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Guias e Dicas
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Relações internacionais do Equador com seus países vizinhos, Notas de estudo de Ciências Sociais

Documento do MRE equatoriano a respeito das relações internacionais entre Equador, Peru e Colômbia

Tipologia: Notas de estudo

Antes de 2010

Compartilhado em 06/11/2009

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Baixe Relações internacionais do Equador com seus países vizinhos e outras Notas de estudo em PDF para Ciências Sociais, somente na Docsity! Plan Nacional de Política Exterior 2006-2020 3 Presentación Emb. Francisco Carrión Mena Ministro de Relaciones Exteriores Con la suscripción de los Acuerdos de Paz con el Perú en 1998 se superó uno de los principales obstáculos en la formulación y ejecución de la política exterior ecuatoriana desde su nacimiento como República independiente. El diferendo territorial había condi- cionado y distorsionado la conducta internacional del Ecuador. Anulado ese factor, el país debía reflexionar en profundidad sobre el diseño e implementación de una política exterior que fuera acorde con una nueva realidad y se ajustara a sus necesidades, a su identidad y a sus potencialidades. Conciente de esa ineludible responsabilidad, el Gobierno Nacional estaba y está convencido de que las políticas públicas deben ser democráticas y reflejar los intereses y aspiraciones de los más amplios sectores de la población ecuatoriana. Por ello, se las debe elaborar con transparencia, mediante procedimientos que permitan el intercambio franco de opiniones. En consecuencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores -que me honro en dirigir desde octubre de 2005- estimó que, en el campo de la política exterior, era y es necesario que nuestra política exterior tenga una estabilidad que vaya más allá de la duración de los gobier- nos, de tal modo que una acción externa sostenida permita proyectar a nuestro país en la comunidad internacional logrando que las relacio- nes que mantenemos con los distintos países, regiones, organismos multilaterales y otros nuevos actores se traduzcan en beneficios con- cretos para el pueblo ecuatoriano. Es por ello que en noviembre de 2005 lancé públicamente al debate la formulación de un Plan Nacional de Política Exterior para los próximos quince años. El procedimiento para su elaboración se 6 Al iniciar el trabajo nos planteamos que la única garantía de que el PLANEX 2020 cumpliera su propósito de orientar las relacio- nes internacionales del Ecuador es que reflejara de modo fiel las aspi- raciones del pueblo soberano y así, si en el futuro algún Gobierno ignorara su contenido, éste le pudiera reclamar el cumplimiento de los consensos aquí establecidos. Por ello, el procedimiento de elabo- ración de este documento fue profundamente democrático y partici- pativo. Entre noviembre del 2005 y julio del 2006 se celebraron doce talleres y seminarios en los que participaron alrededor de trescientos representantes de partidos políticos, sectores productivos, centros académicos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comu- nicación de todo el país. Este ambicioso programa, así como las publicaciones que hoy presentamos, hubieran sido irrealizables sin el decidido apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF) a cuyo representante en Ecuador, Luis Palau expresamos nuestro agradeci- miento. En una primera etapa, mediante talleres celebrados en Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta, se consultó a los participantes sobre cuáles creían ellos que debían ser los objetivos de la política exterior y sus temas prioritarios. Al final de cada encuentro se reelaboraba el documento de trabajo incorporando las sugerencias recibidas, y éste se presentaba en el siguiente taller. En esa etapa no fueron invitados ponentes extranjeros pues se consideró que correspondía a los ecua- torianos la definición de objetivos y temas prioritarios. Es pertinente compartir algunas de las lecciones que nos dejó esta experiencia. En primer lugar, al celebrar encuentros en dis- tintas regiones del país, nos dimos cuenta de que las sensibilidades sobre los temas de política exterior varían, pues la realidad local o regional marca un interés especial por determinados temas. Así, en Guayaquil se presentaron propuestas para fortalecer la proyección económica del país, mientras que en Manta fue notorio el interés por robustecer nuestros vínculos con la Cuenca del Pacífico. En el Austro apreciamos una señalada preocupación por la preservación del ambiente y el fortalecimiento de la promoción turística. Y nuevamen- te en Azuay y Manabí se confiere prioridad al tema de la emigración. En segundo lugar, contradiciendo una generalizada aprecia- ción, los talleres evidenciaron que los ecuatorianos queremos lograr consensos y, en un marco adecuado de respeto mutuo, somos capaces de lograrlos. A pesar de la clara falta de contacto y conocimiento per- Javier Ponce Leiva 7 sonal entre los representantes de los distintos sectores, fue alentador presenciar cómo casi todos comparten la convicción de que el país no puede seguir con la inestabilidad que ha padecido los últimos años, y de que es necesario lograr una inserción positiva del país en la comu- nidad internacional, lo que sólo puede lograrse aunando esfuerzos. Una vez que estuvieron definidas las aspiraciones de la sociedad sobre los objetivos y los temas principales de la política exterior, en el mes de febrero se iniciaron los seminarios sobre temas específicos: relaciones con Estados Unidos, con los países vecinos, cultura, emigración, relaciones económicas, seguridad, entre otros. En estos encuentros participaron más de doscientos expositores y comentaristas, cuyos planteamientos se vieron enriquecidos por las intervenciones e inquietudes de las más de dos mil personas que con- formaron el público. De esos debates surgieron los consensos básicos primordiales —el rechazo a la presencia de tropas extranjeras en territorio ecuatoriano, la oposición a los intentos por regionalizar una solución militar al conflicto colombiano, la alta prioridad que se debe otorgar a la protección de los emigrantes—, así como las ideas y pro- puestas que han sido recogidas como lineamientos estratégicos del PLANEX para cada tema específico. Para tener un mejor conocimiento del contexto en el que se desarrolla nuestra acción internacional fueron esclarecedoras las opi- niones y visiones que nos transmitieron connotadas personalidades extranjeras, tales como el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el secretario general de la OEA, Juan Miguel Insulza, y el vicepresi- dente del Diálogo Interamericano, Michael Sifter. Fueron igualmen- te ilustrativas las experiencias de Brasil y Chile relatadas por el embajador Rubens Ricúpero, ex-Secretario General de la UNCTAD, y el ex-canciller Ignacio Walker, quienes analizaron las condiciones que se requieren para lograr consensos que permitan dar continuidad a la política exterior. Una vez concluidas las consultas realizadas en los semina- rios, el grupo de coordinación del PLANEX preparó un primer borra- dor del documento, que fue reformulado a fines de julio en un taller en el que participaron las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores y representantes de varios centros académicos. Ese texto fue distribuido en agosto a los participantes en los talleres y semina- rios, así como a todos los miembros del Servicio Exterior, a quienes se les solicitó sus comentarios. Alrededor de cincuenta organizacio- ¿Qué es el PLANEX 2020? 8 nes y personalidades remitieron sugerencias y propuestas de redac- ción alternativas, las que fueron sistematizadas e incorporadas —en la medida que respondían a los consensos establecidos—, en el texto definitivo que hoy se somete a consideración de la ciudadanía. El PLANEX 2020 se inicia con una descripción del escena- rio internacional en el que, previsiblemente, deba desarrollarse la acción externa del Ecuador. Luego, se enuncian los principios que sustentan esa política, de conformidad con las disposiciones consti- tucionales, legales, y los tratados internacionales vigentes. A conti- nuación, se determinan diez objetivos centrales de la política exterior, y se establecen ocho ejes transversales de la acción internacional del Estado, a saber: soberanía, protección de emigrantes, derechos huma- nos, relaciones económicas, seguridad, cultura, cooperación para el desarrollo y organismos multilaterales. Después, se fijan los países y áreas prioritarias para Ecuador: Colombia y Perú como países vecinos; América Latina; Estados Unidos; Unión Europea, España; Cuenca del Pacífico; Rusia y la Comunidad de Estados Independientes. Como es lógico, para cada uno de los ejes transversales y los países prioritarios se establecen los lineamientos estratégicos que orientarán la política exterior en cada caso. El conjunto de propuestas expuestas en el PLANEX 2020 para el desarrollo institucional del Servicio Exterior tiende a que se perfeccione su profesionalización; se consoliden las consultas siste- máticas con los distintos actores económicos y sociales para la elabo- ración democrática de la política exterior; se fortalezcan los mecanis- mos de coordinación con el Congreso Nacional y otras entidades estatales; y se establezcan mecanismos de rendición de cuentas. El texto finaliza con iniciativas encaminadas a la elaboración de una política de comunicación que proyecte de modo adecuado al país en el concierto internacional. Como dijimos antes, las propuestas contenidas en el PLA- NEX —por ser producto de un elaborado consenso entre los actores sociales del país, y ser amplias y flexibles—, mantendrán su vigen- cia hasta el 2020. Esto no desconoce el derecho que cada Gobierno tiene de llevar adelante su propia política exterior en el marco de ese amplio acuerdo nacional. Por ello se ha decidido que la Cancillería implemente un sistema de planificación que elabore planes para cada período de cuatro años, en los que los lineamientos estratégicos sean Javier Ponce Leiva Ecuador en el escenario global El primer libro de esta serie del PLANEX 2020 es para ubi- car al Ecuador en el escenario global. Inicia por el texto de Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de Economía 2001, quien advierte de los peli- gros que encierran los tratados de libre comercio impulsados por los Estados Unidos, dando recomendaciones específicas sobre los temas a los que hay que prestar especial atención durante las negociaciones. Stiglitz señala que se debe evitar que las inversiones extranjeras logren un trato más favorable que las nacionales, y que no se deben aceptar aquellos requerimientos sobre propiedad intelectual que pue- dan perjudicar los conocimientos ancestrales de los pueblos indíge- nas o que encarezcan de modo exagerado los fármacos. En igual sen- tido, recomienda la inclusión de cláusulas que no limiten en el futu- ro la protección del ambiente, y sugiere algunas medidas de política económica y social para que Ecuador logre aprovechar las posibili- dades de la globalización, cuyos beneficios se han distribuido de modo desigual tanto a nivel internacional como al interior de cada Estado. A su turno, el Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Luis Machinea, pasa revista de la situación actual y de las perspectivas de América Latina, y plantea las medidas necesarias para incrementar valor agregado a los productos primarios que exporta la región, así como para lograr cadenas productivas y fortalecer los sistemas edu- cativos de tal modo que se disminuya la vulnerabilidad de la región y pueda traducirse en desarrollo la etapa de crecimiento económico que ha experimentado en los últimos años. Por su parte, Jorge Taunay, secretario de la Comunidad Sudamericana (CASA), analiza las posibilidades de este novedoso 11 Introducción Javier Ponce Leiva Coordinador del PLANEX 2020 proceso de integración que tiende a fortalecer los vínculos políticos, culturales, sociales, económicos y físicos entre los países sudameri- canos, a la par que busca incrementar su presencia y poder de nego- ciación a nivel internacional. Dentro del esquema de los seminarios ejecutados para la elaboración del PLANEX 2020, correspondió a Washington Herrera y Simón Cueva comentar esas propuestas, en tanto que Humberto Jiménez estudiaba, de manera pormenorizada, la relación comercial entre la Comunidad Andina y la Unión Europea, y adelantaba propuestas para su consolidación y enriquecimiento. El deseo de fortalecer la vinculación entre la política exterior del país y las actividades económicas que tienen estrecha relación con ella –tales como la energética, la preservación del ambiente y el desarrollo del turismo— llevaron a la coordinación del PLANEX a incorporar estos temas en sus seminarios, y ahora en estos libros. Así, Fernando Sánchez Albavera, de la CEPAL, expone con claridad el panorama energético de la región y las múltiples posibilidades de cooperación existentes. Augusto Tandazo, ex-secretario de OLADE, por su parte, señala las deficiencias de la política petrolera ecuatoria- na y sugiere un cambio de rumbo, tema sobre el que también se pro- nuncia Fernando Santos. Gran defensora de la naturaleza, Yolanda Kakabadse plantea los desafíos que tienen las organizaciones ambientalistas para incidir en las políticas y acciones internacionales que promueven el desarro- llo sustentable, aspectos que son enriquecidos con el aporte de Vicente Pólit, mientras que a Carlos Espinoza le toca analizar la polí- tica nacional en la materia y la cooperación que se recibe de gobier- nos y organizaciones extranjeras. El peso económico de la industria turística y sus principales tendencias a nivel mundial son analizados por Doris Solís, quien señala las fortalezas y debilidades que tiene Ecuador en este campo, argumentos que son complementados por los comentarios de Juan Carlos García, Sebastián Cornejo e Isabel Salvador. Hay temas como la seguridad alimentaria que han merecido escasa atención por parte de nuestra diplomacia. La ponencia de Marcelo Moreano nos recuerda que ya hace diez años la Cumbre Mundial de Alimentación vinculó la seguridad alimentaria al desarro- llo económico y social, a la globalización y la preservación del ambiente. Señala que el sector alimentario contribuye con el 14% del 12 Javier Ponce Leiva PIB, y plantea la necesidad de diversificar la producción y desarro- llar tecnología propia, a fin de asegurar el derecho a la alimentación de los ciudadanos. Al tratar asuntos de mucha actualidad, como son los organismos genéticamente modificados, señala las distintas polí- ticas que, a nivel internacional, se están aplicando: promoción, per- misividad, precaución y prohibición. Jaime Durango resalta la para- doja de que sea la población rural que produce los alimentos la que mayor inseguridad alimentaria padezca. Y cuestiona algunas disposi- ciones de la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición pues conside- ra que la prohibición total de organismos modificados genéticamen- te podría afectar la disponibilidad de alimentos, pero defiende la pro- hibición de su producción en el país por el riesgo que ésta conlleva- ría para la biodiversidad. Por su parte, Alexandra Peralta destaca la importancia social de la producción de leche en el país, señalando que el 75% de los tres millones y medios de litros producidos corres- ponden a pequeñas y medianas propiedades. Las tecnologías de información y comunicación (TICS) han incidido de modo dramático en la evolución de todas las sociedades y su aprovechamiento presenta un reto especial para los países en desarrollo. Al abordar este tema, Martín Hilbert, de la CEPAL, pre- senta el panorama internacional y ubica al Ecuador en el contexto mundial y latinoamericano. A su vez, Sally Burch, ALAI, destaca el papel jugado por la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información en identificar los retos existentes para que la difusión de dichas tecnologías, que no son neutras, se ajusten a un marco de polí- ticas nacionales e internacionales que eviten la restricción de las libertades y derechos básicos, encauzándolas hacia la resolución de los más graves problemas sociales y económicos que afrontan los países en desarrollo. Enfocando la política exterior, Juan Carlos Solines realiza un encomiable esfuerzo por analizar la vinculación entre la diploma- cia y las nuevas tecnologías, y sugiere caminos para que la nueva agenda internacional incluya de modo adecuado los aspectos relati- vos a la tecnología en las negociaciones económicas, tanto multilate- rales como bilaterales. 