , la con tras tac í ón de hipótesis o el funciona miento de los grupos hu manos so n cues- tiones vital es para el conjunto de las ciencias hum anas. CAPÍTULO 3 LA ARQU EOLOGíA COMO CIENCIA Hay puntos de vista positivos y negativos co n relación a la ciencia . Para los que sostienen puntos de vist a positivos la ciencia cs una mara villa . Nos ha proporcio nado la medi cina modern a , el transp orte rápido y un nivel de riqueza materia l a l que pocos de nosotros querríamos renu nciar. Conocemos cómo es el m undo gracias a los cien tíficos. Ellos son tan podero sos, tienen tal do- m in io sobre nu est ras creencias y sen tim ientos que lendemos a creer les in clu so cua ndo nu est ras int u iciones más pro fundas nos demandan pensa r de otra manera , como cuando cogemos un avión. Pero para los que sostienen una visión negativa , la ci en cia puede res ultar inquiet ante y a larm an te. Puede ser pel igrosa y o íendcr las se nsib ilidades más humanas. La cie ncia tiene límites morales . Ambas vision es sobre la ciencia tienen un origen cultural. Para po ne rlo más claro, la ciencia se contempla de una determinada (ar- ma por parte de la cultura occidental. El soc iólogo August Com pte sug ir ió que la ciencia era una insti tuc ión con tanta au toridad para nuestra época como lo había sido la Iglesia ca tólica para In gente de la Europ a medieval. La socied ad moderna occidental se basa en pa rte en una idea de Ciencia en mayúsc ulas . Todos usamos el térmi no «científico» com o forma de aprobación y el de «acien tífico» como forma de desaprobación o abuso . Pero es tam os men os seguros de lo que parece, de lo que queremos rea lme nte significar con el térm ino "Ciencia», que ac abo de dignifica r con una mayúscul a para distin- gu ir la imagen dc la realid ad , ¿Qué es Ciencia? ¿Hay diferen tes formas de Cienci a? ¿Qué form as de Ciencia (si las hay) debe tratar la arqueología de tomar en consideración? 56 T H JR íA i\ 1{{) lil · O I Ú ( i l( 'i\ . l r:-... !\ I \! T I{ (II Il I( "C"II ' \ 1 .\ :\ I ' / I I ' I.I I I ( l l i l;\ ( 11,\·'1( 1 (' I I ' \. ( l A " 7 Cuando la N ueva Arqueo logía m adu ró tu vo que hacer fre n te a es te último problema . Co mo hem os visto, el esl oga n «tenem os que se r má s científicos ) fue muv ace r tado , logrando ag lutinar las cr íti- ca s apro p iadas sobr e el carác te r im p lícito v no sist em á tico de gran parte del trabajo de una generuci ón an te r io r de arqueó logos . Pero la Nu eva Arqueología tam bién de scu brió lo difíci l qu e era decid ir q ué querían deci r rea lmen te con aquel es logan . La a rqu eología 1I 1i1j z6 las técn icas C O ll1() u na de las vía s para mejorar su carác te r «cien tí fic o» . El período q ue sigui6 a la se gu n- da guerra mundi a l co n tem p l ó un au tén tico boom en el núm ero y alca nce de las técn icas usad as pOI' los arqueó logos, incl uyendo el uso de los o rdenadores. el est ud io de restos ambien tal es, la elabo- ración de d ia gra mas (k pol en , el liSO de técn icas de d at ac ión corn o el ca rbono-14 y la dcndro cro no logra , el es tud io geomorfoi ógico de los sucios. la pa lcoputologta , e tc. Aunque no me de tuve ti d iscut lr es tas técnicas en el cap ítu lo a n terior, pa ra m ucha ge n te co rn o D <.I- vid Cla rkc , el de sarro llo de técnicas cie n tíficas fue a lgo luudam en- tal para la Nueva Arqueología , E l desar ro llo de técn icas cicn tfficas generó un problema de es- pec ializac ión. Un arqueólogo de 1945 se veía obligado a conoce]' los fundamentos m ás elementa les de la estad ística v los princip io s de la ge ología ; uno de 1980 ten ía q ue sa ber in terpreta r u n d iagra- ma de polen , m anejar ser ies estad ís ticas media n te o rdenador ." sa - ber q ué p odía saca r d e una gam a JllUY co m pleja d e técnica s es pe- cializad as. Todo ello provocó ca m bios en el modelo de finan ciación de la arqu eología académica. En los Estados Unidos de Am érica la ar- q ueología pasó a ser fin anciada por orga n ism os COlUO la Na riona l Sc ience Founda rion . En Gran Breta ña , corno en la m av or parte d e E u ro pa, la fin anciación s igu ió provin iendo d e organismos ded ica- dos a l fomento de las «hum a nidades» . No o bstante , en Gra n Bre- taña tambi én acab ó por incre m en tarse la can tidad de d in ero dc d i- cada al desa rrollo ele té cn icas cien tífica s , primcro a través d e un com it é para el fom en to de la a rqueolog ía cien tífica y des pués a travé s del Nat ural Environrn cnt Research Council, De es ta m anera, la act ividad a rqueológica fue adquir iendo un a ire m ás «cien u fico». Los arqueó logos, a n tes co nfinados en po lvo - r ientos cuartos llenos de tras tos , fue ron ocupand o sa las mejor eq u ip adas, anexas a la bora tori os (a me nudo tornadas de segu nda mano tr as mudarse él insta laciones nuevas sus inqu ilinos origi na- les , los "respe ta bles » quími cos , físicos y biólogos). En m uchas uni - vers idadcs, so bre todo ..: n Estados Unidos, las ba tas blancas de la - boratorio sus tí tuveron C0 l110 uni fo rme de lo s a rqueól ogos a las tí- picas chaqu e tas ra ídas d e paño de lana con parch es cn los cod os . Sin em bargo, el LISO de técnicas cien t íficas no implic ó nccesa - riameru c el uso del 1116toJo cicn tíllco co rno enfoq u e d ist int ivo para acercars e al pasa do . David Cla ke escrib ió qu e el u so de técnicas científicas «no hace de la a rq ueo logía una ciencia d e la m is ma m a - nera que u na pa la de palo no convier te a u n ho m bre e n un árbol- (Clnrk e . 1978: 465). Para la a rqueóloga tr ad iciona l J acquet ta 1Iaw- kes, la a rquco logla ~ i gu i {) s ien do esenc ia lm ente una ocu paci ón human ís tica y no cien tíf ica: «por rnás que lo s m éto d os em plead os sean científicos, el obje tivo fina] es de natura leza hist órica » (I law- kcs, 1968: 257) . Pa ra resu mir, se inc remen t ó el uso d e una ba tería de t écn icas a fin de facili ta r la da tació n , el conoc im iento del m edi o , e tc . Estas técn icas nos han proporc ionado más y más datos potencialm ente úti les para el co nocimien to del pasado. Pero aún tenern os de la nt e cl abismo que se para el presen te del pa sado que discutimos en el ca pítu lo 2 e ilustnun.», con la figu ra 2 .1. Nuest ras t écni cas de ori- gen científico acumulan incluso más datos hov en día. S i el abism o sigue siendo in fr anquea ble t 'S que la s afirtnaciones que hacernos co n relación a l pasado siguen siendo «acicn tfficas» po r más blan- cas qu e lleve mos las ba Las de laboratorio o por más dinero que in- virt am os en ins trum en tos de la bo ra torio cada vez más s ile nciosos y cf'c ien tes. En ca m bio, si el abismo puede franquea rse con seguri - dad mediante el uso de métodos sac ados dc las ciencias naturales, C0 1110 pen sab an los nuevos arqu eó logos, entonces¡ la arqueolo gía podrá decididam ent e lla marse cicn ttfica a l ma rgen ele qu e llevem os o no batas blanca s, o manip ulemos equ ipos ca rí s imos. Defin iciones d e Ciencia La Nu eva Arqu eología sug irió el us o del método cientí fico CO Jll O soluc ión al problema de la ill!erelló" . Si los arqueó logos no dis .. poruan de med ios seguros para eva luar has ta qué pu nto su s a rgu- memos era n válidos, era na tu ral que m irasen co rn o lu hac ía n los c ien tí ficos ele la na tu raleza . Las ciencias de la natu ra leza como la física. la qu tmi ca y la bio logía , a paren te men te mostra ban un gran éxito en su em pe ño por describir v explica r el Iu nc iona m ien to del pla ne ta, co mparado co n otras fonn as d e pensam ien to co mo la re - ss TEOR IA ARO lJEOLO( ;Il't\ . tJf\:1\ INTR OlJ lJC('I ON 1'\ 1' I ~ t ) II F()U J( ;( ¡\ ('()i\1(l CII ",NClA s<¡ Formas de hacer ciencia FrG. 3.1. FilOSO/l a de la eÚ'l/da: (/II:/lIIOS n O / I ' / I/.\ ¡, '/Ij"" ,I,t' lI tati vas. El posítivísmo ligión O el mist icism o. Este argume nto sa lió refo rzado por el éxito disciplinario de la cie ncia. Aunqu e los puntos de vista individuales sobre la cicncia co mo teoría fueran distintos, no había posibilidad de discusión sobre su éxito co mo disciplina . Los científicos reci - bían fondos para su trabajo y eran escuchados por los gobern an tes. 1. U N CONJU NTO DE CONVICCION ES SOBRE LA MANERA DE CO~DUC I R LA INVEST IGACtó N CIENTfFICA. E NTRE ESTAS COKVtCC IONES CABE INCLUIR: a) La idea de que debemos separar la teoria del método. Si te- nemos dos o más teorías en competencia para explicar un fen ó- men o debemos acudir a algún tipo de método neu tro que nos sir- va para ju zgar cuá l de las dos teorías es mejor No es buen o tra ta r de probar ta l test independ ien te si nu estro método no es neutro , est o cs. si en un a de las teorías se afirma que es el verdadero . b) La separación del contex to del descubrim iento de ulla idea del contexto de su evaluac ion, No importa si no s dimos cuenta de la ley de la gravedad sentados bajo un manzano O den tro de la bi- blioteca , o en una aluc inación bajo los efectos de las drogas; lo im- portante es que la existenci a de ta l ley pu eda eva lua rse de for ma científica separadament e de es te co ntexto . Podemos tene r ideas muy buenas so bre procesos que tuvieron lugar en la prehistoria sacadas de la etnogra fía compa ra tiva o de una novela o de un sue- ño; lo import a nte es que podamos con trastar nuestras ideas con el registro arqueo lógic o para ver s i son válidas o no . Los arqueólogos podrán decir, por lo tanto, que usan una idea concreta o modelo sólo con el fin dc increm ental- su conoc imien to sobre algo. es decir, co n un propósito heurístico;enc uentran el mo- dc lo que va le a ba se de probar con nuevas hipótesis o con posib les interpretaciones. Pu ede que insista n en que ta les hipótesis o int er- pretaciones han de ser form alm ente contrast adas. e) Sólo es válida la explicacion generalizadora. Aquí la idea de generalidad está íntimam ente rel acionada con la importancia concedida a qu e los result ados sean predecibles y con tra sta bles. Los res ultados han de se r predecibles, pues , y deben repet irse para ser válidos cie ntíficame nte. Podem os comprobar la ley de la grave- dad a ba se de obse rvar cómo caen manzanas del manzano, una tras otra. La ley de la gravedad se formula como una proposición general que tien e consec uencias predecibles. Si una exp l icaci ón no es generalizadora , si no pu ede sugerir un mod elo de resultados co- herente. no será predecible y consecuen temente no podrá ser so- metida a prueb as una y otra vez. d) Las afirmaciones que 110 pueden probarse quedan fuera del dominio de la ciencia. Bajo formas de positivismo menos extre- m o. esto no significa que las a firmaciones que no pu eden probarse carezcan de importancia . Por ejemplo, las cuestion es que plantea la Construcuvísmo sor.nl duro Construclivismo social blando Ciencia POSitr smo ~ R.a~abel1dPositivismológico En ciert o sentido TI a hay motivos para entablar u na discu sión sobre si los arqueólogos han de ser o no científicos. Si cie nci a tie- ne que ver con ac umulac ión ra cional de conocimien to, evaluada de forma rigu ro sa y sis temá tica , qu é duda cabe qu e tod os so mo s científicos. (Como mínimo. todos que remos ser cons iderado s cien- tíficos , aunque a nuestros oponentes s iempre les pa rece que es ta- mos fal tos de rigor, sis tem a o método.) La cien cia, entend ida de esta forma tan amplia, viene recogida por el término a lemán Wis- senschait. Entendida de es ta manera, p robab lemente aceptarían considerarse como verdad eros científicos incluso los más fervien - tes enem igos d e la a rqueologí a co rno c iencia . Pero hay definici ones más es trec has de ciencia (figura 3. 1.) Una de estas defin iciones sc llama positivismo, otra pala bra con d iferen- tes s ign ificados. Los teóricos usan la pala bra «positivismo» d e rna- nera confusa, en sentidos distin tos según el con texto. Aquí me per- mitiré aislar dos de esos sentidos. 64 TI':Of{IA i\]{UL'F()I.()(;I('!\. [INI\ lNTI{OI)['('('¡()N Ji\ AI{l)I:I·nl{)(;I,\ COMO CIENUA 6.'1 las proposiciones fueran siempre contrastables, las generalizacio- nes o la teoría general debían continuar siendo un elemento cen- tral de la disciplina. Objeciones a la idea de "Ciencia» Ya señalamos que si parte del atractivo de la idea de "Ciencia" en las sociedades modernas proviene de su valor cultural, de ma- nera semejante la oposición a «lo científico» también está cargada dc connotaciones culturales. Para algunos, la arqueología nunca podrá convertirse en ciencia; seguirá siendo un em peño noble, es- tético y romántico en descubrir la esencia de la humanidad y' la ci - vilización. Desde este punto de vista, los seres humanos constitu - yen algo aparte porque son únicos e impredecihles: de ninguna manera pueden ser sometidos a generalización alguna, ni sustitui- dos por series estadísticas. Además, muchas de las cosas que son «característicamente humanas) y consecuentemente merecedoras de un estudio humanístico (el arte o la literatura, por ejemplo) son precisamente las cosas que, desde cstc punto dc vista, resultan me- nos ahordables a partir dc la investigación científica. Este enfo- que, que es tan estimado entre elasicistas tradicionales e historia- dores del arte, se puede demostrar que es incierto (si los humanos fueran realmente tan únicos e impredecibles, las encuestas de opi- nión producirían resultados completamente fortuitos y además no habría manera de llevar a cabo ningún tipo de política social o económica), y aun así sigue siendo un enfoque muy popular y emocionalmente potente. Nos gusta pensar que somos únicos, que estarnos por encima de las estadísticas; pero desear algo no signi- fica hacerlo verdadero. Hay, sin embargo, un conjunto de objeciones aún más podero- sas a la concepción positivista de la arqueología como ciencia, que comúnmente se plantean, a saber: 1. La ciencia se basa en la comprobación y en la observa- ción de resultados. El pasado, sin embargo, está enterrado, ya no existe. Nunca podremos observarlo directamente. ¿Realmente po- dremos alguna día realizar tests sobre el pasado como lo hacemos con la ciencia? Posiblemente no; ésta es una cuestión sohre la que volveré un poco más abajo y especialmente en el capítulo si- guiente. Es importante hacer notar que la arqueología comparte al respecto con algunas ciencias determinados problemas de in- terpretación; se trata de ciencias que también interpretan fenó- menos observados en el presente en términos de procesos y acon- tecimientos ocurridos en el pasado lejano, como la geología o la astronomía. 2. Átomos, sustancias químicas e incluso organismos biológi- cos pueden ser contemplados como cosas insensihles que se com- portan según pautas predecibles. El comportamiento humano, sin embargo, puede interpretarse corno intencionado. En otras pala- bras, las acciones humanas sólo pueden explicarse por referencia a las ideas e intenciones de los humanos. Las ideas y las intencio- nes no tienen entidad física, sólo existen corno pensamientos, en- tre ceja y ceja. No pueden observarse directamente ni «medirse» por parte de los arqueólogos. La interpretación en arqueología es, por lo tanto, según este punto de vista, siempre de naturaleza her- menéutica (sohre ideas, significados y símbolos) y no de naturale- za científica. Este argumento constituye uno de los pilares de la arqueología postprocesual. Kuhn y Feyerabend Para mí, la objeción más seria y definitiva al positivismo es la que dice que no es una teoría sino un mito: algo así corno un Dl0- dolo ideal de la filosofía científica pero que en la práctica resulta un poco fraudulento: da una falsa idea acerca de 10 que hacen los científicos. Pedir a los arqueólogos que sigan las reglas de la cien- cia positiva es como pedirles que vayan tras una quimera. Hay mucha confusión sobre si el positivismo describe lo que realmente hacen los científicos) o si es meramente una declaración ideal sobre lo que deberían hacer. Algunos filósofos piensan que es simplemente esto último. Si el positivismo sólo es una referencia ideal, entonces, ¿qué hacen realmente los científicos en sus lahoratorios? Éstc es un tema sobre el que últimamente sociólogos y antropólogos se han estado volcando. Muchos arguyen que son las normas sociales las que deciden dar por buena una «observación» o un «hecho» y no una investigación objetiva pura basada en la comprobación de hi- pótesis. Por su parte, los debates cientificos se deciden median te procesos que están profundamente penetrados de relaciones socia- les y en absoluto desligados de la sociedad. 66 TEORíA AROUEOU )( JlCt\. U;-.lA I f\TI{(II H !U ' ((J ~ 1./\ ,\J{O I T .c Jl.( H i l i\ ( "U l\l O ( "IENCI ¡\ 67 Hay dos filósofos de la ciencia que se cita n a menudo e n I" s tr abajos no pos itivist as so bre cienci a . Uno de ellos es Thomas Kuh n. Kuh n sos tiene que la h istoria de la cien cia no es la simple histor ia del éxito pro gres ivo de un método que nos lleva a un co- nocim iento en expansi ón co ntinuada , sino la histo ria de suces ivos paradigm as cien tíficos . Un parad igm a es algo más profu ndo que un a teoría co nc reta o un a determinada proposición: es un co n jun- to de co nvicciones sob re la manera de funcionar del mundo q ue fundame nta el proceso entero diario del queh acer científico de manera muy profunda , ta n profunda, que ra ramente se traslada a b ie rt am en te a palabras . Duran te un período de «ciencia normal», en términos de Kuhn , un parad igma disfru ta de tal pod er sob re el que hacer científico que sus presunciones difícilmente llegan a ser explíc ita men te Iormalivadas, y mucho menos cues tionada s o de- bat idas . Cada cual sigue con su tra bajo cien tífico conviviendo nor- malmcnte con las presu nciones del paradigma. Kuh n explicó que los paradigmas pueden romperse co n el tiem po, Cuando tal circu nstanci a aparece , el viejo pa radigma se susti tuye por otro nuevo segú n un proceso llamado de «ca mbio de paradigma». Los períodos de cambio de paradigma SO I1 períod os in tens os, emocionales , agitado s, en los que un sentim iento d e fer- vor revolucionari o mi lita contra todo arg u m en to «racional». La historia de la ciencia sería , pu es. la historia de los suces ivos paradigmas que se suceden unos a otros media nte movimi entos revolucionarios y no la historia de la ac umulac ió n gra dua l de u n conocim ien to cada vez m ejor so b re el mu ndo que nos rod ea . Co- Iin Rcnlrew, entre otros, pen só en los años 1960 y 1970 que la Nuev a Arqueología re pre sen taba un «camhio de paradigma », de forma que cabía es pe ra r que la arqueo logía procesual se asentase p l ácid a men te en un nuevo período de «c iencia normal » (cosa que , co mo veremos. no ha suced ido) . La iron ía fu e qu e Ren frew cita ba con aprobaci ón a u n filósofo de la cie nc ia cuyo tra bajo en rea li- dad tendía a soca bar las presun ciones positivis tas de la Nu eva Ar- qu eología . Kuhn acabó repudiando la idea de que la ciencia no pro gr esa- ba; se dio cuenta de que los paradigmas se rompían bajo el peso acumulado de las evidenc ias que los co ntradecía n. y que cada nue- vo paradigma era m ejo r; representando una Iorma nuis correcta de co nocim ien to del mundo . Renfrew y los dcuuix sec unda ro n a Kuhn en este punto . Otros intel ectuales, sin 1..-'l ll!J ;II V:O . torn aron las ideas de Kuh n y las extendiero n de una lorma tal qu e el m ismo Kuhn llegó a desa pro ba rlas. Estos pensadores llegaron a extra er del trabajo del filósofo . co mo decía , consecuencias realme nte dis- tintas y de un a lca nce mucho mayor ; dos de ella s des taca n: 1. Lo que constituían «hech os » válidos u «o bserv acion es» de- pend ía del paradigma vigen te. Es decir, lo que era u na evide ncia destacada y lo que, en ca mbio. era algo que es taba fuera de luga r. depend ía . al menos en part e , de los planteamientos pa rad igmá ti- cos de partida . En consecue nc ia . los hechos aparecen siem pre en [unci án de la teoria . 2. Las fuerzas soci a les y polít icas y no só lo la investi gac i ón científica desin teresada juega n u n papel central en la inducción y co nfigura ción de los ca m bios de paradigma. La principal in fluencia de Kuhn en la filosof ía de la cie nc ia re- side pu es, en ha berse a parta do de las presunciones pos itivist as ace rca de la na tura leza del progreso cien tífico y en ha ber cuestio - na do el uso de un único método positivista en la investigación científica. La segunda figura clave es Pa ul Feyerabend , cuya descripción acerca de Cómo trabaj a la cie ncia se ha convert ido en muy popu- lar al cons istir en dos palabras solamente: lodo marcha , Feyera- bend se preguntó si la ciencia había tenido a lguna vez un método ú nico . Sugirió qu e s i mirába mos históricamente al desa rrollo de la ciencia, los ca m bios en las creencias cien tíficas siempre se ha bía n visto marcados por una gra n dive rs idad de métodos. Feyerabend utilizó el eje mplo del astrónomo Galileo . quien , ar- guyó, hi zo ava n zar la ciencia a base de romper todas las reglas, usar la retórica polít ica y hacer ape laciones a la emoción. siemp re metido en el contexto político y social de la Itali a del s iglo XVII: «Galileo preva lece gracias a su es tilo y a sus inteligen tes técni cas de persuasión , gracias a qu e escribe en ita lia no y no en la tín , y grac ias a que hace lla ma mientos a la gente qu e temperamental- mente se siente contra ria a las viejas ideas y a las form as de co no- cimiento conectadas con ellas» (Fey erabend, 1988: 13). Para Fcycrabend, la historia de las ideas cien tífica s nos ens eña qu e para obt ener mejores resultados hay que desecha r el uso de un único métod o. Por lo tan to hay que est imula r la mayor di versi - dad posible de métod os y grupos trabajan do en ciencia. e incluso permitir estra teg ias «ac ic n tí ficas» como la ape lación a las emocio- nes. Feyera bcnd insis te en la importancia de las fuerzas po líticas y 6H rJ,.t ll <l A ¡\ [{() l '¡;'OI.(J( ; lC A. l NA I I\.'1t{ ( Jlll JI(I () N l A ¡\ !{() I . I'.{) U )( ;IA CO.l\l o Cl l~NC IA 6'1 sociales que hay detrás de la investigación c ientí fica . Sc úa lu que los méritos relativos de las ideas científi cas no se prueba n en un ca mpo de ju ego afín sino en otras partes . E nfatiza también el eno rme poder que concen tra n las inst itucio nes científicas, y la ma- nera como esconde n su pa rciali dad de trás de u na fachada «objeti- va ». E l positi vismo, bajo la for ma de un mét odo part icular, en- mascara, según Fcyerabend , la «in tim idación in s ritucion al » y Un- giendo ser neutro , estorb a el desarrollo de la ciencia y da a las al cient ificismo y al «cu lto al experto ». El const ruct ívísm o social Es import a nte resaltar que ta nto Kuhn como Fcycrabcnd se centran en la descripción de lo que hacen rea lm ente los cien tífic os cn su trabajo y no tanto en la prescripción de lo qu e deberían ha - ce r. En los últimos años este tipo de trabajos ha n adqu irido nueva rel evancia habien do con vergido en una escu ela de pensa miento den ominada constructivis rno social: se piensa que el conocim iento cie nt ífico no es ob jetivo, sino qu e, en parte o tota lmente, es una constru cción social. (E l co ns tructivismo soc ia l blando pien sa que só lo lo es en parte, mi entra s que el construcrivlsrn o social du ro pi ensa que lo es to talmente.) Veamos algunos ejemplos sacados de las ciencias de la nat ura- leza : 1. Los quarks . Andrew Pickering estu dió el «descubrimiento » de estas partículas subat órn icas llamadas qua rks. Señaló que más importante qu e centrar la a tención hacia la investigación propia- mente dicha dirigida a la bú squeda de tales partículas, era d irigir la atención a cosas como las decisiones tomadas po r los organ is- mos de fin a nciación de es te tipo de actividades, o a las relaciones entre personas y entre in stitucion es, o a la un iversidad v a la pol í- Lica . Según es ta ó ptica. los qu arks no fueron «descu biertos» sino que fueron activamente «co nstruidos» por los c icn t íl"i c()s implica- dos. Y se trató de una co nst rucció n social rc-su lt.uuc de las inte- racciones entre científicos. políticos, o rgu ll b ll loS p.u rocinadores, universidades y el público en ge nera l. 2. Las razas. Es fácil argumental qu e lns d,'1ini.ion cs científi- cas de las diferen tes razas en a ll l ropo l ()~l. ía li s i,';l I 'Cl lIsliluyen i rn - posiciones sobre un con tiu urnn di.' tipos I ' .... ¡el l .... ( Jl II' .u raviesa todo el planeta . En tonces , ¿de dónde viene clasifica r las poblaciones en raza s tal co mo nos lo presen tan los antropólogos físicos? Puede pensarse que las clas ificaciones científicas en «tipos físicos » no son unas herra mien tas neu tras en pos de una ca tegorización obje- tiva, sino que tienen su origen en los pu ntos de partida y llegada de las ru tas comerciales desde Europa hacia las colonias y vice- versa, en el siglo XIX , precisamen te la época en la que fueron crea- das por la an tropología física las clasi ficaciones básica s: europeos del norte , africanos occidentales , «ind ios. am erica nos ... Si el constructivismo soci a l es un aná lisis correcto de la cien- cia, en tonces la pregun ta de si la arqu eo logía debe ser una ciencia o un a d isciplina humanística pierde todo se ntido. El constru ctivis- 1110 cuestiona la alegación de la ciencia de ser una Iorrna distinti- va y primordial de conoc imiento. Por lo tan to, niega cualquier di- ferencia b ásica aprioríst ica entre cie ncia y no-ciencia . Nos invita o. observar lo que hacen cier tas personas en los labora torios con la mi sma naturalidad co n qu e miramos otras actividades de la gente en o tro s órdenes de la vida, Todo es to está mi'.'" bien. pero me cuesta entender qué tiene que ver C0 11 la avqueo logia. ¿Qué versión de ciencia prefiere/1 los aroucologos ? Hay arqu eólogos que prefiere n una filosofía científica y o tro s, otra . Para Mike Shanks y Chris Tillcy. el positivismo en a rqueología ha m uert o defin itivamen te. Shan ks y Tilley piensa n que el énfasis de l positivismo en sepa rar el método de la teoría es u n fraude, ya que se trat a de dos cosas que no pueden sepa ra rse de ningu na ma- nera. Igual que Feyereband, ven al posi tivismo com o un a tap ade ra , una forma bajo mano de es tablece r lo qu e se pu ede y lo que no se puede decir en arqueología . Con mucho sa rcas mo escriben: No importa lo que se pas, siempre que lo digas correctamente; siempre que te sujetes a las reglas del discurso positivista/emp iricis- ta; sie mpre que lo que digas sea razonable, que no sea fantasioso ni extrem ado, que pueda contrastarse con los datos disponibles , que no sea abiertame nte político, ni subjet ivo. Y si transgredes es tas le- yes del discurso, de la epistemo logía... tendrás a la policía esperán- dole a la p uerta de tu casa (Shanks y Tilley, 1992 : 23). Pa ra Sha nks y Tilley, la manera habitua l que tienen los in telec- tuales de escri bir sobre el pasado tiene muc ho qu e ver con las re- 74 TEü Rf A AROU E{)I.