Baixe Bases Fisiologicas de la Terapia Manual y Osteopatia - Marcel Bienfait e outras Manuais, Projetos, Pesquisas em PDF para Fisioterapia, somente na Docsity! COLECCIÓN FISIOTERAPIA Y TERAPIAS MANUALES
BASES FISIOLÓGICAS
DE LA TERAPIA
MANUAL Y DE LA
OSTEOPATÍA
Por
Marcel Bienfait
>
ES
E
a
o
=
APNR) FNE
PAIDOTRIBO E
Introducción, 9
LIBRO 1: LA FASCIA, 13
Cumilndiónde los Mopudos sua asse nana esa «16
Motihdad de la Bata caes ssa gu ce aa Ra 7
Anatomia de la fascia, 19
Fascia superficialis......... 19
Peritoneo .......c 19
Aponeurosis superficial... 20
EI músculo........ 25
* Músculos mono y poliarticulares . 26
* Músculos agonistas y antagonistas. Peer
« Músculos sinérgicos...... mas 27
* Músculos fásicos y músculos tónicos... 28
* Propiedades musculares... 29
Cadena SRR coa aee ENE 45
LIBRO 2: MICROMOVIMIENTOS - MACROMOVIMIENTOS, 51
Esqueleto ÓGCS. amis arasinis aca a natiaania penaaisaraama rs 51
El tronco, 55
La cintura pélvica... eeessenesesse sereias terra riiaeaaeereniaa ea ea aar ta araase cer saaana ta 55
El hueso ilíaco.. 58
La sinfisis púbica
El sacro...
“Los macromovimientos à
s Los micromovimientos..
- El eje transversal.
* El eje oblicuo ..... ..66
El raquis lumbar y dorsal. nZk
e Las curvaturas .. EL
Las necesidades fisiológicas. Pê
La unidad vertebral... Ta
Las articulaciones DRA «77
El movimiento vertebral....... «19
e Las leves de PryShhE . season ecentiasra jonates porto iaacitag ati galera cna la area rima 81
6 Bases fisiológicas de la terapia manual! y de la osteopat:
La dinámica vertebral... seios eeereiaiceeeesensiereacenereseetinisaeiess 82
* Erección lumbar. dé à s4
* Erección dorsal. 85
ER BRA scecsseagasmenas 85
Las costillas.. «86
El diafragma .... 1.89
* El centro fibroso... «MO
* La corona muscular ..... . 92
Mecanismo respiratorio....... DZ
* Respiración corriente automática nda
DO
* Respiración voluntaria .....
La cintura escapular..
Los movimientos del t
e Lo anteflexión...... «96
« La posflexión..... 1.98
Los sistemas cruzados ....mm .100
e El sistema cruzado anterior.
* El sistema cruzado posterior 103
* Coordinación motriz... taneseramensesomeeariasas esperas ia vers 104
El raquis cervical, 106
Necesidades funcionales........eseesas
Raquis cervical superior...
* Articulación atlanto-oceipital
* Articulación atlanto-axial.....
Raquis cervical inferior...
Fisiologia de los dos raquis..
La función motriz...
* Motricidad cervical.....
e Mothieldad dela -cabena ssa ssa a cs ni
El miembro inferior, 123
cuca 185
Dinámica del pie..
* Tibiotarsiana... acer
* Articulaciones tibloperoneas ....
* Metatarsofalângica del 1º dedo.
Dinámica del impulso
* Impulso sagital
* Impulso lateral...
* Coordinación de
Recepción anterior.............
Fase oscilante...
Earodia a; assis ão
Necesidades fisiológicas si
Sistema ligamentarlo... aiii near eierisianaiiasisteces tontencastaitais 149
Índice 7
Articulación Jemoro-patelar..... meme 152
La función dinâmica... a
2 Extensión cs
* Flexión .... 155
* Rotaclones... . 156
La cadera... 157
Las necesidades dinâmicas...
La coxofemoral......
La función muscular... isentar
El miembro superior, 171
Elhombro... nunes ren
EI movimiento escapular. a
* Sistema clovicular... '
* Sistema escápulo-torácico ..
* Musculatura escapular ...
El movimiento escópulo-humera À
* Musculatura tónica .. crise
* Musculatura dinámica... na
Los movimientos del hombro.
El codo .. Ea ART
Flexión-extensión .. 187
* Función muscular .. 188
Pronosupinación ... j «193
* Función muscular . 194
La mufeça , 196
. Función muscular.
La mano.
Adaptación « a rm forma. .199
a Oposición del pulgor..... 199
. pacien del 5º dedo... 201
La pinza.... mecenato -.201
LIBRO 3; LA ESTÁTICA, 203
* Centros de gravedad ..... eme iiie DOA
Los blogues estáticos.. Bd
Equilibrio estático ascendente. «el3
El pie.. PER 213
La rodilla... . 222
Segmento fémurtronco.... u22D
* Equilibrio sagital..... a E
.232
* Equilibrio frontal...
* Equilibrio horizontal .. Ia
Región dorsal... eae eretas ea
10 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Apasionado por la fisiologia y por
las reflexiones que me imponía, al ha-
ber adquirido muy pronto una vocación
de enseriante, he constatado rápida-
mente que la comprensión de esta fisio-
logia pasaba primero por la compren-
sión de las necesidades funcionales de
la mecânica humana. Estas necesidades
no son la base de la patologia? No
son los objetivos de nuestra terapia? En
este trabajo me esfuerzo a partir de las
necesidades funcionales por descubrir
cómo la naturaleza las ha resuelto.
A) A partir de mis estudios de Edu-
cación Fisica, es decir, ahora hace mãs
de cuarenta y ocho ahios, siempre me
ha perseguido el problema de la “duali-
dad muscular”. En esta época lejana, las
nociones de tonicidad eran bastante va-
gas. Galvani y Volta, cada cual por su
lado, habian diferenciado eléctricamen-
te las fibras musculares con reacciones
rápidas de las fibras con reacciones len-
tas. Ranvier habia sido el primero en
clasificar estas fibras en fásicas y tóni-
cas, Sobre estos datos sólo elementales,
me parece poco lógico “girmnastizar” de
una misma forma, con los mismos ejer-
clcios, músculos de tan diferente reac-
ción. Poco a poco, la fisiologia muscu-
lar se iluminará. El reflejo miotático y
todos los reflejos que derivan de él, el
sistema Gamma, me convencieron la
necesidad de un razonamiento diferente
para cada tipo de musculatura, Esta me-
cesidad se convirtió en aguda ante los
problemas de la reeducación de la
poliomielitis y de las transposiciones
musculares. Quê músculos eran fási-
cos, cuáles eran tônicos?