13 Introducción tica política exterior hacia Colombia seguida por los gobiernos de los ex-presidentes Mahuad y Guitiérrez. Como las distintas manifestaciones de la delincuencia trans- nacional inciden en las relaciones bilaterales, incluimos en este libro tres trabajos presentados en el seminario sobre seguridad y política exterior organizado por la coordinación del PLANEX 2020. Aquí, Washington Pesantez describe las características del crimen organi- zado y desmenuza las normas legales nacionales, regionales y uni- versales relativas al lavado de activos, tráfico de emigrantes y delin- cuencia informática. Concluye el autor en la necesidad de adecuar las investigaciones judiciales a los retos actuales mediante la profesiona- lización y especialización del sistema acusatorio, la modernización de la policía judicial, el apoyo a las víctimas y el trabajo de investi- gación conjunta de organismos públicos, universidades y organiza- ciones privadas. Que el tránsito de estupefacientes y precursores se ha incre- mentado en los últimos años, es el punto de partida de Carlos Espinosa, quien informa que las capturas de cocaína, que promedia- ron las ocho toneladas entre 1998 y 2003, llegaron a 44 toneladas en el 2005. Ello indicaría un incremento tanto de la eficiencia policial cuanto del volumen del tráfico. Los cultivos en el país son escasos –menos de 100 hectáreas aproximadamente— con una producción insignificante, mientras el tráfico de gasolina blanca asciende a 343.000 galones. El tráfico de heroína es muy reducido. Espinosa plantea la necesidad de que Ecuador defina una estrategia propia, que responda a nuestros intereses y valores ya que la actual sigue las rece- tas de la DEA. Cuestiona que las cárceles estén llenas de minoristas y “mulas” mientras los capos rara vez son capturados; cuestiona tam- bién la inversión de pruebas en los procesos de narcotráfico —acto que viola el debido proceso—, y señala las limitaciones que supone, para una política autónoma, la alta dependencia de recursos extranje- ros para este campo —Ecuador invierte 15 millones anuales de sus propios fondos y recibe 115 millones de fuentes externas—, así como la dificultad de reemplazar la tarea que hace la Fuerza Aérea de Estados Unidos en caso de no renovarse el convenio de la Base de Manta. En esa eventualidad Ecuador podría utilizar el servicio de observación satelital de la Amazonía, desarrollado por Brasil, que ya utiliza con éxito Perú. 16 Javier Ponce Leiva Uno de los mayores males que afecta a la sociedad ecuato- riana es la corrupción, para cuyo combate Michel Rowland sugiere: armonizar la legislación nacional con los convenios internacionales (OEA y ONU); mejorar la coordinación entre las instituciones públi- cas competentes, en especial entre la Fiscalía y la Comisión antico- rrupción; e incrementar la cooperación bilateral y multilateral, inclu- yendo la suscripción de convenios en temas como lavado de dinero, extradición, intercambio de información y recuperación de capitales públicos. El conflicto colombiano —que de guerra de liberación nacional estaría pasando a ser una guerra de drogas—, se originó en el contexto de la Guerra Fría, en un Estado que, a decir de Alejo Vargas, nunca tuvo el monopolio de la fuerza pero que tiene una larga tradición de: violencia, cultura política autoritaria, estructuras econó- mica y política excluyentes y, por fortuna, solidez institucional. El autor sostiene que la política del presidente Uribe habría tenido algu- nos resultados positivos, pero ha llevado a la intensificación del con- flicto (más de 6.000 combates). La lucha contra el narcotráfico, a pesar de los cuantiosos recurso invertidos —sólo para el Plan Colombia EEUU dio 4.000 millones de dólares— ofrece precarios resultados, pues tanto la extensión de cultivos cuanto los volúmenes de droga y su precio se mantienen estables. Analiza Vargas las nega- tivas consecuencias que tiene el conflicto en la región andina: milita- rización de las fronteras; impulso a la carrera armamentista regional; freno a la integración económica y aporte a la inestabilidad política regional. Por último, trata las tensiones que el conflicto genera entre Colombia y sus vecinos, y examina tanto las percepciones de algunos de éstos –Ecuador, Brasil y Venezuela—, como la política de los Estados Unidos en su iniciativa regional andina. Una detallada crónica de los sucesivos intentos por lograr una solución negociada al conflicto armado desde 1982 nos ofrece Hernán Moreano, quien se pregunta qué ha hecho la comunidad internacional y qué puede hacer en el futuro. Su lectura nos permi- te conocer las políticas seguidas por los sucesivos gobiernos colom- bianos con respecto al conflicto, su dimensión externa, y los acto- res internacionales que más se han interesado en el mismo. Llama la atención que Ecuador haya estado alejado de los distintos grupos de países amigos que en algún momento intentaron propiciar una 17 Introducción solución pacífica, en contraste con el activismo venezolano presen- te en todos ellos. El comercio entre ambos países ha crecido de modo signifi- cativo desde la creación del Grupo Andino en 1969. Marco Romero da las cifras y composición del intercambio, y destaca que la mayo- ría de mercancías intercambiadas son bienes manufacturados. El saldo negativo de la balanza comercial sigue creciendo para Ecuador, pues la dolarización —a pesar de la revaluación del peso en 2004— es un serio obstáculo para las exportaciones. Romero advierte sobre los posibles impactos para nuestras exportaciones de un TLC de Colombia con Estados Unidos, y revisa el estado de las inversiones colombianas en el país, sugiriendo posibles mecanismos para fortale- cer los vínculos económicos. Claudio Cevallos y Maximiliano Donoso se refieren a las relaciones fronterizas entre ambos países, señalando los logros e identificando las áreas con potencialidad para el desarrollo conjun- to. Coinciden en la necesidad de reforzar la política de integración y desarrollo fronterizo, lo que para el Ecuador tiene una alta prioridad pues contribuye a disminuir los efectos negativos del conflicto colombiano. En el Ecuador residen alrededor de 350.000 colombianos, dice Raúl Baca, quien cuestiona la actual legislación sobre extranje- ría por anacrónica y limitada. Se opone a la pretensión de introducir visa para los colombianos y aboga por su integración en la sociedad ecuatoriana. Por su parte, Jorge León completa la información sobre el marco jurídico de los inmigrantes en el Ecuador y su inserción en el mercado laboral. A pesar de la falta de datos específicos sobre los extranjeros residentes en Ecuador Gina Benavides afirma que habría en el Ecuador 500.000 colombianos. Afirma que más de 200.000 de ellos requieren de la protección que merecen los refugiados, aunque un muy reducido porcentaje realizan el trámite para obtener esa cali- dad. Señala que el Ecuador ha tenido una política de acogida a los refugiados colombianos y que es necesario superar la discriminación que muchos de ellos padecen en sus puestos de trabajo. Recomienda una campaña informativa sobre los derechos de los refugiados así como medidas para proteger a las personas particularmente vulnera- bles como niños, niñas, adolescentes, ancianos y personas con dis- 18 Javier Ponce Leiva nía y la garantía de los derechos humanos, agenda que no puede estar subordinada a una visión regional, pero de la cual debe formar parte la política ecuatoriana de defensa. Aquí, Montúfar destaca la conve- niencia de lograr amplios consensos en materia de política exterior y defensa a fin de reducir distancias entre el diálogo político y las defi- niciones militares. La importancia que para el país tienen las relaciones con la principal economía del mundo es analizada por Augusto de la Torre, quien apunta que las mayores deficiencias del aparato productivo nacional tienen que ver con: la falta de reformas internas para promo- ver la productividad que se estancó en la ultima década; la debilidad de sus instituciones; la escasa inversión en investigación y desarrollo —el penúltimo lugar de América Latina con 0.1 del PIB—, y el alto déficit educativo que debilita el capital humano. De paso, este articu- lista destaca la opinión favorable de los ecuatorianos sobre Estados Unidos (68%) por encima de la media de la región. Sobre el mismo tema general, Fander Falconí señala que entre 1990 y 2004 la inversión extranjera directa (IED) promedió el 3.4% del PIB, alcanzando en 2005 los mil millones de dólares. De ésta, el 44% provino de los Estados Unidos. Sus capitales se han con- centrado, en un 76.6%, en el sector petrolero. Falconí señala que existe una “desmaterialización” con graves consecuencias ambienta- les en los países del Sur, fenómeno que se refleja en que estos países exportan volúmenes muy superiores a los que importan, mientras que en el Norte ocurre exactamente lo contrario; en concreto, las expor- taciones de América Latina tienen un volumen seis veces superior a sus importaciones, mientras que la Unión Europea exporta la cuarta parte del volumen de mercancías que importa. Concluye el autor des- tacando la importancia de la IED y abogando por una redefinición de sus reglas sobre la base de seguridad jurídica, ganancias justas y corresponsabilidad social y ambiental. Historiador y economista, Julio Oleas describe de modo por- menorizado el intercambio comercial entre ambos países. Señala que la composición de las exportaciones ecuatorianas no petroleras ha disminuido, de 76% cinco años antes de la dolarización, a 57% cinco años después, sin que, hasta la fecha, se haya llegado al monto alcan- zado en 1997 (US$ 4.500 millones). Esta preponderancia del petró- leo se ratifica en el comercio con Estados Unidos, ya que éste y sus 21 Introducción derivados, que en el 2000 significaban el 45% de las exportaciones, ascienden al 62.8% en el 2005, lo que muestra que el crecimiento promedio anual de casi 20% de nuestras exportaciones a ese país ha venido entonces, dado básicamente por el petróleo y sus derivados. Las exportaciones no tradicionales representan apenas uno de cada cinco dólares exportados a ese país. El mayor incremento se aprecia en productos del mar, que pasan de 197 millones de dólares en 2000 a 772 millones en 2004. Por su parte, las flores pasan de 139 millo- nes en 2000 a 200 millones en 2005, siendo rosas el 70%. Algunas nuevas frutas de exportación, como el mango y la piña, acceden recientemente al mercado de los Estados Unidos, al igual que un número creciente de partidas arancelarias correspondientes a textiles. En resumen, Ecuador obtiene un superávit comercial —que en 2005 fue de 2.602 millones de dólares— sobre la base de la “repri- marización” de sus exportaciones, fenómeno ya mencionado por otros autores como una característica negativa de los últimos años. Santiago Bustamante analiza la legislación nacional e inter- nacional sobre propiedad intelectual, y señala las principales discre- pancias que sobre este tema se han dado en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. El autor confie- re especial atención a los fármacos y la necesidad de excluir de las patentes los métodos terapéuticos y de diagnóstico. Aboga también por un incremento de la inversión en innovación tecnológica y llama la atención sobre las cláusulas incluidas en el TLC que firmaron Perú y Estados Unidos. Por su parte, el jurista Alberto Wray advierte la alta conflic- tividad del Estado ecuatoriano con compañías extranjeras, con las que tiene actualmente siete casos en tribunales internacionales. Wray analiza las causas jurídicas más comunes de esos conflictos, que se deben tanto a la diversidad existente en los textos de los veintidós tra- tados que sobre garantías de inversiones ha suscrito el Estado, cuan- to a prácticas administrativas que no valoran oportunamente las con- secuencias internacionales que acarrean sus actos. En la intervención se destaca la importancia que en esos litigios tiene la imagen de un país, -y la imagen del nuestro no es buena-, dando ejemplos de la pobre percepción que se tiene en el exterior sobre la administración de justicia y la corrupción que impera en el país. Y se plantean tare- as para fortalecer la institucionalidad de la Procuraduría, el 22 Javier Ponce Leiva Ministerio de Relaciones Exteriores y la coordinación entre todas las instituciones relevantes para los contenciosos, sugiriendo un papel más activo de la diplomacia en la generación de información sobre la legislación de inversiones y su difusión. Cultura, emigración y política exterior El