(J<.; ICA. UNA I N "I'I{()I)l ;U :H)N L/\ T1':Old A 111·: ,\ 1.< "I\ NCE M EDIO y LA ET '\JOi\R(J UEO LU Gi,\ 75 Frc. 4.2. Típoíogics nucsteri ensas seglí l l Bordes, reproducidas fJOI" Biníonl (1983a), r- n 100 % f J i nffiffi I ,1111I 111111111111111111 60 % ¡rH-l l lll l l l l ll ll+fAO% Muescas UbliL'looS mas oonllcJladas 1· 1 1· 1 111 111: 1: [ 1[: 11'1'1'1'1 130 %i i I ir o¿ 111 1111 : I l ltt+H 1111 1160 % " ... Musleriense de denticulados " I I I 11I ...... I 1, I Grupo del 1 paleolítico superior Tipologías segun F. Bordes I 1 1 RalJd8fBS «ensveeeres p' ': " O" Quina. '.•." ; ...... ; . :. :. :. :. : .: .: .~'~:;;'-1Lt:-- 90%.• i' 1I-vvrrrrrrrrn i : ;-? .»e-- ..'~ : ;, .. ¡ ( ~; :~;U·p~ e h:'e,;ense g~1111 1111 11 11111 11 11 110% Ferrasie It , d';, . ." CombeGrenal Nivel 36 ,,, " ,PMastenense o.r:P típico ¡:P p O pO °0-t:..Musteriense de ~ tradición oooif>' achelense J l l ll l l I I 9'~p.ch de L;Aze l .auuiuuuui.: 11111 11 120% , Nivel 4 d ·P· .. ..· . .. . .. ,'.- .. .. oo ' ? , " ' -' . :. CombeGrenalr Nivel 21 (K), , •• Combe Grenal Nivel 33 , 1 I I I I I I I ! I I II-'u-'. dM ~~m IG,'ji¡'¡N1y,',111Iíl) Tipologías musterienses Por lo ta nto debernos mi ra r al prese nte et nográfi co COIllO fuen- te que nos sU11a de ideas para desa rroll ar la teoría de alcance me- dio. Binford escri bió: «Mi meta ha s ido estud iar la rela ción exis- ten te entre lo es tá tico y lo dinámico en u n escenario moderno. S i lo llegáramos a co m prende r hasta el detalle equivaldría a una nue - va Piedra de Rosetta de la a rqueología : u na manera adecuada de 1Puntas 11 Raederaslaterales ciones particulares del registro arqueo lóg ico co n las teorías gene- rales acerca del pasado. En la mayoría de los proyectos arqueoló- gicos que se reali zan , piensa Binford, la mayor parte de las propo- siciones qu e se formulan no se enmarcan en teorización alguna , pues to qu e, o aparentan un b uen sentido, o parecen de na turaleza trivia l, como cuando se dicen cos as así: «cuan to m ás grande es el asenta miento , más gente es probable que haya vivido en él". Mucbas proposicion es del tipo «alca nce med io » pueden pa re- ce r tr iviales; sin em ba rgo , cualquier buen científico debería hacer explicitas y presentar [onnalmente sus presunciones disciplinarias. Si, en cambio, las presunciones que formu lam os las damos siem- pre po r buenas, permanecen en cualquier caso imp lícitas y no son con trastadas, nunca p OdrCl110 S ofrecer o tr a cos a a la ciencia que nuestras propias h istorias inco ntrastadas sobre el pasado. Y esto es as í porque el criterio q ue s irve pa ra decidir qu e un argumento es bueno y qu e otro es malo nu nca ha sido puesto de man ifiesto. Binford consecuentemente sugirió que de bíam os desa rrollar una explícita «teoría de alc ance med io» (MRT), que relacionase lo es- tá tico del presente con las dinámicas del pasado. La única posibilidad real existen te que nos permite co ns tata r un vínculo defini do, cierto y men sura ble entre un os determ inad os modo s de co nduc ta o dinámicas .Y su trad ucción arqueo lógica se encue ntra en el presen te. Nu nca podremos observ ar a un ag ricul- tor del neolítico fa bricando unas puntas con m a teri al de sílex o a un cazador pa leolítico arrancando la piel Y desp edaza ndo a un anim al, para abandonar luego los hu esos mientras es perseguido por perros ha mbrien tos que le d isputan la pieza. Lo único qu e po- dem os hacer es observar actividades comparables en el present e: por eje m plo, producción de út iles de piedra , ac tividades de caza v ca rnicería, co nservación y selección de se millas. . En nuestro present e ten emos la oportu nidad de rea lizar un de- tall ado y cui dadoso regis tro sobre cómo determinadas act ividades o sis temas de actividad dan luga r a un determinado tipo de res tos arqueológicos . Pod emos observar cómo preparan y procesan el grano determ inadas comunidades modernas de agricultores , o cómo preparan .Y almacenan la ca rne comunidades modernas de ca- zadores-recolectores. Tenemos la oport unidad de observar y med ir con p recis ión qu é tipo de restos se producen en la realización de tales ac tividades, y en qué can tidad se pro ducen , y qu é les oc urre luego a estos restos como resultado del desgaste y la put refacción (fígura 4.2). 76 TEORí A AR O lJEO U ) GIC¡\ . L;:\'i\ l :"J T I<O JH I( '( 'I ON 1,/\ 'l'1 'J)I ~I I\ 111 , ,\ 1( :\ Nt 1', ,\ I I ,',IJ I() Y 1 1\ L T\!(),\ !{ t) I'I',(J I ,(){d ¡\ TI «tra ducir» lo estático, út iles de piedra que encon tram os e n 111' ya - cim ie n to a rqueo lógico , en la vibra n te vida del grupo de gen te que los abandonó » (Binfo rd , 1983a: 24). Es decir; de la mi sma lorma que la Pied ra de Rosctta , a l incluir la m isma inscripció n en tre s lenguas an tiguas diferentes, permitió a los lingüis tas modernos traducir de una lengua a otra , de m anera parecida podríamos in - tentar encon trar cosas que permitieran tra nspor ta rnos del registro arqueológico observado a l pasado m ismo. Binford llamó act ualistica a es te tip o de estud ios e tnográ ficos ; es decir de observación y regis tro, por part e de los a rq ueó logos, de sit uac iones et nográfi cas que tienen lugar en el tiempo presen te. Comparó el regis tro arqueológico a una huella encontrada en el bosque. A la vista de una de tcrrni nud a hue lla , por su Iorrn a y ta- 111,-ll10, uno puede co nje tu rar que per tenec e a un anima l gra nde y pesado, a unque no pued a llega r a reconocer a l an im a l du eño de la l11 is I11 a . Más tarde un o observa a u 11 Oso y ve c óm o deja e n el s u el o la 1111S013 h ue lla preci sa que o bservó a n le r io n n e n tc; a parti r de esta observación en el presente , a hora sí puede asegura r q ue la huella anterior hab ía sido hecha por el mi smo an ima l en el pasado. Este tipo de es tud ios en el prese n te e tnográfico es tim ula n la aparic ión de un inte rés por la arqueologia experime ntal. Por ejem- plo, se puso en evide ncia e l interés pOI ' la m a nufactu ra y uso de útiles de piedra tall ada y p ulimen tada . Los restos de piedra produ- cidos en cada rase del proceso de m anufac tu ra ex pe rimental po- dían ser comparados con los res tos exist entes en el regist ro arq ueo- lógico; se podían también comparar las señales mi croscó pi cas de jadas por el uso en los útiles prehistóricos CO',1 las dejadas en las herramientas modernas qu e habían sido usadas de forma expe r i- mental para reali za r de terminados trabajos . Todo ello ta mb ién co n duj o a un renovado inte rés por la etuo arqueologia , o est ud io por los arqueólogos de la cu ltu ra materi a l del presen te. Los arqueólogo s siempre han es ta do in teresados en el es tud io de la cultura ma teria l de los pueblos modernos, habiendo utili zado en ocasiones materia l e tnogr áfico para co mpararlo con el ma teria l ha llado en el registro a rq ueológico. Mu cho a n tes de q ue David Clarkc publicara su es tud io sobre el poblado lacustre de la Edad del Hierro de Glast onb ury, sus ca bañas va habían " ido compa radas co n las cabañas de los «na tivos" del África o rie n ta l. De hech o , este tipo de paralelismos fueron decisivos para el dvxpcgue de la ar- queología como di scipli na cien t ífica. Las i,"';¡s d"e illlonónicas vi- gen tes sobre la evolución social , según las ,", ,,,1, 's todas las socied a- de s debían rec orre r las llli SI1H1S e ta pas fu nda menta les de un proce- so civilizador. implica ron que pudi éramos uti liza r a las sociedades «prim itivas» del presente como refere nc ia para el es tud io del pasa- do prehistór ico . Así , por ejem plo , el famoso lib ro de Lu bbock de 1866 titulado Prehistoric Times lleva por subtítu lo (tra d ucido) : tal C01 110 ilustran los res/os antiguos y los li S OS y costumbres de los mo- dem os salvajes . El libro con tiene ilust rac iones tant o de o bje to s prehistóricos co mo de o bjetos con tem porá neos perten ecientes a comunidades «primitivas- corno los inuit. Bi nford .v o tros, sin cm - bargo, sugirieron qu e este tra bajo «ctnoa rqucol ógico» deb ía ser rea- lizado no por etn ógrafos sino p or arqu eó logos, con un o jo pue sto en las analogías en tre p resente y pasado. No se podía confia r en sa- car par tido del trabajo de los e tnógra [os porque su modo de proce - der respondía a preocupaciones m uy dis tint as. Pa ra Bin ío rd, el desarroll o de una teoría consis ten te de a lcanc e medio era m ás impor tant e que los debat es m et a físicos sobre el es- tarus de la a rqueología como ci encia . Mientras q ue much os de sus co legas pasaban el tiempo deba tiendo so bre filosofía y episte m o- logía , Binford partía para Alaska pa ra es tud ia r a los ca zado re s es- quimales nunamiut. Interpreta r e l mustericnsc Es muy instructi vo cl relato del propi o Binford sobre los mo ti- vos que le ind u jero n a es tud iar c l m ust cricnse (véase su lib ro tra- ducido al espa ñol : 1:'.11 bu sca del pasado) , Binford es taba in teresado desde hacía años en ~ I «pro blem a rnust eriensc». El período mus- teriense , situado entre e l pa leo lít ico m edi o y el su perio r, p ued e en- con tra rse en co n tex tos d iferentes en el Viej o Mu ndo, aunque ha sido estudiado de m anera más profunda en el su r de Francia : recibe el nombre precisamente del yaci m ien to a rq ueo l ógico loca lizado en la cueva de Le Moustie r, E l must cricnse fue de fin ido y ca rac ter izado a partir de cie rtos tipos distintivos de útil es de piedra clasificados por el arqueólogo francés Fra nco is Bord es . Bordes se había dado cuenta de la va rie- dad de p roporciones en que a pa recían di st in tos ú tiles de piedra lo- ca liz ados en niveles es tratigráficos d iferent es, y dem ostró que po- dían clasificarse en grupos tipo lógicos d iferentes : «rnuster iense tí- p ico», «charen tien se», «rn ustcric nsc de trad ición ac helens e», «m u s- tcriensc de den ticu lados», etc. (figu ra 4.2). 78 TEO l{ íA AROl.:¡':O] .() ( ; ICA . ¡ :NA J\lT l{ t>l ll l ( '{ 'I() :\! I ,A T F () !<. I I\ I J!-'. ,\ I t'i\ N (' I ', M I ;,I JICl 'r' [ ,¡\ FT'\UARU l ' I·:(lJ.{H;¡ ,\ 7<) ¿Cómo se podía interp retar es tas varian tes tip o l óg íca s descu - biertas en el presente en términos de procesos oc urridos en el pa- sado? Bordes cre ía qu e los di stintos gru pos de útiles de piedra reflejaban la presen cia de diferentes grupos cultura les. Es decir, segu ía las pautas intelectuales de o tros a rqueólogos tradicionales que asum ía n que ciertos tipos de ob jetos y con ju ntos de o bjetos identificaban a «cultu ras» di stintas. Ot ros a rqueólogos, sin em - bargo, no tenían tan clara la forma de Interpre ta r la «varia bili- dad" existente entre los distintos gr upos t ipol ógicos . Bin ford, por ejemplo , su girió qu e los distint os grupos de útil es no traducían d ife ren tes cultu ras, sino qu e d eb ían ser interp retados, dent ro de un marco ad ap tat ivo, com o «juegos de herrami entas » diferen cia- dos fruto de la esp ecialización . Binford quiso probar su hipó te- sis. Reuni ó enormes can tidades de da tos es tad fsticos proceden tes dc grupos mustcrienscs fra nceses y los proces ó, (Con ello verifi- ca mos el in terés de la Nueva Arqu eología en los mét od os cuan ti- tativos y cn com prende r a fondo el co nce pto de varia bi lidad .) Bin lo rd requir ió una tremenda ca ntida d de trabajo para pro cesar toda la información , y descubri ó que había a lgunas cosas intere- sa ntes en el materi a l reunido . Pero aq u f es ta ba el p roblem a prin- cipa l. Bin fo rd descu br ió que no po d ía hacer nad a con aquel ma- teria l . Bin ford no tenía un a idea clara sobre qu é tipo de activ ida des o procesos eran los causant es de aquellos resultados. Había dist in tas explicaciones que podían ser ap ropiadas. Tanto la sugerencia dc Bordes de que las distint as proporciones en que aparecían los va- riados tipos de útil es reflejab an la existenc ia de grupos cultu ra les diferentes , como el argumento de Binford de qUI; los distint os gru- pos de ú tiles debían ser interp retad os como «juegos de herram ien- tas » que reflejaban d istintos tipos de adap tación cultural, más otras interpretaciones proced entes de especialistas en paleolítico , pa recían explicaciones satisfactorias , al margen del número de se - ries estadíst icas procesadas por ordenador. Pa ra usar la terminología del propio Binford, él disponía de mucha información sobre lo está tico en el presente, pero earecia de recursos para traducirl o en d inám icas del pasad o: h teo ría de alcance medio. En definitiva , sus ideas sobre lo qu e signi fica ba n los gru pos tipoló gicos podían ser contrastadas co. : las ideas de otros , como las del propio Bordes, pero no pod ía realiza r tests para poder averiguar qu é id eas eran m ás ac ertadas . Los argumentos de Binford y Bordes qu edaron como propuestas di feren tes para la posteridad, puesto 'lIJe no ha b ía man era alguna de dirimir cuá l de las do s se ajus ta ba mejor a la verdad. El deseo de producir información de alcan ce medi o qu e pu die- se da r lugar a algún tipo de as idero con el que aborda r la cues tión pendiente llevó ento nces a Binford a inicia r sus tra bajos de ca mpo con los nunamiut. Los nunamiut , co mo gru po qu e practica la caza del c iervo en un entorn o natural simila r al existente en el sur de Francia en el período rnu steri en se, ofrec ía la oportunida d de at a- car defin itivamente la cues tión. Un trab ajo pacien te co n los nuna- miut podía dar con la respuesta adecua da a la sigu ien te pregunta: «¿qué t ipo de aetividad cs de caza y recolección da luga r a los dis- tintos grupos de útiles?". Pero antes dc seguir con los nunamiut y co mpro bar si el tra- bajo de Binford con ellos prop orcion ó los resu ltados apeteci dos debernos traer de nu evo a cons ideración la tcoría que subyace al tipo de preguntas plantead as. Las p resunciones un iformizadoras Binford es tablece dos co nd icio nes qu e la teoría de alcance me- día debe sa tisfacer: 1. Ser independiente formalm en te del desarro llo de la teoría general. Recuérdese qu e el método cien tífico tiene que ver con la comprobación de hipót esis, y co n la importan cia de mantener se- parados el mét od o de la teoría. ¿Có mo podem os hacer pruebas en tre dos teo r ías gen erales si nue stra teoría ele alcance med io se basa en una de ellas? Es to puede hacernos caer en el peligro de una argumentaci ón circul ar. 2. Basarse en un a presunción uniionnizadora. En otras pala- bras, debemos supo ner que las cond iciones en el pasad o era n pa - recidas a las del presente. Si las co ndiciones en el pasado varias en no habría lugar a caso alguno; cua lqu ier cosa podría hab er ocurri- do; los es tud ios ac tua lísticos en el presente no ofrecen ni nguna gu ía segura acerca de lo qu c ocurrió en el pasad o. Considerem os por u n momento la presunción uni forrn izad o- ra . Podem os asumir qu e las propiedades físicas y los p rocesos naturales (la gravedad, la estructu ra de las m oléculas, los proce- sos geológicos tales co mo la rormación de suelo y la sedimen ta- 84 TEORÍA ARQlJEOLÓ(;'ICA. LJNA INTROI){}('('J()N LA TEORIA DE ¡\LCAI\CE i\lEDlü y LA ETNOARüUEüLO(~J¡\ 85 Nos vemos obligados a extender la misma observación con re- lación al caso del musteriense anteriormente expuesto. A partir del trabajo de Binford cabía esperar que podían realizarse inferencias seguras sobre la manera de interpretar el período. Pero, de hecho, el debate continuó; hasta que ha sido resuelto por el momento con la sugerencia de PauJ Mcllars de que los distintos conjuntos de úti- les de piedra reflejan fases temporales diferentes. La conclusión que podemos sacar de todo ello es que, aunque la investigación de alcance medio puede ayudarnos a reflexionar sobre el registro ar- queológico de forma distinta y con mayor profundidad, es difícil que en la práctica nos sirva realmente para ayudarnos a escoger entre distintas hipótesis alternativas. ¿Existen otras razones que nos induzcan a ser escépticos sobre el valor de la teoría de alcan- ce medio? Problemas con la teoría de alcance medio Desde mi punto de vista, Binford está muy acertado cuando su- giere que la prueba del nueve para saber si la arqueología respon- de o falla C01110 «ciencia» se encuentra en el desarrollo acertado de la teoría de aleance medio. Si podemos relacionar de forma fide- digna, a base de utilizar proposiciones de alcance medio, lo está- tico del presente con las dinámicas del pasado, realmente seremos capaces dc aislar los razonamientos arqueológicos de su contexto social y político, y acabar con lo que tantas veces hacemos, que es simplemente contar historias sobre el pasado. Si no SOI110S capa- ces de hacerlo, la idea de desarrollar la arqueología C01110 una ciencia neutra parecerá nlu~y utópica. Hay dos problemas básicos que aparecen relacionados con el debate sobre las analogías y la teoría de aleance medio: 1. Una analogía, esté sancionada con la rúbrica de la teoría de alcance medio o no lo esté, no prueba nada. Nunca conocere- mos si las presunciones uniformizadoras discutidas más arriba son realmente correctas. Si yo interpreto una determinada es- tructura excavada COI110 un granero, y muestro cómo esta estruc- tura comparte cinco, diez, quince características con graneros «conocidos» pertenecientes a la etnoarqueología, sigue existiendo la posibilidad de que tal estructura pueda interpretarse de otra forma. Este tipo de crítica fortalece el juicio crítico más escéptico de todos, el que se refiere a las teorías sobre la evolución cultural. Si todas las culturas humanas pasan por las mismas etapas evoluti- vas, y si las culturas en cada etapa de su desarrollo cultural son básicamente similares unas a otras, se sigue que las estructuras ex- cavadas pertenecientes a contextos prehistóricos habrán de ser probablemente muy parecidas a las estructuras que la etnografía nos da a conocer. Por ]0 tanto, cualquier presunción uniformiza- dora basada en las similitudes culturales habrá de ser 111UY consis- tente. 0, dicho de otra forma, si los esquimales inuit son realmcn- te iguales a otros grupos de cazadores-recolectores, entonces es muy plausible la utilización de su cultura material y de sus patro- nes de actividad a modo de analogías a relacionar con grupos hu- 111anOS del pasado. Si, en cambio, uno cree que todas las culturas son histórica- mente únicas ji por ende no pueden cornpararxe unas con otras, ni clasificarse según fases evolutivas, entonces no hay razón para aceptar que aquella estructura es un granero por el mero hecho de que se parece mucho a una estructura de otra cultura 111UY poste- rior situada a mucha distancia y perteneciente a un contexto cul- tural completamente diferente. Quizás deberíamos tratar a los inuit COD10 gente verdaderamente única, ji al hacerlo, ser 111UY cui- dadosos a la hora de decir que cualqu ier patrón derivado de su forma de vida puede usarse de cualquier forma como referencia o modelo para cualquier otro grupo de cazadores-recolectores pasa- do o presente. Podríamos puntualizar que grupos como los kung san no son de hecho cazadores-recolectores modélicos. Éste es un caso típico en que las presunciones de alcance medio no son en realidad independientes de la teoría general. Los valedores de la teoría de aleance medio podrían replicar, de acuerdo con el capítulo anterior, que no importa dc dónde proce- dan las ideas, sino que lo decisivo es cómo son contrastadas. Por supuesto que nunca estaremos absolutamente seguros de que aquella estructura sea un granero, pero sí pOdCI110S evaluar su cer- teza frente a hipótesis alternativas. En su último trabajo Binford sugiere que es cierto que no hay manera de probar con carácter absoluto ninguna proposición, pero sí que podemos, en cambio, concentrar nuestros esfuerzos allí donde el registro arqueológico resulta más ambiguo. Una analogía puede reforzarse, por ejemplo, si se puede de- mostrar alguna forma de continuidad cultural entre dos grupos 86 TEORI A ARQ UEOLO( i1CA. UNA IN'J'R,OIJ Ucu o N LA T1 ~O l{ í t\ m: ,' I. {' ¡\ N l" I~ MEDIO Y LA ETNOA IHJ l i E01.0( ¡I:\ 87 culturales . Se ha dicho . por eje mplo, que la tribu modern a de los hopi en el sudoeste de Estados Unidos es la descendiente cultu- ral de lo que los arq ueólogos lla ma n poblaciones «anasazi». Hoy d ía enco ntramos en los yacimientos a nasazi cámaras ci rculares se mi-su bterráneas, muy s im ilares a las existentes en los pueblos hopi modernos. Es, por lo ta nto, plausib le relacionarlas con los mo- dernos ri tuales hop i. Pero , un a vez más , tal vínc ulo no pru eba de forma conclusi va nada, aunque sí qu e es verdad qu e sirve para dar m ás fuerza a los argu men tos in terpret ativos deri vad os del m ismo, en el sentido de que es prob abl e qu e haya una cont inu ida d cultu- ral en el terreno de las ideas y de las prácti cas. El método histórico directo co nstituyó u n importante ingredi en - te de la arqueología tradicional norteamericana. Cons istía en per- filar grupos dist intos de nati vos america nos en el presente pa ra luego tratar de rastrear sus an tecedentes culturales e n los grupos p reh is tóricos conocidos. Este métod o no tien e un paralelo di recto en la a rqueología europea, aunque Christophe r Hawkes sug irió en una ocasión que se debería escribir prehistoria yendo de lo cerca- no a lo leja no en el tiempo , es deci r, tra bajando a partir de grupos históricos «conocidos» hacia atrás , hasta llega r a las Edades del Hierro y el Bronce. Este tipo de enfoque est á en la base del re- cien te interés europeo por la «e tnog éncsis », o estudio de la forma- ció n de las identidades étnicas . Tanto Alisa n Wylie como lan Hodder han enfatizado la distin- ción entre analogías «formales» y ana logías «relaciona les», y han sugerido que las más potentes son las últimas. Las analogías for - males se sustentan en la noción simple de qu e si algunos elementos de dos situaciones son sim ilares, ta mbién lo deben ser otros . Re- sulta evidente que este tip o de ana logías son débiles, aunque tien- den a reforzarse cuantos más elementos de sim ilitud pueden de- mostrarse entre dos contextos . Las ana logías relacionales descan- sa n sobre la existencia de una conexión natural o cultural entre dos contextos , así como en el método hist órico directo, siempre qu e puedan hacerse conex iones basadas en la continu idad cultura l. POI' ejemplo , se pued en in terpretar cie rtos pozos de los yaci- mientos prehistóricos africa nos como gra neros, a base de citar una balerí a de ejemplos etnográ ficos. Sin nada más, una analogía de este tipo no dejaría de ser ba stante déb il, aunque podría re for- zarse a base de añadir una cier ta ga ma de casos pa ra lelos (¿Tienen la misma forma y medidas? ¿Consideramos que las sociedade s del pasado y del presente tienen «el mism o nivel de desa rrollo social»? ¿Proceden los ejemplos etnográ ficos del mismo tip o de entorn o, eco nom ía o asentamiento?) La compre ns ión de las rel aciones en- tre diferentes var ia bles convierten a las analogías en a lgo más po- tente. ¿Proceden los ejem plos etnográficos de socieda des a fr ica nas con vínculos históricos d irect os con las culturas preh istóricas qu e esta mos est ud iando? ¿Es qu e podemos pregu ntarnos por qué el grano se almacen a de esta forma, ci ta ndo razones ( na tu rales» (el método más efici ente en este tipo de clima) o qui zás factores «cul- rurales»? Efe ct ivamente, en la práctica , las analogías formales y rel acionales constituyen dos extremos de una ga ma de argumentos analógicos de menor o mayor fuerza . 