Los trabajos más recientes sobre la
contracción-muscular invalidaron la no-
ción de los discos oscuros contráctiles y
de los discos claros elásticos. Diferen-
ciaron las motoneuronas alfa y gamma
en motoneuronas tónicas y motoneu-
ronas fásicas. Precisaron la fisiologia tó-
nica de los reflejos laberínticos, vestibu-
lares y óculo-motores, el papel de la
formación reticular y de las interneuro-
nas. Nos proporcionaron la certeza de
que habia dos musculaturas totalmente
diferentes, afectadas a funciones fisialó-
gicas totalmente distintas. Me conven-
cleron de que había músculos de fun-
ción dinâmica y músculos de funclón
tónica, y que era, por ello, necesario
hacer una clasificación. Este es uno de
los objetivos de este libro.
Mis criterios de reflexión son sim-
ples. La reeducación de la poliomielitis y
las diferentes intervenciones reparado-
ras han sido para mí un inmenso campo
de observación. Cuando falta un múscu-
lo, es fácil hacerse una idea de su fun-
clón. Alo largo de este trabajo, a me-
nudo me referiré a mi experiencia sobre
la poliomielitis. Partiendo de estas bases
de la fisiologia funcional, era va fácil es-
tablecer un entramado general de la fi-
siologia estática y de la fisiologia diná-
mica, Otros, de todos modos, lo habian
hecho antes que vo. Bastaba afiadir al-
gunas nociones dictadas por la lógica
funcional para llegar a una clasificación
que creo que es bastante precisa,
Es fácil comprender que las unida-
des motrices dinâmicas destinadas a
grandes movimientos articulares sólo
pueden estar constituídas por fibras lar-
gas, tanto más largas cuanto la amplitud
“a cubrir es mayor. También es fácil com-
prender que las unidades motrices tóni-
cas destinadas a impedir el desplaza-
miento de un segmento móvil sólo pue-
den estar constituidas por fibras cortas
que no se dejan estirar.
En cuanto a los músculos verdadera-
mente cortos, la deducción es fácil, Casi
siempre son tônicos. Debemos simple-
mente apreciar su longitud en funcióán
COLECCIÓN FISIOTERAPIA Y TERAPIAS MANUALES
BASES FISIOLÓGICAS
DE LA TERAPIA
MANUAL Y DE LA
OSTEOPATÍA
Por
Marcel Bienfait
>
ES
E
a
o
=
APNR) FNE
PAIDOTRIBO E
Introducción, 9
LIBRO 1: LA FASCIA, 13
Cumilndiónde los Mopudos sua asse nana esa «16
Motihdad de la Bata caes ssa gu ce aa Ra 7
Anatomia de la fascia, 19
Fascia superficialis......... 19
Peritoneo .......c 19
Aponeurosis superficial... 20
EI músculo........ 25
* Músculos mono y poliarticulares . 26
* Músculos agonistas y antagonistas. Peer
« Músculos sinérgicos...... mas 27
* Músculos fásicos y músculos tónicos... 28
* Propiedades musculares... 29
Cadena SRR coa aee ENE 45
LIBRO 2: MICROMOVIMIENTOS - MACROMOVIMIENTOS, 51
Esqueleto ÓGCS. amis arasinis aca a natiaania penaaisaraama rs 51
El tronco, 55
La cintura pélvica... eeessenesesse sereias terra riiaeaaeereniaa ea ea aar ta araase cer saaana ta 55
El hueso ilíaco.. 58
La sinfisis púbica
El sacro...
“Los macromovimientos à
s Los micromovimientos..
- El eje transversal.
* El eje oblicuo ..... ..66
El raquis lumbar y dorsal. nZk
e Las curvaturas .. EL
Las necesidades fisiológicas. Pê
La unidad vertebral... Ta
Las articulaciones DRA «77
El movimiento vertebral....... «19
e Las leves de PryShhE . season ecentiasra jonates porto iaacitag ati galera cna la area rima 81
6 Bases fisiológicas de la terapia manual! y de la osteopat:
La dinámica vertebral... seios eeereiaiceeeesensiereacenereseetinisaeiess 82
* Erección lumbar. dé à s4
* Erección dorsal. 85
ER BRA scecsseagasmenas 85
Las costillas.. «86
El diafragma .... 1.89
* El centro fibroso... «MO
* La corona muscular ..... . 92
Mecanismo respiratorio....... DZ
* Respiración corriente automática nda
DO
* Respiración voluntaria .....
La cintura escapular..
Los movimientos del t
e Lo anteflexión...... «96
« La posflexión..... 1.98
Los sistemas cruzados ....mm .100
e El sistema cruzado anterior.
* El sistema cruzado posterior 103
* Coordinación motriz... taneseramensesomeeariasas esperas ia vers 104
El raquis cervical, 106
Necesidades funcionales........eseesas
Raquis cervical superior...
* Articulación atlanto-oceipital
* Articulación atlanto-axial.....
Raquis cervical inferior...
Fisiologia de los dos raquis..
La función motriz...
* Motricidad cervical.....
e Mothieldad dela -cabena ssa ssa a cs ni
El miembro inferior, 123
cuca 185
Dinámica del pie..
* Tibiotarsiana... acer
* Articulaciones tibloperoneas ....
* Metatarsofalângica del 1º dedo.
Dinámica del impulso
* Impulso sagital
* Impulso lateral...
* Coordinación de
Recepción anterior.............
Fase oscilante...
Earodia a; assis ão
Necesidades fisiológicas si
Sistema ligamentarlo... aiii near eierisianaiiasisteces tontencastaitais 149
Índice 7
Articulación Jemoro-patelar..... meme 152
La función dinâmica... a
2 Extensión cs
* Flexión .... 155
* Rotaclones... . 156
La cadera... 157
Las necesidades dinâmicas...