libro Cultura, emigración y política exterior recoge las ponencias presentadas en sendos seminarios convocados para estu- diar a fondo estos dos temas, que tienen especial prioridad en la polí- tica exterior diseñada en el PLANEX 2020. Desde que Benjamín Carrión enunciara, hace más de cin- cuenta años, la tesis de que Ecuador debía sustentar su presencia internacional en la riqueza de su cultura, nuestra acción externa ha otorgado papel de relieve a la difusión de las manifestaciones artísti- cas. Durante décadas fue habitual que distinguidos representantes de las letras representaran al país en el exterior: Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero, Jorge Icaza, Demetrio Aguilera Malta, Alfredo Pareja Diezcanseco, Leopoldo Benítez Vinueza, Jorge Fernández, Adalberto Ortiz, entre otros destacados intelectuales, enriquecieron nuestra presencia externa. Pero no basta, en las circunstancias actua- les, esta simbiosis entre letras y diplomacia pues la tesonera acción política de los movimientos indígenas y afroecuatoriano han permiti- do que sus culturas adquieran visibilidad y respeto. Los artículos de este libro contienen aportes significativos que permitirán que nuestra diversidad cultural se vea reflejada en nuestra acción internacional Para empezar, el antropólogo Fernando García analiza la diversidad cultural del Ecuador, con los afroecuatorianos y catorce grupos indígenas que aportan con las doce lenguas que se hablan en el país además del castellano. Ofrece García datos incontrovertibles de cómo esas minorías son las que menor acceso tienen a los servi- cios públicos, detentan los indicadores sociales más bajos y se encuentran particularmente marginadas del sistema educativo a pesar de los programas específicos desarrollados en los últimos años para rescatar sus lenguas y culturas. El autor presenta propuestas para for- talecer la proyección multicultural del país y respetar las lenguas aborígenes y los conocimientos ancestrales. A ellos se añade la obli- gación de cumplir y desarrollar el derecho internacional relativo a los 23 Introducción que la preservación del patrimonio es una responsabilidad comparti- da a nivel universal pues universal es la cultura, como lo demuestran las múltiples coincidencias en manifestaciones artísticas de las más variadas latitudes, sin menoscabo de las especificidades de cada cul- tura. Dicho lo cual, nos llama a reflexionar sobre la conveniencia real de repatriar todos los bienes patrimoniales que se encuentren en el exterior, invitándonos a ser imaginativos y pensar en mecanismos que permitan que éstos permanezcan de manera regulada en el exte- rior, bajo propiedad del Ecuador, pero cumpliendo el papel de difun- dir nuestra cultura. Un novedoso mundo se nos abre con las reflexiones sobre los bienes intangibles que nos ofrece Antonio Abad. Los lenguajes, tradiciones —ritos, creencias, costumbres, mitos, leyendas, medicina tradicional, artes escénicas y música— son parte fundamental de la cultura y constituyen bienes que deben ser protegidos. Recién en 2003 la UNESCO adoptó una convención internacional para su pre- servación. La relación entre cultura y naturaleza se hace evidente en este tipo de bienes, cuya difusión y protección, en su propuesta, debe disponer de un espacio en la política exterior. Los estudios sobre la emigración reciente presentan discre- pancias en cuanto al número de compatriotas que viven en el exterior. Los estimados oscilan entre dos y tres millones de ciudadanos. El artículo del Servicio Jesuitas a Migrantes (SJM) nos da la escalo- friante cifra de que el 46.5% de los niños en el Ecuador tiene a sus padres en el extranjero. Tanto ese trabajo, como el presentado por Pablo de la Vega, coinciden en señalar que el Estado ecuatoriano ha carecido de una política coherente de apoyo a los emigrantes. Si bien reconocen acciones puntuales del Ministerio de Relaciones Exteriores —tales como la elaboración del Plan de Apoyo a los Emigrantes y las gestiones ante España para la regularización de los ciudadanos ecuatorianos—, o por el Congreso, —mediante la formu- lación del Proyecto de Ley de Apoyo a los Emigrantes y sus Familias—, reclaman por el desinterés del Legislativo, donde reposa desde el 2004 dicho proyecto, así como por la indiferencia guberna- mental que ha impedido acabar con la dispersión institucional relati- va a la emigración. Mirando casa adentro, el anacrónico marco normativo rela- tivo a los inmigrantes al Ecuador—que superan ya el medio millón— 26 Javier Ponce Leiva , y la actitud de ciertas autoridades, tanto nacionales como locales, es cuestionada por fomentar una actitud xenofóbica contradictoria con lo que se solicita a los países de acogida de los emigrantes. La teso- nera y dinámica acción de las organizaciones de la sociedad civil a favor de los migrantes y sus familias es descrita en el artículo del SJM, que reconoce el puntual apoyo a algunas acciones de parte de los Ministerios de Relaciones Exteriores y deTrabajo. Por último, el tráfico ilegal de emigrantes es tratado con rigor por Gabriela Troya, que analiza la normativa interna e interna- cional y presenta recomendaciones específicas para la adopción de una política integral en la materia. La cooperación internacional para el desarrollo del Ecuador Los especialistas de mayor prestigio en el país colaboraron con este libro, que reúne una serie de estudios sobre la cooperación que ha venido recibiendo el Ecuador para apoyar su desarrollo eco- nómico y social. Ecuador es considerado un país de renta media a nivel internacional, lo que conlleva que varias fuentes de coopera- ción no lo califiquen como receptor. Por otro lado, existe una creciente tendencia en los países desarrollados de concentrar su ayuda en crisis humanitarias graves que se producen en los países menos avanzados, y una mayor resis- tencia a ejecutar proyectos de desarrollo productivo. Adicionalmente, los condicionamientos políticos son frecuentes en la concesión de cooperación. Es preocupante que la precaria situación de los pueblos en desarrollo reciba un castigo adicional, al ser privados de apoyo porque sus gobernantes violen los derechos humanos o no se ajusten a las prácticas democráticas impulsadas por el Norte. Últimamente la cooperación se condiciona a requisitos adicionales que se imponen unilateralmente, sin reglas claras, como la percepción que el Gobierno de un determinado país industrializado pueda tener sobre la política que sigue el Gobierno de otro en temas tales como el control del narcotráfico, la emigración u otros. A pesar de las dificultades que presenta el contexto interna- cional, Ecuador ha sido relativamente exitoso en la obtención de recursos de cooperación. La creación del Instituto Nacional de Cooperación Internacional, adscrito al Ministerio de Relaciones 27 Introducción Exteriores, pero con una administración autónoma, ha permitido la profesionalización en la canalización de la cooperación —tradicio- nalmente afectada por las prácticas clientelares tan usuales en nues- tro sistema político—, inscrita en el proceso de conformación de una agenda propia para que la cooperación llegue a los sectores que el país requiere, y no obedezca exclusivamente a los intereses de las organizaciones o gobiernos donantes. Las propuestas buscan mejorar la calidad de la cooperación, su destino, y la rendición de cuentas a que deberían estar sujetos los receptores. En los últimos años los Objetivos del Milenio aparecen como el paraguas que debe cubrir a la cooperación internacional. Lucía Durán cuestiona esta percepción: tras reafirmar que la coope- ración tiene un fundamento ético de corresponsabilidad de todos los países, sostiene la necesidad de centrarla en la preservación de los bienes públicos universales. Por otro lado, cuestiona la eficacia de la cooperación recibida, a pesar de que en sectores como educación y salud su monto es superior a lo invertido por el Gobierno, y plantea la necesidad de fortalecer las instituciones nacionales para que pue- dan canalizar de manera eficaz dicha cooperación. Respalda la auto- ra iniciativas concretas a nivel internacional para dar un impulso sus- tantivo al financiamiento de la cooperación y señala directrices para el replanteamiento de objetivos y mecanismos. La protección del ambiente y el logro del desarrollo susten- table tienen alta prioridad para uno de los países con mayor biodiver- sidad del mundo, característica apreciada por numerosas fuentes de cooperación internacional. María Fernanda Espinosa pasa una revis- ta critica a la cooperación en el campo del desarrollo sustentable, señala sus deficiencias y hace recomendaciones de acciones y políti- cas a nivel nacional y universal. Tras anotar las dificultades para realizar un balance de la cooperación —y señalar aciertos y defectos del papel jugado por los Observatorios—, Pablo Suárez sostiene que, en los aspectos princi- pales, ésta ha fracasado en contribuir al desarrollo del Ecuador. Determina Suárez la alta responsabilidad del Ecuador al no haber invertido recurso internos en los procesos prioritarios, y concluye que es previsible que continúe la reducción de fondos bilaterales no reembolsables, lo que plantea interrogantes sobre si los Objetivos del Milenio conforman una agenda adecuada para el país. El autor alerta 28 Javier Ponce Leiva 31 En primer término, agradezco al Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador, en las personas del señor Ministro, Embajador Francisco Carrión Mena, y del Embajador Javier Ponce Leiva, Coordinador del Plan Nacional de Política Exterior, por el honor que me han dispensado al encargarme la primera conferencia del Seminario “Relaciones Ecuador–Colombia”, preparado por el Ministerio de Relaciones Exteriores dentro del ya mencionado Plan Nacional de Política Exterior del Ecuador. Como parte de la Sección I de este seminario, denominada “Ecuador–Colombia: percepciones mutuas”, me ha sido asignado el tema “La visión del Ecuador desde los medios de comunicación colombianos”. Al respecto debo mencionar y no en plan de disculpas sino en solicitud de comprensión por parte de esta audiencia y sus pane- listas, que mi estadía continua a lo largo de casi treinta años en el Ecuador, en cierta medida me ha impedido un contacto diario y per- manente con los medios audiovisuales e incluso con la prensa escri- ta de Colombia. Sin embargo de ello, espero poder desarrollar el tema de manera que los comentaristas que me acompañan, Héctor Velasco, de la Agencia France Press; León Valencia, de la Corporación Nuevo Arco Iris, de Colombia; Thalía Flores, del diario HOY, de Quito; y Alfonso Espinosa de los Monteros en su papel de Moderador de este coloquio, encuentren suficientes elementos de juicio y algunos datos pertinentes en cuanto a la percepción que del Ecuador han tenido y tienen los medios de comunicación colombianos, de tal manera que puedan emitir las que serán, sin duda, valiosas aportaciones, análisis y criterios en torno a las circunstancias sociales y políticas que nos envuelven en los últimos años. La Visión de Ecuador desde los medios de comunicación colombianos Omar Ospina Diario Hoy 32 Omar Ospina De acuerdo con lo manifestado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador en la introducción al Seminario que se inicia hoy, y cito: “El Gobierno Nacional está convencido de que las políticas públicas deben ser democráticas y reflejar los inte- reses y aspiraciones de los más amplios sectores de la población ecuatoriana. Para ello, la elaboración de esas políticas debe realizar- se mediante procedimientos transparentes que permitan el intercam- bio franco de opiniones en aras del bien común”. En seguimiento de esa política de transparencia e intercam- bio franco de opiniones, resulta imperativo que en este y en los siguientes coloquios, primen la franqueza y la sinceridad de ambas partes en las distintas etapas y temas del Seminario, a fin de que las conclusiones que se desprendan de estas jornadas contribuyan a la recuperación del clima de confianza y de hermandad entre las dos naciones, que ha sido norma de comportamiento en la ya dilatada his- toria de nuestros pueblos. Sin embargo de mi ya mencionada ausencia de Colombia durante treinta años, no ha sido imposible del todo contar con medios de comunicación colombianos en Ecuador. La vecindad de ambas naciones permite el recibo de medios impresos de diversa índole, y, en los últimos tiempos, no hay duda de que el Internet facilita una consulta permanente de cuanto se escriba en ambos lados de la fron- tera, tanto como en el resto del mundo. No sucede lo mismo con los medios audiovisuales que requieren de señales radiofónicas o televi- sivas que no suelen ser fácilmente perceptibles más allá de ciertos límites fronterizos, sobre todo en el ámbito noticioso que es el que nos interesa aquí para el tema en cuestión. No obstante, suelen ser más confiables los medios escritos en función de las opiniones y aná- lisis de las circunstancias históricas, por cuanto la radio y la televi- sión, a cuenta de una inmediatez a veces no precedida de raciocinio, posibilita, por desgracia, que en muchas ocasiones las palabras vayan más allá de los conceptos –para decirlo con la frase ya famosa de un ex presidente– y distorsionen la realidad de los hechos,. Aficionado como soy, quizás por mis años, al contacto con el papel más que con las rutas del ciberespacio, recibo, colecciono y atesoro, provenientes de Colombia, revistas de diversos temas, así como las ediciones sabatinas y dominicales del diario El Tiempo, y la edición semanal de la revista Semana, sin duda los dos medios escritos más importantes de Colombia. De manera que esta interven- 33 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas ción se sustenta, aparte de un corto repaso histórico nacido de mi memoria de los contenidos de la prensa colombiana hasta los treinta y cinco años, es decir, hasta 1975 cuando salí de mi país para radicar- me posteriormente, en 1977, en el Ecuador, y en la lectura e interpre- tación de los dos medios ya citados, la revista Semana y el diario El Tiempo, en los últimos años, sobre todo a partir de la restauración de la democracia ecuatoriana en 1979. Quizás convenga aclarar que no necesariamente la percep- ción que los mencionados medios de comunicación han tenido del Ecuador en los últimos veintisiete años, ni la que esos y otros tenían antes de 1977 y que yo recuerde, concordarán siempre con mis pro- pias percepciones del país a partir de mi arribo en ese año. Aclaro esto porque mi participación en este seminario se refiere explícita- mente a cómo observo la percepción