2. El problema de la cont inu ida d cultu ral nos lleva a una se- gunda objeción . Pu ede conjeturarse que la gente se ve infl uencia- da en su conducta por ideas cu ltu ra les. Esta s ideas no sólo afec- ta n a las cue stiones cultura les co mo las creencias reli giosas qu e se mani fiesta n en determinadas costum bres fun erarias y e n otras prácticas ritua les , sino que Tam bién afe ctan a activida des aparen- temente munda nas la les co mo la organ izació n del espacio en el que se vive o la ma nera de trat ar la basura producida . Afectan por lo tanto a los sed imen tos arqueológicos , por lo qu e deben to mar- se muy en conside ración cuando se estud ia la formación de l re- gistro arqueológico. Véase , por ejemplo, el estudio etnoarqueo lógico de Henrietta Moore sobre los marakwet del África oriental. Moore descu brió que la manera que tenían de organizar espacialme nte las casas y demás instalaciones tenía relaci ón con sus ideas so bre el género , es decir, sobre lo que para ellos significa ba ser hombre o mujer en la sociedad marakwct, Así, los distinto s reci ntos domésti cos era n o masculinos o fem en inos . Este conjunto de ideas cultura les a fecta- ban la disposición sobre el terreno de cada un a de las co ns truc- ciones y de l conjunto del poblad o . Jan Hodd er, por su parte, observó la d istribución de huesos de cerdo y de vacu no en disti ntos asenta m ientos de los nuba. Enco n- tró grandes cantidades de huesos de cerdo en el recinto de una tri- bu y muy pocos en el de otra tribu . Hodder pensó que se debía a distintas actitu des cu ltura les . En es ta cu ltura , lo femenino se aso- cia con los cerdos - las mujeres so n resp on sab les de alimentar y cuidar a los cerdos-o En un a de las tribus existía la creencia (masculina) de qu e las muj eres era n impuras: de ahí qu e, por aso- ciación, los recintos se man tenían limpios de hu esos de cerdo y 88 TEORÍA ARQlJFOL()(;rCA. I.INA INTROl)liCC]ON 1,;,\ TI",OI{IA IJI '\I(AN('I; ,\'II,'llIO y li\ FT,\U ..\I{Oll,.uJ.(Hil¡\ KY demás restos. En la otra tribu, este tipo de creencias se manifcsta- ba muy débilmente, por lo que la gente de esta otra zona parecía no prestar mucha atención a la limpieza del recinto. Hodder sacó corno conclusión que un arqueólogo que excavara diferentes re- cintos en la región necesitaría tener alguna idea sobre las creen- cias de los nuba para poder interpretar correctamente los restos de fauna. Conclusión Como resultado del debate que hemos expuesto, los estudios actuales de etnoarqueología han tendido a tornar dos caminos di- vergentes, que en ocasiones resultan mutuamente contradictorios. Existe una cantidad importante de trabajo etnoarqueológico y experimental que sigue la senda de las relaciones entre lo estático y lo dinámico. Un área particularmente potente a ese respecto vie- ne representada por los estudios de tafonomia de los huesos, aun- que también son importantes los estudios sobre restos dc plantas yen general sobre economía de los yacimientos arqueológicos. Es- te tipo de trabajo tiende a concentrarse en los problemas que pre- senta el registro arqueológico del paleolítico y de las primeras co- munidades de agricultores. Se intenta aislar problemas arqueoló- gicos muv concretos. Un término general utilizado a menudo para este tipo de tra- bajos es arqueología del comportamiento, térrnino acuñado por Mi- chael Schíffer, La arqueología elel comportamiento estudia cómo evolucionan los objetos en su viaje desde su «contexto sistémico», esto es, el contexto de uso por los humanos, a su «contexto ar- queológico», que es el de la excavación. Schilfer llamó la atención sobre los factores que intervenían en el lapso entre estos dos con- textos: por ejemplo, los "procesos deposicionales», los "procesos de perturbación» y los «procesos de reutilización». El ejemplo de ar- queología del comportamiento más conocido es el Tucson Garba- ge Project iniciado por Bill Rathje en el que se estudia en el mo- mento presente la relación existente entre comportamiento y des- perdicio material, a base de examinar la basura producida por la población moderna de Tucson. Parte del objetivo de este proyecto es establecer relaciones entre comportamiento y registro arqueoló- gico que nos ayuden a darnos cuenta de los procesos que se gene- ran, que tienen lugar en todas partes y en todas las épocas. La idea que sustenta la arqueología del cornportarnierrto es muy similar a la de la teoría de alcance medio y a la de la tafono- 11lÍa. Binford no quiso saber nada sobre el térrnirio acuñado por Schilfer, rechazando también su filosofía. Sin embargo, tanto la arqueología del cornportarniento como la taíonomía )/ la teoría de alcance medio pueden considerarse COIno teorías estrechamente relacionadas. Por otro lado, trabajos como los de Moore han dado lugar al re- nacimiento de los «estudios de cultura material» en los cuales los significados simbólicos de la cultura material se exploran en el presente o en un pasado reciente. A menudo es difícil distinguir aquí entre arqueología y antropología -es decir, sobre si contem- plarnos desde la arqueología a la cultura material en su contexto social o si, en cambio, contemplamos a la sociedad desde la antro- pología, con un énfasis teorético en la importancia de los objetos materiales. Ciertaruente , una nueva publicación editada por esta "escuela» (el Journal oi' Material Culture) pretende reunir arqueó- logos y antropólogos en la rnisma senda. ¿Qué enfoque ofrece la salida más convincente' Depende en gran mcd ida de la teoría general sobre la sociedad que cada uno encuentre más seria. ¿Se puede generalizar entre distintas socie- dades' ¿Deben las sociedades ser contempladas sobre todo como sistemas adaptados a su entorno, o son, en cambio, fundamentales los significados simbólicos? Éstas son cuestiones que examinare- mos en el próximo capítulo. 94 TEORíA AR0 UEO l.(}(JIC.4. l il\ /\ I N T I{ Ol ll l('CI ( l :-.J 1,'\ ( '1 11 T L KA U l.\10 SIST EM A \1 5 porque las normas residen en la cabeza del ce ram ista ; es te ho mbre quería que aparentase así. ¿Por qu é una gallina cruzó la ca lle? Por lo qu e ha bía en su ca beza : quería alea nzar el ot ro lado. La arqueología tradicional es tá llena de argu mentos qu e pueden cri ticarse por ser rnentalist as. Son especia lmente habi tua les y per- niciosos cuando la religión es tá por med io: ya que el auto r es libre de apelar implícita mente a una neces idad espiritua l interior no es- pecificada que el lector pu ede sosegar asum iendo su «na tura lidad »: No podía esperarse que ning ún sis tema co mo es te , [el s iste ma basilical] cliseñado p ara economizar en construc ción ~' en clerecía, [¿por qué se dise ño de esta l11 a nera ? c' Por qué los clérigos querian que [u era así?] respo ndiera a las necesidades de los creyentes r('po r qué Ha ? ¿Cuáles SOI1 esas necesidades? ¿Son est as necesidades realm ente evide ntes si UI'IO 110 es un cristiano [ imdll H1cllta lista? ] . Y fu e in cvita - b!e que ju nto a es tos ce ntro s se desa rrolla ra rá pida m ente una red d e cap illas pri vadas 1I orato r ios [¿pnr qué era inevitable?] (Plan . ]981 : 1; en curs iva, come n ta rios míos) . Las respuestas a las pregu ntas en cursiva sólo tienen sent ido si la «necesidad» de las iglesias , peq ue ñas o gra ndes, se en tiende co mo evidente po r sí misma, sin requerir o tra ex plicación. ¿Por qué la gente tiene determi nadas ideas dentro de sus cabezas qu e les lle- van a «necesitar» más iglesias'! ¿POI'qué el anti guo sistema de cree n- cias, pagano o no, se con ceptúa co mo ina decuado '! Y, respecto a los que pensaban que era inad ecuad o, ¿por qué la élite religiosa as u- mía que la gente corrien te «ten ía necesidad » de esta s ideas'! Este tipo de necesidades ca mbiantes, ¿ten ía algo que ver con los cam- bi os socioeconóm icos con tempo rá neos? Y, si era así, ¿cuáles fue- ron esto s ca m bios? Para simplificar, explica r un rasgo arqueo lógico o u n fenómeno histórico por referenci a a una necesidad no teori zad a o a la in- tención de a lguien no es explicar nada en absoluto. Argumentos m cntal íst as de este tip o pueden encontrarse embosc ados implíci- tamente dentro de la mayor parte de la síntesis trad iciona les de a r- qu eología y de historia : pueden incluso es ta r met idos en el nú cleo de sus argumentaciones. Al inicio, no a la co nclusi ón, de un im- portante pru yecto de inves tigación arqueológica, el prest igioso Ro- ya! Arcliaeological Institu te defin ió un castillo co mo «una resi- dencia for tificada que pod ía combinar funcion es administrativas y judiciales pero en e! qu e las cons ideraciones niilitares tenian una impo rtancia capita l» (ci ta do en Saunde rs, 1977: 2: cu rs iva es mía). ¿Có mo podían saber que era así antes de que em peza ra la Inves t í- ga c ió n ? La segunda o bjeción plan teada por los nuevos arqueólogos al en foque normativo a pun ta a que se cons idera a la cu ltura co mo u n conjun to de ideas cons truido a base de meras adiciones . ¿Enton- ces, por qué las ideas se aj us tan según un cier to pa tr ón? ¿Por qué determ inadas cosas encaja n de la ma nera que lo hacen'! La defi nición de cultu ra de la Nueva Arqueología ten ía qu e ser mu y diferen te. Para la Nueva Arqu eología, la cultura era un sis te- I7W (figura 2.4 ). Un sistema fue definido por David Clarke com o «una red in tercomu n ica nte de a trib u las o ent idades que forman un tod o complejo» (Cla rkc, 1978: 495). Pa ra Flannery y Marcus. los sis temas se caracterizan por los in tercambios de ma teria, ener- gía e información en tre sus co mponentes . Se trata de un pun to de vista muy diferente sob re cultu ra . En vez de buscar normas com- partidas, los partidari os de la teo ría de sistemas buscan diferentes ele men tos o subsistem as y es tud ian las relaciones qu e se prod uce n en tre ellos. En vez de mi ra r hacia «adentro » a lo que la gente pien- sa» prefieren mi ra r hac ia «a fue ra », hacia el en torno exte rior pa ra averigu ar CÓ ITlO se ada p t ó su sistema c ultura l. Teoría de sistemas: sumario Existen seis as pectos de la teoría de sistemas que hay qu e co- nocer. 1. Los siste mas son como son, como mirumo en parte, por- que están adaptados a UI1 entorno externo , sea el en to rno natural o el en torno social. Hemos visto cómo Lewis Bin ford definía la cul- tu ra como <da form a ex tras o rn ática de adap tación a l med io de los seres hu manos ». La teoría de s is temas de los años sesen ta y seten - ta tendió a esta blecer fuertes vínculos intelectua les con las ideas relacionadas con la ada ptación. Muchos pensa dores han intentado apartars e recienteme nte de este énfas is en el enta m o exte rior, com o veremos. 2. Los partida rios de la teoría de sis temas sugieren que los sistemas son observables , Obviamente, no podem os excava r u n sis- Lema cultural : nunca enc ontra re mos un subsistema «comercial» o de «subsistencia » en el regis tr o arqueo lógico. Los sistemas pue- 96 TEORIA AkOLJEOLU(;[Ci\. I.IN/\ lNTRO[)[ICC!U!\ I,¡\ íl ITII¡{I\ C()M() sls'II'",rVl/\ 'n den ser detectados en el sentido de que dependen de un aprovisio- namiento y de flujos de información. Para decirlo de una forma 111ás clara: no podernos contemplar las "normas» en el interior de la mente del ceramista; por otro lado, resulta muy difícil imaginar una forma de comprobar qué ocu- rre dentro de una cabeza humana, sobre todo si la persona hace 111ile5 de años que murió. En cambio, sí que podernos pensar en posibles formas de medir el «subsistema del comercio» correspon- diente a un grupo cultural. Podemos, por ejemplo, observar la pre- sencia de vasijas, pertenecientes a diferentes contextos arqueológi- cos, que han sido objeto de comercio. Dc forma parecida, aunque no podamos desenterrar un «subsistema de subsistencia», sí pode- 1110S medir y cuantificar la parte de terreno alrededor de un vaci- miento susceptible de ser cultivada, o la cantidad de carne y su va- lor calorilico representado por la información obtenida a partir de UD nivel de restos de fauna. Por Jo tanto, podemos empezar a COIl1- prender el procedimiento utilizado por el arqueólogo para cons- truir y medir la relación existente entre, para seguir con el ejcm- plo, economía de subsistencia y comercio, a fin de poder luego contrastar esta relación hipotética con referencia al registro arqueológico. 3. Estos sistemas pueden modelarse a voluntad, siendo sus- ccptibles de simulación por ordenador. De esta forma se facilita la elaboración de generalizaciones sobre los procesos culturales. Como vimos en el capitulo 3, la Nueva Arqueología abandonó la idea de servirse de leyes formales demasiado rígidas para abrazar la idea de las generalizacioncs, siempre menos rígidas. La teoría de sistemas es responsable de haber «suavizado» el enfoque basado en las generalizaciones. 4. Los subsislemas son intcrdependientes; la subsistencia, el comercio, los rituales, los subsistemas sociales se relacionan unos con otros. En consecuencia, la aparición de un cambio en una par- te del sistema afecta al conjunto del sistema dando lugar a una respuesta positiva o negativa, a una horneostasis o a una transfor- mación. ¿Qué significan estos términos? Diversos partidarios de los sistemas han sugerido que los siste- mas culturales pueden contemplarse en términos fundamental- merite muy parecidos a otro tipo de sistemas del mundo natural. Los sistemas naturales en ecología, por ejemplo, tienden a un es- lado de equilibrio. Cuando son afectados por alg,'1l1 l ipo de cambio procedente del exterior, como un cambio clim.iti.-« () la introduc- ción de un predador nuevo, el sistema entero tiende a alcanzar, tras un periodo de tluctuación, un nuevo estado de equilibrio a ba- se de modificar las relaciones entre los distintos subsistemas. Así, por analogía, pensemos en un cambio medioambiental (pongamos la mejora del clima) que afecta al subsistema dc sub- sistencia (haciendo más productiva la agricultura). Ello perrn ite a Jos agricultores producir un mayor excedente, y utilizar tal exce- dente para intercambiarlo por otros bienes, afectando de esta r01'- ma al su bsistcma del comercio. Los nuevos bienes introducidos pueden a su vez afectar el subsistema social; una acumulación de determinados bienes prestigiosos puede apuntalar la posición de las élites, incrementando la distancia social entre las élites y el res- to de la población. Los modificados subsistemas social y de co- mercio provocarán posiblemente un efecto de reacción que afecta- rá a la subsistencia: las nuevas élites más potentes podrán estimu- lar la colonización agrícola, intensificar el trabajo o iniciar pro- yectos a gran escala como, por ejemplo, proyectos de irrigación. Si la respuesta es negativa, el sistema alcanza un nuevo equilibrio. Esla lendencia hacia un nuevo equilibrio se llama horncostasis. En cambio, si la respuesta es positiva puede ocurru, por ejemplo, que el nuevo l1ujo de bienes de prestigio produzca una transformación sustancial del sistema social. Aparece una nueva estratificación so- cial rnorneutánearnente inestable, cosa que da lugar a reacciones que afectan al comercio y a la agricultura, puesto que los nuevos estratos sociales demandan 111ás excedente, así como otro tipo de bienes que puedan ser comercializados. 5. Los subsistemas están relacionados unos con otros y" se comprenden por la (unción que realizan. Por ejemplo, si sc quie- ren explicar las formas rituales de un período panicular puede ha- cerse en términos de la función que realizan los sistemas religiosos que otorgan legitimidad a la estratif'icación social (tenemos un es- talus alto porque sólo nosotros tenemos acceso a los dioses). Otra vez, una intensificación de la producción agrícola puede relacionarse con la necesidad de producir un excedente con el ob- jetivo de obtener bienes de prestigio: asi, un subsistema se explica por referencia a su función con relación a los otros. Ello es importante, ya que sugiere que podemos conlemplar el significado de ciertas prácticas en el regislro arqueológico sin preocuparnos de los significados simbólicos, que, desde esle punto de vista, no pueden ser contrastados. En este caso contemplamos las formas rituales, digamos mediante el tamaño y las formas de los () H I t ':() ! ~ I !\ 1"{ () I I I '~ () l n( i [(' ,\ . I I ~J\ I t\ T I{ CJ l ll W (' I( l N 1 1\ ( '{n .'l'11I{ ¡\ CO l\l o S IST E.\ l i\ 'i'i tem plos y de otros elem entos de la para fern a lia rel igiosa . y los in- terpretamos como una forma de Icgitimización de las élites . No necesitamos preocuparnos de lo que sign ifica exactam ente tal o cua l práct ica religiosa , n i de lo que s imboliza det erminada for ma qu e observamos en Jos templos . por ejemplo. 6. Los arque ólogos pueden exa minar las relaciones entre los subsistem as en t érminos de cotrelacionv 11 0 tan to en t én ninos cau- sa/es (de ca usas sim ples). Podemos o bservar, por ejemplo, qu e con el tiempo la int ensificaci ón agrícola de u n determi nado contexto co inci de co n un aumento de la po blaci ón. Discutir acerca de q ué [cn órncno ocurre p rimero es poco prod uc tivo, puesto que nos ve- mos a bocados a l cu ento de qu ién lu c primero , si la ga llina () el hu evo . El pensa m iento sistémico at iende a la correlación existente entre los dos fenómenos y la integra en un mode lo más am plio que da cuen ta del cambio o de la es ta bilidad de los s istemas. Ejemplo: sis tem as alrededor dcl mar d el Norte En su lib ro Da rle A¡;e Econo mics Richad Hodges desarro ll ó u na int erpretación s istém ica so bre el crec im iento de las ciudades , el come rcio y la com plejidad social de la Eu ropa noroccidental du- ra nt e la Alta Edad Media . Los argu men tos de Hodgcs han de ser vistos en su con texto. Hod ges trabajó en un mom en to en qu e el pensamiento arqueo lógico tradicion al había estado acumu la ndo much a información, fruto de la excavación de much os yac im ien- tos ricos en datos sobre e! comercio y de la consulta de abundan- te documentación . Se había empleado much a tinta en in tentar de- terminar la fecha exacta de los asentami entos con el obje tivo de probar que tal o cual asen ta miento había sido e! primero , y que la vida urbana se hab ía ido expandiendo a parti r de aquel as enta- miento . Est e trabajo, sin embargo , casi no había a po r tado nada sobre las ra zones del nuevo impulso experi me n tado por las ciuda- des y el comercio antes de! año 850 de nuest ra era, y además ha - bía tratado la documentación de u na manera muy part iculari sta y de forma ta l que estaba lleno de argumen tos menta list as (referen- cias a un in na to «reverde cer del espírit u co mercia l» () «esp íritu co- mercial de los pueblos de Frisia ). Hodges sugirió qu e toda la zo na de! m ar del Norte debía co n- templarse como un sistema. dent ro del cual la co mplejidad social. el ascenso de la urbani zación y el crecim iento del comercio es ta- han relacion ados como si fueran a nill os de un a ca de na de res- puesta s positivas. Sugirió que igual com o ocu rre con las socie da- des de jefaturas, la posi ción del jefe o rey en el vértic e de la socic- dad esta ba en fun ción de su habilid ad para co n trolar la pro duc- ción y circu lación de bienes de prestigio. Cuanto más éxit o ten ía e! caud illo en contro lar est os flujos , mejor podía compens ar a sus seguido res, lo cua l a su vez generaba obligaciones re cíprocas. El ascenso de un número limitado de ciudades en tre los siglos VTT y IX podía interpretarse como un in ten to por parte de determ i- nadas élites dc contro lar esta producción y su circulación. Hodges llamó la atenci ón so bre el hech o de que los as en tam ientos urba nos estaba n planificados, sugiriendo que la pla nilicación ref lejaba u n con tro l cen tra lizado qu e ten ía su or igen en una determin ada cor te pa laciega . También llamó la a tención sobre su loca lización: a pare- cían en estuarios o junto a ríos que facili taban un comerc io a lar- ga dist ancia, alejados de otros centros de au toridad existentes. Nó tese qu e esta explicació n generaliza. Coloca la Europ a de la Alta Ed ad Med ia en el gra n grupo de las «sociedades de jefa tu ra s» y procura comp renderlas bajo este prisma. Hoy día pod emos con- templa r a «socie dade s de jefa tu ras» en Polinesia , América, y en la Edad del Bro nce a orillas del ma r Egco; esto es, en una variedad de situaciones etnográ ficas, etnohis tó ricas y prehistór icas que abrazan a tod o el planeta . En todas estas zonas , otros especia lis tas han insist ido en la importa ncia del flujo de los bi en es de p restigio , en las relaciones existen tes en tre prestigio y poder y en los proce- sos conducentes a una mayor complejidad social. Al citar esta bi - bliogra fía Hodges crit icó a los hist oriadores tradi cionales que se habían ded icado a enfa tizar el car ácter distin tivo y único de lo que hab ía ocurrido en el noroeste de Europa , sug iriendo que no debíamos conside ra r diferen tes los p rocesos subyacen tes respon- sables del ca mbio cultu ra l en esta parte de l mundo , so la me nte porque unos cuan tos mon jes del no rte de Eu ro pa habían dejado escri to lo que ellos pens a ban sobre los ac onteci m ien tos que ha- bían ocurrido . El registro arqueológico muestra tra zas m ás o menos observa- bles sobre el cambio en un sistema soc ial. No podemos ver d irecta- mente comercio o construcción de barrios, pero sr que podemos elaborar indica dores arqueológicos del comercio med iante e! trata- mien to es tadístic o de los objetos . No pod emos ver dire ctament e la es truc tura soc ial de una comunidad , pero sí qu e podemos elaborar indicadores de la m ism a en términos de prácticas funerarias. 104 l'E OR1A AR(J UEOl()( i l<'¡\ . L,1,\ /\ I \ :T R. O I II ,'{ '( 'H IN 1,/\ r t J' I I ,II-:.i\ (lt.... \( ) ~ IS I I;,I\ L\ I l h los víncu los in telectu a les más im porta n tes del pensamien to s isté- m ico, as í C O lll O sus or ígenes . El Iuncioualism o se re laciona con la idea de q ue las cult uras son parecidas a o rga nismos, de m od o q ue las part es se explica n según la funció n que rea lizan con relaci ó n a l co njun to. Co hc n lo de fine corn o « la noc ión d e que to da s la s ins t ituci o nes . c ree nc ia s y reglas morales d e una soc iedad est án in te r re lac ionada s, de ma - nera qu e la Iorma ele explica rs e In ex iste ncia de u no de es os ele- JTlcn LClS en el conj un to p a sa por descu brir la ley q u e pres cri be de qué form a es te sis tern a coex is te con lodo s los d em ás » (COllCIl, 1968: 34). El funcionalisrn o se desa rrol l ó a l fina l del siglo X I.\ en U Il mo- mento en que las ci enci as hu m a nas experime n ta ro n u n gra n a uge . E n to nces, diferen tes pensadores corn o Augu st o Com ie . Hc rbcrt S pcnccr, J~mile Durk heim , Radcl ilfc -Brown o Mal inowski exp usie- ron d iferentes vers iones del lunciona lismo ( n ótese que muchos de estos pensadores se asocia n a la s te n ta tivas in ici al es d e mode lar la a n uopo logía y la so cio logía con Ull m o lde pos iti vis ta ). En te nderemos mejor a l fu nciona lísmo s i pensa mos en s u con - tex to in tel ectua l y soc ial. La an tro po logía soc ia l britán ica en par- ticular progresó 111<'111 0 a 1ll(.11l 0 con la fo rmac ión de Jos udm inis- tradore s del im perio . Así, la impl icaci ón más pod ero sa del pensa- miento fu n cion al fue com p rob ar q ue la s a pa re n temen te irruciona- les, extrañas . y maravillosas costumbres de los na tivos, C01110 su s creencias en la m agia y la bruje ría, o las ela borada s reglas que adorn ab an sus sistemas de in tc rcamb :o, es ta ban funciona lm en te conec tadas a las ac tividades del gru po entero . A los ca nd ida to s a administ r adores se les en se ña ba a pensa r en las co s tum bre s de sus futuros adm inistrados si tu ándo las cn su co ntex to , para que no ca - vcra n en la moral sim plis ta de la esc ala evo lu tiva. Las cos tum bre s de lo s nativos no debían en tenderse , pues. co rno muest ra s de irra- cionalidad , como reliqui as de una fase a nt e rio r de la evoluc i ón so- c ia l o como pe rversiones de la vida salvaje, S i las cos tum bres no era n irraciona les. no pod ía n ser explica- das sa tis fac toria mente corn o re liqu ias ele a nteriores sociedades . Los evolucionistas ha bían d ic ho en ocasiones que d eltas costum - brcs era n COrno testimoni os perm anentes de eta pas a nter iores de la evolu c ió n de una so cieda d. El pensam ie n to funciona l era sin- crón ico , es deci r, examinaba cómo diferen tes elemen tos de una soc iedad se ajustaban perfectament e ent re el los en u n momeruo histó r ico concreto . En o tras palabras, se decía algo así C0 111 0 : «n o debéis preocupa ros por los o rígenes hi sr óricos: lo im po rta n te es " el' c ómo funciona ta l ins ti lució n o costu m bre aqu i .