La coxofemoral......
La función muscular... isentar
El miembro superior, 171
Elhombro... nunes ren
EI movimiento escapular. a
* Sistema clovicular... '
* Sistema escápulo-torácico ..
* Musculatura escapular ...
El movimiento escópulo-humera À
* Musculatura tónica .. crise
* Musculatura dinámica... na
Los movimientos del hombro.
El codo .. Ea ART
Flexión-extensión .. 187
* Función muscular .. 188
Pronosupinación ... j «193
* Función muscular . 194
La mufeça , 196
. Función muscular.
La mano.
Adaptación « a rm forma. .199
a Oposición del pulgor..... 199
. pacien del 5º dedo... 201
La pinza.... mecenato -.201
LIBRO 3; LA ESTÁTICA, 203
* Centros de gravedad ..... eme iiie DOA
Los blogues estáticos.. Bd
Equilibrio estático ascendente. «el3
El pie.. PER 213
La rodilla... . 222
Segmento fémurtronco.... u22D
* Equilibrio sagital..... a E
.232
* Equilibrio frontal...
* Equilibrio horizontal .. Ia
Región dorsal... eae eretas ea
10 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Apasionado por la fisiologia y por
las reflexiones que me imponía, al ha-
ber adquirido muy pronto una vocación
de enseriante, he constatado rápida-
mente que la comprensión de esta fisio-
logia pasaba primero por la compren-
sión de las necesidades funcionales de
la mecânica humana. Estas necesidades
no son la base de la patologia? No
son los objetivos de nuestra terapia? En
este trabajo me esfuerzo a partir de las
necesidades funcionales por descubrir
cómo la naturaleza las ha resuelto.
A) A partir de mis estudios de Edu-
cación Fisica, es decir, ahora hace mãs
de cuarenta y ocho ahios, siempre me
ha perseguido el problema de la “duali-
dad muscular”. En esta época lejana, las
nociones de tonicidad eran bastante va-
gas. Galvani y Volta, cada cual por su
lado, habian diferenciado eléctricamen-
te las fibras musculares con reacciones
rápidas de las fibras con reacciones len-
tas. Ranvier habia sido el primero en
clasificar estas fibras en fásicas y tóni-
cas, Sobre estos datos sólo elementales,
me parece poco lógico “girmnastizar” de
una misma forma, con los mismos ejer-
clcios, músculos de tan diferente reac-
ción. Poco a poco, la fisiologia muscu-
lar se iluminará. El reflejo miotático y
todos los reflejos que derivan de él, el
sistema Gamma, me convencieron la
necesidad de un razonamiento diferente
para cada tipo de musculatura, Esta me-
cesidad se convirtió en aguda ante los
problemas de la reeducación de la
poliomielitis y de las transposiciones
musculares. Quê músculos eran fási-
cos, cuáles eran tônicos?
Los trabajos más recientes sobre la
contracción-muscular invalidaron la no-
ción de los discos oscuros contráctiles y
de los discos claros elásticos. Diferen-
ciaron las motoneuronas alfa y gamma
en motoneuronas tónicas y motoneu-
ronas fásicas. Precisaron la fisiologia tó-
nica de los reflejos laberínticos, vestibu-
lares y óculo-motores, el papel de la
formación reticular y de las interneuro-
nas. Nos proporcionaron la certeza de
que habia dos musculaturas totalmente
diferentes, afectadas a funciones fisialó-
gicas totalmente distintas. Me conven-
cleron de que había músculos de fun-
ción dinâmica y músculos de funclón
tónica, y que era, por ello, necesario
hacer una clasificación. Este es uno de
los objetivos de este libro.
Mis criterios de reflexión son sim-
ples. La reeducación de la poliomielitis y
las diferentes intervenciones reparado-
ras han sido para mí un inmenso campo
de observación. Cuando falta un múscu-
lo, es fácil hacerse una idea de su fun-
clón. Alo largo de este trabajo, a me-
nudo me referiré a mi experiencia sobre
la poliomielitis. Partiendo de estas bases
de la fisiologia funcional, era va fácil es-
tablecer un entramado general de la fi-
siologia estática y de la fisiologia diná-
mica, Otros, de todos modos, lo habian
hecho antes que vo. Bastaba afiadir al-
gunas nociones dictadas por la lógica
funcional para llegar a una clasificación
que creo que es bastante precisa,
Es fácil comprender que las unida-
des motrices dinâmicas destinadas a
grandes movimientos articulares sólo
pueden estar constituídas por fibras lar-
gas, tanto más largas cuanto la amplitud
“a cubrir es mayor. También es fácil com-
prender que las unidades motrices tóni-
cas destinadas a impedir el desplaza-
miento de un segmento móvil sólo pue-
den estar constituidas por fibras cortas
que no se dejan estirar.
En cuanto a los músculos verdadera-
mente cortos, la deducción es fácil, Casi
siempre son tônicos. Debemos simple-
mente apreciar su longitud en funcióán
Introduccián
del sistema articular al cual pertenecen.
Para los músculos largos, las cosas son
un poco menos evidentes. Hecho de
fibras largas entre dos implantaciones,
el músculo, naturalmente, es dinâmico.
Hecho de fibras de longitud media se-
guidas por un tendón largo, es casi
siempre dinámico, transmitiendo el ten-
dón su acción a distancia. Hecho cada
vez de fibras más cortas (músculo peni-
forme) que se implanta en un tendón
largo, es casi siempre tónico. Hecho de
dos lâminas aponeuróticas opuestas que
se reúnen por medio de cortas fibras
musculares, es necesariamente tónico.
Para esta primera clasificación, se
tenia que medir la tala de las fibras
musculares, la longitud de los tendones,
la importancia de los tabiques intermus-
culares y de las aponeurosis, la exten-
sión de las inserciones, la dirección de
las fibras, etc. Entonces, descubri el li-
bro de anatomia que poseo desde hace
cuarenta afios, En él está todo, Tado
estã en Rouwviêre.