que del Ecuador tiene la prensa colombiana, según mi experiencia de lector, y de ninguna manera la que pueda tener yo mismo de la realidad ecuatoriana desde mi expe- riencia directa de residente. Para una mejor aprehensión de los criterios de la prensa colombiana frente al Ecuador, divido este análisis en temáticas a pro- pósito de circunstancias y hechos especiales, puesto que son esos momentos de la historia los que reseña la prensa colombiana, que poco se ocupa, como ocurre en todos los países del mundo ante la rea- lidad latinoamericana, de los hechos cotidianos. Como sabemos, nuestros países, quizá con la excepción de México y Brasil por su tamaño físico y económico, y Venezuela por su riqueza petrolera, solo somos noticia en las salas de redacción o en los sets de televisión del mundo desarrollado, cuando nos azota una catástrofe de gran magni- tud, cuando nos ocurre algún descalabro político de envergadura, o cuando, esporádicamente, nuestros deportistas protagonizan alguna hazaña deportiva. En términos de cotidianidad, podría decirse que el Ecuador no existe para la prensa colombiana, como no existe para la prensa de ningún otro país, y, por qué no decirlo, como no existe Colombia para la prensa ecuatoriana sino en el caso de los mismos eventos especiales o, en los últimos tiempos, en razón de nuestros enfrentamientos futbolísticos o de las incursiones en territorio ecuato- riano de fuerzas militares colombianas formales e informales. Otro aspecto comunicacional que bien vale la pena tener en cuenta es que la percepción que los medios tienen de una nación o de una situación específica no es, de ninguna manera, solamente la percepción 36 Omar Ospina Costa y Sierra, la percepción del Ecuador en Colombia fortalecía ese sentimiento paternalista y “comprensivo”: al Ecuador le falta madurar. Qué pena que se hayan separado de Colombia. Esa sensación se pro- ducía, sobre todo, porque en Colombia, país con cuatro veces más territorio, con el triple de población y con una diferencia entre regio- nes tanto o más marcada que en el Ecuador –las diferencias entre Costa, Sierra, Amazonía y Orinoquia colombianas son evidentes–, el sentimiento divisionista siempre ha sido más motivo de superación regional e incluso de chiste, que aquí en donde es una pretensión per- manente y un peligro vigente de desintegración. En los tiempos modernos, desde la aparición del periodismo escrito, gran parte de las fuentes históricas proceden de los medios de comunicación, que reflejan, describen, comentan y analizan los avata- res de la realidad. Por ello no es incierto decir que la prensa colombia- na, reflejo de las percepciones de la población frente a hechos y cir- cunstancias, debió, por ejemplo, dividirse a comienzos del siglo XX frente a la insurgencia y realizaciones de la revolución alfarista. En un país que por entonces, como lo siguió siendo hasta el último cuarto del siglo XX, decididamente bipartidista, cambios tan profundos como el laicismo en la educación, la separación de la iglesia y el estado, la incipiente liberalización de las costumbres, el divorcio y, posterior- mente, el sufragio femenino, debieron parecer conquistas necesarias y positivas tanto para la prensa liberal de aquél entonces como para la población que tenía la misma orientación ideológica y política. Frente a ello, la prensa conservadora y la población que seguía y sigue esas convicciones, veía esos cambios, esas conquistas, como una agresión a las profundas creencias del país. Y digo del país porque, como suele ocurrir, entre mentalidades conservadoras y clericales se cree y se da por sentado que las propias creencias y convicciones políticas y reli- giosas son las de la nación en su totalidad. No es así aunque en cier- tos casos y momentos sean mayoritarias, pero sin duda hay una parte muy importante de la población para la cual el tradicionalismo per se y la religiosidad sin análisis, no solamente no son deseables sino que son, incluso, perjudiciales para el desarrollo material e intelectual. Aparece la democracia La conquista de la democracia por el Ecuador en 1979, luego de sucesivas dictaduras tanto militares como civiles y de gobiernos constitucionales interrumpidos, con la excepción de los de Galo Plaza 37 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas Lasso, José María Velasco Ibarra y Camilo Ponce Enríquez entre 1948 y 1960, fue vista en Colombia por la población media, por la intelec- tualidad y la dirigencia política, y por ende por los medios de comu- nicación, como una señal de madurez y de institucionalización. El viejo paternalismo que veía al Ecuador como una especie de hermano menor separado a la fuerza, cedió el paso a un análisis bastante más realista y respetuoso del acontecer político del país. Ecuador parecía encaminarse, con la elección de Jaime Roldós y Oswaldo Hurtado, por un camino de recuperación y de olvido de viejas ambiciones gol- pistas y de poco apego a la democracia y a sus normas institucionales. Sin embargo, el futuro inmediato haría aparecer algunas razones para disminuir esa nueva percepción y para volver por momentos a la vieja y paternalista actitud “comprensiva” de la gente y de los medios. En primer lugar, el resurgimiento del conflicto con el Perú, amenaza a la estabilidad regional que se presentara de impro- viso en 1981 durante el gobierno de Jaime Roldós y volvería a hacer- se realidad durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, en 1995. La revista Semana, en una de sus ediciones de febrero de este último año, tituló la cobertura del enfrentamiento con la pregunta: “¿Guerra o sainete?”. El Tiempo y demás medios tanto nacionales como pro- vinciales, no fueron menos críticos ni explícitos en el análisis de un conflicto que aparecía como una manipulación de los estamentos militares para reforzar su influencia en el país, y de un gobierno endeble –el de Durán Ballen– para mantenerse en el poder sustenta- do en la resurrección de un patriotismo bastante oportunista. En rea- lidad, el conflicto entre Perú y Ecuador ha sido visto en Colombia como el producto de un sueño utópico y sin asidero histórico funda- mentado, sin que ello quiera decir que los medios o las gentes simpa- ticen más con Perú que con Ecuador. No hay que olvidar que con Perú, Colombia tuvo un enfrentamiento militar que culminó con la recuperación de un territorio amazónico que el Perú había invadido a comienzos de los años treintas, y ello generó un ambiente nacional de repulsa y desconfianza hacia el país del sur y la percepción de una política imperialista nunca eliminada del todo y que parece tener raí- ces en la antigua concepción cultural de un indigenismo basado en la ideología incásica del tahuantinsuyo. La resolución del conflicto de 1995 por la vía del diálogo, suscitó en Semana otro titular semejante: “Fin del Sainete”. El análi- sis posterior ironizaba sobre una guerra en la que no hubo derrotados 38 Omar Ospina pues ambos bandos se declararon vencedores. La sensación de mani- pulación militar y oportunismo político en ambos lados de la fronte- ra, se vio incrementada. Otro episodio que ocupó las páginas de la prensa colom- biana y la percepción del colombiano medio, fue el período presi- dencial de León Febres Cordero, entre 1983 y 1987. Hechos noto- rios acontecidos durante ese período, fueron, por lo recurrentes y violentos, percibidos como la amenaza de un regreso a épocas dic- tatoriales ya superadas. El enfrentamiento y envío de tanques a la Corte Suprema de Justicia; el asesinato por elementos policiales de los hermanos Restrepo y la negativa subsiguiente a investigar el hecho con seriedad y responsabilidad; la muerte de Arturo Jarrín, Juan Carlos Acosta Coloma, Consuelo Benavides y otros líderes populares o estudiantiles supuestamente revolucionarios e izquier- distas; la resolución violenta del secuestro del banquero guayaqui- leño Nahim Isaías, que resultara en su muerte al momento del intento de rescate; el desprecio del mandatario al enjuiciamiento y destitución por parte del Congreso del Ministro de Gobierno Luis Robles Plaza, así como otros hechos autoritarios de menor tras- cendencia, contribuyeron a que la opinión pública colombiana y sus medios de comunicación, pensaran que se avecinaba para el Ecuador un nuevo régimen dictatorial disfrazado de civilista por el hecho de haber sido elegido en las urnas. Lo retrógrado de esa posibilidad y lo que significaba en términos de retroceso de una democracia largamente esperada y difícilmente conseguida, hizo que los análisis fueran pesimistas y la visión del Ecuador volvie- ra a ser la de un país inmaduro que necesitaba mano fuerte o que no podía renunciar a las actitudes totalitarias de sus mandatarios. Sin embargo, y ello lo reconoció posteriormente la prensa ante el desarrollo de los acontecimientos y la entrega del poder por el presidente titular a su sucesor Rodrigo Borja, un político por entonces no precisamente afín a la ideología del mandatario en funciones, el período presidencial de Febres Cordero no pasó, en la percepción de los medios y de la opinión pública, de una mues- tra de autoritarismo intransigente y de prepotencia anticuada. La sucesión presidencial democrática y sin incidentes, hizo retornar a la prensa colombiana al recién adquirido respeto por la incipien- te institucionalidad del país y por la nueva actitud madura de sus clases dirigentes. 41 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas “Ecuador no para de temblar”, y agrega que el país va de “crisis en crisis”. El 19 de marzo pasado, ante las marchas indígenas, El Tiempo asegura que “El poder indígena quiere resurgir”, y el domin- go 26, con foto en primera página, titula: “Luis Macas, el Evo del Ecuador”, con un dejo de ironía que se percibe, sutil, en el texto. Semana no se queda atrás en sus miradas hacia el Ecuador, y en su edición 1225 de octubre 24 de 2005, al paso que titula “Tiembla Palacio”, ante una de las recurrentes crisis políticas de su gobierno, también menciona que el regreso de Lucio Gutiérrez al Ecuador, luego de sus frustrados exilios en Brasil y Colombia, obe- dece a que “… Huye de las FARC”. La edición 1246 de la misma revista, en marzo de este año, no abandona sus preocupaciones por la estabilidad del país, y titula en su sección Mundo: “Palacio tamba- lea”, y llama al Ecuador “Estado fallido”, en tono serio pero con algún dejo de sarcasmo. Los líos en la frontera Los problemas fronterizos entre Ecuador y Colombia, tanto por la presencia de las FARC en territorio ecuatoriano en busca de aprovisionamiento, medicinas y descanso, como por las incursiones del ejército colombiano por tierra y aire, son motivo de especulación, investigación y análisis por los dos medios que he venido analizan- do. Pero si bien ambos se han limitado repetir que existe “Nerviosismo en la frontera” (El Tiempo del sábado 2 de julio de 2005) o que “El Ecuador no quiere ninguna guerra ajena” (febrero 5 de 2006), también reproduce el domingo 3 de julio de 2005 una entrevista de Yamid Amat, uno de los más importantes periodistas colombianos, al General Carlos Alberto Ospina, Comandante de las Fuerzas Militares, en la cual el General Ospina se queja de que la falta de comunicaciones entre los militares de ambos países, se debe en parte a que “no hay continuidad en los mandos ecuatorianos”. En todo caso, la mayor preocupación de los medios colom- bianos se ha centrado, de dos o tres años a esta parte, en los brotes de xenofobia que contra los residentes colombianos se perciben en el Ecuador. Así, la revista Semana de noviembre 21 de 2005, se queja de que existe “Xenofobia en la vecindad”, ante las quejas de malos tratos recibidos por colombianos en el Ecuador. Ya antes, en septiem- bre de 2005, la Revista hacía alusión a que los colombianos en el Ecuador son percibidos como “malos vecinos”. Los demás periódicos, 42 Omar Ospina revistas, noticieros de televisión y, por cierto, en la radio, más procli- ve al alarmismo, recogen también las experiencias negativas de resi- dentes colombianos en el país. La economía y el deporte También en terrenos alejados de la política como la econo- mía y el deporte, los medios de comunicación y la opinión pública colombiana tienen una percepción que va pasando del paternalismo y la “comprensión” ya aludidas, a un análisis más profundo, crítico y realista, más respetuoso de la realidad que colindante con la vieja frustración de la separación. No obstante, en el terreno deportivo parece estar más afianzado ese respeto que en los terrenos de la eco- nomía. Si bien cuando fructificó la idea del Pacto Andino en 1959 era comprensible, por las diferencias económicas entre Colombia, Chile, Perú y Venezuela por un lado, frente a Bolivia y el Ecuador por el otro, que a estas dos últimas naciones el Acuerdo de Cartagena les otorgara un status de “Nación menos favorecida” y las consiguientes ventajas aduaneras, lo cierto es que la actitud del Ecuador, posterior a la bonanza petrolera, sobre todo por parte de sus clases empresaria- les, ha sido percibida como una no justificada actitud de inferioridad que no se compadece con la realidad económica que ha generado el petróleo. La alegación de desigualdades económicas al momento de exigir ventajas arancelarias y tratamiento diferenciado frente a los demás socios del Pacto Andino, se ha percibido más como una inve- terada costumbre peticionaria que como una realidad económica. En la percepción de los medios y de las gentes, más que desventajas eco- nómicas alegables por un país petrolero, están la baja productividad, el desorden institucional y administrativo, la falta de prolijidad en el manejo de los recursos del Estado, la propensión injustificada de mantener altos índices de rentabilidad por parte de las empresas, incluso cuando la dolarización ha anulado el fantasma de la inflación, y una especie de conformismo que no conduce al desarrollo sino al estancamiento. En el ámbito deportivo, en cambio, la percepción de los logros ecuatorianos en Colombia ha derivado de la admiración oca- sional por hazañas individuales pasadas de algunos deportistas como Pancho Segura, Jorge Delgado y Andrés Gómez, al respeto por los últimos logros de la selección nacional de fútbol y por los éxitos indi- viduales de Rolando Vera y Jefferson Pérez. No hay que pasar por 43 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas alto el hecho de que la clasificación de la selección ecuatoriana de fútbol a los dos últimos campeonatos mundiales, ha sido percibida en Colombia, aparte de con admiración y respeto, también con la satis- facción de saber que en ello ha tenido algo que ver el trabajo