\' ahora, o en un determinado m ome nt o en el ti empo », P u nto s d ébiles d el p cnsatlli cnto s is té n l icu El pensamiento sis té mico aparece co rn o una fo rma muy po ten - te de pensa r las cu lturas del pasado . Evita m uchos problemas de los enfoq ues tra d iciona les , proporc iona ex plicaci one s co nvi ncen- tes y permite gc ncruliza r, Sin ern burgo, e n m uch os cí rcu los tco réti cos, particularmente en Gra n Bret a ña , los tórm iuos «p eu s a rn ic n to .... isr ém ico» y «Iu ncio- n a lismo » se ha n convert ido casi e n palab ras impro nun ciables. Cuando ac abé el pri mer bor rado r de este lib ro , u n co lega me co- m ent ó que el pensam ien to sist ém ico ..-ra 1111 cadáve r in telec tu al , por lo que no había necesidad alguna de q ue m e p reocupase de di scu tirlo . ¡ POL' qu é? En primer lugar po rq ue se ha realizado u na serie de crí ticas IllUY bien hechas sobre el func io ua lismo. Muchos piensa n qu e es- ta s m ism as c rüi cas pu ed en ap lica rse perfectamente a la teoría de sistemas. Ent re las mi sm as destacan las sigu ientes: 1. Se sostiene que hay un defecto fa tal en cl mismo nú cleo de la expl icación Iu ncional is tn. Cuando ex plicamos algo por referen- cia a su hmci ón en el sen tido de qu e co ruri buvc a m antener a un sistema to tal en acción , no es ta rn os a tend iendo él su génesis h istó- rica. Por ejemplo , cua ndo expli camos el as censo de unas él ítes en una sociedad esta ta l co n rel aci ón a sus funciones ges to ras y de coordinación de las act ividades agríco las es ta rnos olvida ndo refe- rirn os a su or ige n , Una posible respuesta es decir que se trata de una deci sión conscien te; s in em bargo, es d ifíc il encontra r a un gr upo cult ura l sen ta do alre dedo r de un fuego , d icie ndo "OK, como tenem os pro- blemas para coord inar un sis tema de irri gaci ón a g ra n es cala, vam o s a inventarn os una élite v va mos a o bedece r los corn o a dioses », - Una respues ta má s plausib le es relacionar [as explicaciones tunc ionales co n las exp licaciones adaptativa s; es decir, expl ica r que la s soci ed ad es q ue han c onsegu ido desarrolla r un a s éli tes , ponga nl 0 s por acci den te hi st ór ico , se ada p tan mejor al en torno y 106 T EO K. íA ARQ l ;EO U )( ;¡CI\ . IJNA INTI{OIJl !( '( 'IO N 1.:\ ( -1 11 ;!l J\{ ¡\ CO M O SIS'} E i\l A 107 compitcn de modo más e ficiente, Vistas en una perspecti va tem- pora l amplia , tales élit cs tienden a re sultar seleccionadas para re- prese n tar su pa pel en el sentido darwiniano, y serán las que des- cubri re mos en el regist ro a rqueológ ico . Los argumentos sistémicos, por lo lamo, se relacionan iII UY a menudo estrechamente con las ex- plicaciones adaptativas , po r la man era CO n l Q se expresa n y por el tipo de arqueólogos que las realiza n . 2, Los a rgumentos sistémicos dependen de las relacion es fun - ciona les, pero estas relaciones siempre pueden ser dudosas en tér- minos espec íficos . Pu eden exis tir es tra tegias alte rna tivas a l alca n- ce de los individuos y las culturas qu e no se considere n. Por ejem- p lo , uno de los esquemas rela cionales sis témicos típicos es el qu e pone en relación entornos cada vez má s m arginales con In agricul- tura intensiva . Se sos tiene que cuando un en torno am biental cm- peora , los grupos huma nos tiend en a in tensi ficar sus esfuerzos pa ra cultiva r ali mentos. En Chaco Ca nyon , al no ro es te de Nu evo México, los arqueólogos han descubierto que entre los años 700-800 hay un re surgir de la co ns tr ucció n de monumen tos ce remoniales al tiempo qu e se pasa del tipo de vivienda excavada en la roca a la co nstr ucción de casas de piedra al es tilo pueblo. Esta act ividad se to ma como ind icativa del desarroll o de un nivel supe rio r de com- plejidad social. Este nivel de co m plejidad super ior, a menu do se ha exp licado en términos de sis tema. El regis tro med ioambien tal su- giere que durant e aq uel período el clim a del Chaco experim entó un proceso de desert izaci ón . Un clima más sec o, se arguye, s ign i- fica que la agricultura tuvo qu e adaptarse, optando por la irriga- ción a nte la imposibilidad de segu ir confiando en una plu viosid ad re gu lar. La coordinación de esfu erzos a gra n escala , necesarios para po ner en marcha es te nuevo sis tema , demandó la presencia de una élitc diri gente . Sin em ba rgo, eran posibles es tra tegias a ltern ativas: ¿po r qué no a ba ndonar la zona? O ¿por qué no ado ptar un sistema de con- tro l de la nat a lidad ? ¿Por qué se adoptó esta forma de agricultura y no otra? ¿Por qué una agricultura irrigada ha de requerir de una éli te dirig ente? ¿No es posible qu e una agricu ltu ra de es te tipo sea gestio nada med iante un sistema de cooperación igualitari a? Se ob jeta , pue s, que siempre hay alterna tivas posibles; que el pensamiento sisté mico no logra explicar los motivos que llevaron a adoptar u na determinada estrategia y no otra , Las di stinta s es- trategias adap tat ivas a ltern ativas pueden depender de las pec ulia- ridades de los grupos cu lturales o de sus preferencias cultu rales . 3. El funcionali sm o no pu ede explicar adec uada men te el cambio. Un m odelo sistémico o funciona l puede explicar por qué un sistema perm a nece estable. Sin em bargo, ¿qu é pas a cu ando las sociedades devienen más y más com plejas'! ¿Cómo y por qué ocu- rren estos procesos? Kcnt Flannery esc rib ió un temprano estudio ya clásico sobre los or íge nes de la agr icult ura en México , explicando la transició n desde un sistema de vida basado en la caza v la recolecci ón a la agricu ltura , co mo parte de un ca m bio sixtém ico m ás amplio. Con- cib ió «el hombre y las tierras a ltas del su r de M éxico form a ndo un único sis tem a co mplejo co mpuesto de divers os subsistem as que m utuarncn tc se in lluenc ia ba n». Bajo esta óptica , la cultura era una cuestió n de adap tación, mientras que el cambio se con tem pla ba en t érminos de «ca m bio gradual de los m ecanismos de abasteci - mien to » regulado por la estae ionalidad . Los pun tos fue rtes de esta argu mentación era n: a ) ob viaba la siempre tediosa investig ación encaminada a descu brir los ejem- plos más precoces de agricu ltura : 17 ) intentaba explicar los proce- sos qu e daban lugar a los orígenes d e la agricu ltura más que des- cribir su difusión ; e) dirigía la a tención sobre 1,. agr icu ltura como part e in tegrante de un cam bio grad ual de la cu ltura en su con jun- to, y d) daba un gran relieve a l cambio medioambiental. Sin em bargo podía descu bri rse un a flaqueza en su presunción de qu e «sin cambio externo, el desarrollo de la agric ultu ra pudo no haber ocurrido» (Flannery, 1973a ). Sugerir ía , pues, que los mod e- los s is t émicos siem pre requ ieren de un «im p u lso » externo para arra ncar. Este reto ha motivado a muchos arqueólogos, especial- merit e a los que trabajan en los origenes de las primeras form as estata les , a explorar la ma nera de in tegra r den tro de modelos sis- tém icos los procesos de cambio y de co ntlicto (véa se más abajo). 4. Las im plicaciones po líticas del pensam iento sis témico pue- den cOllceptuar se de ob jetables . Suponga mos por un mom ento que la teoría de sistemas fuera «cierta ». c,Qué lec ciones nos brindaría? al Que tanto la estabilidad social co mo el ca mbio social tie- nen un carácter infl exible, puesto qu e dependen de procesos a lar- go pla zo ajenos a la conciencia individual y alejados de cualquier control por parle de los ind ividuos, quienes quedan reducidos al papel de meras comparsas . Estos proceso s son muy co mple jos y sólo pueden desentrañarse a base de una batería impenetrable de conceptos té cn icos. No obsta nte, ta les procesos pue den llegar a 108 TL.::üRÍJ\ ARQ t:EOI.O(i ICA . ¡;NA INT l{f ll H I( '( "I( )!\J LA n .IT l l RA COMO SISTI-,,\lA 10 '1 com pren derse científicamen te. Los ún icos que pueden real mcn te llegar a compren der có m o fun cionan las sociedades y consecuen- teme nte, que es tá n en s ituación de poder reali zar ju ic ios sobre la manera de orga nizarnos como soc iedad. son los cien tíficos . La ge n te cor r ien te. por lo ta n to , no estaría cuali fica da para rea lizar ninguna crít ica sobre los juicios de Jos ex pe rtos , quienes deberían quedar al cargo de la gestión de los asuntos socia les. b) Que la h istoria tiene que ver m ás Co n la a rmonía q ue con el con flic to. Si cada s ubs istema se relacio na funcionalme nt e con el siguien te es m uy com plicado descubri r de dónde pued e vcni r e l conflic to entre grupos , Además, si la ense ña nza del tu ncionalismo es q ue todas las parles de un si st em a se adaptan las unas a las otras .v que hay u na tendenci a «na tura l» ha c ia el eq u ilib r io o h o- m costa sis, en to nces, por defin ic ión vivim os en un sistem a perfec- ta m ente ada ptado , En vez de pen sar en té rm inos de con flic to de clases ü de contrad icci ón en t re grup os, la teoría de s istem as nos a lienta a contempla r el desacuerdo socia l co mo algo que puede ser gestionado por los expe r tos de ba ta blanca que se ha n menciona- do m ás arriba . Todo es to viene a Ser com o una versión, s implificada en exceso , de un argum ento desarrolla do por J ürgc n Haber mas y otros, en el marco de la esc ue la de «teor ía crítica » de filosofía social, a saber; que la leoría de sistemas es una ideologia de control social. Segú n es te p un to de vist a. la teoría de siste mas es un arg u men to polí tico au to rita rio di sfra zado de ciencia neutra . Consecue ntem en te, se gún esta óp tica, la teoría de sis te mas debe ser combatida desde su- puestos básica m ente políti cos . 5. La teoría de sist emas p ret ende com prender la sociedad desde fuera . Ind ife ren temen te de si se tra ta de es tudiar el neolíti- co europeo o el pos tcl ás ico tard ío azteca, los pensadores sis tém i- cos parece que siem pre d ividen las culturas en los mism os subsis- temas: subsistencia . come rcio , socia l. ritual. .. Ciertas o fal sas . se tra ta de catego r ías gene ra les im pues tas po r los arqueólogos a cul- tu ras conc retas. Y ciertame nte son es pe cíficam en te occiden ta les y burguesas. ¿Qué sucede si queremos llegar a co mprender' las cultu ras des- de den tro? Si pret endemos com prender por q ué las culturas ca m- b ia ro n en el pasado . p uede que sea necesa rio qu e en tenda mos a lgo so bre l< S US l) vis iones so bre el mundo, su hn: la <.; ideas que tenía n con rela ción a l funcionamiento dcl mu ndo. E sta dis tinción entre visiones desde Iuera y visiones desde de n- tro , con relación a una cultu ra, es a lgo qu e no es nuevo ~' que se repite una y o tra vez desde los diferentes ám b itos di sc iplinar ios de las cie ncias soc ial es . El a n tro pólogo Marv in H arri s describe es ta distinci ón con los térm inos emic (de n tro ) y etic (fuera); los soció- logos habla n de una dis tinc i ón en tre conducta (lo que p uede ob - servarse de forma obje tiva) y accion (Jo que el co mpor tam ien to significa para sus protagonistas). El argumento de que es ne ce sa- rio ce n trar la a te nci ón en «su » pu nto de vis ta acerca de «su «rn u n - do co nstituye un elemento nuclea r para la a rque o logía «co gnitiva » y «postpro ccsual ». El p ensamiento s is tém ic o modificado El p eso dc las cr íti ca s que hemos exa minado tuvo consecuen- cias en tr e los es tu d iosos, de modo qu e a finales de la dé cada de los se te n ta las forma s tradic ionales del funcionalis mo y de la teo- ri a de sis te mas perd ieron audiencia en tre los arq ueólogos. La ma- yo ría de las versiones actuales de la teo ría de sistem as presentan sustancia les modificaciones con respect o a los plan teamien tos in i- cia les . fruto en parte de la rea cción provocada an te la dureza de las crí tica s ver tidas. E n la prác tica pueden distingui rs e dos tipos de re spuesta : 1. Un cie r to número de a rqueó logos rechaza globa lm en te los modelos sist émicos procu ra ndo se gu ir cam in os com ple ta- m ente d is t in to s para com prende r e l fu nciona m ien to de la s socie- dades (la m ayo ría de ellos se m uestran cercanos a los p lan tea - mi ent os po s tproccsuales; véa se capít u lo 7). Se trata de gente q ue siguiendo el ejem p lo de de ter m inados sociólogos, funda men tal - mente de An th ony Giddens, ha consegu ido , con no siempre los miS1l10S resultados. d ist anciarse de los ru zo nam ic m o s basados en los sis temas . 2 . Otros arq ueó logos han int ent ado separar versiones modifi- cadas y más blandas del pensam iento sis témico , de parte del ba- gaje histórico e in telectual del fun cional ism o. E sto implica disti n- tas proposiciones: a ) Se puede se para r la argument ación funcional, de los peca- dos del funcionalismo descr itos más arriba . 114 n ·-:,old l\ J\IH)l)FOI ,O( f1('¡\ , UNI' I NTRO IH I( 't'l O :'\ Corno personas que som os, estarnos emocionalm ente apegados a una idea de «lo indi vidual» que la realidad del mundo que nos rode a se encarga de re futar, y que todavía menos cons tituye una base válida des de la qu e reilexionar ace rca del pa sado. Cier ta men- te, no podemos afirm ar nada " priori con respecto a l peso de las individual idades en el pasad o. Otra s culturas han tenido ideas dis- tin tas acerca de las ind ividua lidades y de la importancia de lo in- di vidual frente a lo colec tivo. Quizás encontremos extra ñas estas ideas , pero no se sostiene la idea moderna y occid ental de tomar el «culto al individuo» como evide ncia indiscutible. Hay un argumento más sofis ticado que defiende la ar queología postprocesual y otra s esc uelas afines; a sa ber, qu e ten ern os que Ile- ga l' a comprender a ambos, al medio social y al suje to ind ividu a l. Una vajilla es obra de det erminad as person as, pero yo creo qu e el registro arqueológico tiene que ver tanto co n los desechos de las acciones indi vidu ales co mo co n los procesos a largo plazo . Tam- bién hay un argumento filosófico que sost iene qu e "libertad» es un término significa tivo para ser usad o en el análisis histórico, pero sólo en presencia de la ausencia de libertad, po r ejemplo , cuando se discute sobre la esclavitud. Sin embargo, antes de tomar en cons ideración esta idea hay q ue rechazar de plano la noción ro- mán tica de la existencia de un a libertad individual sin ca lifica tivos . Qu izás sirva pm'a vender pclículas de Hollywood (con tad las veces qu e se pronuncia la pa lab ra «libertad» en la películ a Braveheart) pero no con stitu ye la base para u n aná lisis serio de las soci eda des del pasado. C APÍTULO 6 LEER LOS PENSAMIENTOS En el anterior capítulo se mencionó la existencia de un a «a r- queología cog nitiva », o lo que es lo mismo, la ten tati va de llega r a compre nder la form a de pen sar de la gente que vivió en el pasad o. No hace falt a dec ir que indagar en la conciencia de gente qu e de- sapareció hace muc ho tiempo es una em presa hart o d ifícil. ¿Es ne- cesar io llegar basta ahí? La pregu nt a ,,¿debcmos indagar en la conciencia de nuest ros antepasado s? está med iatizada por otras preguntas más profun- das, por ejemplo: 1. ¿Qué es la conciencia, qu é son los pen sam ientos? ¿Son conscientes o inconscientes los pensamien tos? Sigm und Freud re- pre sent ó un papel decis ivo para las ciencias hu manas al mo strar qu e nuestros pensamientos conscientes no eran más que la pu nt a de un iceberg; los procesos men tales humanos era n más pro fun- dos y complejos y más difíciles de comprende r de lo que se supo- nía. Enton ces, ¿debemos tra tar de leer los pensamientos profun- do s o sólo los superficia les? 2. ¿Tiene n los seres human os el mismo sis tem a cognitivo? ¿Hay razones para reivindicar una naturaleza esencialista del co- nocim iento, o es el conocimiento una construcción social que varía de una sociedad a otra? Si va ría , ¿cómo podemos justificar en ton- ces nuestras presunciones sobre la psicología individual o de gru - po de cu ltura s prehistóricas, a partir de estudios so bre poblaci o- nes modernas? Se trata de preguntas m uy complicadas que no sólo se pla ntea la arqueología. Tod as las cienci as humanas se ven abocadas a plan tearse pregunt as de este tipo. 116 T1:,O RJ/\ ¡\ IUJ lI E O U)( ; J( 'J\ . I.'NA [l\ T I{( l lll T C ll 'l l\. I ,],,1", 1{ I. OS 1'1'.\JSA ,1\'1I I ;.\. ' (US 117 En es te capítulo pre tendo profu nd iza r un poco en es te tema para exa m ina r a lgunas de las ideas que: la teoría en cienc ias hu- ma nas ha adoptado a fin de hacer fren te a este tipo de pregun tas . Mi intención es p roporc ionar el m a rco te órico dentro del cua l se mueven una se rie de tenden cias n uevas en arqueolog ía de nomina- d as ge nér ica m en te «a rq ueo logía pos tprocesua l» o «a rq ueología in terpretat iva ». Est a s tendencias t ien en en COJl1 Ún , pr im ero , u n ac ercamiento a los enfoques cog nitivos , segundo , el influ jo de la tradic ió n cstructu ralist a )', tercero , la in fl u e nc ia del pen sami e nto marxista. J~eer los pen samie n tos ¿Tenem os qu e hacer realmen te es te esfuerzo' Much os d irá n q ue no hace falta . La mayoría d e los positivist n», tanto den t ro d e la arqueología co rno dentro de las dem ás c iencias hu man as , ins is- tirán en el hech o de qu e nunca podremos con tra sta r lo que la ge n- te p iensa . Los pos iLivist as dan dos ra zo nes IllUY cla ras: 1. Nu nca se pod r á veri fica r cicn t tfica rn c n te Jo qu e reside en la sesera . Los pen sam ientos no pued en co mpro barse, po r lo que que- dan fuera del dominio de la Cienci a. 2. Los arqueólogos no estudia rnos las acciones hu ma nas , es- tudiamos el re gist ro arqueo lógico : un a colecci ón mud a de pie dras y h uesos organ izada seg ún corresponda en fu nció n del espacio J' del tiempo (volvemos a la figura 2.1). Somos capaces de explica r lo que vem os en térm inos de sist em as cu ltu ra les del pasado; sus d i- námicas de cambi o, la forma en qu e se adaptaron el entor no . No hace fa lla que hagamos este tra bajo pen sand o directament e en los fac tores m entales , ya que s i as í lo liic i éramos , cae ría mos en el erro r de las explicaciones merual ísta s (véase capítulo 4). Bin ford , entre otros, ha desarro llad o es te tipo de argumentación . Much os arqueólogo s tradi cionales también piensan que es d ifí- cil, si no imposible, ut ilizar el regist ro arqueológico para recu perar ideas del pasado. Arqueólogos co mo Chris tophe r Hawkes discu t ie- ron la necesidad de tener en cue n ta siete n iveles de inler en cia a r- queológica, que van del más senci llo y directo al m ás d ifíci l. El ma terial arqueológico, decía Hawk cs, puede utili zarse de forma bastante segura para averiguar as pectos lecnológicos del pasado ; la s in ferencias de carác ter econó mico ya son más difíciles de ha- cer, pero las in feren cia s acerca de la vida cultura l ~ . religiosa cons- tituyen un a e mpresa cas i imposible, exce pto en ci rcu ns tanc ias ex- cepcio nales. Cualquiera que sea la ori entac ión to mada , ex is te sin ningún gé- nero de dudas un a manífiesta difi cu ltad para ace rca rse a la co n- ciencia de los individu os . Los psicólogos de la co nduc ta a rguyen que realmente no se puede llega r a lo que alguien es tá pe nsando en el momento presente: lo único que pu ede hacerse es da r cuen - ta del co m portam ien to, cosa que sí pu ede observa rse v medirs e dcsde fue r-a. ¡Cuánto más difícil no se rá abri r las ment es de hom - b rcs y muj eres desaparecid os y pertenecientes a cu ltu r-as ex tingu í- das! Si ya es una ta re a su ficienteme nte d ifíci l para los arqueólogos de los períodos h istóricos, imaginemo s qu é ha de ocurrir con los prch istoriado rcs. qu e sólo tienen los resto s materi ales de culturas fe nec idas y ningún tip o d e d ocumento es c rito , ,Por qué, ento nces , tenemos q ue inte nta r llega r a los pen sa- mientos y creenc ias de las gen tes del pasad o? En m i opinión , di s- cu tir acc rca de si la empresa es más o menos difícil es perder el tie m po. Pien so qu e es a lgo se nc illame n te necesario, por tres ra zo- nes que expongo a con tinuación . 1. La realidad es que todos los a rq ueó logos hacemos presu n- cio nes sobre los pensamien tos de la gen te del pasado. Ponga mos, por ejemplo, una simp le tip ología cerám ica. Cua ndo nos ded ica- rn os a clasificar por tip os la decora ción de la cerá mica asu mirnos qu e los dise ños qu e comparten distintas muest ras tien en algo qu e ver con los significad os que comparten a su vez los ceramistas y los usuar ios de la vajilla . Mu chos a rqueólogos defienden la idea de qu e no pode mos re- cupera r los pensamientos , pero en la práctica hacen lo co n tra rio a base de intro ducir en sus argu men tos presunciones sobre actitu- des men tales , corn o si fueran puro «sen t id o co m ún ». Así, por ejemplo , la introducci ón de es tu fas en las cas as sustituyendo a los hogares-chi menea dom ésti cos sería cosa del sen tido co m ún , ya que calien ta n más. evitan el humo y resultan mucho más con Ior- tablcs, Esta argumentación conlleva el problema de que se sos tie- ne so bre presu ncio nes sobre lo que es «na tural» o «norm al»: en este ejemplo, el deseo de logra r un mayor confo rt domést ico es asu- mido como a lgo «na turu l». Es de «sentido com ún » sa tisfacer tales deseos. Este tipo de presunciones caen por su propio peso cuando 118 TEüRIA ARU UEOU"¡( ;¡CA. " NA I N T R( II Jl I( '( 'J( l N I ,U :I< I US 1' ] ':NSJ\ M I E:'\i'l' O S 1It) se examinan detenidamente, ya qu e siempre se puede llama r la atenc ión sob re la d ivers idad de las prácticas huma nas. El problema con el sen tido común en es te contexto es que, lo qu e para nosotros es cosa del sentido común. puede no ha ber te- nido nada qu e ver co n el sen! ido co mún de «ellos». Los a ntropólo- gos es tudian otras cu lturas con tempo rá nea s que tienen actitudes culturales muy diferentes. Para los aza ndc, cua ndo se pro duce u n desafortu nado accid ente es de sen tido com ú n ir a buscar a un bru- jo o adivino para saber qu ién es el resp onsa ble de la magia que lo ha provocado. Es lógico suponer, por lo tanto, que otras culturas en el pasado puedan haber tenido otro tipo de sentido común. Confiar cn el argumento del sentido comú n es carac terís t íco de puntos de vist a esen cia listas y elnocél1 tricos . Esencialis mo es pen- sal' en la existencia de actitudes o emociones «naturales» (co mo el deseo de privac ídad, o de confort do méstico) o fu ndadas en la bio- logía, sea para el conjun to de los se res hum anos. o sólo para uno de los dos sexos. Así, la frase «en la preh istori a , los hom bres tienen que haber sido más ag res ivos que las mujeres a l falt arles el instin- to mat ernal» tiene ca rácter esenc ia lista , p uest o que as ume qu e «el instinto mat ernal » a fecta de mod o natura l o biológico a todas las mujeres . Pued en existir o no un determinado nú mero de «u niver- sales humanos» de este tipo. tem a suscep tible de debate. pero por mi parte, m e declaro muy escéptico acerca de la mayoría de posi- bles casos. En cualquier caso, las afir mac iones ese ncialistas han de ser argumentadas y nunca da rla s por su pues tas. Etnocentrism o es cre er qu e las acti tudes y valores de la pro pi a cultura tienen carácter universal. Por ejemplo, la supos ici ón de que la creencia en brujos es «irracionnl» es et noc ént ri ca, pu est o que supone que la lógica occi den ta l es la única forma posible de racionalidad . La creencia en brujos tien e qu e ser irraciona l, ya que no satisface los principios sobre los qu e se leva nta la lógica de Occidente. Tam bién la creencia en el deseo humano de priva- cidad es e tnoc én tríca . pues supone que el énfasis e n lo individ ua l y consecuen te me nte , en el derec ho a la privacidad de las perso- nas en la soc iedad occiden ta l, es a lgo uni versalment e norma l y natural. 2. Los arqueólogos qu e no trabajan en las rec ónditas profun- didades de la prehistoria se en frentan a test im onios que so n de na- turaleza estrictamente «histórica»; es decir, a testim onios docu- mentales dc alguna forma u otra. Estos documentos son siempre testimonios sobre maneras de pensar, sob re ideas, por m ás n l UTI- d. ui ns 11 obv ias que parezcan tales ideas. Si hemos de relaciona r los tes timonios arqueológicos co n los testimonios documenta les hay qu e conte mplar de form a crit ica las actit ud es menta les y las ideas que representaron su papel en la prod ucción de tales tcst i- monios. 