Para la función muscular, la orlenta-
ción de las fibras tiene más importancia
que la línea general del músculo entre
sus inserciones. El músculo con dos
tendones terminales es raro. En gene-
sal, incluso los que parecen más largos
tienen por lo menos una implantación
extensa. Algunos como es el caso del
glúteo mayor sólo tienen implantacio-
nes dispersas. Pero prácticamente to-
dos los músculos estên hechos de fibras
de orientaciones diversas. Para un mis-
mo músculo, no se tiene que razonar
sobre una sola función sino ser cons-
ciente de que cada orientación diferen-
te lega a un movimiento diferente. La
gimnasia y la reeducacián no pueden
pretender desarrollar un músculo agi
por un mismo movimiento,
En la anatomia humana no existe
músculo inútil, no hay sobre todo nin-
11
gún músculo doble. Aqui una vez más,
la cosa procede de una lógica. Hacien-
do abstracción de lado derecho y lado
izquierdo del cuerpo, no existen órga-
nos dobles. ;Por quê tendria que haber
dos músculos para una misma amplitud
como lo hace creer la mayoria de los li-
bros de fisiologia? Si dos músculos pa-
recen de la misma función, uno es diná-
mico y el otro es tónico; el primero po-
see un segundo parámetro diferente del
otro. Cada músculo tiene una función
precisa y es el único que la ejerce.
La noción de sinergia muscular tiene
un lugar importante en mi trabajo, Des-
de hace mucho tiempo, sabemos todos
que ningún músculo de nuestra anato-
mia tiene una tracción franca sobre el
segmento que desplaza. Todos nuestros
gestos son sinergias, un músculo
controla el parâmetro del otro. Es lo que
permite toda la armonia de los movi-
mientos en el espacio.
Finalmente, la patologia que justifi-
ca la terapia manual me ha ayudado
mucho en la clasificación de los múscu-
los, La de los músculos tônicos no es la
debilidad, sino el acortamiento retráctil.
Son el motivo de nuestra práctica coti-
diana. El músculo tônico está en ten-
sión las veinticuatro horas del dia. Bas-
ta una ligera puesta en tensión para es-
tablecer la diferencia con un músculo
fásico que no le ofrece ninguna resis-
tencia.
B) Estudiando la osteopatia con mi
espiritu cartesiano, descubri uma fisio-
logia completamente olvidada por los
especialistas y guardada celosamente
por los osteópatas: la de los microma-
vimientos articulares. Lo que muchos
denominan la laxitud sólo está formado
por micromovimientos indispensables
para el sistema ligamentario, Todo el
valor de la osteopatia estã en la fistolo-
12 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
gia de estos micromovimientos. Es una
terapia que se comprende mal. Es la ci-
nesiterapia de los micrommovimientos
cuya fisiologia es ignorada por los tera-
peutas, incluso a menudo por los os-
teópatas. Es igualmente una de las ra-
zones de este libro. Los estudios de os-
teopatia se basan en las afirmaciones
de viejos maestros de la especialidad,
sin que a menudo el alumno reciba la
explicación de estas afirmaciones.
CJ Los trabajos de T. E. Hall, de Ka-
bat, de Bobath, etc, -se me disculpará
que no los cite todos-, me han propor-
cionado por medio de mis amigos me-
zieristas la noción de globalidad. Tengo
la certeza de que es fundamental en
nuestra terapia. Sólo nos es posible ver-
la de una manera segmentaria. Todos
nuestros gestos resultan de una función
global y ocasionan la participación del
conjunto de nuestro cuerpo. Nuestra
estática es una función global, cada seg-
mento es responsable del equilibrio
bueno o malo de su segmento supraya-
cente y de su segmento subyacente. Es-
ta globalidad es la razón de ser en esta
obra de la primera parte, consagrada a
las fascias, y de la última parte, consa-
grada a la estática.
En este trabajo, he evitado al má-
ximo los datos clásicos sobre los cuales
no se puede afiadir nada. Se encuen-
tran perfectamente claros en numero-
sos manuales. Me he preocupado sobre
todo de la microfisiologia articular y de
la doble función: muscular, la globalidad
de los gestos y los problemas estáticos.
Todo esto trastorna ideas bien estable-
cidas y confortables para el terapeuta.
Esto resulta también para mi, en mu-
chos casos, una perturbación en mi tra-
bajo de cada dia, No es nunca agrada-
hie, después de cuarenta anos de prác-
tica, darse cuenta de que se estaba en el
error. Como mínimo soy feliz de haber-
me dado cuenta de ello; es una expe-
riencia que le hace modesto a uno.
En un primer momento, este libro
suscitará más críticas que aprobación. Es
el espiritu del mundo médico. Pero segu
to de estar en el buen camino, tengo la
esperanza de que, una vez pasadas las
críticas, venga la reflexión, que entonces
se lea este libró con la voluntad de ver
evolucionar nuestra profesión.
Como en el caso de mis libros pre-
cedentes, algunos me reprocharán la
falta de bibliografia. Personalmente, no
veo ningún interês en una bibliografia
que de todos modos no siempre repre-
senta la verdad de las lecturas del autor.
Para los puntos de alguna importancia,
siempre me he esforzado en citar mis
fuentes en el texto. Por otro lado, mu-
chas cuestiones forman parte de la fi-
siologia clásica y se encuentran en to-
das las obras suficientemente comple-
tas que todo e! mundo tiene que haber
leido. En este sentido suele haber dos
alternativas: o bien la obra sólo es una
compilación o, si va destinada a los es-
pectalistas, únicamente la bibliografia o
el autor aportan a ella el fruto de su ex-
periencia, de sus reflexiones, de sus
puntos de vista personales.
Esto es lo que ocurre con este traba-
jó. Incluso una bibliografia extensa no
podria dar una idea exacta de mis lectu-
ras, de todas las conferencias a las que
he aststido, de todas las conversaciones
que he tenido, de todos los trabajos co-
lectivos, de todas las mesas redondas en
que he participado, de todos los infor-
mes y artículos que me han legado, etc.
A menudo son las cosas más pequefias,
las que salen de la experiencia práctica
de un colega, de la observación de un
alumno, las que nos llevan más lejos.
Como no puedo citarlos todos, prefiero
no citar ninguno.
Libro 1: La fascia
15
la secreción de elastina, Sin embar-
qo, el excitante de la secreción del
colágeno se conoce desde hace mu-
cho tiempo. Es la tensión del tejido.
Esto es importante para comprender
la patologia: según la forma de la
tensión, la secreción es diferente.