de entre- nadores colombianos como Francisco Maturana, el “Bolillo” Gómez y, en estos momentos, Luis Fernando Suárez. Ello ha reforzado en la prensa colombiana esa percepción positiva del deporte ecuatoriano, hasta el punto de que la no clasificación de Colombia a los dos últi- mos mundiales, debida en gran parte a los resultados negativos en los enfrentamientos con el Ecuador, no se ha percibida como derrotas vergonzosas igual que en el pasado, sino como avatares deportivos debidos a una mejor actitud del seleccionado ecuatoriano, a un traba- jo más serio y consistente, y al alto nivel que han alcanzado varias de sus figuras. Conclusiones y recomendaciones El análisis anterior, con las falencias y olvidos que pueda tener y por los cuales me disculpo, indica que la percepción de los medios de prensa colombianos y de su opinión pública frente a la rea- lidad ecuatoriana, ha derivado de la antigua frustración por el aleja- miento del Ecuador de la familia grancolombiana, y de la compren- sión un tanto paternalista de la inmadurez política del país, de su pro- pensión al militarismo, y de sus viejos remordimientos y complejos frente a la población indígena, a una actitud de análisis crítico exen- to de alguna supuesta generosidad y respetuoso de las nuevas condi- ciones políticas del Ecuador. Sin embargo, la comprensión mutua de la realidad de los dos países, dista mucho de ser la ideal, pues subsis- te el desconocimiento de las causas de muchos de los hechos que nos acontecen, y permanece soterrada una a ratos exótica percepción de la realidad, tanto aquí como allá, adobada en el caso ecuatoriano de los últimos años por una creciente xenofobia hacia los colombianos, que no redunda precisamente de manera positiva en la opinión públi- ca de Colombia ni en su reflejo que son los medios de comunicación. Ello puede y, creo, debería ser corregido de la única manera posible: haciendo un esfuerzo de acercamiento entre los medios de comunicación de ambos países, así como en el reforzamiento de los vínculos intelectuales. Tanto en Colombia como en Ecuador, y en aras de un reconocimiento mutuo de nuestras potencialidades acadé- micas, periodísticas, intelectuales y artísticas, que pueda consolidar reproducen los poderes, especialmente los gobiernos y la fuerza pública tanto para un ecuatoriano en Madrid, como para un paisa en Quito: llegan a los países que les brindan acogida y les quitan los tra- bajos; si no, perjudican a los trabajadores locales al aceptar sueldos más bajos y cualquier tipo de empleo; son los causantes de la mayor parte de los delitos, aún llegan a la perversidad de inventarse nuevos delitos, algo por lo general tenebroso que la sociedad victimizada por los inmigrantes no había visto antes; tienen además la pésima cos- tumbre de abusar de los servicios sociales y públicos que esta socie- dad víctima les ofrece generosamente; no pagan los tributos que esa sociedad exige a sus nativos y, finalmente, son seres extraños que no cumplen con las leyes y normas de convivencia social. La comunidad que se considera víctima del otro, por lo general pone un velo a los aportes que los emigrantes hacen a la misma y exacerban los defectos. Toda esta teoría que se sostiene en las seis patas que he nom- brado, parte de una premisa falsa: la emigración es un acto de perver- sión, y no, como creo que es, un acto de desesperación. Desafortunadamente, la percepción que tenemos de los colombianos está marcado por estas visiones simplistas de la inmi- gración, visiones además reaccionarias y deshumanizadas. A estas visiones colaboran de manera entusiasta los medios de información, que se rigen en general a las versiones oficiales de la Policía, donde frases como “sujetos de acento colombiano”, o “dirigidos presunta- mente por un colombiano” parecen más clichés que resultados de una investigación seria. Hay, a no dudarlo cifras que estremecen en este tema y que muestran una realidad lacerante, sobre todo en América Latina, donde el crimen transnacional organizado establece territorios, llá- mense estos Sucumbíos o cualquier otro. El conflicto colombiano ha tenido cierta influencia en este proceso, pero no al extremo, sosten- go, de encontrar todos los males de la inseguridad a la migración colombiana. Partamos entonces del diagnóstico de que la percepción que se tiene del colombiano en el Ecuador, tiene que ver con lo conflicti- vo, lo problemático, digamos que con lo delincuencial y todos los elementos que tienden a negar la otredad, aún a sabiendas de que par- timos de un proceso de hermandad que tiene que ver con la utopía de la Independencia y el pensamiento de Bolívar. Quiero decir, el “fac- 46 Juan Carlos Calderón tor” colombiano nos atraviesa a todos los países liberados por la gesta bolivariana. Menos de 200 años después la conformación de nuestras sociedades, desde la génesis de las familias a las institucio- nes, aún en las quimeras de las asambleas constituyentes, tiene que ver con este tronco común. Hemos, entonces, a la luz de la historia, constituido con Colombia el bucle hermandad/rechazo al otro que nos permite decons- truir en la cotidianidad y la cultura las percepciones totalitarias que pre- tenden ser impuestas desde los medios de comunicación y desde el Estado, con la lógica de la seguridad nacional y la geopolítica. ¿Cómo nos enfocamos al conocimiento de “lo colombiano”? ¿Qué percepciones tenemos del otro, más allá de esas percepciones pseudo impuestas por versiones oficiales o por experiencias negati- vas que en algún momento nos toca enfrentar personalmente? Confieso que me llegaron estas dudas cuando un día, en Bogotá, me vi dentro de una noticia grande que involucró a nuestro dos países, y en el seguimiento de la misma me di cuenta de lo poco que nos conocíamos los unos a los otros, y que nuestras percepciones eran reduccionistas y automáticas. Ese día, asistíamos con un colega de diario Expreso a los festejos de los diez años de la Fundación Nuevo Periodismo Latinoamericano, que dirige Gabriel García Márquez. En eso estába- mos cuando ocurrió un ataque militar, atribuido a las FARC por el Gobierno de Colombia, en Teteye. Veinte y dos muertos y la acusa- ción inmediata, directa, de Alvaro Uribe, de que los autores del ata- que habían salido del Ecuador y se habían refugiado luego. Lo que me impactó, además de la noticia, fue la apariencia de normalidad que se instaló en el teatro de la universidad Tadeo Lozano, no hubo un solo comentario público sobre el tema, un lo lamentamos todos por los muertos, o qué terrible, en fin, lo que se dice en esos casos a la distancia. Luego, en medio de los bocaditos de la clausura pude conversar con algunos directores y editores de medios de varias ciu- dades del país y la conversación de nuestros países giro en torno al tema fronterizo, a nuestro deporte favorito de tumbar presidentes, es decir, claro está, a la agenda de los medios y la versión oficial. Me pregunté ¿había en estas personas un interés genuino por el Ecuador, por su destino como sociedad, como nación; había algún ecuatoria- nólogo por aquí, o eran tan escasos en Bogotá como lo eran los colombianólogos en Quito? 47 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas Creo que un año antes, había visitado también Bogotá en una cobertura especial luego de otra acusación a Quito del presidente Uribe, cuando otros guerrilleros atacaron con una bazuca china el vehículo de un amigo del presidente. El artilugio de muerte había salido del ejército ecuatoriano, cuyos miembros eran corruptos, dijo Uribe. Claro, ardió Troya, el Gobierno de mi país se rasgó las vesti- duras, el origen del cohete se convirtió en un asunto de Estado, los medios empezaron a llenarse de analistas y expertos, se hicieron pro- gramas especiales, sesudos comentarios, inflamadas diatribas patrio- teras, y finalmente nadie demostró nada: ni Uribe ni el ejército ecua- toriano, y en eso quedamos. Viajé entonces a Bogotá para conversar con personas más vinculadas a la sociedad civil, a las universidades, y otros sectores. La impresión que tuve es que ni siquiera la academia estaba muy entera- da de lo que pasaba en el Ecuador, que llevaba ya más de un año con el Gobierno de Lucio Gutiérrez y el canciller Patricio Zuquilanda. Me dio la impresión que no había un conocimiento pertinente de nuestras realidades mutuas, que las agendas estaban por distintos andariveles y las miradas no se cruzaban salvo en los puntos de la frontera caliente. Una lástima que los asuntos de nuestra relación hayan sido simplifi- cados de esa forma, cuando lo menos que podíamos esperar, incluso como un imperativo moral, era intentar profundizarnos en nuestras realidades, ser dignos herederos de una historia rica en gestas liberta- rias, de familias comunes, de destinos entrecruzados. Al igual que en el incidente del lanzacohetes, la masacre del Teteye los uniformados habían vuelto a poner la plataforma para la ascendente militarización de la relación. Cuando los militares activos y pasivos empiezan a copar los medios, en desmedro de la diploma- cia y de las voces ciudadanas, el daño es grave para cualquier socie- dad. La lógica militar y policial impone el conflicto, las estrategias de guerra y los teatros de operaciones reemplazan a los foros ciuda- danos y se posicionan como los mediadores privilegiados de los pro- ceso de esta relación. Bajo esa lógica, el tema Colombia se convirtió paulatina- mente en el “caso de los colombianos” y ha pasado de las páginas políticas o empresariales a las judiciales y policiales. Esas han sido las percepciones que marcaron creo que los tiempos de estas relaciones. Los gobiernos tampoco ayudaron en su momento: Gutiérrez puso en Bogotá nada menos que un ex jefe mili- 48 Juan Carlos Calderón tiempos hipersaturados de mensajes y contenidos dislocados, descon- textualizados y contradictorios? Nada de esto sabía y menos lo pensaba cuando hace 18 años viajé por primera vez al exterior, a Bogotá, para pedir la mano de quien hoy es mi esposa, Adriana. En ese entonces –tal como ahora pero con más vehemente ceguera- mi enamoramiento me cegó ante los riesgos de los ataques guerrilleros en la carretera, tal como mis parroquianos amigos lo advertían, los asaltos en los buses, los robos. Nada cambió mi decisión de llegar a la fría Santafé, cuyo ambiente triste solamente es sostenible gracias a la amabilidad, la frescura y sinceridad de su gente. Llegaba a una ciudad grande, fuera de mi territorio natural, por vez primera, y lo primero de lo que fui objeto fue de una enorme generosidad no esperada y sí consentida. Bogotanos puros, rolos a morir, me internaron en los secretos del tamal, el aguardientico y la agriecita, las novenas bailables, la devo- ción al Divino Niño, el teleférico a Monserrate, el masato y el kumis, la línea, el cuchuco, el viaje inevitable a Zipaquirá y la leyenda del lago de Guatavita, las visitas masivas a los cumpleañeros, el amor por los parientes, la charla sabrosa y cantadita, San Andresito, Daniel Samper, el Binomio de Oro y su gesta vallenata, por supuesto al rumba, la carne llanera, el misterio del ahogao, el merengón y simi- lares maravillas, en fin. Tan extraordinarios fueron esos primeros toqueteos con Colombia que hasta ahora le digo a mi esposa que no sé quién mismo logró el hechizo de atarme con tanto entusiasmo a su destino. Saben enamorar estos colombianos, me dije. Y ya que había puesto mis sentidos en ellas (en Adriana y en Colombia) creo que por andar medio embobado por el parque del Periodista de buenas, a pri- meras la tía de ella me chantó a Germán Castro Caicedo y empezó mi otro romance, esta vez con el periodismo colombiano. Han pasado, como digo, casi dos décadas desde entonces. He realizado decenas de viajes a Colombia, enajenado como siempre por su espíritu, llevado de la mano siempre por esos amigos y ami- gas, y parientes a los que nunca les faltó una consentida, un cariño como decimos. Su don de gentes es proverbial en Conocoto, Quito, donde arrancó esta historia: el padre de Adriana, don Roberto Galvis Bello, hacia molinos de trigo junto a sus dos hermanos en el Sur de Bogotá. Hace 45 años le tocó viajar a la parroquia de Amaguaña para fabricar un gran molino, que todavía funciona. Conoció a mi ahora suegra, Lucía, hija de agricultores conocoteños. Y ella ató su vida a 51 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas Colombia y tuvo con él dos hijas colombo ecuatorianas. Me parecía que esa historia se repetía varios lustros después cuando Adriana, dejándolo todo como su madre, ató su destino al Ecuador y tuvo con- migo dos hijas ecuatoriano colombianas. Ella, como muchos colombianos, llegaron al Ecuador por amor; otros lo han hecho desafortunadamente huyendo de la miseria y la violencia, y porque acá encontraron algo más de paz a pesar de la cruz de la nostalgia. No fue fácil la adaptación: aunque pueblos de un mismo origen, su formación histórico-social fue distinta, su cultu- ra es distinta, son cotidianidad es distinta. El primer conflicto colombo ecuatoriano tuvimos que resol- verlo en nuestra luna de miel, cuando le pedí a Adriana que viniera al cuarto, ya saben, y me respondió, “bueno papito, ahorita”. Se demo- ró media horita y no entendí hasta más tarde que el ahorita colombia- no implicaba un tiempito más que el inmediatismo del ahorita mismo ecuatoriano. Bueno, superado el conflicto, donde no hubo necesidad de una cartilla de seguridad, hubo una escalada cuando días después ella se me puso circunspecta al oírme que le decía “Mamita, pero hágame caso”. La tradicional rebeldía norteña se le fue a los ojos y me respondió casi iracunda que ella no tenía porqué obedecerme; pero si yo no le he dicho eso, sino que me pare zona. Menos mal lo comprendió antes de que la sangre llegara al río. No fue fácil conci- liar los términos, las visiones del mundo, la forma de mirar la vida, de enfrentar los problemas. En esto último, como buen serrano ecua- toriano pecaba de resignación y conformismo, disfrazados de realis- mo, y entonces ella le puso el realismo mágico y el “echaopalante” que nosotros llamamos empuje o ñeque, y que es el mismo realismo pero con unas ganas enormes de vencer. Esta claro que esa es la realidad de Colombia que más he conocido y por ello, como ecuatoriano me ha chocado profundamen- te los signos de rabiosa e inexplicable xenofobia que se han dado contra mi familia, en sitios y de personas que menos se lo piensa. Y menos por situaciones por las cuales se debería aplaudir a los emi- grantes. Pongo ejemplos de los que he sido testigo directo: dos seño- ras chacharean en voz alta en medio de una película en los Multicines, con