3. La forma de es tud iar las sociedades human as implica ele - mentos filosóficos. Como ya vimos a l examinar la cr ítica a la teoría de sistem as, es casi im posible describir el comporta m iento huma- no sin refer irnos a conceptos men tales . Im agin ém onos int entando describir a una tercera persona, po r ejemplo. las acc iones que rea- liza una mujer al cobrar un cheque bancario en una oficina de un banco, sólo por referencia a los movim ien tos fisicos qu e hace. Una cosa parecida plan teó uno de mis autores favoritos, el sociólogo Er- ving Goffman , au nque descrit a de forma mucho más elega nte: Escojamos un acto que sea suficie n teme nte claro: un cond uc tor que a traviesa la ca lle co n el se máforo en rujo. ¿Qué hace este ho m- bre? [Goflm a n ci ta 24 razo nes diferen tes, incl uyend o las qu e siguen] l. Procede de un sit io donde usa n signos y no luces para regu lar e l tráfico . 2. Un reflejo le incidió e n los ojos y no pudo ver el ca m bio de lu z del se máforo . 3. Desde hace poco no d is tingue bien los colo- res . 4. Ten ía p risa . 5. Su mujer es taba dando a luz a u n beb é en el asiento trasero del coche y tenía que llegar pronto al hospita l. 6. Un atracador apu ntán dole en la sien le co nm inaba a no pararse L...] 15. Es u n inspect or co mproba ndo si los guardias de tráfi co so n dili gen- tes [...] 22. Iba borracho. 23. Su ma dre ejerc e una profesión lam en- table, por lo que desa rrolla u n movim ien to compu lsivo cuando ve luces rojas... Nuest ro hom bre n o h a respetado el semáforo. Pero cuando co m parece a presen cia del jue z y éste y le pregu nt a por qué se había pasad o un semáforo en rojo le da un a rgu me nto so bre lo q ue realmente pasó. 1.0 que hace del hecho de pasarse W l semá foro en rojo un hecho discernible )' destacado es evidentemente el hecho de sal- tarse llna Horma . El «hecho» objetivo tiene que ser; pu es, tan variable como la posible relación ele cada IlI W cm1 la norma (Goffman, 1971: 132; la cursiva es mí a . Nó tese que ente ndemos la acción po r refe- ren cia a su con tex to, un as pecto desarrollado por la a rqueología pos tprocesua l o contex tua l). La creencia de qu e los pensamientos y las ideas son más im- port antes que el mundo ma teri al se llama idealismo , La arqueolo- gía postprocesual, au nque no reivin dique pa ra sí m isma una natu- raleza filosófica ideali sta , es tá profundam ente influenciad a por las 12-1 T H )I{I ¡\ t\ 1{() I ~¡:,() I.t )( ; I('I\ . l . t\; ,\ r \JT I{ I 1111 I( ( ' I( ) ~ 1.1 '.1 '.1< LOS I' ENS.~ MI E I\TOS 125 esp ecular-se sob re qué diferencia existe en últim a in s ta ncia cn tre se r histo riador y ser marxista (Fouca ult, 1980: 53). La segu nda escuela de pensa m iento qu e ha e jercido una pro- funda in fluencia en el pensa miento arqueo lógico es el marxism o. Igual que el es tru ct ural ísmo, el marxism o se 11a desarro llado mu- cho desde su formu laci ón inicial por Karl Marx en el siglo XIX. Qu isiera dest acar unos pocos as p ec to s de l pe nsamie n to m arxis ta de es pecial rel evancia para la teoría arqueo lógica . En su Iorma origina l, el marxismo es una filosofía matcriaiista , puesto que so stiene que las cos as materiales son 111ás impor tantes que las ideas. Si eso es así, la historia de la hu inanidad tendrá que VCI; sob re todo, co n el desa rrollo de la ca pacidad productiva de la especie humana , con la creciente habilidad huma na pa ra producir o bjetos materiales . Gen )' Cohcn pien sa que "la hi storia es funda- mentalmente el proceso de crecim ien to de la ca pacidad producti- va de la hum anidad , de mane ra tal que las formaciones sociales apa recen y desa parecen de acu erdo co n su ca pac idad de favorecer o obstaculizar 1'11 crecim ien to» (Cohe n, 1978: x). En frase del pro- pio Marx, los seres hu ma nos son lo que hacen , no lo que p iensan : "no es la concien cia de los hom bres lo qu e determina su ser sino al contr ario, es su ser social lo qu e determina su co nci encia » (ci- tado po r McClcl lan , 1977 : 389). Los marxistas sostienen qu e la gen te de cualqu ier época produ- ce las cosas qu e precisa de una forma distintiva que Marx deno- m inó «m odo de produ cción ». Los marxis tas han hablado, por e jemplo, de un modo de produ cci ón tri bal , a..i ático , antiguo, fcu - dala capitalis ta . El mod o de produc ción a ntiguo, para tomar un eje mplo , se di stingu e de los dem ás porq ue se apoya en el trabajo de los esclavos, mi entras que e! Ieuda lismo depende del trabajo de los campesinos no libres, los «siervos», que viven a tados a la tierra que trabajan . Cada modo de pro duc ción genera un tipo di feren te de a ntagon ismos de clase: en las sociedades antiguas entr e amos y esclavos, cn el feudalismo entre siervos y se ño res feudales , en el ca pitalismo en tre proleta rios y burgu eses. Marx pi ensa qu e un mo do de produ cci ón puede entenderse me- jor si di s tingu im os las [uerzas de producción , es decir la m ateri a prima, las herram ientas o máquinas, el trabaj o, de las relaciones soc iales de producci án , Por ejemplo, las fuerzas de producció n de una sociedad cap italista co ns is ten en las máq uin as y equ ipos de las fábricas, mi entras que las rel aciones de produ cción tien en que ver co n e! meollo del sistema de fáb rica, es to es , la separaci ón ent re la fu er za de tra bajo y la dir ección . Para Marx siem p re habrá antago n ismo y co nfl ic to e n tre es tas dos partes: «las fuerzas de producción, e! es tado de la sociedad y la co ncien cia en tra n en co n tra dicción, ya que la di visión del tra - bajo implica el... hecho que la actividad mora l e in telectual - ocio y trabajo, producción y consumo- recaiga en per sonas di st in tas, y la única poslbilidnd de que no aparezca tal contradicc ió n reside en la negación mi sm a de la división de! trabajo ». Por es ta y por otra s razones siem p re existirá con flicto t: I1 el inte rior de las socie- dades hum anas. Las co ntradicciones y los antagonismos de clase irrumpen en el corazón de tod as las formaciones soci ales/ desa- rrollándose ti velocidade s di s tintas seg ún las circu ns tancias . Co n el t iem po, s in em ba rg o , tules a ntago n ismos son ca paces d e derriba r toda la es truc tura es ta blecida, pa ra que rueda levant arse sobre sus ru inas u na nueva formac ión so c ia l. Este mod elo marxista clási co ha sido objeto de du ras crí ticas; pero sería demasiado largo seguir la trayect oria que lleva del ma r- xismo clásico a l ma rxismo mod ern o. Só lo pretendo aquí lla mar la a tenc ió n sobre tres pu ntos que surge n de es la síntesis de la teoría ma rxista clásica , espe cialmen te perti nentes para el desarrollo del pensami en to a rqueológico: l . Los escritos de Ma rx proporcion an la base científica del cu- lHU rÚSl1lO. En este sen tid o, el marxism o clásico com part e 11111 chos paralelos con la creencia en un fu nda men to po sitivista para la Ciencia, cosa que ya fue discutida en el capítu lo 3. Pero con traria- men te al positivism o , Ma rx piensa que los intelectuales no ha ll de separar el pensamiento de la accióll política . Los arqueólogos marxistas contem plan , co nsecuen teme n te, la existencia de una re lación en tre la arque o logía y la políti ca. En- tienden la misma pr áctica arqu eológica y los mo delos inter pretati- vos de su d isciplina co mo una forma de expresarse polít ica mente. De mod o simila r, en tienden su trabajo d iario como arqueólogos com o parte de una ac tividad polít ica más amplia. Piensan los mar- xistas que no darse cuen ta de esto es hacer com o el avestruz, que esconde su ca beza bajo la arena . 2. E l proceso que conduce al ca mbio histórico es un proceso dialéctico segú n el pensamiento marxista . Un modelo dialéct ico es el que depende del desarrollo de co ntradicciones y eonl1ictos en su seno, en es te caso, en el interior de una determinada formació n La ideología Los neo-marxistas o marxistas recientes han centrado su a te n - ción en el papel de la ideologia de n tro de l modelo qu e hemos exa- minado. Para Marx, las fuerzas de prod ucción y las relaciones de producción co nstituyen «la in fra es tructura», el núcl eo del s iste- ma; los sistemas po lít icos y legales se leva ntaban encima de este sustr ato, junto a las creencias ideo lógicas . Vis to de manera sim - plista , cuando los fundamentos sociales empiezan a queb rar y la sociedad se vuelve más desi gua l e injusta, las creencias de la gen- te sirven para «tapar las grietas» y hacer que el sistema parezca le- gítimo. Es verdad que existe mucha ideo log ía «vu lga r» , casi de consu - m o: en nuestra sociedad actua l la asociamos a much os anuncios publicitarios, a las periódi ca s llamadas al patriotism o, al ondea r de banderas, a la maternidad y a la tarta de manzanas. Pero los social. Cada formación social tiene su especific ida d . Los té rm inos «ca m pesino» y «señor» no tienen el mismo signi ficado en cua l- quicr época y lugar. Sólo pod emos definir y comprender correcta- mente las clases sociale s que agr upa n a los campesinos y a los se- ñores si comprendemos bien la formación social feudal en su con- jun to . Cuando una [ormaci óu sufre un colapso ap arece una nueva formación que desarroll a rá co n el t iempo sus propias clases soc ia- les , así como sus propi os co nflictos de clase. El modelo di aléc tico ap lica do a los procesos sociales co ntra sta co n el modelo sistém ico que ya hemos estudiad o. Se recordará que el pensam iento sistémico presenta al ca mbio como un proce- so gradual y no trau mático de madurez y adaptación. El modelo dialéc tico nos ind uce a cue stio na r las categorías sociales y las de- finiciones que reivindican su certeza en cualquier circuns tancia de tiempo y luga r. El marxismo ha llevado a los arqueólogos a cuestionar deter- mi nadas con trad icciones, co mo la qu e en frenta a la subj etividad con la ob jetividad . Adviert e que es tos términos sólo se oponen de ntr o de un marco gene ra l. y qu e es es te marco general lo que precisamen te hay qu e cuestionar y tran sformar. El tercer pun to es qu izás el más importante para entender la contrib ución del marxism o al conocimiento y a l pen samie nto ar- queológ ico en general: el co ncepto de ideolog ía . 126 T EOI Ü ¡\ A R() l !l ~ ( H . ( H iJ( · I\. I j.\JA 1:'-J'lI H HH I( '( 'Il I !'J , v [ LEER LOS PENS AM IENTOS 127 ma rxistas creen que la ideolog ía trabaja asimismo a u n nivel mu- , ho más sutil. La ideología sirve, en definitiva, para: 1. Legiti mar; es decir, hace aparecer el orden so cial vigent e , " \110 algo inmutable, esta blecido po r la divinidad O ca rente de al- u-ru a tivas. 2. Hacer apa rece r como universales (beneficio sos para todo ,,1 mu ndo) in tereses qu e son sec toria les (por ejemplo , los in tereses .1 ,. determinadas clases so cia les), 3. Enmascarar la realidad, por ejem plo, negando la existe ncia de desi gualdades CCOll CJ111icn s y sociales . Un marxista. s in ir m ás lejos . sostendría que le basta ría abrir las páginas de la mayoría de los per iód icos para ver có mo fu ncio- lI a la ideología e n nuestra sociedad (la compe tenci a v las reglas del merc ado libre no so n construcci ones hu ma nas arb u ru rias que pllcden ser ca mb iadas, sin o qu e ex is ten porque ha n demost rado ',[ I bondad ; só lo hay qu e mirar lo m iserable que era la vida en la lcl ad Media para comprenderlo, es dec ir, an tes de des cubrirse los h.ueficios del capita lismo). Los intereses de clase se prese nta n "1I1l0 beneficiosos para todos (los aum en tos de sa la rios se p rc- ',l'll tan como «dañ inos para la nación» en vez de verse com o pcr- rud icial es para el creci m ie nto de los dividendos de los capita lis- L os ). La ideología d e la igu aldad (cua lqu iera puede llega r a prcsi- .kn t«, tod os sornes iguales ante la ley, queremos co nstruir una '.l ll,·icdad sin clases) e nm asc a ra ]0 que los m ar xis ta s en tiende n co - 111" la verdadera y rea l di visión de los seres hum anos por gé ne ro \ riqueza . Este interés po r la ideología ha a lentado u n estudio minucioso .1 ,. la forma de actual' de la ideología y a llevado a enfa tiza r la ne- , "s idad de desen mascarar las relacion es que se esconden detrás de 1.1 ideología. Parad ójicamente, pues, el marxismo, que inició su in- IIII,'ncia como un modelo mat erialis ta de análi sis de la rea lidad, .u CIIJÚ condicionando la a rq ueología anglo-americana a través del ,11 "" isis de las convicc iones de base id eológica . Fu e la Escuel a de I r.u iklurt de teoría critica la qu e más intervino en este ca m bio de ,'"f"que. La Escuel a de Frank lurt señaló la necesid ad de mi ra r de- I' .OS de la máscara de la ideología para mostrar có mo los siste mas ,1,· , ..cencia s de la moderna sociedad occidcntal no son neu trales u "\ 'id ivos, sino que son construcciones ideológicas destinadas a le- "1111 IJar el capitalismo de nuestro tiempo. 1, ,1 128 TF O KíA /\ RU L EOI.c')GICA. L:N¡\ IV IR O IH i('('l Ol\' I ,I "¡Y 1( /:-; l 'I :.\. .'i ,\ ,\. \II·:\. 'I' ( I.,,:> ! 2Y El in terés po r el pa pel d e la ideo logía en arqu eología muest ra dos aspectos. Por un lad o, la indagació n del papel representad o por la id eología en el pasado , por ejem plo, có mo un sis tema particu la r de creencias se rvía para legit imar la posición de las el ites en las so- c iedad es antiguas . Por o tro , la mirad a hacia las rea lidades del p re - se n le: cómo los t ra bajos de a rq ueología co n tienen u na fue rte ca rga id eológica . Brucc Tr igger ha estud iado a fondo las dife ren tes in ter- p reta ciones d e la preh is tori a norteam ericana y ha demostr ad o de qué forma con tri buyen a fijar u na vis ión ideoló gica de las cu ltu ras nat ivas asociad a a la fall a de progreso y a l es tanca m ien to . Ti ldo es /o es 111UY interesante. pero hem o-: leido 1111 1.\' !)( )C({S cos as sobre arq //r!u!ug{a en esTe cap itulo . ('Ve ql/i! [onna co ncre te 10.\ c/ijáell fes puntos de vista desarrollan cxplicacinn cs diierentes en arqueologia? Exam in aré o tro s ejemplos prácticos en el próxi mo cap ítu lo , mi entras tan to ha ré só lo un r CSU111en provis iona l ele lo q ue se ha exp ues to . Pa ra la tradici ón p rocesu al , los obje tos excavados const ituyen verdaderos tes timon ios de los d iferen tes co m ponen tes d e un siste- ma cu ltu ra l q ue existió en el pasad o . Pa ra a lgunos de ellos , los o b- je tos fo rm an un registro [ásil del co m port am ie nto humano. Mu- chos proccsu ali st us pi ensan que COTI10 no pOde111 0 S in dagar en los pe nsamien tos de manera ci entífica , que no esta mos ca paci tados pa ra ex plica r los objetos co n re laci ón a la s id eas d e sus producto - res: au nque sigu ien do a F lannery y Ma rc us , sí podem os in cl u ir en n uestro aná lisis a determinadas «va ria bies cogn itivas ». E n CU111- bio , sí podem os exam ina r los distin tos com po nen tes de los sis te- m as cu ltura les d el pasado y las relaciones que man tienen en tre' ell os , u tili zando un lenguaje d er ivado muc has veces del pcnsa- miento si st ém ico . Los p ro cesua listas rei vindican poseer las claves pa ra cont ras ta r d ist intas hipót esis a lternati vas sobre la manera d e funcionar de es to s s is tem as, grac ias a la teorí a de alcance medio . Pa ra los es truc tu ralis ta s. los objetos co nst it uyen testimon ios de un sis tema de creencias en su sentid o m ás am plio . Del mismo modo que e l lenguaje se estructura en reglas que perm a necen ocu ltas , así sucede co n la cu ltu ra mater ial. Los es truc tu ralis tas se in tere- san por las oposici ones qu e encon tramos con relación a la forma d e los obje tos , o en la m anera de col ocar o fr endas en las tu m bas , o so hre la s id eas relacionadas co n el género, o por las contra- di cciones entre n atu ral eza y cu ltu ra, etc. Pu es to que no podem os probar la ex is tencia d e regl as ocu ltas , est a t rad ic i ón in telec tual piensa qu e no exist e posibilidad alguna de co n tra s ta r n ingú n tipo d e in te rp retació n sobre el pasado . Por lo ta nto , e n vez d e in tenta r reduci r las vis iones sobre la cult ura a pa tr on es un itorrni zado rcs . hav la tendenci a él desarrol lar Interpre taciones m úl t iples .v 111 U Y co m p lejas. L O!-i m a rxistas se int eresan po r las cont rad icciones ~. d esigual- d ad es cx istcn res e n el seno de la s socied ades . Por eje m plo , buscan descubrir s i las prác ticas de em errum ien to sirven para leg it imar o enm asc ara r lo que rea lm e nte suced e en la vid a . Los ma rx is ta» se pregun tan : ¿q ué re lac i ón tienen la s creencias () vis io nes d el mun- do qu e se expresa n a través ele es ta m uestra d e la cult u ra ma ter ia l, co n lo que rea lm ente suce d ía ! O "pucdc un a de term inada pníct i- ca funera ria igualit aria enmasc arar la existe ncia de desigualdades sociales? Co n cl usión En la segu nd a part e d c est e ca pítulo m e he ce ntrado en dos im- portant es escu elas d e pensam iento dentro d el cam po d e la teo ría socia l: e l marx ismo y el estru c tu ralismo, Pude ha ber escogido o tros movimi ent os influyen tes que de alguna 1'01' I11a se rá n tra ta dos en otras partes del lib ro , como el femi n ism o , Pero m arx ism o v es - uucuualismo confie ren un to no distintivo a las cor rien tes int clcc- lu a les qu e va n a influenciar a la teoría arqueo l ógica en la década de los ochenta . E l marxismo llama la aten ció n so bre los co n llictos v las con - tr ad icci on es, da import ancia ni p apel d e la id eología y afirm a el carácte r fundamental mente políti co d el d iscurso académico . E l es- tructura lism o nos d escubre un in terés lo s con ten id os d e la cu ltu ra materi al , por los s ig n ifica d os de tod a expresió n cu ltu ra l. Toclas es tos lemas convergiero n d ura n te los a ños och enta pa ra [orm ar una nueva ram a ele la teor ía qu e fue d enominada «a rq u eo- l()gía postprocesua l». La arqueología postprocesual Pero ¿CÓlTIO? En el anterior capítul o vimos algunas teorías so- bre la conciencia hu ma na . A princ ipi os de los a ños ochenta, 1I1J:l nu eva ge neración de es tud iosos , algunos de los cuales alum nos de Hodder en Cambridge, y otros de Mark Leo nc , que tra bajaban en el proyecto «Arc hacology in Annapoli s», dirigieron su atención ha- cia aquellas teoría s. Muchos acogieron el es tructuralísrno corno vehíc ulo para ent ra r en la mente hum ana . Otros releyeron los tex- tos marxi stas y neo-m a rx istas , en pa rt icul ar la «ieo rta cr ítica ». Algu no s otros se viero n infl u idos por el pensam ien to fem ini sta. y aún otros se in teresaron por la obra de figuras com o Cliffor d Geertz sob re «nntropolog fa in te rpretativa». Desde di sti ntas proce- dencias se tendió a co nverger hacia el m iSITIO sitio que , gracias a las a finidades intelect uales, cuaj ó en una tendencia mínimamen te identi fica ble qu e fue denominada. tanto por sus crí t icos com o por sus partidarios , «arqu eología postprocesu al ». 134 T EO RÍt' ,\ RQL'EO LÚ (; ICA. CN/\ I t\T RU DI H.'C l( l N ::;. .~ j: \ A I{( ) I II '.C JI.l U ; I I\ l 'l ' ....;TI·I{ I U ESl.i\L Y ¡\ l(tJ l l ;.( ) I, ( )( ;iA ¡j\;TE IU' J{ ET\'ll \-'J\ 1.)5 1. Rech azamos el punto de vista positivista sobre la ciencia y la " ,/JaracióI1 entre teoría y dato s . Los da tos siempre lleva n consigo tina carga teórica . Los postprocc su ali stas rechazan la reivindica- ci ón de qu e la Ciencia es la única forma de co noc imiento , por las razones aducidas en el capitulo 3. Gcneralme nte los postp ro cesua - listas se alinean con otras concepciones no posit ivistas so bre lo que es ciencia, particu larmente co n el co nstructivisJJlo social en sus varian tes «d ura» y «blanda» . Los postprocesu a!istas no dicen qu e no se deban com pro bm' las cosas , más bien sug ieren que en la p r ác tica , n i los arq ueólogos ni los demás cicn tíficos llegan nunca a reali zar compro baciones qu e satisfagan totalmen te los criterios positivist as. Señala rían qu e, por ejemplo , la «co n tra stación » del mod elo territorial de los mega litos que hace Renírcw no llega a se rlo realme n te crigura 2.6); los terri- torios delineados está n muy lejo s de se r uni for mes . existi e ndo mu- chos m egalitos em pla zados en el centro de territor ios muy poco convin centes. Los posLprocesualisl as sug ieren qu e n o hay m an era de confrontar la teoría co n los dat os ; lo que suc ede realm ente es que vemos los datos a través de la nube de la teoría (Figura 7. \) . !!I I \, ,: i' ti r 11 No existe la especie de! «arqueólogo pos tp rocesualista» . Cuan- do en la litera tura arqu eo lógica leo la exp res ión «los postprocc- sualistas» me pongo en gua rdia a la es pe ra de ge neralizaciones abusivas sobre unas determinadas posiciones teoré tica s a seguir, y ra ramente no sucede asf. Del mismo modo qu e la Nueva Arqueo- logía re unió a un grupo de gente con ideas y preocupaciones muy di versas en torno él la arqueología , que coincid ían en algunos cr i- terios fundamen tales, el término postprocesua l encu bre a una gra n diversidad de puntos de vista y de trad iciones. Cier ta mente, muchos de los a rqueólogos relacio nados con es ta etiqueta prefie- re n e! té rmino «arqueologías interpretati vas» qu e incluye un énfa- sis en la idea de divers ida d . Por lo ta nto , in tentaré caracterizar a l pensamiento postp roce- sua l u til iza ndo oc ho afirmaciones cla ve . Supongo que igual que pa sa con la Nueva Arqu eo log ía, no todos los arqueó logos relacio- nados co n la etiqueta «postprocesual» van a estar totalmente de acue rdo co n las ocho afi rm aciones. Lo import ante es que estas a fir maciones tran smitan algu na cosa ce rca na a las cualidades d is- tintivas de las tradiciones postproccsua les, sobre tod o de su ma ne- ra de re flexionar so bre la realida d. Además. deberán indicar la deuda contra ída co n los movimientos in telectuales descritos en el an terior ca pi tu lo. ueE D~r - - , ~-- ~- ~~ <, L JI \1 \ I r l I , A \ 1 r 1 ('\ 1\ r"L--' 11 11 { 1I\ 1 1 11 1 1 ' -, 1 1.... 1, ;- \ 1 1 \ I ~I J\, ¡j \ I_ _ / L --' \ _ \ 1_ 1 '-_ / J rEOR\A FIG. 7. 1. Las relaciones de la teovia y los da tos l ' I ' la (/Y(//fe% gfa Pos/procesual: los dat os existen pero so n percibidos \·elac/<lInel11e (1 /1"fIw r" de la nu be de la tcoria (COIl~ trastar co n fa fi~ w·a 4./ ). 136 If..ORl,\ ARQU EO LO(; I(',\ . UNA I NT~U I H ,I( "( "10 :'\ 2. La in rerp retaci án es siempre hermen éutica. Se trata de una variante de la afirmaci ón anterior. La hermenéutica es el estudio de los signi fica dos. Cua ndo los arqueólogos in terpretan objet os lo hacen asignando significado a estos obje tos sign ificados que supo- nemos son los mi smos q ue daba n los pueblos an tiguos que los ha - bían producido y usado. Los postpro cesualis tas pien san qu e todos los arqucólogos pro- ce de n de la m is ma fo rm a , lo admit an o no . Los arqueólogos de- co nstruyen informes de pruebas cie nt ífica s pa ra mostra r que in- cl uso Binford , ade más de o tros . a sume implíci tamen te sign ifica - dos y valores de los pueblos an tigu os. Hodder, por ejem plo, se fija en la m a nera en que se razona cuando Se excava, sugiriendo que se proce de siem pre como en un «círculo hermen éuti co » al margen de que los arqueólogos implicados se co nside ren a sí mismos unos especialistas en teoría o no. 3. Rechazam os la opos ición entre material e ideal. Vim os cómo los enfoques normativo e hist órico-cultural eran rechazados po r la a rqueo logía procesu al por idealis tas, y cóm o los procesualistas in- troducían un énfasis materiali sta. También nos hem os fijado en el enfoq ue id eal ista reto rnado po r los es tru cru ra lis tas, y cómo los marxistas se apartaban de un Iu udamento es tric tam ente materia- lista . Muchos postp ro ccsuali st as reivindican u n rechazo d ire c to de la oposición materia l-ideal. Un buen e jemp lo lo constituye la idea de paisaje. Por un lado , una visión ma teriali st a de un paisa je tiende a cen trarse en las posibilidades que ofrece co n rela ción a los r ecur- sos , se a pa ra la caza y recolección, sea para el desarrollo agric ola . Esta perspect iva cond uce a plan tear, p or ejem plo, la teo ría de los forrajeadores eficientes , as í com o o tros modelos de raíz económ i- ca , para formarse una idea sobre la forma «ra zona ble » de exp lotar el paisaje. Los postpr ocesu alistas arguyen que los paisajes so n siem pre contempla dos de fo r ma d iferen te por gent es d iferentes. Recha zan la visión «raci o na l» del «(paisaje-co I110-fuente-de-recul'sos» corn o a lgo típ ico de nuestra socieda d .Y como algo ca rgado de co nnota- ciones ideológicas relacio nadas con el consumo y la explotación , ideas carac terís ticas de nuestra so ciedad co ntemporánea. Sugie - ren, en cambio , q ue los pue blos antiguos te ndrían puntos de vista dife rentes sobre lo «rea l» en un paisaj e. Por otro lado , una perspec tiva exclusiva men te idealista de un p aisaje tampoco fu nci o na . Los postpro cesuali st as piensan que las ARQl ,:EOUKi lf\ POSTPROCESCAL y AHQI JEOL() (;iA I .Y f ERPRF.T,.