- Si la tensión soportada por e! tejido
es continua y prolongada, las molé-
culas colágenas se instalan en serie.
Las fibras colágenas y los haces con-
juntivos se alargan.
— Si el tejido soporta tensiones cortas
pero repetidas, las moléculas colage-
nas se instalan en paralelo. Las fibras
colágenas y los haces conjuntivos se
multiplicam,
En el primer caso, es el fenômeno
del crecimiento; el elemento conjunti-
vo se alarga. En el segundo, es una
densificación del tejido; se hace más
compacto, más resistente, pero pier-
de progresivamente su elasticidad.
2. El espacio dejado libre entre las célu-
las conjuntivas (Fis. 1) está ocupado
pot lo que en anatomia se denomina
sustancia fundamental. Está for-
mada por ires elementos: los haces
conjuntivos colágenos, la red de elas-
tina y el liquido lacunar.
a) Acabamos de ver los haces conjunti-
vos colágenos. Constituyen el ele-
mento sólido del tejido: su trama
proteica, Son prácticamente inex-
tensibles. Sólo sus sinuosidades per-
miten una pequeia elasticidad. La
red elástica de elastina es práctica-
mente estable. Es fácil comprender
que cuantas más fibras colágenas
contiene el tejido, menos elástico es
y viceversa. Desgraciadarmente, lo
hemos recordado, el sistema coláge-
no no es estable. Durante toda la vi
da, bajo las tensiones que soporta el
tejido, puede modificarse:
- Se alarga. Es lo que ocurre, por ejem-
plo, en las convexidades escoliáticas,
Naturalmente, excepto los alargamien-
tos fisiológicos del crecimiento, un alar-
garniento anormal es una fuente de de-
sequilibrio y sobre todo una fluente de
evoluciôn de este desequilibrio.
— Se derriba. Se trata de una defensa
del tejido. Si se hace más sólido, pier-
de su elasticidad y no cumple perfec-
tamente su función mecânica. Es un
círculo vicioso, Cuanto más pierde el
tejido su elasticidad, más soporta li-
mitaciones de tensión, más se densifi-
ca, más elasticidad pierde. El enveje-
cimmiento del hombre es una densifi-
cación progresiva de su conjuntivo,
Esta densificaciôn lega a menudo
hasta una osificación. Son los fenó-
menos de artrosis. Por otro lado, qui-
zá es más importante por la produc-
cióôn de nuevas fibras colágenas, la
densificación reduce el volumen de
los espacios lacunares de la circula-
ción de los liquidos, circulación vital
que examinaremos.
bi La red de elastina es naturalmente el
elemento elástico. Es doblemente elás-
tico: la elastina es elástica en su es-
tructura, sobre todo, como tados los
hilillos, sus mallas se deforman bajo el
efecto de la tensión. Es, lo hemos vis-
to, una red estable.
Se puede afirmar sin temor que la
elasticidad del tejido conjuntivo de-
pende úricomente de su mayor o me-
nor densificación.
c) El tercer elemento de la sustan-
cia fundamental es el líquido lacunar
16 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
(Fig. 1), Ocupa evidentemente todos
los espacios libres entre las células
conjuntivas, los haces colágenas y la
red de elastina. Todavia aqui, el volu-
men de estos espacios está en fun-
ción de la mayor o menor densifica-
ción del tejido.
Este líquido es la “linfa intersticial”,
asi denominada porque en su seno es
donde los capilares linfáticos extraen
todos los elementos que se convertirán
en linfa. De hecho, es plasma sangui-
neo. Es un líquido vital. Si hemos dicho
que las células conjuntivas no tenían
ninguna actividad metabólica, la linfa
intersticial, al contrario, es el lugar don-
de se realiza una inmensa actividad en
este sentido. Encierra un gran número
de células nutritivas y un número toda-
via mayor de células macrófagas, lo que
le da un lugar de primera importancia
en la función de nutrición celular y en la
función de eliminación.
Debemos recordar aqui la verdadera
circulación vital, la que la fisiologia de-
nomina circulación de los líquidos.
L; fisiologia escinde arbitrariamente
los liquidos del medio interior: san-
gre, linfa, líquido cefalorraquideo (LCR),
liquido intersticial, plastna, suero, etc.
Es una visión relativamente fácil donde
la sangre cobra una importancia fisioló-
gica que no tiene del todo. Hay que ver
ta circulación humana en sentido más
amplo. Se trata siempre del mismo li-
quido de base que, según la permea-
bilidad de las membranas, según las
circunstancias funcionales, “vehicula”
a través del cuerpo los elementos vita-
les necesarios para su nutriciôn y reú-
ne los elementos nocivos de los que
se desembaraza en lo caldera central
cardiopulmonar, donde se regenera
antes de reiniciar un nuevo ciclo.
La sangre arterial circula por vasos
cada vez más finos. Es la circulación ca-
nalizada. À nivel de los últimos capila-
res denominados “ventanas”, el plasma
exuda pará alimentar los tejidos y ocu-
pa esta inmensa laguna constituida por
los espacios lacunares, especialmente
los del tejido conjuntivo donde empieza
la eliminación. Es la circulación lacunar.
En la linfa intersticial, los capilares lin-
fáticos extraen los primeros elementos
de la linfa que se concentran en los
ganglios. La linfa definitiva vuelve al cir-
cuito venoso, el cual... Toda esta inmer-
sa circulación sobrepasa de lejos la sim-
ple circulaciôn sanguínea.
ELLCR forma parte de esta gran cir-
culación de liquidos. Independiente-
mente de su función de colchôn acuoso
que protege el cerebro, es a la vez el
plasma y la linfa del sistema ner-
vioso. No podemos entrar aquí en deta-
llz sobre el papel fisiológico del LCR. No
se trata, sin embargo, de un liquido par-
ticular. Saliendo de la sangre, vuelve a
la sangre.
La circulación del LCR ha sido estu-
diada por diversos métodos de inyecciôn
de sustancias coloreadas en el saco dura-
madre. El más antiguo utilizaba la tinta
china; los más recientes, según sabemos
nosotros, los radiotrazadores (seroalbú-
mina con vodo 131, indio 111). Esta cir-
culación es ahora muy conocida; excluye
completamente la idea de los primeros
osteópatas de una difusión de LCR a tra-
vês. de todo el cuerpo por finos tubos
que recorren las fibras colágenas.