tanta grosería que molestan al menos a sus seis veci- nos circundantes. Una persona, con acento colombiano, les pide gen- tilmente que bajen el tono de la voz. La respuesta viene violenta: no 52 Juan Carlos Calderón jodas, colombiano hijo de tal, lárgate a hacer callar a tu país, qué te has creído, etcétera. Una persona de Colombia se ofrece de voluntaria en una urbanización para hacerse cargo de la seguridad y lograr poner en marcha un buen sistema de guardianía y reducir los robos a cero. Todos los residentes pagan las cuotas con gusto y se aplauden los informes trimestrales. Cuando al año se trata de renovar la directiva y se pide la reelección de esta persona, de una de las asistentes a la asamblea, una mujer mayor y respetada por todos, dice que no se le reelija, que ya es hora de que un ecuatoriano asuma esta responsabi- lidad “porque la colombiana nos está mangoneando”, sin exponer otro argumento que el falaz de la nacionalidad. Hay otros ejemplos, y no quiero cansar. Muchos de ellos tie- nen que ver con los abusos que los colombianos en el Ecuador han recibido de la Policía, especialmente en las carreteras. Cuando favo- recía el peso, eran miles los vecinos del norte que llegaban a hacer turismo. Y hubo no pocos casos en que fueron extorsionados por policías en la carretera por el delito de portar placa colombiana. Hubo un caso extremo que nosotros denunciamos en el semanario Blanco y Negro, del diario Hoy y que se llamó “Qué hubo Colombia”. La historia de una mujer a la que le mataron a su marido y a su hija de un año en la carretera entre Tulcán en Ibarra. Llegaban de vacaciones y fueron detenidos por estos filibusteros que usan el uniforme para delinquir. El parte policial dice que su esposo se resistió a un arresto porque supuestamente se le encontró con cigarrillos de marihuana dentro del carro. El murió de un tiro y su pequeña niña lo mismo, en un supuesto tiroteo del cual nadie fue testigo. Toda la información se basó en el parte policial. Ella fue detenida, acusada de tráfico de dro- gas. Luego salió de la cárcel y nadie respondió por esos crímenes. El reportaje demostró que no había pruebas de la tal droga y que el deli- to de esta familia destruida había sido ser colombiana. Pero lo que más me impresionó en este y otros casos que he reportado, fue la ausencia de la defensa de los colombianos en el Ecuador. Los emba- jadores que ha puesto Colombia en Quito, en su gran mayoría, no han atendido o hecho público estos casos de abuso, extorsión y menos aún de xenofobia contra sus compatriotas. Es claro que quien llega en condición de extranjero se ve expuesto a este tipo de ataques, sobre todo en una sociedad inmadura, prejuiciada y con un complejo de inferioridad ferviente. Pero no es posible permitir que esto ocurra a 53 Relaciones Ecuador - Colombia: Percepciones Mutuas fenómenos y procesos contemporáneos. Los temas más importantes que tienen que ver con nuestra relación mutua se nos van de las manos y terminamos por mediocridad y comodidad, que es lo mismo, difundiendo ejes más que limitados y unilaterales de la relación. Esto tiene que ver, sobre todo, con adherirse de modo no crítico con las agendas del poder, convirtiéndose de manera voluntaria en voceros de esas agendas a través de editoriales o decisiones de redacción que privilegian la versión oficial por encima de la reportería. Cuando los medios entran en la lógica de la guerra y la de sus actores pierden, aunque parezca imperceptible, el respeto de ese mismo poder y, cómo no, del público. Esa experiencia nefasta la tuvimos en la Guerra del Alto Cenepa, en 1995. Luego de 60 días de intensa adhe- rencia a la “causa nacional”, el Gobierno y los jefes militares de entonces no ocultaron su decepción y desconcierto cuando después de la batalla le recordamos al país los pendientes, y bien graves, del régimen: casos de corrupción sobre todo y luego temas de intenso debate que tenia que ver con las privatizaciones, etcétera. Voceros del Gobierno confesaron entonces, fuera de micrófono, que “no se espe- raban” semejantes noticias, pues supusieron que la adhesión de la prensa podía ser eterna o al menos ésta pondría bajo la alfombra los temas que no le convenían al régimen. Gracias a ese espíritu de inde- pendencia, seis meses después de la guerra saltaron los escándalos de compras de armas y de contrataciones multimillonarias e innecesa- rias hechas a dedo aprovechando el decreto de emergencia por el con- flicto armado. Todo ello a pesar de la visita de mandos militares y de altos funcionarios para que no acabemos con el dudoso prestigio de los “vencedores del Cenepa”. Traigo a la memoria estos sucesos, porque la lógica de la guerra impone la visión de prensa amiga y prensa enemiga. Esa es la visión del poder, que pretende controlar cualquier medio que disien- ta. La percepción que tenemos unos de otros está marcado por esos ruidos: no dejemos que los cañones nos atrofien nuestros sentidos periodísticos. 56 Juan Carlos Calderón 57 La Otra Orilla Colombia y Ecuador, por caminos distintos Estuve en Quito en un foro sobre las relaciones entre Colombia y Ecuador organizado por la Cancillería ecuatoriana. Fue muy triste oír de boca de funcionarios, periodistas y académicos del vecino país las tensiones y dificultades que están viviendo por culpa del conflicto colombiano. Más desolador aún sentir que la realidad pintada tenía mucho de verdad y que los reclamos derivados de allí eran justos. Muy aleccionador saber que será muy difícil, si no imposible, que el gobierno ecuatoriano atienda algunas de las exigencias que ha hecho el gobierno colombiano en los últimos tiempos. Me esforcé para encontrar argumentos que pudieran amino- rar nuestra responsabilidad en las angustias de los ecuatorianos –uno siempre lleva en el corazón a un nacionalista irredento– y encontré muy pocos. Un ecuatoriano soltó esta ironía al comenzar su interven- ción: “Me dicen que en Bogotá y en muchos lugares de Colombia hay unas instituciones respetables, una vida más o menos tranquila, una gente amable, pero Ecuador no limita con ese país, nosotros tene- mos en la frontera a guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, una dolorosa ausencia de Estado, una vida muy alterada.” Las consecuencias de esta situación son duras y nosotros no podemos ignorarlas. El territorio ecuatoriano ha recibido en los últi- mos años 200 mil colombianos expulsados por la violencia y Ecuador les ha dado refugio a 20 mil, según cifras de la Acnur. Ecuador ha teni- do que llevar a la frontera norte a no menos de 7 mil soldados de 32 mil que tiene su fuerza nacional efectiva. Sufre, además, las incursio- nes armadas de los actores irregulares y de las propias Fuerzas La cooperación entre los medios de comunicación de Ecuador y Colombia León Valencia Nuevo Arcoiris Militares colombianas. Soporta los efectos de las fumigaciones que se hacen en la frontera. Los costos humanos, ambientales, económicos y sociales de estas acciones son demasiado onerosos para un país pobre. Para conjurar estas amenazas, el Gobierno de Colombia le ha pedido al ecuatoriano insistentemente que lo apoye en la confron- tación militar a las fuerzas irregulares, que blinde la frontera, que se comprometa con nuestros lineamientos de seguridad. Quizás debido a estas exigencias, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador se ha empeñado en una amplia consulta con la sociedad para redefinir su política exterior y los resultados fueron transmitidos en el foro por Javier Ponce. Es una perspectiva muy dis- tinta a la colombiana. Ecuador no quiere presencia de tropas extranjeras en su territorio. No realizará operativos conjuntos ni combinados con fuer- zas colombianas. El narcotráfico es un asunto policial y no militar. Ecuador no afronta una amenaza terrorista. En temas de seguridad compartidos con otros países, Ecuador se inclina por construir un planteamiento multilateral mediante el diálogo y la concertación. Y remata con la siguiente afirmación: “Colombia tiene estrategias de combate en la frontera; Ecuador, estrategias de vigilancia.” No es fácil aceptar que al Gobierno ecuatoriano le asiste mucha razón en estas definiciones. Tampoco es agradable descubrir que en buena parte de los incidentes diplomáticos que se han genera- do en los últimos años tiene más responsabilidad el Gobierno colom- biano. La pretensión de que el Gobierno del Ecuador nos compre sin pestañear nuestro discurso interno de seguridad ha despertado un malestar entendible. También de este lado tenemos algunos reclamos justos. No podemos aceptar tranquilamente que en manos de las fuerzas irregula- res de Colombia aparezcan armas provenientes de Ecuador. Tampoco el paso constante de la frontera de efectivos de estas organizaciones, así lo hagan en condición desarmada. Pero no hay duda de que tene- mos que ser más comprensivos con nuestro vecino y más abiertos a concertar una política fronteriza, que tome en cuenta la perspectiva ecuatoriana. 58 León Valencia faena está ahora a cargo del sistema judicial y, en particular, de la Fiscalía General, pues es obvio que después de que los paramilitares aceptaron lo que consideran unas duras condiciones de desmoviliza- ción, ellos solo van a reconocer los crímenes que el Estado les pueda probar y, además de algún gesto simbólico, solo van a devolver los bienes cuyo origen ilícito les demuestre el Estado. Así, el balance judicial queda pendiente. Por lo pronto, uno de los grandes retos del Estado colombiano es desvertebrar las estructuras mafiosas que aún mantienen algunos grupos paramilitares. Pero el balance más dudoso y más incierto es, sin duda, el estratégico. La desmovilización de los paramilitares ha ampliado la libertad de movimiento y el espacio de maniobra de la guerrilla, sobre todo en aquellas zonas donde la Fuerza Pública no tiene toda- vía la suficiente capacidad para neutralizar a la insurgencia. En tér- minos estrictamente estratégicos el Gobierno y los paramilitares hicieron un mal cálculo: estimaron que la guerrilla sería controlada muy rápidamente por el Estado y que por tanto los paramilitares sal- drían sobrando. Pero la guerrilla no ha sido derrotada y – al menos las FARC – siguen prácticamente intactas. Su retorno a las antiguas zonas paramilitares y el consiguiente deterioro de la seguridad es cuestión de poco tiempo. Esto atenta contra la erradicación total del paramilitarismo pues este resurgirá allí donde la guerrilla vuelva a depredar a la población y el Estado no pueda evitarlo. También favorecerá su resurgimiento el hecho de que el narcotráfico no se haya incluido como tema de acuerdo : hubiera sido muy positivo haber exigido a los “paras” la erradicación manual de todos los cultivos de coca en sus zonas de influencia, antes de su desmovilización. Esto hubiera evitado el resurgimiento de nuevos grupos armados en esas áreas, o cederle a la guerrilla el usufructo de dichos cultivos. Los Lunares De otra parte, una vez hechos estos reconocimientos que con- sidero esenciales, para hacer un balance y examinar la sostenibilidad de la política de seguridad democrática también es necesario señalar algunos lunares en su ejecución. En primer lugar, creo que un tema que se trata relativamente poco pero que es central en una política de seguridad nacional tiene que ver con la situación de las fronteras. A mi manera de ver es uno de los grandes lunares de la política de seguridad 61 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia democrática del gobierno originado en una inmensa precariedad en pie de fuerza y en movilidad de la tropa. La Fuerza Pública está concen- trada en garantizar la seguridad interna y por ello efectos de la vigi- lancia de las fronteras estamos dependiendo en buena medida de la buena voluntad o de las intenciones de los países vecinos. La situa- ción es preocupante porque nuestras fronteras terrestres son muy porosas y la falta de vigilancia hace que existan muchas vías por las cuales penetran ingentes cantidades de armas, de municiones, de explosivos de avituallamiento de todo tipo para los grupos irregula- res sean guerrilleros o grupos paramilitares: en la frontera con Venezuela se han identificado 21 rutas de este tipo de tráfico irregu- lar, en el Ecuador 25 rutas, en Brasil 14 y en Panamá 37 rutas de abastecimiento de todo este tipo de pertrechos y avituallamientos para los grupos irregulares. En suma, hay más de cien rutas de pene- tración en las fronteras terrestres del país para el mercado negro ile- gal de estos grupos irregulares. El segundo lunar de la política de seguridad democrática tiene que ver con los grupos paramilitares. Si bien hay unas conver- saciones en curso, hay que señalar también que estos grupos parami- litares jamás habían estado tan fuertes como lo están en este momen- to. Han tenido un proceso sostenido de crecimiento durante los últi- mos años, de hecho, es el único grupo irregular que ha estado cre- ciendo durante los dos años de la administración actual, tienen ingen- tes recursos económicos, están reclutando gente, se siguen armando, están penetrando las administraciones locales, están determinando la política regional y local, están infiltrándose en todos los niveles y en muchas agencias del Estado, incluso en los organismos de seguridad, además están manejando recursos de inversión de las administracio- nes municipales y departamentales. Es preciso señalar que aún cuan- do recientemente ha habido desmovilizaciones de algunos frentes paramilitares, sin embargo, si las conversaciones no culminan con éxito es muy probable que ese poder de los paramilitares, que no ha sido tocado por la ejecución de la política de seguridad democrática, les permita volver a movilizar gente y a rearmarse en muchos de sus frentes. No existe un Plan B para el caso de que se rompan las con- versaciones con los paramilitares. El tercer tema importante en una revisión de la ejecución de la política de seguridad democrática es el relacionado con el narcotrá- fico. En efecto, a pesar de que todos los indicadores muestran una 62 Alfredo Rangel reducción de áreas sembradas de coca y de amapola, y de que ha habi- do un aumento significativo de las extradiciones de narcotraficantes, no obstante hay que señalar que muchos investigadores y agencias de investigación han demostrado que no ha habido una variación sustan- cial de la oferta de droga que esta saliendo del país. Esto se reflejaría en el hecho de que el precio final al consumidor en las calles en Estados Unidos no ha tenido una variación significativa, lo que quiere decir que la oferta se mantiene más o menos inalterada. Aumentos en la productividad y movilidad de las áreas sembradas explicarían por qué estos resultados no se corresponden con los grandes esfuerzos que se están haciendo para la lucha contra el narcotráfico. Otro cuarto aspecto tiene que ver con el homicidio. Si bien los indicadores generales del homicidio en el país han mejorado, sin embargo subsisten ciertos problemas que son muy significativos y preocupantes. El homicidio de alcaldes y sobre todo de ex-alcaldes ha venido incrementándose en el último año a tal punto que es mayor que en los años anteriores. De manera similar en algunos departa- mentos como en el Valle, Caqueta, Casanare, Chocó y Guajira se han evidenciado incrementos preocupantes en el homicidio. El homicidio de maestros ha tenido también un incremento en el último año que pone esa cifra incluso por encima de años anteriores. Un quinto tema es la seguridad en las vías del país, que ha mejorado de manera sustancial, como se ha señalado en múltiples estudios de la Fundación Seguridad y Democracia. Sin embargo, todavía en el país se está realizando un reten y cinco actos de pirate- ría cada dos días; la piratería, que ha disminuido de manera muy sus- tancial en las zonas rurales, sin embargo, se ha concentrado y se ha incrementado de manera muy preocupante en las principales ciuda- des del país; el tráfico vehicular nocturno está interrumpido en vías tan importantes como la vía Bogotá – Medellín, la de Pasto – Tumaco y la de Buenaventura a Lobo Guerrero. Esto significa que no hay infortunadamente un éxito pleno en la recuperación de la seguridad vial. También hay que decir que en algunas zonas del país todavía es muy incipiente la recuperación del control territorial y en otros casos es superficial, lo demuestra el hecho, por ejemplo, de que el año pasado en Arauca se realizaron varios paros promovidos por los gru- pos armados que inmovilizaron el transporte vehicular entre los municipios de este departamento, en una zona en donde hay una altí- sima presencia de Fuerza Pública. 