\TI \,A 137 visiones sobre el pa isaje no se forman en abstracto: la forma de moverse por el mism o y o c utilizarlo afec taría n la 111¡)ner8 en que es ca p tado. Sugieren que las visiones so bre el pai saje de los pue- blos a n tiguos no consistían en U11 conju n to de ideas fijas , sino que eran las vivencias co tid ianas fru to de las ac tividades desar roll adas sob re el pa isaje , e l med io a trav és de l cu a l las gen tes llegaba n a ad- quirir u n conocim ien to del paisaje que se perpetuaba y se iba transfo rma ndo al mismo tiempo, 4 . Hay que indagar en los pensamientos y valores del pasa do , El ejemplo más co here n te de esta proposi ción es la defen sa de Hodder de la po stura sosten ida por R. G. Co llingwood en to rn o al idealism o his tórico. Collingwood , de formación filos ófi ca, se dedi- có a la hi s to ria y a la a rq ueo logía . Argumentaba que, en la prácti - ca, Jos historiado loes siem pre tratan de im agina r lo que nues tros antepasad os podían habe r pensado. Tomemos un inter ro gan te his - tórico clásico: ¿por qué cl alm iran te Nelson no se mudó de ropa an tes de e m peza r la batalla de Tra fal ga r? (Duran te la bat a lla , NcI- so n vest ía uniforme de gala con sus m eda llas lucien do a l sol, lo q ue le hac ía especia lmen te vulnerable a los di sparos de sus enem igos . razón por la cu al fue fatalment e herido.) Afirma Collingwood que los hi sto r iadores justi fican su comportam iento por el hech o de que era conside rado un de shonor que el com andan te de la fl o ta se re tirara bajo e l puent e una vez había em pezado la batalla: se ve q ue ya no tuvo oportun idad de hacerlo cuando ésta hubo em peza - do . Así pues, argumenta Coll ingwood , cua ndo los h ist ori adores «explican » o «d icen co m p render» la acción de Nc1son, lo que es tán haci en do es traer a co lación la cu ltu ra y los princip ios q ue se su- ponen a un oficia l nava l b rit áni co , es decir; im agina n los pensa - micntos de l protagonista de la acción, se acercan a su figura usan - do la enipatia , H oddcr, s iguiendo a Collingwood , argumenta que todos los ar- qucólogos hacen algo parecido , pro cedan de donde procedan. Cuando los arqueólogos tradicionales «exp lica ban » el empla za- mi ento de las fort ificaciones romanas en la fro n tera norte de In- glaterra lo hacían en té rm inos de una estra teg ia políti ca y m ilita r cambiant e: d ich o en otras pal abras, conclu ía n el asun to int entan- do imagin ar los pensamien tos de los comanda ntes y líderes ro m a- nos. Hodder piensa , pues, qu e todos los arqueólog os prac tican la e mpat ía , lo ad m ita n o no . S. El individu o ac /úa . Los pos tproccs ualistas no está n de acuerdo con la ma nera que ti en e la arqueología de ab orda r lo in- 138 TléORíA ARQI;EO LÚGICA. UNA INTROD UCCIÚ:-¡ AROU'.OJO" ' A 1'()STI'I WCESI 'AL y ,\ RUUEO LOGI¡\ I'\TLK I'RETAf1\ 'A 139 di vidual. Se quejan de que los individuos queden reducidos a m e- ros co m pa rsas en un s is te ma adapta tivo o en un complejo de es - tructuras profund as . Argumentan qu e est as d istintas formas de en- rocar la realidad re t ra tan a los individu os como víctimas pas ivas que se ven aboca das a segu ir cieg ament e las reglas sociales, En su luga r; los post proccsual istas quieren ind agar en la es- truct uraci án , Estructuruc io n es un t érrn in o usado para referirse a las estrategias ac tivas de los individuos. Se sugiere que hombres y muje res no son simples víc timas pasivas del enlomo que les rodea. Algunos a rq ueólogos tomaron en préstamo al soc iólogo Anthony Gidde ns la id ea de la relación basculan te entre estru ctura v est ruc- turacio n , Giddens s ugie re que an te las regla s socia les existentcs . la gente no se co ntenta con seguirlas pasi vamente, s ino que tiende a entenderlas y uti liza rlas. a intcrvenirlas o es tructu ra rlas , dc forma creat iva . Al o brar de este modo con rribuye a re forzar, o alternati- vame nte a transfonn.«. la mi sm a est ructura; por lo tanto la rela- ción es basculante. Una forma distinta de decir algo simil ar rúe tomada del an tro- pólogo fra nc és Pier re Bourdi eu . Bou rclieu reaccionó ante la antro - pología estructura lísra más ortodoxa de su época , puesto qu e le parecía que co n templaba a los seres humanos como seres qu e in- terpretaba n pasivamente un conjunto de reglas estructurantes. Bourdieu mostró có m o en distin tas situaciones etnográficas, dis- tin tos actores hacían gala de sus pro pias ideas acerca de las reglas socia les. Argumentó qu e precisá ba mos de una teoría de la práct i- ca : una teo ría acerca de c ómo los actores sociales individual es se com port a n y actúan rcal rncnrs en las s ituac io nes de la vida, rcpro- ducicndo y transformando la cultura de su entorno. Todo esto se traduce con relación a la inteqll'etación arqueoló- gica. en tina exige ncia para atender a las reglas que no son segui- das pasi vmnent c sino que so n creativanlente alterada s por los acto- res sociales. Un buen ejemplo de este tip o de intervención cst ru c- turante procede de una si tuación anecdótica no dada a co nocer, ocurrida en el cu rso de un tra bajo de Hodd er con los nuba , En una ZOna existía la creencia cultural que lo femenino es taba asociado con lo in terior del recinto doméstico .Y pat1icularmente Con el ho - ga r; as imismo que las mujeres - conta rnina ba n» por se r imp uras. A las mujeres se les ob ligah a a que echaran las cenizas de los hoga- res den tro del recinto y no rlJ era , porque fuera contaminarían el es- pacio mascu lino . Pero Hoddcr en una ocasi ón vio c ómo una mujer rec ogía conci enzudamente las cenizas del hoga r y las echaba fuera , su ficientem ente lejos co mo para que los hombres pudieran con- templar lo que hacía . Al obrar de es ta forma . ella reco nocía la exis- tencia de normas pero deliberada mente las rompía . No podemos en tende r su acción y el ra stro arqueológ ico qu e produj o sin a ) com - prend er el sis tema cultu ral de las normas, y b ) en tender s u postura ante las normas. Los pos tprocesua listas también reclama n: a) Cap tar la sociedad desd e a hajo hacia arriba . no de a rriba abajo. Los es tud io s postproccsual es a m enudo se interesan por las rutinas de la vida co tid iana o por In for ma dc percibir los pa isa jes alreded or; Ciertamente, mu chos p iensan que estas ru tina s J11U eS- tran rea lm ente c ómo es una sociedad, es decir; de for ma mucho mejor qu e las reglas abstractas . b ) Un modelo de socieda d mediatizado por los co n ll icto s no por los consensos . Mientras que los partidar ios de la teoría de sis- temas buscan a las e lites que diri gen los s istem as, los pos tproce- sua lis tas indagan en los co nflic tos e ntre grupos sociales, por ejem- plo, los qu e involucran al género o a las clases. 6. La cultura material es parecida a 1lI 1 In/o . ¿Cúmo llega rn os a entender los sign ificados de la cultura mat erial? Pensemos en la ío rma de leer un texto escrito: a) Un texto puede decir cosas di feren tes a di stin ta gente y gen te di stinta lee los textos dc forma di ferente. b) Los significad os se pueden manipu lar a fondo. Todos ha cernas de forma evide nte .Y tri vial a lgo pa recido co n la cultura ma- terial, especia lm ente con la ro pa (dic tam inamos la formal idad de una reuni ón según nos po nem os un tipo de ropa u ot ro ). e) La man ip ulación (en el buen sentido de la palabra ) a la que somet em os a la cultu ra material se hace a menudo de forma im- plícit a . De la mi sma forma en que no pensa rnos en las reglas gra- m aticales cuando leemos un texto, no pensamos en las reglas que rigen la prod ucción o uso de un obj eto cuando lo contemplamos o util iza mos. Cons ideremos , por eje mplo, la ac ción de entrar en una habita- ción s in llamar. Al que así actúa 10 concep tua mos co rno alguien «poco educado» , Pero a l m ism o tiempo so mos capaces de ro m per deli berada men te las reglas. por ejemplo, no llamando. si pensa- Ol OS que la habitac ión es «nues tro » es pacio y querem os hacérselo saber a In persona qu e en ese momento la ocupa. Subyaciendo a I Tipos de asoc iaciones ent re un ~~. j Ice y un barco procedentes deff a _ N'O tersenb:n distintos relieves de am~ en los que sólo aparecen est as dos fig uras.:.) ~ ~~ A Linealidadrf '. S Opos ición~ t.: e Oposición . . , D linealidad y OpOSIClon-/ E Tres ejemplos de combinaciones entree alces y barcos " . B F Linealidad, opos.cron y A . . ~ superposició n MI¡-(' 'o~'''~ ~ ~~O . ' t'l~,~-n,. ~ '):f ~ -. :x; (1 ~ . '\ , , • ~ FE Fase e posib ilidad (1) Seres humanos en forma de triángulo (gente de ma r, forasteros. Este ) Seres humanos en forma de palo (gente de tier ra adentro . gente del pa ís. Oeste) C lan A Clan B Clan e Clan O Clan E . . Clan F Clan G Clan H Clan r Clan J perf il de bar co de hoz perf il de suela de .. alce barco de bastón co n pescado pájaro a lce trazo doble pez zapato captur ado trazo simple cabe za de alce (tie rra) (ag ua) (cielo) (agua) (tie rra) (tierra) (ag ua) (cielo) (agua) (Cielo) (fem enino) (masculino ) (femenino) (ma sculino) pos ibi lidad (2) Seres huma nos en form a de palo (gent e de tie rra aden tro, gente del país, Oes te) ~_ _I_ - Seres humano s en forma de tr iángulo (gente de mar, fo rasteros, Este) ~_ _I_ - Clan A Clan B Clan e Clan O perfil de barco de trazo alce barco de t razo alce doble capturad o simple (tie rra) (agua) (tie rra) (agua) (femenino) (masculino) (fem enino) (masculino ) Fig:. 7.2. Relieves de N ámíorsen con parte. abajo, del esquema estructu ral elaborado por ttn-. pura fa i I11eI1)/"(!/(/ÓÓI1 de fas ~'gt·J Ja S. 146 TEORíA AR() L:EOLÓGICA. lJ-, A INTRODUCCIÓN ARQUEOLOGíA Pü STP ROCESIJAI. y ARQCE0 1.0G iA lNT ~R PRE' IA l l\ 'A 147 , 1 ~\ I , \ "" ~ \ , o 2 f I I m o PIC. 7.3. Hall medieval [lohnson, 1989), te , dando ad emás acceso a los pequ eños cuartos de se rvicio. En el o tro extremo, la c ámara alta se ilu m ina ba mediante una gran ve n- tana y dispon ía de herrajes para colocar un escaño en el qu e se' sen taba el du eño de la casa Vsu esposa. E ra fácil, pu es, cont emplar al hall como una mues tra de Idco- logía . Las cá maras alta y baja refle jaba n las di ferencias socia les. El hall presen taba a través de su a rqu itectu ra la es tra tificación social de la casa como algo es tablecido e in mutab le. El du eño y su espo- sa ocupaban la cámara a lta y la hab itación a la que se abría; los sirvientes trabajaban v moraban alrededor de la cá ma ra ba ja. A la hora dc comer; el hail actuaba como un microcosmos dei orden social. Cada uno com ía sie mpre en el mismo luga r, enfa tizando la idea de la casa como una co mun ida d bien regid a , pero cada un o ocupaba el extremo que le correspo ndía , acentuando las d ifcre n- cias de cstatus social entre sus diferent es morad ores, Pero la in terpret ación del hall puede no ser tan simple. Había otras divisiones en el interior de las casas en esa mism a épo ca que complican las cosas. Las mujeres ocupaban una posición social y eco n ómica importan te en la familia: controlaba n la producción de cerveza y de productos pere cederos , m ien tras que los textos políti - cos y morales las idealizaban, oponiendo la pa rte do més tica de la casa , el do m inio de las mujeres , a la esfera pública representada por los cam pos circundantes y la callc. Había tensi ón y con l1 icto en tre la pos ición decisiva que las mujeres ocup aban en los asuntos econó micos v en la rutina diaria. y la ideo logía patriarcal. Así pues, traté de explorar si en tre las m uje res y los sirv ientes existían «lectu ras. dis tintas del m ismo espacio. Estas «lec tu ras» eran sobre todo im plícita s, pu esto qu e raramente se mani festaban ab ierta- mente . También traté de estudiar el contexto en el qu e aparecía el hall abierto a base de examina r ot ros tipos de uso del espacio en gene - ral, en la mi sma ép oca. En pr imer lu gar examiné los campos y ar- gumen té qu e de modo parecido a co mo el ha ll ab ierto po día ser franqueado po r todos aunque estaba subdividido, los «campos abiertos » no tenían vallas y se cultivaban en régimen de coopera- tiva, a pesa r de es tar divididos en parce las. Seguidame nte me inte- resé por las iglesias y observé qu e el espacio ritual estaba a su vez divid ido entre la nave y el pres biterio. Así que pe nsé que exist ía una serie de metáforas espaciales con las que convivía la gente co- mún, q ue pasaban por la esfera dom ést ica , la esfera del trabajo y la esfera de lo religioso. El deb at e entr-e arqueólogos so bre el significado del hall abi er- lo no puede con tem pla rse indep en dient emente de Sil con texto po- lítico y cultu ral. La «casa vernacular» ocupa un lugar cen tra l en el iln ag inHr io pll !l1l1:1I ' ~()hn' la Inglaterra tradicional. Tales im ágc n.-. ,¡ l' 14R T EO R í /\ ARO UEOLÓf", ICA. l.iN .~ INT RO Ill J(T IÓ' AR(Jl W,1JI 1)( 11 /\ 1'1)STI'HI H ' I ~SI !i\ L y .>\ Rü l !EO LO G íA J 'T I~ K P I{ I ~' I , \Tl \':\ 149 im plican un elemen to de co ntinuidad con el pasad o agra rio csc n- cial e in mutable de la «vieja Inglaterr a», según el cua l, «los ingle- ses» se ven como una comun idad orgánica , conservadora y tradi- cio nal. En el mism o año que publiqué el trabajo, el p rimer minis- tro conserva dor John Major relacionab a la «vieja Ingla terra» de siempre co n una visió n sob re la permanenc ia y cont inuidad de lo es pccílicam en re britá nico, con esta s fra ses: De aquí a c incuenta uños Gran Bretaña seguirá sien do e l pa ís de las sombras a la rgadas so bre los ca m pos de nuestros conda dos, de la cerveza li b ia , de los subu rbios urbanos resp la ndec iendo de verde, de los a m antes de los per-ros . .v - como dijo Gcorg c Orwc ll-s- de las «viejas ma tronas peda leando a tra vés de la at mósfera neblinosa pa- ra ir a m isa», .\' s i logra mos a b rirnos paso , Shakcspcurc se segu irá leyendo incluso e n la esc uela , Gra n Bret a ña sobrevivirá s in ca m bia r todo aqu el lo q ue es esenc ia l 001111 Major. d iscu rso , Re u ni ón del Grupo Co nservador Europeo , 22 de a bril oc 19( 3). Al situar esas casas en un con texto de p ro funda cris is ru ra l y de cam bios, y al poner de relieve sus diferen tes significados para los d is tin tos m iembros de la casa, esta ba yo replantean do de forma implíc ita men te negati va la im agen pro fundamente conservadora del cam po inglés y de lo «ing lés » en términos generales . El co- men ta rio político era inevitable: a lli est aba quis iera o no. En aq ue l momento no cru mi in tención hacer una crí tica de los pu ntos de vista de John Ma jar: sin em bargo, una rclcctura de mi trabajo ba- jo ese prisma me pareció qu e era un a opc i ón perfectamen te v álida, aunque fuera una más de las muchas lecturas posibles. ¡Pare po r 1111 111OJ1lf!11l0/ Tengo 11111chas cosas que preguntar. ¿Puedo re- trotraerle al punto 6? Segura mente existen m uchos problemas eD il relaci án a esta onalogia C0I1 los textos. Sí, los hay. Muchos arqueólogos de] entorno postprocesual han manifestado que deberíamos desprendernos de esta analogía. Se ha insi stido en que los objetos mat eri ales vehiculan significados de una forma nada parecida a como lo hacen los tex tos . He hablado a fondo de los textos porque co ns tituyen una buena introducc i ón a las ideas su byacen tes que qu iero co munica r; Tod os leemos textos , por lo que fác ilm en te po dernos co mprender la analog ía p lantea da. Algu nos pensadores, en cambio, han dirigido su atenci ón ha- cia las tradiciones de la [enotn enologia tal como In desa rrollaron liloso íos co mo Schutz, Husserl y He idegger. La Icnomenologfa es el es tudio de la experiencia huma na co nscien te en la vida diaria , Por ejemplo, en vez de pensar en los monu m entos co mo textos que pueden leerse de muy divers as manera s, personajes como Chris Gosd en , Juli an Th ornas y Ch ris Ti1l ey han ha blado so bre la forma que tiene la gcn tc de move rse entre los monu mentos , sobre lo que ven desd e diferentes pun tos, sob re c ómo afec ta a su per- cepci ón la experiencia física del monu me nto - utiliza ndo un a met áfora corpora l m ás q ue lin gü ística-o La frase que m ás ci rcu - la a finales de la década de los noven ta es "pe nsar a través del cu erpo ) . Una de las ventajas de la metáfora corporal es qu e pon e de re- lieve la falsedad de la oposición entre materia e idea mencionada más arriba . El cuerpo es un a en tidad indi scutiblemen te rea l y físi - ca - como dijo Sha kes pca rc , «nu nca hu bo filóso fo que soportara un dolo r de mud as pacientemente s -> y al mi sm o tiempo indiscu- tiblemente co nformada de acu erdo co n unas determ inadas ideas; sociedades dis tin ta s tienen idea s diferentes sob re lo individual, el género y la forma de funcion ar del cuerpo humano. Así que 105 postprocesua listas recha zan el va lor de la contrastaciou. ¿N() será que m erecell que se les t ílde de relativistas? Bien, repi to que 11 0 «niegan su va lor»; reivind ica n por su pa rte qu e, en la práctica , ningún arqueólogo, proceda de dond e proceda, contrast a de forma rigurosa la teo rí a con los «da tos brutos». Ciertame nte qu e no podem os contrast ar los pensam ien tos de la g(' l lte, (:Cómo podremos lllfl/c a saber lo que la gen te pen saba ? No es que estén fO- do s IJIlle110S, es que su cultura y sus valores eran JlUI.\ ', pero que 1111lY dlte - ren tes a los nuestros. I1s sos pechoso que los dos ejem plos escogidos (Nelson J' la....· [oniíícaciones rOl1lalu l.... j pruvellgl/ll de la historia militar. Es mu y diftc il, pero tod a la arqueología es difíc il. Es verd ad que, en m i opin ió n, la mayoría de los m ás interesa ntes y fru c- tíferos ca sos es tud iado s por los pos tp rocesualist as salga n de la arq ueología hi s tó r ica, donde ex is te mucha documen tación y rDU- cha in form aci ón ctnohis t órica utili zable para pla n tearse cucstio- nes sobre (as mentalidad es (véase cap ítu lo 10). Es to pone de re- lieve la importan cia d e di sponer el e abu ndan te inform ación con- textu al. 154 ,],1~{)RJ¡\ AROUEUI..OG!U\. l:NA INTI{(lllll('('I()N AROU!-'))u)c;íA 'y' CENUZO ¡SS se pronunciaran sobre estas cuestiones centrales desde las diferen- tes posturas teoréticas. El género Uno de los temas actuales que más despiertan el interés en te aria arqueológica es el de la arqueología del género. Como suce- de con otros temas de arqueología que de repente concitan un Inte- rés creciente, su progreso va relacionado con el progreso en torno a los problemas del género que sc manifiestan en otras disciplinas, particularmente la socIología, la Iiteratura, la antropología y la historia. También ha ido paralelo al auge del movimiento feminis- ta y de la teoría fcminista en general, aunque en este punto, el pen- samiento arqueológico ha quedado algo rezagado con relación a esas otras disciplinas. La arqueología del género abarca diversas cuestiones que in- cluycn: la corrección del sesgo androcéntrico en arqueología, la crítica de las estructuras que gobiernan la práctica arqueológica; la revisión de la historia de la arqueología, la investigación del gé- nero en arqueología, Ji una critica de lo que se ve corno naturaleza androcéntrica del conocimiento académico y del mundo académi- co en general. Todas estas cuestiones han ido tornando impulso y hasta cierto punto conocido un notable predicarncnto desde los inicios de la década de los ochen tao La corrección del sesgo El Interés por la arqueología del género empezó. en parte, con una crítica de las presunciones androcéntricas. El androccntrismo es la creencia de que los hombres son el centro del mundo, sea porque se considere que son los responsables exclusivos de edifi- car la sociedad, o porque se conceda en general a las mujeres un papel meramente marginal en esta empresa, El ejemplo más evidente es lo que las feministas llaman el uso sexista del lenguaje: el uso de la palabra «hombre para desig- nar lo humano, sin ir más lejos. Considérese al efecto las dos ci- tas siguientes de Fiona Burtt, de un estudio sobre los libros infan- tiles: Los temas favoritos de los artistas de la prehistoria parece ser que fueron los animales y las mujeres. Es muy lógico que fuera así, ya que ambos eran indispensables para el hombre prehistórico (igual que lo son para el hombre del siglo xx). Los animales eran una garantía para la supervivencia cotidiana y las mujeres una garantía de supervivencia generación tras generación (Mitchell. 1981: 31). Los hombres primitivos hacían sus casas en las cuevas ... Fabri- caban rascadores y huesos con la punta afilada .. Sus mujeres usa- ban los rascadores para limpiar la cara interior de las pieles de los animales (Unslcad, 1953: 7). También hay ejemplos académicos menos obvios y por lo tanto más difíciles de identificar. El siguiente ejemplo es parle de una explicación sobre la evolución de la arquitectura inglesa desde el castillo medieval a la mansión renacentista realizado por un autor atcorético confeso: Hacia el Iinal de la Edad Media .. se dejó al particular que esta- bleciera y mantuviera su propia seguridad, garantizada por los lazos de dependencia personal de sus dependientes y mediante demostra- ción pública de fuerza. Desde finales del siglo xv, sin embargo.. los nacientes Estados que aumentaban rápidamente su capacidad de imponer la autoridad podían sin p-oblcrnas circunscribir el poder del ind ivid uo particular y al mismo tiempo garantizar más efectiva- mente su libertad dentro ele límites muy estrictos.. se deja al partí- cular que defienda su reivindicación de estatus y de autoridad no só- lo mediante el ejercicio de los poderes que le han sido otorgados por el misrno Estado, sino también mediante el cultivo de distinciones mas personales (Coopcr, 1997: 120). ¿Qué falta en cste párrafo? ¿El particular que aparece es exclu- sivarnente masculino, o incluye también a las mujeres? Cooper puede lácflmente confiar que sus lectores sepan o asuman que aquella sociedad era muy patriarcal, por lo que debe referirse bá- sicamente a los hombres cuando habla del Individuo particular, Pero resulta que una minoría de constructores de mansiones en aquella época eran mujeres; entonces, el lector del párrafo, o pres- cinde simplemente de este dato, las trata como sustitutos de hom- bre con las mismas ideas )' actitudes, o asume que fueron una ex- cepción. ¿Cómo debían entender las mujeres aquella "libertad" en un período histórico en que muchas de ellas sufrían malos tratos 156 1l::.OR IA AR QlJEOU HlI CA. IJ\i ¡\ IN'l' !>:' O J)[ I(' ( I( ))\ A IH) 1 I,'J ll .()CÍ,\ y r ;¡';:,I\.I ·: f.I.() 1.'07 co n la sanción del Estad o y que era n considera das por la ley, la po- Iitica y la religión co rn o in feriores a los hombres? Cooper 11 0 nos lo explica . Situa r a la s mujeres cn su s itio en la historia cues ta mucho tra- bajo; de entra da , la revisi ón comple ta de los térmi nos comu nes es- tablecidos ~r de giros habitu ale s C0 1110 «hacer p úblicas». ( pode r » o «a ut ori dad ». Es to s t érminos , que son en pr imera lect u ra novios, a ho ra se tornan basta nte opac os . Por lo tanto resu lta muv di fícil situar a las mujeres (ta mb ién a los hombres de estra tos sociales bajos )" a los n i ños) «ocupand o S lI s itio en la foto »J y de fo rm a in- co nscien te nos sentim os muy poco inclinado s a hacer este esfuer- zo. Las mujeres co nstituyen u n «proble ma» : la literat u ra especia li- zada está llena de di scu siones so bre las difi cu ltades m et od ol ógicas de interpretar la forma de pensar de las mujeres du ran te el perío - do histó rico que Coopor ana liza . Pero de hecho, el p roblema ha sid o cread o . co mo m ínirn o en pa rl e , por di scu rsos corn o el que hc- 1110 S comen tado. Las le rni n ist as sos t ienen que es im porta n te ai s la r los su puest os a nd roc én tri cos, porque cuando a lgu ie n a fi rma q ue el domi nio masculino es a lgo normal o na tu ral en la es pecie hum ana , se re- fiere implícit amen te a la forma de se r de la hu manidad en el pa- sado leja no o incluso cn el mun do de Jos prima tes . Pero es te a rgu- men to , sugieren las feministas , es circular: Cua ndo exa m ina mos es tudios arqueológicos em píricos sobre el pasad o , como el de Co- oper, o estudios etnográficos sobre otras cultu ras , o es tudios an- tropológicos sob re los pri ma tes, nos a perc ibim os qu e ha n sido realizados desde una perspec tiva sesgada a favor del g éne ro mas- culino. Este sesgo es tanto más difuso cuan to qu e es, tan a mcnu - do, inconsciente . Los estudios etnográ ficos constit uyen un b uen eje mplo de to- do esto . Exis ten varios es tud ios sobre diversas cu lturas que sugie- ren que «el dominio masculi no » es un hec ho universa l. S in em- bargo , co nsidérese po r un momento la natura leza de la in form a- ción u tili zada. Gran parle de e lla fu e recogida en el s iglo XIX por etnógra fos masculinos con actitudes victorianas so b re es lOS pro- blemas. Los etnógra fos escogerían de forma «na tura l» ha bla r con los hom bres de la tribu acerca de su sistem a poiítico .