Algunos osteôpatas modernos han
retomado esta idea de una circulación
Libro 1: La fascia
aspecial de LCR. Se basan en experien-
cias estadounidenses que utilizan solu-
ciones férricas con partículas infinita-
mente pequefas. Aqui hay una clerta
confusión. Una experimentación como
êsta se ha realizado en Estados Unidos.
No afectaba la difusión de LCR sino su
reabsorción a nivel de las granulaciones
de Paccioni. Durante mucho tiempo se
ha pensado que el paso en el seno ve-
noso era directo por intermedio de tu-
bos en espiral de un pequefio diâmetro.
Las experiencias citadas anteriormente
parecian confirmar la cuestión. Actual-
mente parece que el microscopio elec-
trónico ha modificado esta teoria: un
endotelto del seno abriria completamen-
te las vellosidades aracnoideas.
De hecho, los recientes trabajos so-
bre el colágeno han demostrado que los
primeros osteópatas no estaban may le-
jos de la verdad. Nuestro cuerpo está
constituido del 70 al 75% por agua, que
circula a travês de nuestros tejidos de
dos maneras. Acabamos de ver la ptri-
mera, la del “agua ligada” para utilizar el
término fisiológico. Es la base de todos
los líquidos lacunares. Sirve de di
solvente o de base para los elementos
metabólicos. Una gran parte de la mu
trición se hace por ósmosis a través de
las membranas celulares. Los elementos
nutritivos van del medio interior a las cê-
lulas, los desperdícios de las células a la
linfa intersticial, sempre de la solución
más concentrada a la soluciên menos
concentrada. Esto supone una modifica-
ción continua de la concentración del li-
quido lacunar, modificación que sólo se
puede hacer por una circulación de
“agua libre”. Al lado del “agua ligada”
de los tejidos, un “agua libre” circula en
las vainas de-los haces. conjuntivos.
Transporta el oxigeno de los nutrientes,
de las sales y de los electrólitos, És una
inmensa circulación de energia.
17
Cuando se tiene una visiôn clara del
tejido conjuntivo, de la continuidad de
la fascia, de su “globalidad”, se com-
ptende cómo la menor anomalia del es-
queleto, la menor alteración articular,
puede repercutir en esta circulación de
liquidos. Aqui no hay bomba cardiaca,
tampoco válvulas vasculares, e! moui-
miento rítmico de la fascia es el agen-
te mecânico de la circulación de los li-
quidos.
emos hablado de la continuidad
de la fascia que enlaza mecânica-
mente el conjunto de los elementos de
la locomoción. Es fácil admitir que todo
movimiento ríímico de cualquiera de
estos elementos ocasiona el mevimien-
to rítmico de todos los demás. Este mo-
vimiento existe; es el movimiento respi-
ratorio primario de los osteópatas, cuvo
motor es la sístole y la ciástole de los
hemisferios cerebrales. Es un mecanis-
mo central perceptible desde el quinto
mes de la vida fetal y que se prolonga
cuatro horas y veinte minutos después
de la muerte.
El tejido nervioso está constituido
por entre 10.000 y 12.000 millones de
células activas. Como el encuentro de
sus campos magnéticos ocasiona “cor-
tocircuitos” (gpilensia), tienen que estar
aisladas unas de otras. Por otro lado,
son incapaces de alimentarse directa-
mente de la sangre. Necesitan un filtro.
Esta doble función de filtraciôn metahó-
lica la cumple un magma celular inters-
ticial: la neuroglia, constituida por más
de 100.000 millones de células espe-
ciales: astrocitos que forman la neuro-
20 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
de protección; es igualmente un tejido
de nutriciôn y de eliminación. De he-
cho, es una gran membrana fibroserosa
que junta todas las vísceras y permite
sus deslizamientos unos sobre otros
manteniêndolos en sus relaciones con
lazos estrechos. Es un saco hermético
en el cual se han desarrollado las vísce-
ras, recubriêndolas la hoja visceral se-
gún convenga en sus repliegues.
Como todas las membranas de en-
voltura serasa, un peritoneo parietal
tapiza la pared intemna de las cavidades
abdominal y pélvica. Está forrado por
una fascia floja: la fascia propia, fascia
laboratorio comparable a la fascia su-
perficialis. El peritoneo visceral es la
envoltura serosa que recubre los órga-
nos. Sus repliegues forman los medios
de unión y toman nombres diferentes
según su situación anatômica.
- Los mesos unen los segmentos del tu-
bo digestivo a la pared.
= Los ligamentos unen los demás órga-
nos a la pared.
- Los epiplons unen las vísceras entre
si.
a comprensión de lo que la fisiolo-
gia denomina aponeurosis su-
perficial es muy importante para no-
sotros. Es la base de la globalidad, el
punto de partida de la noción de cade-
nas musculares de la que se ha abusado
mucho, al “fabricar” cada uno cadenas
musculares según su fantasia para justi-
ficar su técnica, El conocimiento de los
dos sistemas cruzados permite decir que,
de hecho, no hay cadenas separadas,
hay continuidades funcionales, pero to-
do el sistema aponeuro-muscular parti-
cipa en el menor gesto. La globalidad
es ante todo esto, El sistema aponeurá-
tico es el agente mecânico de la coordi-
nación motriz.
Nuestros estudios de anatomia del
aparato locomotor se hacen siempre
en tres apartados: los huesos, las articu-
laciones y los músculos. Se trata de una
manera de hacer muy basada en la en-
sefianza médica. Es responsable de la
gran ignorancia de los terapeutas en es-
ta materia. Como todo lo que se apren-
de de memoria en abstracto, se olvida
rápido. Independientemente de esto,
esta forma de estudio da una falsa idea
de la fisiologia del movimiento tal como
la concebimos en terapia manual.
Fisiológicamente, debemos conside-
rar dos esqueletos:
— Un esqueleto óseo, elemento pasivo
de la locomoción que tiene las articu-
laciones a su disposición.