63 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia Bruto destinado al gasto militar en un país que esta en guerra me parece que es todavía una proporción muy baja. Otros países en situa- ción de conflicto interno han dedicado al gasto militar en promedio montos superiores al 5% del Producto Interno Bruto. Pienso que el gobierno debería transmitir a la población el mensaje de que aunque ya se han hecho esfuerzos importantes, en el futuro se tendrán que hacer esfuerzos similares o aun mayores, para consolidar los logros y para poder avanzar en la búsqueda de la seguridad. Un tercer tema tiene que ver con el servicio militar obligato- rio. Este ha sido un tema muy traído y llevado en las campañas polí- ticas y generalmente al comienzo de los gobiernos. En muchas oca- siones se ha querido introducir una mayor equidad en la prestación del servicio militar obligatorio, pero eso no ha sido posible y por eso el tema todavía hace parte de la agenda de una política de seguridad mucho más democrática. Hay que abandonar el esquema según el cual los ricos ponen la plata mientras los pobres ponen los muertos. Yo no creo que en esta larga guerra interna de más de cuarenta años haya existido un solo soldado caído en combate cuyos padres tengan un ingreso mayor de dos millones de pesos, todos son hijos de las familias más pobres del país. Me parece que el incremento del pie de fuerza de las Fuerzas Militares basado casi exclusivamente en el aumento del numero de soldados campesinos poco contribuye a remediar esta situación. Creo que hay que darle un vuelco al servicio militar obligatorio que garantice que proporcionalmente las clases medias y las clases altas también aporten su cuota de sacrificio en la búsqueda de la seguridad colectiva. Mientras ello no ocurra me pare- ce que la búsqueda de la paz y de la seguridad como propósito nacio- nal seguirá cojeando. El cuarto tema tiene que ver con el Plan Patriota. Yo estoy de acuerdo en que tarde o temprano hay que acometer una acción muy fuerte contra la retaguardia de las FARC. Mi pregunta y mi gran inte- rrogante es sobre la oportunidad actual del Plan Patriota. Me pregun- to si este es el momento más adecuado para destinar cerca del 10% de la fuerza militar del país en una zona tan extensa como poco poblada, donde en promedio con la fuerza que se tiene cada soldado debe cubrir cerca de 10 o15 kilómetros . Me pregunto si no seria mejor utilizar esos recursos militares tan escasos en unas zonas de mayor importancia para la economía nacional, con mayor densidad poblacional y más importantes en términos de estabilidad política. Lo 66 Alfredo Rangel que el Ejército hizo en Cundinamarca a mi manera de ver es el éxito estratégico más grande que ha obtenido el Estado contra este grupo guerrillero y consistió precisamente en desmantelar los frentes que estaban rodeando a Bogotá, centro del eje del despliegue estratégico en los planes de guerra de las FARC. Este logro hay que sostenerlo y creo que habría que replicar este tipo de refuerzos en regiones alre- dedor de ciudades como en Medellín o Cali y en otras regiones del país. Me preocupa mucho el hecho de que un departamento como Nariño prácticamente se está perdiendo para el control del Estado: la presencia en aumento de grupos guerrilleros de las FARC y del ELN, así como el incremento de grupos militares, y el crecimiento de las hectáreas de sembradas de coca, son asuntos para preocuparse. Esto esta sucediendo precisamente en el vecindario del Plan Patriota y creo que las Fuerzas Militares y la Policía están siendo insuficientes para controlar la situación. No es casual que muchas de las acciones importantes de las FARC recientes se estén dando precisamente en ese departamento. Las cifras oficiales hablan de unas 17.000 hectáre- as sembradas de coca pero la gente de la región, incluso las autorida- des civiles de este departamento, están hablando de cerca de 50.000 hectáreas de coca. Este departamento que colinda con Ecuador y tiene salida al mar es de una importancia estratégica esencial que no se está atendiendo en forma suficiente. En quinto lugar, me parece que las Fuerzas Militares que han desarrollado un incremento muy significativo de sus actividades y han aumentado de su presencia en muchas zonas del país, sin embargo, no parecen haber pasado plenamente de la contención a la ofensiva. En algunos sitios claro se nota una mayor ofensiva que antes, pero, no obs- tante, las cifras están demostrando que en la inmensa mayoría de los casos las operaciones militares no son sostenidas, son de muy corta duración, y solamente unas muy pocas son sostenidas durante varias semanas o varios meses. Es claro que las Fuerzas Militares hacen lo que pueden con los recursos que tienen, por eso me parece que para que haya una posibilidad real de hacer una ofensiva mucho más soste- nida, de mayor alcance y mucho mas generalizada contra los grupos irregulares, pues hay que aumentar el pie de fuerza de una manera sus- tancial, mucho mas de lo que se ha logrado hasta el momento, hay que mejorar e incrementar de manera sustancial igualmente la movilidad aérea, es decir, adquirir muchos mas helicópteros de combate y de transporte de tropas, y hay que incrementar igualmente de manera muy 67 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia sustancial el presupuesto en operaciones. Insisto en que a pesar de los incrementos presupuestales que ha habido en los últimos años, me parece que para lograr éxitos mayores en la desarticulación de gru- pos paramilitares y de grupos guerrilleros es absolutamente necesa- rio ese incremento de pie de fuerza, de movilidad y de presupuesto operacional. Las comparaciones internacionales son absolutamente abru- madoras. En Colombia no nos podemos dar por bien servidos por el hecho de tener el ejército más grande de Sudamérica, incluso más grande que el de Brasil. En el momento más álgido de su conflicto interno, El Salvador tenía 2 veces más soldados por 100.000 habitan- tes 100 veces más soldados por kilómetro cuadrado que los que hay en Colombia. Uruguay, un país en paz, tiene hoy más soldados por cien mil habitantes que Colombia. Países europeos como España, Italia o como Francia, tienen más soldados por kilómetro cuadrado que Colombia. Todo esto está indicando que en nuestro país hay una precariedad muy grande en término de fuerza militar. Lo mismo sucede en términos de fuerza policial: para atender problemas de seguridad que son muchísimos más graves, Colombia tiene igual cantidad de policías por cien mil que Perú y Argentina, es inferior a Bolivia, y tiene la mitad del promedio de los países europeos. Bogotá tiene 3 veces menos policía por cien mil habitantes que la ciudad de Nueva York. Un sexto punto. En lo relacionado con el narcotráfico, creo que las fumigaciones hay que continuarlas en ciertas zonas en donde hay cultivos extensivos fuertemente custodiados por grupos irregula- res. Pero también creo que no se está haciendo lo suficiente para ata- car el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico que es la salida de la droga de las zonas de producción. Golpear contundentemente en este punto tiene a la larga un impacto mucho más fuerte y duradero sobre la cantidad de hectáreas sembradas y sobre la oferta de droga, al tiempo que tiene unos costos políticos y ecológicos mucho menores que la fumigación indiscriminada. Pero la capacidad de interdicción del Estado colombiano es muy precaria pues solo se tiene capacidad para interceptar el 20% de las embarcaciones que salen cargadas de coca hacia los mercados internacionales. Habría que recurrir con más insistencia a la comunidad internacional para que en una actitud más comprensiva colabore con mayor intensidad con Colombia para tratar de atacar ese eslabón débil de la cadena del narcotráfico. 68 Alfredo Rangel 71 La política de Defensa del Ecuador frente al conflicto colombiano Oswaldo Jarrín Ministro de Defensa Nacional del Ecuador 72 Oswaldo Jarrín EL CONCEPTO EN EL OBJETIVO ESTRATÉGICO “Hoy la seguridad esta centrada en el ser humano, Abandonando su exclusividad militar para pasar a ser multidisciplinaria...” Ecuador, Libro Blanco La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia SITUACIÓN Y PROYECCIÓN (Antecedentes) - "Vacío de ideas y valores tanto en el diálogo como en el juego político y un excesivo peso en la lucha por el poder” Tomassini, Gobernabilidad y políticas en A Lat Gobernanza: “Proceso en que las sociedades u organizaciones adoptan decisiones importantes determinan a quienes se aplican y como se rinden cuentas.” Insitute of governance Canada 2002 73 76 Oswaldo Jarrín DEFENSA NACIONAL | «» Todas las acciones coordinadas para 4 desarrollar una capacidad efectiva de protección a la sociedad, defensa del territorio, de la soberania, de los recursos y de los intereses estratégicos que le permitan prevenir los conflictos y afrontar una agresión, para preservar, mantener y establecer La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia DISENO DE LA POLITICA DE DEFENSA -Responsabilidad -Procedimiento, congruencia, consulta -OEA, CP/CSH-492/02/OCTUBRE 2002 Contenido: -Escenarios prospectivos internacional, regional, nacional. -Amenazas, oportunidades “Estrategia militar -Componentes de la defensa -Proceso de toma de decisiones en la defensa -FFAA: misión estructura, capacidades -Economía de la defensa, presupuesto -Compromisos internacionales mn 78 Oswaldo Jarrín LIBROS BLANCOS DE VARIOS PAISES PAIS ENFOQUE [MIN. — [ACTUALIZA HUMANO |DEF. CANADÁ st st BRASIL si CHILE si si EU. si ARGENTINA si SI SUD AFRICA si st ECUADOR si st si La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia éComo se entiende una Política Pública y de defensa? - Conjunto de sucesivas respuestas del estado frente a situaciones consideradas socialmente problemáticas. - Parte de la política nacional, requiere entendimiento nacional y decisiones político estratégicas para determinar objetivos de largo plazo, acciones, relaciones y recursos necesarios para prevenir conflictos y alcanzar los fines de la defensa. Busca alcanzar una condición de seguridad externa para que el país pueda alcanzar sus objetivos nacionales sin presiones e interferencias externas 81 Oswaldo Jarrín SEGÚN EL LIBRO BLANCO... “La seguridad se fundamenta en la diplomacia preventiva, en la interdependencia y fortalecimiento de las medidas de confianza mutua, sin afectar a los legítimos intereses de la defensa y seguridad" Libro Blanco, Diciembre 2002 ADEMAS: Nuevo enfoque de la Seguridad Nacional - Criterios: funcionalista, cocperación National Military Strategy EU. Sep. 2002 Plan Colombia (2000) Política de Seguridad Democrática ( 2003). 82 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia COMENTARIOS AL LIBRO BLANCO 2002 “No logró una modificación del sector defensa en las formas de relacionamiento político y no estuvo acompafíado de una transformación institucional, ni el diálogo, ni la defensa se han proyectado en la construcción institucional de la defensa desde la nueva perspectiva debatida” Pablo Celi, Políticas de Defensa y elaboración de “Se hechiibarffir, desata muchas oportunidades y expectativas, poderes, intereses en juego, cargas de trabajo y responsabilidades, operaciones y decisiones, convirtiêndose en un complejo proceso, elusivo y conflictivo”. José Carlos Campero, Centro Lat. Administ. Desarrollo U. Bolivia 83 86 Oswaldo Jarrin — TAREAS DE LA DEFENSA «» Vigilar en forma conjunta y neutralizar amenazas que atenten contra la frontera terrestre, espacios acuáticos y espacio aéreo nacional. «» Defender el territorio nacional y la soberania contra amenazas y agresión externa. «» Cooperar en caso de emergencias y catástrofes «» Proteger las áreas estratégicas «» Contribuir con las demás instituciones democráticas a la preservación y reestablecimiento del ordenamiento jurídico «» Contribuir con los organismos militares técnicos existentes a la preservación del ambiente y otros recursos. La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia TAREAS DE LA DEFENSA Continuación Proteger a la población, sus recursos y servicios públicos en caso de grave conmoción interna Participar en operaciones de mantenimiento paz y ayuda humanitaria Cumplir los convenios y tratados internacionales que el país es signatario Apoyar en el control y neutralizacién de actividades ilícitas y del crimen organizado transnacional Cooperar con el desarrollo de la investigación científica y tecnológica. 