\' no con las mujeres , y tendería n a in terpret ar las respu est as obtenidas con relación a los preju icios y las expec ta tivas de la época. Por lo ta n- to, las antropólogas feminist as creen que la in for mación derivada de las actividades etnográficas tradicion a les ha de ser cuestiona- da y pasada po r el filtro de la teoría en vez de ser acep tada de for- ma acr íl ica . Otro ejemplo de androcen tris rno es la pro pia histori a de la a r- queología. La lectura de la mayoría de los manuale s tradi cionales muest ra un desa rro llo de la arqueo logía protagonizado por los d escub r im ientos d e «g ra nd es figu ra s », S in e m bargo , no ha [a lta - do qu ien h a a fir mado que la conuibuc ión de las mujeres a l pen - sam ien to a rq ueo ló gico ha sido sis te rn áticamcn tc m in im izado por los hi sto riaclores d e la a rqueolo gía . Figu ras co mo Doro rhy Ga- rrod o .I acqu ctta Hawkes acos tum bra n a ser dejad as de lado en muchas de es tas obras o reb a jada su con tri buc ió n. Una de las tendencias actuales de la arqueología fem inista pre tende rc dc scu - brir V reescri bir la ht storia de la arqueolog ía para re flejar los ]0 - gros de esta s muje res . Este: revis ion ismo se j us tifi ca tanto por el s im ple deseo de «co nta r el pasado ta l co mo Iue», C0 11 0 para pro - p orci onar mo tivo s d e inspiraci ón a las jóvenes a rq ueólogas que em p ieza n. Choca ver c ómo en resp ues ta a es ta crüica , las n uevas ed iciones de los ma nu ales clásicos ha n sido modificadas a fondo (co m pá re se la primera ed ició n co n la seg unda del manua l de Rcn - Ircw y Bahn). Crítica de la pr áct ica arqueoló gica Las arqueólogas femini stas cues tiona n la pos ició n de las mu je- res den tro de 1" profesión en base a la existencia de prácticas dis- crimina torias muy hab itua les: sex ismo cla ro en las polít icas ele empleo , SeXiS1110 en el sistem a de promoci ón y financia ci ón en las u n iversidades y ce n tros de inves tigac i ón , etc . Por e jem plo , Joan Gcro ( 1988, 199 1) se ded icó a analiza r la concesión de fondos para invest igación . Descubr ió qu e los hom- bres tenían es tad ísticamente más éxito que las muj eres e n la ob- tención de d inero para excavar ~' hacer traba jos de ca mpo; en ca m- b io , las mujeres tenían más pro bab ilidades de ob tene r ayudas pa- r a lo que Gero denomi nó la realización de «tareas arqueol ógicas del hogar »: an ális is de ce rámicas y de mat erial medioam bienta l. Gero se preguntó sl podría causar sorpresa algu na que las inter- pretaciones ob tenidas de los tra bajos de campo enfa tizaran los es- tereotipos consabidos . Nótese que gra n parte de lo que Alisan Wylie (1993) llama «acti - vidades de tercera» no dependen de un sesgo machi sta manifiesto ni ISS TE OR íA AROCEO LÓ<;ICA. UNA INT ROIl UCCIÓ' \ H.I) I 1:111 1) ( ,1,\ \ ( ; J; r\H« .1 1 :; ' ) de ac titudes abiertamente chauvin istas sino que depend en de prá c- tica s m ás profundas y m ucho menos obvias, tales como la forma dc usar el lenguaje, las presunciones oc ultas acerca de las trayectorias profesionales de am bos sexos, e incluso del uso de determ inados pa - tronos en la forma de escr ib ir .Y convers a r. Esta observación tiene dos im plicaciones . Pri mera, que p ue de argurnen ta rs c que todos par· ticipa mos de los co m portam ie ntos sexistas, a unque po r principios nos opongamos a l sexismo. Segu nda, q ue las cos as s in importan - c ía de nuestro com portam íe nto cotid iano se relac ion an con prác- tieas de más en ju nd ia: ,do pe rsonal también es polít ico». Hasta aquí hem os exa m inado dos temas que no leva nt an de- masi ada controversia : pocos se a tr even a disputar el hech o de q ue las in terpr etacio nes de tiempos anteriores refleja ban el sexism o cons cien te e inconsciente de su tiem po, () que las mujeres siguen di scrim inadas en nuest ro tiempo en var ios á m bitos y qu e la profc- sió n a rqueo lógica 10 re fleja , Los dos puntos sigu ien tes se m ueven por un terri tor io m ás d ispu tado, Arqueologías del género El tercer pun to es el deseo de ex plo ra r la construcción del g é- nero en el pas ado a pa rtir de la in formación conte nida en el regis- tro arqueológ ico. Si pensamos que es legitimo estudiar la estrarifi- cació n social o las relaciones comerciales de sociedades qu e h an desapareci do , ¿por qué no estudia r también los ro les en fu nc i ón del gé nero ? Se dice que tales roles varían de una cultu ra a o tra . Los es tu- di osos esta blecen u na distinción teorética en tre sexo y g énero. El se xo es bi ológico , se d ice , y nuestra biología no varía (a unq ue in - c1 uso esto pu ede cuestio narse; véase más abajo). En ca m bio , hay una diferencia entre nacer bi ológicam ente ho mbre o m uj er y la ex- periencia de ser m ujer u hombre en una so ciedad dada , Pued e ar- gurnen ta rse que la forma de com po r ta rse como homb re o com o mujer no pasa por el rasero de lo q ue hay q ue considerar co mo "no rm al o «na tu ra l». Por ejem plo, en la Edad Media era normal que los caballeros llora ra n o desfa llecieran; en cambio, en el siglo XIX eran las m ujeres la s q ue llo ra ba n o desfa llecían , mi entras que los hombres mantenían el rostro impasible . En alg unas cultu ras, las mujeres so n sexual m ent e dom inant es, mien tras qu e los hombres se muestran pasivos . E l género , pues, es una co nst ru cción social, uun acep tando el argum ento (k que el género genera lm en te es a tri bu ido e n fu nc ió n de la biología , El ge ne ro varta de u nu cu ltu ra a otra . E l deb a te se ce n tra hoy día en det ermin ar en qué medida varía Y' hasta qué punlo vari a , asf co rno e n determinar has ta dónde llega n Jos víncu- los en tre géne ro .v sexo. De ello se sigue q ue si es t .111 10S in te resados en el pasa do, no po- de mos da r po r s up uesto que las mujeres y los ho mb res se co m- portara n d e hl mi sm n form« en todas las sociedades . Por ejem plo , 110 Jl O c\l'1Il 0 S da r por su puestas en d pas ado di s tinc io nes co mo las que pueden da r.se en tre los úrn b i i os dorncsticov p úbl ico , o entre la caza :' la recolecc i ón () cu tre la vivie nda y el m undo alrede dor. E n ca mbio , sí qu e debernos pregun ta rnos sobre los diferentes roles asu m idos por hom bre s .v mujeres en un períod o dado . Ta les roles pu ede n habe r s iel o sim ila res o pu ed en ba be l' di feri do: lo im- po rtante es hace rse la preg unta : ' no d a r por supues tos dete rm ina- dos tipos de di visiones . Cierta men te, debcrtamos cuc stíonarn os la presunción ta n habi tua l de In exist enc ia de una divis ión b inari a ['í- gicLi cid uu baj o (los homb re hacían esto V las m u jeres aque llo) . Se nrgu rn cn ta qu e en la prácti ca, la arqueología e n te ra es lá lo - da traspas ada por la cues tión del gén ero. Los q ue así pie nsan d i- cen que los arq ue ólogos en su trabajo hacen co rui n uamcruc pre- su nc io nes sobre el gl'll eI"O, co rno apu n tarn os 1l1ÚS a rri ba, ~' q ue no ex is te la eSptTÍL' de l lib ro de h istor ia neutro en cuestiones de gé- n ero . Pense mos en la ci ta de Co opcr o en la m anera de evalua r las diferen tes ac tivi dades hum a nas. Ex isten incontables descripciones so bre los procesos de espe cia lización que dan lu gar a los di sti ntos o fic io s . a u nq ue muy pocn s sob re los métodos de pre paración de los alimentos . DÍL'cn las le m inistns que en la mayor pa rl e de la li- te ratura espec ial izadu exis te la presunció n impl ícita d e q ue las ac- tividades a r tesanas es pec ia lizadas eran u n asu nt o de los homb res , po r lo que e ran im porta ntes: en cam bio . CO IllO las ac tividad es de preparació n de In com ida CI'3 11 co sa de las mujere s, va no res ultan lan importan tes. La prep ara ción de la comida puede haber sido obra de hom bre s, de mujeres o de am bos, pero quien prepara los nlirnen tos para ser cons um idos está haciendo algo rea lmente im- po r ta n te para la Iorrnaci ón de una cu ltu ra . La a rqueologfu del gé nero ha conducido en la pr áctica al rec- xa rncn d e remas arqueoló gic os m uy concretos co rno la a rquco lo - gía doméstica , y ha co n tri b u ido a am p liar la reflexi ón abarcando cosas corn o la arqueología ele los uiños y la arqueología de la se- 164 T EORiA AK-Ol: EOLÓ(; ICA. e N:\ INT ROIH I( n o " ¡\ 1 ~ () \ 1 1 ·: () 1.0( ; 1i\ y ( i E N ERO l bS El reconocimiento de qu e «la po lít ica y los productos esen- de] co nocimiento so n cosas funda me n ta lmente insepara- insiste n en que muchos es tudios so bre e! gé ne ro no parten de las crít icas del fem inismo, ni se apoyan en ellas . Naturalmente qu e todo depen de de la definición de femin is- mo que adoptem os. (Nunc a fu i capaz de averiguar en qué con- siste exactamente el femini sm o: sólo sé que la gente me llama Fem in ista cada vez que expreso sen timientos que m e diferencian de una prosti tu ta » (Re becca Wes t, 1913; citado en Hu mm , 1992: 34). Más espec íllca mcrue, Conkey y Gcro se a poyan en las crít i- cas fcminist .as a la ciencia para señalar que existen cua tro áreas que , en su opinión , di stinguen a la i.nvestigación Ieminista en ar- queología : 1. ciales b les »: 2. El reconocim iento de que la racionalidad es un «globo m i- tific ado que en la realidad de la práctica cient ífica cotid iana nun- ca aparece »: 3. «La relación con un es tilo de conocimien to que favo rece una aproxim aci ón a lo «íntimo» y "una com prensión mati zada de los datos, 111ás que con el pensam ien to ca tegó rico»: 4. Un d esa fío al «orden di sciplin ari o básico» .v el es tím u lo de pu ntos de vista a lternativos (Conkcy v Gero, 1997: 427-4 28). Conkcy y Gero arguyen que la arq ue ología feminista es , o de- bería ser, un ejercicio peligroso y t ransformador: Ella s reh úvcn tra- ta r «sobre el género en los estudios prehistóricos sin a ntes cam - biar la arqueología ) e insist en : Una a rq ueo logía que se to ma al feminism o en se rio ha de cam- bia rse a s í misma y ser colectiva. De la teoría feminista surge n csr u- dios radica les: rigurosos, erud itos , in formados y bien orie n tados. precisa ment e porqu e las ideas y los va lores tra d iciona les apa rece n profu ndamente diferentes cu ando son contemplados desd e u na perspe ctiva ce ntrada en la mujer. Algun os han qu erido lla m ar a esto (ver el gén ero en todas pali es » y le han ap licado el térmi no dcsprc- c.iativo de «gende liriu m». Pero el gcndelir ium es un términ o igu a l- men te apio con el que critica r el a ndrocc ntr ismo de Occident e, con sus reglas cuadra das d irigidas a garantizar u na ú nic a ma nera de ver las cosas (Co nkey y Gcro, t997: 424 y 430). As í pues, para Conkey y Gero , los es tudios arqueol ógicos de l género , aunque provengan de tin a gran variedad de enfoque s, el p unto de vista fem in ista es e! que cuestiona más a fondo la prác ti- ca habitu al. De acu erdo, parece que /10 podernos asegurar qué liacian en el pasa- do hombres :V muieres. Pero entonces, ¿cómo podem os empe zar a habla r de género? Tu pregun ta plantea el pro blema del esencialismo , Según cier- tas Ie mi nistu s. no hav nad a de esencia l en la «na turaleza fern en i- na ». Por lo tanto, rech az an «el esenciali smo bio l ógico », es decir, la pretensión de definir ro les de género comunes a todas las cu ltura s , basados en hechos b iológicos tales como la superior fuerza co rp o- mi de lus hombres o el pa pel de la m ujer en la procreación y cría de los hijos. Pien san que es tos hechos son u na construcción socia l. Por ejemplo , cuestio na n la forma binaria de presenta r la s d ifere n- cias de gé nero e n los es tud ios biológicos. El prob lema qu e plan teas es que si no po demos determ inar con cer teza qu é tipo de actividades realiza cad a gé ne ro, en tonces no hay manera de decir nad a positivo sobre la cons trucción social del género en una sociedad con creta, particularmente si és ta es prehis - tórica. Una for ma de salir de es te em bro llo es ela borar un arg u men to contex tual. Liv Gibbs (1987 ), por ejemplo, indag ó en Dina marca qué o bjetos se asociaban a cad a gé nero e n los e n terramien to s prehi stóricos, luego am plió la investigaci ón examinando los mis- mas t ipos de objetos en con textos domésticos. Otra forma de avu n- zar es apoyarse en un ese ncialismo lim itado: por eje mplo, tra baja r con la hipótesis de que la cría de los hij os im plica una relación es- trecha de la mujer con los contextos domésti cos. Antcs se ha d icho que la problemáti ca de! género a traviesa rransvcrsalmente las categorías teoré ticas. Pero a mí me pa rece que se relacion a sobre todo co n la arqueolog ía pos tprocesual. Ambos movim ien tos ponen e n relaci ón la arqueología con la p o lít ic a , am- bos tratan de es tud iar los conflictos y las desigu aldades, ambos tra- tan de escrib ir narra tivas que íncluyan el ámbito de lo personal. .. La arqueo logía del g énerov la arqu eología postprocesua l se rela- cion an est recha men te y tam bién co n el pensamiento Femin ista. Mu- chos de los jóvenes arqueólogos de los aíios ochen ta mantuvieron rel acion es , y aún siguen man teni éndolas , con ambos movirn ien to s, especialm ente en Gran Bretaña. Hay una serie de cuestiones co- munes que asu men, especialmen te : al una am pliación de la noción 16h rI':ORIA i\R()líl':()L(H ;]( '1\. 111\;\ I'\JTI·UlIH '( '( '1( li\. \I{()\ rr ll()( 01,'\ 1 (; I <;r:« I I () / de «política»; b) un énfasis en los contextos menores, locales o do- mésticos; e) un énfasis en las experiencias personales de la vida y" c'n las conciencias i ndividuales: d) un énfasis en los conflictos de la vida diaria, v el un énfasis en la legitimidad de la diversidad de en- foques tcorcticos. No obstante, sospecho que cuando se escriba la historia del postprocesualisrno de los aClOS ochenta se verá que no se ha reconocido suficicntcmr-nto el papel representado por las fe- rnirristas. ! !(}V, la mavoría está de acuerdo en que la corrección del sesgo sexista en el lenguaje científico es algo perfectamente 1cgítirno e incluso al~o hmdamcntal. Se ha realizado mucho esfuerzo en ese sentido. De modo parecido, se piensa que no debe producirse nc- ces.uiarnente conflicto entre la defensa de puntos ele vista posit i- vistas en ciencia :v la exigencia de plantear problemas relacionados con la Iorma de proporcionar trabajo a los arqucólngox, o el CU111- plirnicnro del principio de In igualdad de derechos. Es perfecta- mente factible reclamar que en arqueología se adopte el «método científico» V al mismo tiempo reconocer que la profesión necesita plantearse los problemas de la discriminación. Sin embargo, de acuerdo con el método positivista, la posición de cada cual con respecto a las cuestiones de contenido político, corno el principio de igualdad, 11a de rnantencrse separada de Jos juicios acadérnicos personales. Algunas feministas. en particular en las ciencias humanas, se pronuncian con rirrneza contra lo que entienden arnhigua )" resba- ladiza forma de abordar determinados ternas por parte de los se- guidores del postproccsual ismo, en el sentido de dar cancha exce- siva a un multifacctismo que desdibuja la percepción de la explota- ción y el dcsarnparo en el que vivían las mujeres en el pasado. No deja de ser irónico, señalan, que ahora que I3s mujeres empiezan a cambiar las cosas :v él tornar su parte del pastel, se descubra que to- do se reduce a una cuestión de lenguaje. Alison Wvlie escribe que las posiciones relativistas .v consu-uctivistas duras encar-nan lo que p~lrecc ser una ¡l1L'o]ogía de los poderosos. Sólo el mas poderoso, el que más éxito obtiene en la lucha por el control del m u n do , puede escoger. Cualqu icr a que no tenga Tal poder o que le falte la invcsti- dura que le capacite pa ra CLTcr en su poder se vuelve .iolorosnmen- k conscicntc lk que ha de afrontar una rca. idad in lransigcntc que el-oca contra su vida en cada esquina (Wvl¡c. 1CJ92h: 2.::;). Exis te una crítica relacionada con todo esto: la critica de la in- clusión. Las tcministas a menudo tienen la irnprcsión de que se tiende a secuestrar sus argumentos, es decir que se sobrccnticndo que forman parle de «argumentos más amplios», m.uxisras o Pl"O- píos de la arqucologfa postprocesual, por 10 que t ieuden a ser sub- surnidos v fiualmerue ignorados . Piensan que esto sucede especial- mente cuando los postproccsualistas hombres éllTcdcn a pos icio-- nes académic-as de nivel. Para rcxurnir, tanto en la nrqucologia del género como en el ~~e·" no del movimiento Icminis.a conviven una gj'~lll divcrsid:«! ele en- foques que en ocasiones se traducen en tcnxioncs. IVlllch~\s de cs·" tas tensiones se reflejan en la teoría arqtlco!úgica eJi su conjunto: otras iudicun el camino a seguir para descubrir idcus !1\ICVaS con las que superar algunos de los debates mas cstér.Ies de jos Ú]UlllOS tiempos. CAPÍTULO 9 ARQUEOLOGÍA Y EVOLUCIÓN En este capítulo pretendo examinar cómo plantean los dist in- tos enfoques teoréticos la cuestión de la evolución. De forma simi- lar a C0l110 ocurría con la arqueología del género descubriremos qué actitudes diferenciadas en torno a la evolución revelan puntos de vista diferentes sobre la teoría y la práctica arqueológicas en su conjunto. Y también qué actitudes distintas dentro de la arqucolo- gía encuentran sus paralelos en una gama similar de actitudes que conviven en el conjunto de las ciencias socia1cs. La palabra evolución no tiene una definición fácil; se trata de un concepto que ha soportado una enorme cantidad de significa- dos, muchos de ellos contradictorios entre sí. La forma mejor de conocer tan distintos significados es explorar la historia de la ar- queología y de la l11i5111a evolución. Los orígenes de las ideas evolucionistas se remontan al Renaci- miento )' en particular a los primeros encuentros entre europeos :y representantes de otros pueblos, en distintas partes del planeta. Si penSaI110S en esos orígenes descuhrimos que las primeras ideas so- bre evolución están estrechamente relacionadas con el desarrol1o de la arqueología como disciplina. Antes del siglo xv, los ancestros eran vistos como gente muy parecida a la gente de cualquier otra época. La idea de que la gente del pasado vivía de una manera dis- tinta, tenía otra cultura y otro sistema de creencias, y por lo tanto, que todo ello tenía que ser interesante de conocer, no formaba par- te de los planteamientos que se hacia la gente antes del Renací- miento. Los exploradores europeos de los siglos xv y XVI se dieron de bruces con una paradoja intelectual cuando encontraron a los pri meros nativos, especialmente en América. Los nativos eran distin- 174 ' l'I ~ (J R 1/\ ,\ !{ U L!":O !.OC IC/\ . t l '\ l\ rvrr« JI)! ( '( ' 11 ):'\1 ¡\ I{ U I :E I H I J{ , l,\ Y rvu r i .c u», 17.'> de desarroll o so cial d e ca rác te r «evo luc io n is ta» , a unq ue 110 nccc- sa riam cn tc se lla men así. El m arxismo clásico , por e jem plo, es ta b lece que todas las so - ciedades atraviesa n po r las mismas fases d e d esarrollo: corn u n ís- 1110 pri m iti vo , a n l igüed ad, fe uda lism o . ca p ua lism o . Marx ~. Engeb co noc ían el pensam ien to d e varios pensadores evo luc io n istas del s iglo X IX, espec ia lm en te de Main e y Morg a n, ele q ui en es reci bieron u na profu n da in flu en c ia . En la cláxicn o bra d el pc ns.un ien to ma r- xis ta ded icada a las soc ied ad es aut iguax, t itulad a lo:...· v J"Ígt'l les de fa [antil la, III propiedod privada ." el Estado , I'ngel s nrg umen ta , utili- zand o tes tim on ios e tnogrú[icos (que resu lt a ron fa lsos) d e so cied a- des «prim it iva x». qu e las tres formas so c iales objeto d e es tud io (la fa milia n uclear, la prop iedad pri vadu v el Es ta d o cc unu lizad o) no exis tía n e n lBs soc iedades p rc -modernns. Muchos esq uemas so bre evolución cult u ral tienden ~ \ clasifica r a la s sociedades so h re una mi sm« es ca la que va de las rn ás s iln plcs a las m ás com ple jas . fundamenlá nd osc en la rea lid ad em pfrica de la propia hi s to ria de las so cied ad es hu m a nas: de los «s im p les » ca- L.mJorcs-rcco lcc to n: s de h ac e m ilen ios. a las socied ades «co m p lc- jas » del prese nt e . Para Leslie W hitc , es ta evo lució n d e lo s im ple a lo co rn p lcjo se ex p licó con JO un a te nd enc ia a la cousc rvac i ón de m ayo re s can tidades d e energía po r más tiempo , a l fa vo t-ccur Jos sucesivos s is temas e l cnuopism o y un a mejor int egraci6 n glo ba l. Las ideas d e Durkhei rn v de Spcncc r sob re e vo luci ón se d ecan ta- ro n ta m b ién po r una direcc i ón cspccl fica de la lín ea evo lu tiva . En much as ve rs iones d e la teorí a evo lu tiva , s in e m ba rg o . no hay un a ra z ón ap r ioríst ica qu e exp liq u e por q u é las formas socia les no pu e- d en moverse , bajo dct errn inadas circuns ta ncias . en ot ras direcc io- nes d ist intas d e la es tip ulada , que \ ''1 de lo simple a lo co m plejo . Algo así es 10 qu e serviría pa ra exp lica r e l colapso de a lgu nos sis- ternas cu ltural es y su «re troc eso» hacia formas d e sociedad m ás elemen ta les . co mo se r ía el caso d e la a n tig ua civi lizaci ón maya después del «co la pso m aya » o de los a nces t rales pue blos del ca- ñón del Ch aco , Tampoco exis tir ía u n razón tcorética ap ri o rí s tica qu e exp lica se po r qué' formas de socied ad más co m plejas se ad a p- tan m ejor al e n torno na tural, q ue fo rmas m enos co m plejas. Si la moderna so c ied ad ca p italis ta fuera des tru ida , d igam os, po r u n ex- ceso de contmni nación , se pondr ía en evid enció qu e las fo rmas d e socied ad huma na más «sül lples », basadas en kl agr icu ltura de su b- s is lencia o en la cal,a y recolecci c'>Jl , se ada p tan ln e.io r a l en torno del p la neta q ue las «com ple jas» sociedades ind us tria les. Algunos ejemplos evol ucionista s so n nniliueales : es d ecir, sugie- r en q ue hay u n gran patrón general o tend encia que rige la evolu - ción cu ltu ra l. Otros son m uh ílínca lcs, esto es , a hogan por un a d i- versidad de das evol utivas p.ua las secuenci as cu ltu rales. Est os es- q uemas multilinealcs pueden di vergir o converger (figura 9.1) . Co n tras temos . po r ejem plo , los dos es q ue nl as unil inca lcs de lo s antrop ólogos cu ltu ra les Elman Sc rv ice y Morto n Fiicd. am bos m uv in flu yen te s e n a rqu cologfn. Sc rvi cc Jl OS ofrece una tip ología de c ua tro fases q ue van de la m ás s im ple a la rnüs com pleja: han- da, tribu , ic f (¡IUra y Eslado , Frkxl no s o frece u n es q uema a lte rna- tivo co n las Iascs s igu icm cs: socied ad igua lita ria , soricdad de ran - gos, socicd" d es lra t ifica da ,v Es ta do . N()tese qu e a un que ambos d i· [iorcn e n la tc rrn ino logfu . las desc r ipciones d e Scrvice v F ricd co m parten m a ni fiestamente un m ism o fund amento. Ambos e rn- pic va n ~.. terminuu en el rni smo p un to (emp iezan con las so c icd a- des cnz ad ora s-reco lcc torns . aunque sus definic io nes sobre es tas so cied ades difieran . y terminan con el Est ad o m oderno). Tambié n ambos co m pa rten una metod o log ía s im ila r. Nól csc qu e es tos eje m plos tambi én pone n d e man ifies to c óm o la a rq ueología ha rccih ido inl luenc ias d e o tras d isciplinas. En la prácti ca. gra n parte de la arq u co log íu q ue hehe de la t ra dici ón de la evolución cu ltu ral sigu e e l m é todo d e d et ermi nar las eviden ci as a rqueol ógi cas qu e se correl aci onan con las Iascs est a blecidas, pa - ra luego intenta r desc ub ri rlas en el regi s tro a rq ueo lógico . PUl' eje m p lo , Servicc s ug iere q u e las je fa tu ras h a brán d e ClIITI- plir, c u tre ot ras , co n las s igu ie ntes ca racterís t icas : un a jerarquía de as entam ie ntos . red es de in tercambio rcdi st ributi vns , com p lej id ad rel ig iosa hasta el pu nto de implica r la co nst rucci ón de edi fic ios monumental es . e tc , Consec uen temente se ha ded icado mucho es- fu erzo a rq ueo l ógico e n aj us tar es to s criterios y en busca r tcstirn o- nios materia les que los prueben, incl uye ndo los trabajos d e Ren - Ircw sob re cI neolitico v la Ed ad del Bro nce y d e Tirn Earl c sob re las jcfa ru ras en Sudarn érica y e n la Po lin es ia . N ótcn sc también los es trechos paraleli smos exis ten tes entre el pen sa m ie nto evo lucio n ista y el pe ns a m ie ruo marx is ta . Cicrta m en - te , Lcslie Whi te fue vícl ima d e a laq ues du r'ante la pa ranoia Mal'- Car lis ta por 111nrxisla, a u nque lu ego fuera acusado por Mau ri cc B loch , entre o lro s, de a glln r su Illarx isn1o , E l evolu c io n ism o socia l cOlll pnr le ta m b ié n muchos de los p ro · h le ln as del nl<'Hx i.snlO clásico . Co ncrct a rnc ntc , se acus a a su le n- den c ia 11l1 ilineal típ ica de co nceder ape nas lln espacio pat' é1 lo s 176 TEORÍA ARQUEOLÓGICA. I.:NA II\TIH)llll(,(,lllN ¡\I~()I.IU)J.o{;I,'\ y 1':VUI,I'CI()\i 177 FIl.;. 