Libro 1; Lo fascia
- Un esqueleto fibroso, elemento activo
que engloba los músculos,
La aponeurosis superficial es el es-
queleto fibroso. No se puede imaginar
mejor que con la visión del “despelleja-
do” que ilustra nuestros estudios de ana»
tomia, Estirada sobre el esqueleto óseo,
da al cuerpo su morfologia, no siendo
la piel más que un envoltorio flexible
que la recubre [Fig. 3).
La aponeurosis superficial es mu-
cho más de lo que acabamos de decir.
Sólo tiene de superficial el nom-
bre; es todas las aponeurosis. De
grosor variable, se desdobla gran núme-
ro de veces para “fraccionar” el sistema
muscular. Los libros de anatomia dan
de ella una falsa visión al decir: la apo-
neurosis del deltoides que continúa por
ia aponeurosis de los subespinosos...
La verdad es que una expansión de la
aponeurosis superficial envuelve el del-
toides, otra el subespinoso, etc.
Como todas las aponeurosis, mãs
que las demás puesto que es el origen
del conjunto, la aponeurosis superficial
puede considerarse hecha de capas su-
perpuestas de tejido conjuntivo fibroso.
Todas las aponeurosis presentan haces
colâgenos en diversas
al
es donde se sitia la giobalidad del siste-
ma aponeuro-muscular.
Los primeros desdoblamientos son
tabiques intermusculares. Dividen el
conjunto contráctil en celdillas funcio-
nales. En el muslo, por ejemplo (Fig. 4),
un tabique intermuscular extemo y un
tabique intermuscular interno separan
la celdila anterior de los extensores
de la celdila posterior de los flexores.
En el interior de las celdillas, unos se-
gundos desdoblamientos, va sea de la
aponeurosis superficial, ya sea de los
tabiques intermusculares, dividen el ele-
mento contráctil en músculos. En el in-
terior del músculo, nuevos desdobia-
mientos separan las unidades motrices,
cada una de éstas está afectada por una
motoneurona alfa precisa: fásica o tóni-
ca. Podriamos ir más lejos en esta divi-
sión conjuntiva con los sarcolemas, pe-
rimisio, endomíisio, etc.
Descrito como acabamos de hacer-
lo, lo que todo el mundo puede verificar
facilmente en su libro de anatomia en el
capítulo de las aponeurosis, el sistema
aponeuro-muscular da la visión clara de
un conjunto funcional coherente, de un
todo en el que cada parte está afectada
por la tensión de las demás. Permite
Aponeurosis femoral
Recto anterior
Crural
Vasto intemo
Tabique inter-
muscular intemo
Canal de
in Hunter
il Digi
É Recto intemo
|
o Semimembranoso |
Semitendinoso
orientaciones; es la defi-
nición misma de la apo-
neurosis. Asi tiene la
posibilidad de desdo- | Vasto extemo
blarse un determinado
número de veces, Sus
desdoblamientos Fascla lata
“reparten” el siste | Tablgue
ma contráctil por | etisaa
nal del conjunto. Aqui Biceps corto
Biceps largo
Figura 4
linspirada en Rouviêre)
22 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
comprender que una gran parte de la
coordinación matriz sea hecha por ten-
siones y reflejos rmiotáticos. No hay
acción muscular aislada, No pue-
de haber deficiencia aislada, La
reeducación funcional analítica, cuan-
do se utiliza sola, es un contrasentido
fistológico.
Las aponeurosis son el agente me-
cánico de la coordinación matriz. Nos
hemos convencido de ello realizando
nuestro pequefio trabajo sobre la fas-
cia. Desde los tiempos lejanos de nues-
tros primeros estudios, siempre hemos
sido reticentes ante la teoria del esque-
ma corporal que regula todos los movi-
mientos. La fisiologia modema feliz-
mente ha devuelto este centro a un área
cortical de reagrupamiento de las infor-
maciones sensitivas táctiles, de la visión,
de la audición. Está situada en el cruce
de la extrermidad posterior de la cisura
lateral y del primer surco temporal. Es
un área de la personalidad.
Los últimos descubrimientos refe-
rentes a los movimientos automáticos y
a la localización a nivel de la médula de
centros ritmicos automáticos vienen a
afirmarnos en nuestra idea, El órgano
central sólo envia a la periferia un mini-
mo de órdenes precisas sobre algunos
músculos iniciadores del movimiento.
Todas las demás contracciones muscu-
lares no deben nada al córtex, Son re-
flejas. Son las aponeurosis las que
transmiten a los músculos las tenslo-
nes que desencodenan sus contraccio-
nes. En la coordinación de los movi-
mientos, el esqueleto aponeurótico es la
red de mandos a distancia de las impul-
siones motrices. La contracción de um
músculo ocasiona la de otro y así suce-
sivamente.
Esta concepciôn de la coordinación
motriz aponeuro-muscular explica per-
fectamente que las aponeurosis estén
constituidas por capas fibrilares super-
puestas y cruzadas. Una misma aponeu-
rosis puede formar parte de diversas ca-
denas, A cada nivel, las fibras conjunti-
vas están orientadas en el sentido de las
limitaciones de la cadena a la que perte-
necen. Se comprende igualmente que
una misma aponeurosis, por sus desdo-
blamientos sucesivos, pueda envolver
toda una serie de músculos uno al lado
de otro de funciones diferentes.
Visto de esta manera, la aponeuro-
sis superficial toma una dimensión con-
siderable, Se convierte en la pieza
maestra del sistema locomotor.
— Nace en la parte de arriba de la peri-
feria del crâneo. À nuestro entender,
parte igualmente del raquis, donde se
inserta a todas las espinosas (liga-
mento supraespinoso). Esta inserción
a lo largo del raquis nos da personal-
mente la imagen no de una sino de
dos aponeurosis superficiales ge-
melas. Esta imagen se ve todavia re-
forzada por la anterior. Arriba, se fija
súlidamente sobre la parte anterior
de la horquilla esternal y del manu-
brio, pero igualmente sobre la cara
anterior del esternón donde se con-
funde con el periostio. Abajo, se aga-
rra también sólidamente a la masa fi-
brosa pubiana. Entre los dos constitu-
ven un rafe sólido pero deformable:
la linea blanca.