87 88 Oswaldo Jarrín Declaración Conjunta de los Ministros de Defensa Ecuador Colombia 12 Enero 2006 Estricto cumplimiento de las cartillas de seguridad “) Línea Limítrofe, zona de precaución y alta sensibilidad para operaciones militares «) Construcción por Colombia de dos Puestos de Control Fronterizo: S. Miguel y Puerto Ospina « Activación de las Brigadas Colombianas en frontera: 29,27y13 « Ecuador no realizará operaciones militares: Coordinadas, Conjuntas ni combinadas. política bastante más coherente con la soberanía nacional. Claro que algunas personas a esa postura la llaman complicidad con la insurrec- ción. Pero acontece que nosotros somos ecuatorianos y que los ecua- torianos tenemos el derecho elemental a ver las cosas desde nuestra perspectiva. Lo que a algunos les parece debilidad o complicidad, a nosotros nos parece una manera patriótica e independiente de cómo se deben manejar las cosas. Sobre la exposición del Ministro de Defensa añadiré dos observaciones generales. Su exposición dio una perspectiva general de políticas, pero no de posturas sobre problemas reales que también son sujetos de política en la frontera. Creo, por ejemplo, que el gobierno de Colombia tiene derecho a preguntar, si es que es cierto, por qué hay armamento militar ecuatoriano producido incluso, en algunos casos, por las fábricas de las Fuerzas Armadas que van a parar en Colombia. Eso debería ser sujeto de una pregunta a nuestras Fuerzas Armadas. Eso es legítimo como parte de una política de defensa. Otra pregunta que también debe contestarse es cuál es la postura de nuestras Fuerzas Armadas sobre el hecho de que tienen que emplear hombres y dinero, no por cierto de los gringos, en una frontera que el Ejército colombia- no simplemente no controla, mientras empuja a las fuerzas insurreccio- nales hacia el sur, directamente hacia nuestras guarniciones. Sobre la presentación del expositor colombiano, comienzo diciendo que a él le han pedido que haga una cosa que hizo muy sol- ventemente: una exposición de la política del Estado en Colombia. No le pidieron que diera su opinión sobre cómo esa política incide en el Ecuador. No podemos esperar que opine sobre eso, porque a el le pidieron una exposición sobre un visión estatal, unilateral, de lo que ellos llaman “política de seguridad democrática” en Colombia. He aprendido algunas cosas y he asimilado mucha información. Pero el hecho que a mi me preocupa no es como los colombianos ven la situación colombiana. La gran pregunta aquí es: ¿A alguien se le ha ocurrido en Colombia, hasta la gente más vinculada con la izquierda, cuales son los efectos del Plan Colombia en Ecuador? ¿Se les ha ocu- rrido pensar qué carga tenemos que aceptar por esa iniciativa que se llama “Mandato de recuperación de la seguridad” del Presidente Uribe? ¿Se les ha ocurrido apreciar cuál es el precio que los ecuato- rianos estamos pagando por lo que ellos llaman éxito en Colombia? Creo que si hablamos de relaciones bilaterales lo mínimo que pode- mos pedir es alguna respuesta a esas preguntas. 91 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia Por mi parte, me sumo preocupado a la observación que en Colombia, ni la prensa, ni la academia, ni nadie le interesa qué pasa en el Ecuador. Allí alguna declaración solo aparece para lamentar que no actuamos lo suficientemente fuertes con la guerrilla. A mi me pare- ce que tratar de justificar por qué Colombia no tiene sus Fuerzas Armadas en la frontera no es una política bilateral, sino una pretensión inaceptable. Demandar que Brasil o Ecuador comprometan su fuerza pública y sus recursos porque en Colombia hay una guerra civil es, cuando menos, irresponsable. Aquí la verdadera pregunta es: ¿Por qué el gobierno colombiano depende de la capacidad y buena voluntad de los vecinos, que tenemos la misma situación en la frontera? ¿Por qué sin haber tenido ni arte ni parte en el diseño del Plan Colombia y sin acceso a los recursos inmensos del gobierno norteamericano, se nos pide que hagamos lo que supuestamente debemos hacer? Una vez una diputada colombiana dijo que si Ecuador cum- pliera las obligaciones que tiene de acuerdo al Plan Colombia, esta- ríamos mucho mejor los dos países. Aparte de la ignorancia que implica sostener que Ecuador tiene alguna obligación con el Plan Colombia, el pedirle cumpla ese Plan Colombia, es decir las acciones urdidas entre el gobierno de Colombia y el de Estados Unidos para enfrentar de una manera determinada el problema de la violencia y del narcotráfico, es muy grave. En el vecino país del norte muchos creen que el Plan Colombia crea obligaciones para nuestro país. Esto me parece gravísimo. Si estamos hablando de relaciones bilaterales, creo que Colombia tiene derecho de reclamar a Ecuador varias res- puestas. Y creo que los ecuatorianos tenemos que estar preparados para dar esas respuestas, aunque sean desagradables para nosotros o para los vecinos. Pero me parece también que el gobierno colombia- no nos debe respuestas que ha venido escamoteando por años. Esta reunión ha sido importante para ir llegando a esas res- puestas. Hasta ha sido importante para decirle al Ministro de Defensa que estamos de acuerdo con los lineamientos generales de su políti- ca, con los éxitos que esa política ha tenido desde mi punto de vista. Lo que preocupa es que hasta los uniformes ecuatorianos van a parar en Colombia. Ese es un problema real y no lo podemos ocultar. Viniendo otra vez a las respuestas, Colombia nos dice que después de las cosas que ha hecho para erradicar el narcotráfico, no lo ha conseguido. Mas bien sabemos que está creciendo. Por su parte deberá aceptar como nuestra respuesta que si bien hemos hecho 92 Enrique Ayala Mora muchos esfuerzos por erradicar el tráfico de armas, no podemos con- tenerlo. Cuando hay un floreciente negocio es imposible tener un control represivo de las cosas. Conste que el argumento que estoy dando, no a favor pero para explicar el tráfico de armas, es exacta- mente el mismo que se da para el tráfico de drogas. Pero estas, fran- camente, no son respuestas adecuadas. Estoy consciente de lo que digo no es simpático a los soste- nedores de la guerra civil en Colombia, a quienes quieren usar a nuestro país como mecanismo para agudizarla o ganarla. También veo que mi postura de defensa de los intereses ecuatorianos, la verán como complicidad con la insurrección de Colombia. Pero creo que a nuestro país le convine solo una firme postura anti-guerrerista. Debemos condenar la violencia, en especial la ejercida con secues- tros de niños y matanzas de inocentes. Pero también debemos recha- zar el guerrerismo sostenido desde el Estado. Ecuador solo puede ser un protagonista de la pacificación. El Ecuador tiene derecho a exigirle a Colombia, a su gobier- no y opinión pública, una mayor conciencia de lo que está pasando y sobre todo una clara responsabilidad sobre los efectos que el Plan Colombia tiene sobre este país. Hablamos de los efectos de fondo y no solo de la visión que la derecha colombiana ha tenido desde hace muchos años sobre el papel instrumental del Ecuador en su guerra interna. El gobierno colombiano debe entender que pedir por un lado buena voluntad, y por otro lado, profundizar una guerra interna que al Ecuador la afecta en serio sin que tenga opinión en ello, es del todo inequitativo. Nuestra política sobre Colombia debe plantear los pro- blemas globales de los dos países. Entonces nos iremos entendiendo. 93 La Seguridad en las Relaciones Ecuador - Colombia 96 Washington Pesantez éste último en organización y control, aunque los nexos de unión entre ambos modelos de delincuencia tienden a fusionarse y el terro- rismo puede llegar a formar parte de sus acciones violentas en cier- tas etapas o momentos. En un inventario amplio, las actividades prin- cipales de las organizaciones criminales, en suma, abarcan la provi- sión de bienes y servicios ilegales, ya sea la producción y el tráfico de drogas, armas, niños, órganos, inmigrantes ilegales, materiales nucleares, el juego, la usura, la falsificación, el asesinato a sueldo o la prostitución; la comercialización de bienes lícitos obtenidos por medio del hurto, el robo o el fraude, en especial vehículos de lujo, animales u obras de arte; la ayuda a las empresas legítimas en mate- rias ilegales, como la vulneración de las normativas medioambienta- les o laborales; o la utilización de redes legales para actividades ilí- citas, como la gestión de empresas de transporte para el tráfico de drogas o las inversiones inmobiliarias para el blanqueo de dinero. Entre aquellas organizaciones que pueden considerarse como típica- mente propias del crimen organizado, practicando algunas de estas actividades, se encuentran, dentro de un listado más o menos exten- so, las organizaciones dedicadas casi exclusivamente al tráfico de drogas a gran escala, ya sean propias de los países europeas o se generen en países latinoamericanos, del sudeste y el sudoeste asiáti- co, la Mafia italiana en su proceso de expansión mundial que ya se inició hace décadas, las YAKUZA japonesas, las TRIADAS chinas y, en última instancia, ese magma que constituye el crimen organizado en Rusia y en otros países del Este europeo. En este último tiempo los delitos que podríamos decir que se han reunido en cinco grupos principales que son: 1. El Narcotráfico, 2. El Tráfico Ilegal de Personas y Migrantes, 3. El Terrorismo, 4. El Lavado de activos, 5. y uno que hasta ahora no ha sido tomado en cuenta por nues- tro país y los países de la región que es la Delincuencia Informática o Cibernética. En tal sentido el presente trabajo expondrá en líneas genera- les los aspectos punitivos y de procedimiento de esta clase de Infracciones en nuestro país. 97 Delincuencia Transnacional: Narcotráfico, Corrupción, Terrorismo y Lavado de Dinero 2.- Generalidades del Crimen Organizado. El crimen organizado trata principalmente de la búsqueda de ganancias y se lo puede entender, en términos Clausewitzianos2 como una continuación de los negocios por medios delictivos. Las organizaciones criminales no son los únicos participantes en los mer- cados ilícitos, pero muchas veces son los más importantes, no sólo debido a la "competitividad" adicional que provee la amenaza de la violencia organizada. Además, las organizaciones criminales tienden a ser excepcionalmente hábiles en identificar y aprovechar oportuni- dades para nuevas empresas y actividades ilegales. En años recientes los grupos del crimen organizado y del nar- cotráfico se han refinado enormemente. Las organizaciones narcotra- ficantes colombianas, por ejemplo, emplean prácticas empresariales regulares de diversificación de mercados y productos, y explotan los nuevos mercados en Europa Occidental y la ex Unión Soviética. Las organizaciones delictivas y del narcotráfico emplean en forma cre- ciente especialistas financieros para llevar a cabo sus transacciones de lavado de dinero. Esto agrega una capa extra de protección, al utilizar expertos jurídicos y financieros informados en transacciones financie- ras y en la existencia de refugios en jurisdicciones financieras extrate- rritoriales. Al mismo tiempo, el crimen organizado no necesita des- arrollar su experiencia técnica en cuanto a la Internet. Puede contratar a aquellos de la comunidad de piratas informáticos que tienen esa experiencia, asegurándose mediante una combinación de recompen- sas y amenazas de que lleven a cabo en forma efectiva y eficiente las tareas que les son asignadas. Los grupos del crimen organizado generalmente tienen bases en los estados débiles que les proveen un refugio desde el que pueden realizar sus operaciones transnacionales. En efecto, esto les da un grado adicional de protección contra las autoridades y les per- mite operar con un mínimo de riesgo. La inherente naturaleza trans- nacional de la Internet se ajusta perfectamente a este modelo de acti- vidad y al esfuerzo de aumentar al máximo las ganancias con un grado de riesgo aceptable. El crimen organizado ha escogido siempre industrias parti- culares como objetivos de infiltración y para ejercer su influencia ilí- cita. En el pasado, figuraron entre éstas las industrias del transporte 2 Se refiere al filósofo alemán KARL VON CLAUSEWITZ, reconocido por la máxima "La guerra es una con- tinuación de la política por otros medios" 98 Washington Pesantez de basura y de la construcción en Nueva York, las industrias de la construcción y de la eliminación de desperdicios tóxicos en Italia, y las industrias de la banca y del aluminio en Rusia. El Grupo de Trabajo de Acción Financiera (GTAF o GAFI), organismo establecido por el G-7, ha intentado crear normas y pau- tas que los gobiernos e instituciones financieras pueden utilizar en la creación de leyes, reglamentos y mecanismos de aplicación a nivel nacional. Si bien se puede criticar al GTAF, éste inició en 2000 una campaña eficaz de "nombrar y avergonzar", la que identificó a 15 jurisdicciones "no cooperadoras" cuyos esfuerzos para combatir el lavado de dinero eran extremadamente insuficientes. En algunos casos, los resultados fueron notables y resultaron en programas más estrictos contra el lavado de dinero y en una mayor transparencia de las actividades financieras. Esto a sucedido con nuestro país ya que por la presión ejercida por el CICAD y GTAF se logró la aprobación por parte del Congreso de la LEY PARA REPRIMIR EL LAVADO DE ACTIVOS (Publicado en el Registro Oficial 127 de 18 de Octubre del 2005). En resumen los estados deben dar, la armonización necesa- ria tanto para las leyes substantivas como las procesales. Todos los países deben reevaluar y revisar sus reglamentos acerca de las prue- bas, el registro y decomiso, la escucha electrónica oculta y otras acti- vidades similares, que abarquen la información digital, los sistemas modernos de computación y comunicación y la naturaleza mundial de la Internet. Una mayor coordinación de las leyes procesales faci- litaría, por lo tanto, la cooperación en las investigaciones que tras- ciendan jurisdicciones múltiples. 2.1.- Diferencia entre los delitos comunes y el crimen organizado3 Los delitos cometidos por la delincuencia común, por dife- renciarla del CRIMEN ORGANIZADO, tienen un carácter preda- torio que incorpora una redistribución de unas rentas existentes pre- viamente. En el lado opuesto, el crimen organizado está involucrado en delitos, como la prostitución, el juego o el tráfico de drogas, que abarcan la producción y distribución de nuevos bienes y servicios con la componente de tener un valor añadido. En conjunto, sus acti- vidades tienen un carácter consensual hacia el delito cometido que 3 R. Thomas Naylor, Mafias, myths, and markets: on the theory of enterprise crime", Transnational Organized Crime, vol. 3, núm. 3 , 1997).
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