9.1. Comparación entre la evolución orgánica y la cvolucíon cultural, por Clarke (a par/ir de Kroebet; 1948). Fig. 28a. Arbol de la filogenia orgánica con su forma característica de ramas que se bifurcan. Fuente: Kroeber, 1948, p. 260. BCD /~~o /¿t Q-f? Fig. 28d. Sección de un tronco filogénico cultural en tres dimensiones. una referida al tiempo y las otras dos a las disparidades ten étlcas. La "sombra" del tronco en la base indica que las ramas mantienen una relación puramente fenética Fig.28b. Arbol de la filogenia cultural con su característico ramaje reticulado. Fuente: Kroeber. 1948, p. 260. Fig. 28c. Sección de un tronco ñfoqenétlco orgánico en tres dimensiones, una relerida al tiempo y las otras dos a las disparidades tenétlcas. La "sombra" del tronco en la base indica que las ramas mantienen una relación puramente fenética. Fuente Sokal y Sneath, 1963, p.234. contactos entre sociedades. Si las sociedades evolucionan de un estadio a otro, ¿.qué papel le queda entonces al contacto cultural y él la difusión? Otros arguven que es demasiado simplista proponer un único esquema evolutivo. Corno respuesta a esta crítica han 110- recido los esquemas mululincales que contemplan la posibilidad de evolucionar siguiendo caminos diferenciados. En los últimos años, sin crnhargo, la teoría evolucionista ha respondido a esas y otras críticas de maneras rnuv distintas. La crítica a la evolución cultural Muchas de las criticas a la evolución cultural se han cocido en pa- ralelo él las críticas del postproccsualismo a la arqueología en gene- ral. Shanks y Tillev, por ejemplo, escribieron: «Los conceptos de fun- ción, adaptación v evolución no sirven para explicar lo social, por lo que deben ser () completamente abandonados o reducidos a simple vocabulario descriptivo» (1987: 210). ¿Qué quieren decir con ello) 1. Se dice que los esquemas evolucionistas aplican criterios extraídos de «fuera». Polinesia, Wessex, la Dinamarca de la Edad del Hierro o los anasazi son tratados COlTIO si compartieran un mis- 1110 estadio evolutivo, estudiándose en cada contexto los DliSlTI0S factores y mecanismos de cambio -conflictos de clase, fatiga am bien tal, desarrollo de una elite dirigente, etc.-. Se argumenta, por lo tanto, que los modelos culturales evolucionistas «achatan» las sociedades del pasado. Las ideas de los pueblos del pasado sobre sí mismos no se consideran Y las particularidades o especificidades de las culturas no se conceptúan C01110 elementos importantes, ca- paces de producir generalizaciones. En resumen, que encuentran difícil abarcar la particularidad de las secuencias históricas. Hemos visto críticas muy parecidas al pensamiento sistémico (capítulo 5). 2. Los modelos culturales evolucionistas no contemplan la contingencia ni el accidente histórico. Da la impresión de que to- das las sociedades evolucionan de forma inexorable hacia la for- mación de un Estado, sin conceder ninguna posibilidad a la ex- cepción ni a una historia que adopte otros derroteros. Existe una variante de este tipo de crítica que sostiene que los modelos evo- lucionistas son implícitamente teleologicos, Un enfoque teleológico de la historia es aquel que tiende a contemplar la humanidad en curso inexorable hacia una meta predefinida )" predeterminada. 17S ¡r O I' !.\ /\ ¡{ (J I 1 ,~ t I J ( ) ( ; I l' : \ . ( ,,\ ,\ I Y J'I{( ) l ll (( ' ](J " ,\ I{O I ·I,'¡ l l.( )( .l :\ ' 1':\ (JI .l ¡ ' ]( I1'. [ 7 () 3. Los mo de los evolucio n is tas tienden a igno ra!' t.'¡ co n tac to cu ltu ral y el d ilu siouis mo. S i cada sociedad a tra viesa po r UIl co n- ju nto parecido de e ta pas hi s t óri ca s. ¿t1u0 pa p el se co nce d e a l con- tacto en t re sociedad es? ¿Cónlo in fluyen Jus co n tac tos co n relación a los ca m bios socia les"! 4. Se igno r« ade más ¡J I ind ivid uo . I ,l):-; se res hu ma nos se con - te ln p ian corno sirn p lr-s peones SU.i l"(OS a p rocesos evo luc ion is ta s inexorables sobre los que : no ejerce n n ingún co n t ro l. De 11 11(' \ "0 , Jos mod clo« evoluc ion istas , 1.,' 1.1 p a ra lelo a l pensu m icn to sis t émico , son obje to de at aques por part e d e tnt clccru a les co rno Ha berm as . tal co rno vimos en el ca p üu io S. Como rcsu ltnd o eje CSt<IS crí ticns . lus modclo-, rn.is e lcm crua k», de evolucio nism o cult u ra l ha n s ido co m p leta men te a ba nd o nados. Los arqueólogos interesa dos en el evo luci o n is mo han xcgu ido lino de c~ lns dos cam inos: o han nbaudonado to ta lmcute las teo rías evolucion is tas ( CO ll IO han hecho m uchos postp ro cexua list ax) () ha n d esa rrollado 1l 1l C\'::lS i d l' ~ I S en la líncu d el cvol ucion isrno cu ltu ra l que in cor poran las c r ít icas rvc ib id as. 1lc rn os " is to vu (ca p ítulo ,:;) a lgu nas d e es tas va rian tes q ue Se rvluc io na n cs trcc ha mc u¡« L'O Il las m odi ficaciones ex pc runeu tadas po r el pensa m ien to s ish."lll ico pa ra luch a r co ntra la s crít icas rec ib id as, Evo lu ción bioló gica Para los seguidores del evoluci onism o cu ltura l, la u nid ad bás ica de análisis es el gru po cu ltu ra l o sociedad . Las sociedades hu m anas evolucionan , p rogresan, c.1CC8C' 1l , desaparece n o se uuus lo rrna u: por Jo que se pueden ord enar en ta b las d e c las ificaci ón. Segú n el evol u- cioni s rn o biol ógico , la u n idad ele selección es m ucho meno r: en d e- terminadas vers ione s s ólo p uede se r el in di viduo: es cada ind ivid uo el que vive V se re produce. Igu al q ue sucede con la evol ució n cu ltu- ra l, ex is te una gra n d ivers ida d de tend en c ias dentro del evoluc io- n ismo bio lógico , po r lo que es casi imposi b le g·enera liza r y ha b la r de la «escuela evolucio n is ta » C0 l110 si se t ra ta ra de una única cosa, Una va rian te d el evo luc io nis mo bio lógico es la soc iobiologta . La socio biología p retcnd.... exp lica r los rasgos d ist in tivos de lu coud uc- ta hum ana CO lll O consecuenc ia d e f<. lc lorcs gc nético-bio]t>gicos y no de fac tores socia les . Sugkn; q L H.~ cie r tos co rnpo rt::llll ic n tos son fn¡- to dc u na propensió n or igina da a n ivel genét ico que e ll cicl' tu n10- men to dd pasad o se transfo rmó en ada p ta tiva . Los o l'Ígelle s del le nguaje, po r ejemplo, se ha n buscad o e n la fOI111.a que tiene n los pri ma tes de asearse unos a ot ros , co nductas q ue co ntrrb uven :3 la solid a ridad intc rg ru pa l. A falta d e es te tipo de costu m bre , los h u- manos utilizan el le ngua je pa ra fines pa recido s , tn nd am cn ta lnu...-nrc pa ra crea r la zos de un ió n en tre los miembros de l grupo . l .a socio- h Iolog ía es u na teo ría d e la c ult ura es pec ia lmen te co n novcrt id a , puesto q ue s itúa en los genes el origen d e las di ferencias so cia les , cosa q ue se inte rp re ta por pa rte de su s oponentes co mo tina posi- ció n rac ista o sexist a , Po r ejem plo, a lgun os so ciobi ólogos cre en qu e existe un fund am en to ada p ta tivo en e l hech o de que los m achos di - scrnincn sus g'cncs ge ne rosa men te a su a lrc dcd orv se re p ro d uzcan ta n to corn o son ca J1<.lCCS ; los p ri m n tcs hcm bra. po r co n tras te . s()lo p ue den te ner u n n ( II11(,I"O l im i tado de crías , ~.. ncccsitnn adc mas el e u n macho establ e que In,'" p ro teja de Ins prcd ad orcsv el e o tras ame- nazas mcd io.uubicrual cs . Por In ta n to, se argn mc mu, las mujeres en las sociedades modern as oc c idc n t ~dl's l's t<.Í n gL'J)t' t ica 11 11' n tL' pre- di spues tas a las rcl acloucs es ta bles , m ie n tras q ue los homb res es - tán gen érica men te p redispues tos a yace r co n ta nt as parejas di s tin - tas co mo les se.. I pos ib k-. La soc io bio log ía es u na escu ela dl' pcnsa- mi ent o pertenec ie n te a l evoluci o n ismo muy po pula r; no obs ta nte , son 111UY ra ro s Jos es tud ios d e a rquco logfu publicad os q ue adop ten explicuameute U I la perspect iV,'I socio biol ógica. O tr a va r iante es t{l p rotago n izada pur Robcrt Dun nc ll. Du nn cll rechaza la idea n Ü S1l1 <.l de In evolución cu ltu ra l por «aclcn rffica ». puesto que , según él, no tiene nad a que ver con l o ~; m od elos bioló- gicos. Dunnell sep ara com ple ta me n te las d os VÜl S del p ensam ient o decimon ónico que llevan al evo luci onismo m oder no: el énfasis de Sp encer en la s glo ba lidades soc ia les q ue cond uc e n a la evolución cuh ural v los a rgu ment os ad a p ta t ivos d e ü arwin . Só lo el ú ltim o, proc lama Du n nel l, L'S «c u-n u lico» . El evolucio nis mo cu ltu ra l es acicn u lico por va r ias rlJ 1Ul)CS: «cru p k:a nociones di sti n tas de ca u- sa , adolece d e teorí a en el sen t ido ha bit ua l del término y emplea estr a tegias d e in vest igaci ón tota lme n te d is t int as :.l las q ue la cien- cia utili za » (Du n nell 1989 : 38 ). Du nncl l rcc hava tam bién la socio- biol ogía por negar q ue par te d e la tra nsm is i ón d t' ca ruc terfs ticas de u n h umano a o tro te nga un o ri gen c ultura l, E n vez de co nsidera r a l ind ividuo co mo la un id ad bási cn d e la selecc ión n at ural, Dunnc ll habla d e «fc nor ipos ». Los feno tipos so n lu s elenlen tos físic us y de CUJ.11pu r ta m icll to L1 e Jús urga nisnl0s; ,1Sí, en la l'sp ccic hUl1.J<ln tL , «los obje tos p ro ducidos cuns tituyen .l as par- les duras d el segmen to d e compo rt am ien to d e Jos fenotipos », de la 184 TE() l{í l\ ,\ ROl fE()LOGICi\. LN,\ I ~TR()Il L< T llJ l\i nados con lo q ue aca bamos de ver, a la evo lución y a la eco logía . Si sc di ce qu e una cultu ra sc h a adaptado a un medio externo, ¿có- mo p odre mos conocer c óm o era rea lm en te es te m edio? Los rec ur- sos y los riesgos de es te med io se perfilan median te técnicas pro- ce dentes de la c iencia occiden tal. Pero si es tas técnicas so n una construcción socia l, ¿c6 nl o se pu ede afirmar que sirven para car- togr afiar de una fo rma neutra y obj eti va los recursos que ofrec e el medio? Una 1'0 1'111 3 distin ta de hacer la m ixrna o bjeci ón es atacar el esellcía lis ll l() : s i se desmonta la idea de qu e el cuerpo humano tiene ciertas necesidades .y deseos «natura les » o (, biológ icos », el me dio a m bient e ya no pod rá in terp re ta rse como un co nj unt o de recursos , m ucho s de los cuales sirven preci sanh.~n le pa ra saciar ta- les ncces id.utes .v deseos . Una terce ra o bjeció n que se dirige de forma específica a los modelos de la evolución bio lógica sos tiene que es 1l1U.V di fícil es- pec ificar cu ál es la «unidad de sc lecc l ón » aprop iada, y de qué for- m a se tran sm iten los carac teres cu lt urales. Algunos afirm an, si- guiendo a Da rw in , que la única unidad de selecc i ón válida es el in - d ivid uo. Pero es d il'ícil ve r de q ué forma los ca racteres cultu ra les pasan de una ge neració n a la siguien te s i rech azamos la idea de la sociob iolo gía de que la transmisi ón es tam bién gené tica . Algu nos evolucion istas com o Du nnell a rguyen que la unid ad de sel ección es el Icnotipov no el ind ividuo , y qu e la tra nsmisió n de carac te res es cultu ra l en vez de gené tica . Éste es un debat e que sig ue vivo en el seno de la arqueo logía evo luc ionis ta . El deba te sobre evolución y ecol ogía es, en mi opin ión , un buen e jem plo de la falta de com un icación en tre las diferen tes escuelas del pensamiento arqueo lógico de los años noven ta . En un congre- so de arqueo logía recie n temente celebra do ex is tía la pos ib ilidad de escoger en tre as is tir a una ses ión so bre «Da rw in , sexo y aJin1Cn la- ció n », por un lado , .Y so bre «Herm en éutica del cue r po», por o tro. Difí ci lmcntc se veía n las m isr nas caras en las dos sesiones; así, los protagonistas del debat e en am bos lados ten ía n la im pres ión de que toda la razón es taba de su pa rte y de que no necesita han sus- c ita r el tipo de cr íticas qu e haría el o tro lado . C APiT lI LO 10 ARQ UEOLOGÍA E HI STORIA En Nortea rnérica pred o mina la idea de que la di sciplina he r- mana de la arq ueología es la antro po logía ; para muchos allí, la a r- queo logía, o es antropología o no es nada . En Europa, la mayor ía de los arqueólo go s piensan que la di sciplina herm ana de la ar- queología es la h is to ria . Esta dife ren cia refleja u na interpre tación d ist int a de lo q ue es el objeto de la arqueo log ía. La a rqu co logía en Nortcam éríca es p rehistoria ba sta las primeras co lo nias europeas de lo s siglos XV, XV I Y XVII . Exi st e all í u na floreciente y vibra nte «arqueología hi s tó rica » del per iodo in icial de las colonias y de los s iglos s ubsiguiente s ha sta el XIX, pero num éricamente la arqueolo - gía his tór ica es mino ri taria frente a la arq ueología de la preh ist o- ria. En ca m bio, el horizonte histór ico es mucho más tem prano en E uropa. Los estudiosos de la hi s tori a europe a di sponen de textos his tóricos que hablan de la E dad del Hierro , y los arqueólogos es- peci ali zad os en es te o en posteri ores period os totalizan algo 111ás de la mitad del persona l que tra baja en las universidades bri t áni- cas o Pod ria m os es tim a r que la mitad a proximada m en te de las ex- cavaciones que tienen luga r en Europa se reali zan en ya cimi ent os arqueológicos de los pe ríodos romano y posteriores. Tod os es tos a rq ueó logos utilizan textos históricos y se relacionan con departa- m enta s de his tor ia a ntigua. La his toria de la di vergencia entre los arqueólogos europeos y nort eamericanos va algo más all á de la sim ple adscripción departamental (l del t ipo de aliados que preci- san . CO!1l 0 vimos en el capít ulo 2, esta d iscord ante configu ra ción di scipl inari a co nt ri b uyó a que la Nu eva Arq ueología impacta ra de form a di stinta en a mbos mundos. Asim ismo, explica la cont inua- da prosperi dad y varie dad de enfoques lrist ór ico-cu uu ralcs tradi .. cionales en Gran Bretañ a. 10(1 I I 'J HU ,. \ ,\ !{ U l ' I ':( l] .f h ; j( .. \ . 1 , .\ 1\ 'j'I, tltll '( ( 'lll t\; \¡ , (II II Ji ( )l , I ·\ r: II L' ;I()I{I ,\ I K i En es te capítu lo pretendo ex a mina r a lgu no s d I..' lo s e n foqu es tcoré ticos di fere nciado s q ue pro d uce la relació n e n tre la a rq ucolo - gía :v la h is to ria . Pero a n tes d ebemos [ija rn os e u las d ifere ntes perspec tivas que presen ta la teo r ía y la pract ica d e la h is tor ia . l.a s pos ic iones tcoréticas e n tre los h ist oriado res so n ta n va r iad as C0 l110 las que presenta n lo s a rq ueól og os. Y has ta c ie rto pu n to. JO:-j d cha- tes in te rno s so bre teo ría his tóri ca corren e n pa rale lo :t los d ebates suscitad os den tro de la a rq ueolog ía . La historia t radiciona l !\ mu c ho s hi s tori ud orc -, k·~ ~ tlS! ¡ 1 s itu a r la s ]' ~\Í~: l: S de su d isc i- p lina en el sigl o XIX, ju n to a fig llra s com o l' l hi xu ni ado r a lem án Rankc. Ranke ..ulo p t ó lo q ue hoy po dría cons ide ra rse UII c m p iri- c is rno estrecho: pret endi ó ex plica r [..1 hi st ori a «141 1 U H Il O realmente suced ió ». La ta rea de los h istori udore » de finales del :-: ig lo X'IX CO Il- s is t ió en a m asa r m ont a ñas d e hec hos. Asociado con el e n foq ue cmpiricis ta ~ . cícrr aruenre induc ti vi sra se desarroll ó u n a hi storia conce bid a co mo narrati va ce nt rada en los acon tec im ientos pnl íticos . Los historiad ores trad icio na les co n- taban la his toria ; de m anera que muc ho s lib ros de h isto r ia tra di- cionales pres en tan a m uelo de gu i ón u n in ic io, u n desa rrol lo ~I un desenlace. Ciertam en te pu ed e urgu mcn ta rs c qu e mien tra s los h is - toriad ore s tradicionale s negaban (v s iguen negando ) su adscrip- ción ZI supu esto te órico alguno, en la realidad seguían las rc g las de la narrativa y' la s téc n icas del gu ion ista , Cosas q ue han s id o int eli- gentem ente caracte ri zadas por el his to r iador Havden Whi tc . La his toria políti ca trad ici onal con tinúa escri b ién dose hoy día . Sin embargo , e n el p re....c ru c siglo se h a produc ido un a a m p liaci ón del horizo nte del pe nsa m ie n to h is tórico hac ia d is tint as d irecc io nes d e tal magn itud. q ue e n este m o men to es im posible d a r c u m p lid a c uen ta de todo . Un ejemplo d e es ta a m pl iació n de las pe rs pec t ivas es la escuela d e hi s to riud u rcs lranccscs d e los ' 1 111U I1t' ....· (d e no m ina- d a así por su publicación .1.III1(/les: Fcononr ias.., Sociedadc....-. Civil i- raciones¡ que inclu ve a h ist oriadores d e la ta lla d e Ma rc Bloch, Fcrd inand Llrau dcl, E m m a n uel Le Rov-Lad urie y J acqucs Le, Go ff. La Escuela de los Anua les ha s ido ci tada 11lU Y a m en u do po r los ar- queó logos C01110 u na fuen te de inspiraci ón para la a rqu eo logía, por lo qu e es aco ns ejable revisar, a u nq ue sea de form a b reve , sus teorías. La E scuela d e lo s Anua les En p ri mer luga r, la Escu..:la de lo:; An ual es a mplió los int e reses de los his to r iado res hast a el p u n to d l' iuc lui r lodos lo s aspec tos de la s sociedades del pasado . No só lo d e b ía in te resa r la maq u ina ció n po lítica de Ia:-; el ites . sino tarnbién la cconom fu, la soc iedad v el pe nsamien to . E n es te se n tido . los AIlIl(J /c!."; cor u rib uvc ro n a que la h is tor ia fuera rllús ant ro po lóg ica y procesu al , es to cs, que se p reo- cupara por la comprensi ón del co nju nto dd sis tema cultu ra l y n u só lo de explicar ciertos sucesos pol ít ico s. En segund o lugar; la Escud a d e los Anunh-s amplió e l int e ré s históri co haci a la comprens i ón d e la na tu raleza del tiempo . Los histor iadores rr a d icio nules te udia u a conte m p lar la su ce si ón te ru- p ora l en lérnlillos de lx uullns, trn tad os. naci m ie n tos , co ronacione s v tu lk-cimi cru os d e 1I1 () I HlrC <.l ~ . La l a n .'''1 de los h ís toriudores se li- mi taba a d csci'ibir es te tipo de aco n tec iu ue utos. La Esc uel a de los Ann a lcs lla m ó la a tenc ión sob re los procesos 111ás profundos q ue se sucede n e n el la rgo p lazo v que e nglo lx u: lo s aco ntec im ieru ox part ic nla rc s . Bajo el man to su pe rfi c ia l de ha ta lla s v trat ados d es- c ub r ieron tende n ci as ~-' ci clos d e s ig ni fica d o económ ico . a m b ie n ta l ) ' d e m ográ fico . Según Hraud c l, la his tori a pod ía co n tem p la rse evo - luc ionando e n tres escalas o ciclos: 1. La escala d e los acontc cirni cn tos . o histoire cveneinentielle . 2. Los ciclo s a m ed io plazo, C0 111 0 por e jem p lo los cic los eco- nómicos, 3. Los ci clos la rgos o «estru ct u ras de larga duración » (la /OJl - gu« tlu n:« de los ca mb ios clim áticos . ge ográFicos ). Nótese la si rn il itu r] e nt re la n oción de larga durac i ón de los AIl- n ales con el co nc ep to arqueo lógico d e p roces o COlllO ten dencia su byacen te a la va r iab ilidad es pecí fica (capítu lo 2)_ N ótc nsc asi- m ismo las dos áreas d e d eba te susci tad as por el pensamiento d e lo s Annales co n cla ros para lelos e n la teoría a rqueo l ógica : L ¿Cuá l de las tres escalas tem pora les es d ominan te? Cad a esca la te mpora l pu ede tener su propia lógica : au nq ue p ueden in- tcrsccc ionar e n coy u ntu ra s determ in adas. Braudc l tendi ó a creer que la larga du ració n m ed ia tiza ba los otros dos cic los : en ca m b io , ot ros h is to r iad ores d e Annnles pen sa ron qu e lo s t re s ci clos in terac- cionaban entre s í, p OI' lo que nin gun o de los tres era dom in ante. I~~ I EOR I!\ i\ 1< U IJU JI.i'H ;1 ( '1\, 1' '...:\ 1 ''I'I~()l ll :( '( 'J( lN ,\ I{ ( Jl Ol :, ( I I ,( )( ;[ ¡\ J': 111.'-i'l'l l l{ l ,,\ I K\) 2. ¿Qu é papel reservamos a la conc iencia de los ind ividuos? Algu nos histor iadores sug ir ieron q ue lo que el los denominaba n mentalidad podía co ns t itu ir u no de los e lemen tos net amente im - plica dos e n e l c icl o dc la rga d u ra ci ón. Por e jem plo, Lc Goff se re- fería a u na «m en ta lidad medieval ) que abarca ba ci nco s iglos , de forma que ha bía est ruc tu rad o las act itudes de la ge n te de la Edad Media con relac ió n a las realidades econ óm icas v el mundo na- tu ra l. Emmanuel Le Roy-Lad urie , en su libro dedi cado a los ca m pe- sinos del Languedoe nos proporciona un ejem plo in teres an te de las aportaciones de los Anuales . Le Roy-Lad uri e es tu d i ó la vida de las comunidades campesinas del sur de Francia, uti lizando abun- dante eviden cia cuantit a tiva, por eje mplo so bre la nu trición de los campesinos y so bre los jo rn al es d ia rios pe rcib ido s . Utilizó u n m o- del o vagam ente sistém ico pa ra profundiza r en la evo lución de la población, fijándose en los c iclos de crecim ien to , es ta blidad y con tracción, IIcga ndo a la co nclusión de que las va riables medio- a m bien ta les , fundamentalm entc el cl ima, ten ían una g ra n impor- tancia. Su infl uye n te lib ro Montaillou se convirt ió e n un hito de la lite rat ura h is tó r ica por s u ejem pla r recons trucción de las mcn ta li- dades de los ca mpes inos. El tra baj o de Le Rov-Laduri c , y en ge ne - ral el pensamiento de los Annales , sitúa en el ce n tro de los deba- tes sobre la hist oria la ten s ión en tre m ed io a m bie n te y sociedad que la arqueología y las cie ncias hu manas en ge nera l ta mbi én co n- templan . La revolución lingüís ti ca En los úl timos tiem pos ha habido un cam bio qu e nos ha lleva - do más Jeja s aún del di scurso his tórico tradicional : la llamada «re- volución lingü ís tica ». Una buena forma de explica r es te ca m bio es seguir la evolución de la llamada «histo r ia socia l" en In glaterra . En los a ños sesen ta , en paralelo con la Nueva Arqueo logía y 1" Nueva Ge ografía , y baj o 1" infl uenci a de la Escuela de los Anuales . los h istoriadores que trabajaban en la órbita del lla mado Gru po de Cambri dge para el Es tud io de la Población y la Estru ct u ra Socia l d irigieron la a te nci ón hacia nuevas áre as de conoc im ien to , m uy alejadas de la hi stori a tradi cional. Algunos lla maron a es te movi- m ie nto la «Nueva Historia Socia l». La Nueva Histo ria Socia l bus- có una respues ta a las di námica s de las sociedades del pasado a base de saca r pa rtido a l a para to es tad íst ico . ce n trándose en proce- sos com o los cielos demográfi cos, la evo lución de las tasas de fer- ti lidad , ct c. , y utili zando un lengu aj e sacado de la teoría de siste - mas para co m prender las relaciones en tre las va riables en jue go. Las ana logías interculru rales fueron utilizadas por ejem plo pa ra compa ra r la Euro pa de an tes de la revolución ind us tr ial v la Eu - ropa en pleno proceso indust rial , con las soc ieda de s mode rnas «e n desarrollo ». Pero la N ueva Histor ia Soci a l se clio cuen ta ráp ida men te de que los elemen tos clave de las respues tas a las cuestione s que se hacía debía enco n trarlos en el «sen tim ien to», en la «menta lidad », es decir , en el domi ni o de la co nciencia. Un buen eje m plo de ello es la pretensi ón de 1<.-1 Nueva Hi st o r ia So cia l de pro fund iza r en los cam b ios de patrón de lus cas am icn ros . No hab ría mane ra d e en- tender bien los res ul tados es tud rs t icos q U l' muestran ca mb ios en la edad de con traer 111 atri rno niu s in a tender a los cam bios de ac titu- des y a la evo lución de Jos sen tim ien tos (po r ejem plo, el cam bio de actitud con rel ación a los hijos ilegítimos , o haci a el papel del pa- dre, o el asce nso de la noci ón moderna de a mor rom ánuco) . Como resu ltado de to do ello , los hi st oriadores d irigiero n su atención ha cia otras formas de evidencia con el tln de ex plora r las actitudes de las ge ntes. Así. se incluye ro n CO ll10 lu erues no esta- dís ticas la s publicacio nes so bre modales v com port um ieru o, los in- formes judicia le s y ec lesiás ticos o las descri pci o nes literar ia s .v poé ticas sobre se ntim ien tos y cond uc tas. Al mi sm o tiempo, los hi storiadores se hiciero n eco del arg u - mento que reivindicaba la inexist encia de una verdad hi st ór ica ob- jetiva . Si los sentimientos que su byacían en el hech o de casarse de- bí an ser explorados, no había lu gar a discusión de que difer ir ían de una persona a o tra . Po r lo ta n to , no pod ía exis tir una ú n ica po- sib le re spuesta co r rec ta a la pregun ta ¿.qué representaba casarse e n Ingla ter ra e n el s iglo XV II ?, puesto que podía haber tanta s idea s y exper ienci as d is u ruas co rno perso nas afec tadas . Cualqu ier inter- pretac ió n sob re la fo rma de pensar de la gen te con res pec to a rea- lidades co tid ia nas co mo una boda só lo podía ser sub je tiva , cuando m ás que se ha cí a desde un a época, la sociedad actua l, ta n d ist in ta y con ideas sob re e l matrimon io tan diferentes a las de en tonce s. Los his tor iado res sociales con te m plaron la d iso lución de los hechos obj eti vos has ta el pun to de que a lgunos , en trabajo s r e- ci entes, han llegado a cer ti fica r la « lTI U CI1c)) de la histor ia social. Diversos his to riadores a rguyen qu e no se p uede d ispon er de nin -
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