Teniendo en cuenta la extensión de
esta aponeurosis, las demás inserciones
óseas del tronco son relativamente ra-
ras. Hacia adelante, se fija al borde an-
terior de la cara superior de la clavícula
y, sobre todo, lo que tiene una gran im-
portancia en los movimientos de la ca-
beza, en el hueso hioides. Detrás, se fija
en la espina del omóplato, Abajo, se
agarra a la cresta ilfaca por su cara pro-
funda, se adhiere hacia adelante en la
Libro 1: Le fascia
tensión que no puede compensarse
continta siendo dolorosa. Puede si-
tuarse muy lejos de la tensión prima-
ria. Esta fisiologia de la “cadena antál-
gica” ha sido llamada “reflejo antálgico
a priori” por Françoise Méziéres. Es fácil
de comprender que sélo la desaparición
de la tensión inicial de la partida condu-
cirá a la curación. El tratamiento deberá
progresar de dolor en delor, de lestón
en lesión, de deformación en deforma-
ción, de hecho de tensión en tensión
hasta la tenstón primaria. No hay nin-
gún problema aislado.
Acabamos de decir, lo repetiremos,
que lo que llamamos el músculo está
constituido por dos elementos: el siste-
ma aponeurótico, que liga los segmen-
tos, y los elementos contráctiles, que
permiten à este sistema fibroso elástico
ejercer presiones sobre estos segmen-
tos para moverlos o para controlar sus
movirnientos.
A lo largo de este libro, vamos a in-
tentar demostrar la dualidad muscu-
lar. Sólo ella permite comprender las
fistologias a menudo paradójicas de de-
terminados segmentos. La columna ver-
tebral (raquis) es el mejor ejemplo de
ello.
Desde ahora debemos com-
prender que todos los segmentos
participan en dos fisiologias dife-
rentes:
- La fisiologia dinâmica bajo la in-
fluencia de la musculatura fási-
ca.
- La fisiologia estática bajo el con-
trol de la musculatura tônica.
25
Volveremos a encontrar esta duali-
dad a nivel de todas las articulaciones
que estudiaremos. Es la clave de la com-
prensión de la locomociôn y de sus per-
turbaciones.
La noción de cadenas musculares,
la cual algunos convierten en su caballo
de batalla, ha trastornado los princípios
del trabajo muscular. En nuestro trabajo
sobre la fascia, hemos lanzado la idea
de que las aponeurosis eran el agente
mecânico de la coordinaciôn motriz, que
sus tensiones desencadenaban reflejos
sucesivos. Esta idea no era nueva, En
1905, Philipson consideraba cadenas
rellejas, fisiologia recuperada por Gray
en 1239 en el tema de las enferme-
dades espasmédicas. Como la sección
de las raíces posteriores no destruia la
coordinación motriz, debemos matizar
esta idea. La tensión aponeurótica in-
terviene en la coordinación motriz, pe-
to no es la única en cuestión,
Asimismo, existia la tentación de ex-
plicar la estática por cadenas muscula-
res tônicas. Se tiene que abandonar
igualmente esta idea. El tono postural
es una organización segmentaria
ascendente. Es prácticamente imexis-
tente al inicio y se instala progresiva-
mente según las necesidades de la es-
tática. Los trabajos fisiológicos nos han
conducido a esta certeza. “La función
de las motoneuronas alfa está especifi-
cada por el músculo que inervan” (BH
Vilier, P, Weiss, Hamburger 1955); “La
organización funcional de la médula es
una adguisición posnatal lenta” (Sko-
lund 1969); “La evolución del cerebe-
lo dura anos en el hombre” (Thieftry
1958); “La organización motriz de la
médula y la de los haces descendentes
sólo es completa a una edad avanzada”
(Pompeiano 1954-1956). Podriamos
multiplicar las citas. Remitimos al lector
al excelente libro de Charles Kayser.
26 Bases fisiológicas de la terapia manual y de le osteopatio
Es nuestro libro de cabecera. El tono
postural es una función adquirida.
No hay ninguna cadena muscular tóni-
ca. Cada especie, incluso se podria de-
cir que cada individuo, tiene su propia
organización. Según las necesidades de
la estática, cada segmento se equilibra
sobre el segmento subyacente.
Se hace igualmente difícil conside-
rar cadenas dinâmicas estrictas. La clo-
balidad de los gestos está lejos de ser
tan simple. De todos modos es curioso
ver que la organización de los movi-
mientos dinámicos ya habia sido perci-
bida por Winslow en... 1732, Habia di-
vidido la musculatura em:
— Músculos motores que realizan direc-
tamente el acto final del objetivo a al-
cangar.
— Músculos moderadores (las sinergias)
que frenan y controlan el movimiento.
— Músculos directores que orientan los
segmentos.
El estudio de los sistemas cruzados
que presiden todos nuestros gestos nos
dará el mejor ejemplo de todo esto.
MÚSCULOS MONO
Y POLIARTICULARES
Segiún que entre sus dos inserciones
alta y baja el músculo cruce una sola ar-
ticulación o varias, se le lama monoar-
ticular o poltarticular.
Los músculos monoarticulares sólo
cruzan una articulación. Una inserción
fija y una inserción móvil los convierten
en extensores, flexores, aductores, ab-
ductores o rotadores, según hacia quê
elemento móvil son arrastrados.
Los músculos poliarticulares cruzam
varias articulaciones. Los manuales de-
ducen por ello que tienen una acción so-
bre todas las articulaciones que cruzan.
Es una visión totalmente libresca. La
situación poliarticular de estos músculos
tiene dos razones mecánicas. Son miis-
culos de la dinâmica cargados de movi
mientos de grandes amplitudes. Tanto
por su acortamiento contráctil como por
su alargamiento elástico, es indisper-
sable que estén hechos de fibras larges.
Esta necesidad de una longitud que co-
rresponda a la amplitud del movimiento
hace que, a menudo más largos que la
diáfisis, su inserción superior deba estar
alejada. La segunda razón es que esta
insercióôn alejada, generalmente sobre
un hueso voluminoso o un hueso en sa-
liente, da a las fibras un ângulo de ac-
ción que una implantación sobre la diáfi-
sis no permitiria. Son las únicas razones
de su situación poliarticular.
Una segunda organización muscular
persigue el mismo objetivo: la de los
Libro 1: La fascia
vastos. La amplitud articular demasiado
importante para la longitud de las fibras
se ve cublerta por dos músculos parale-
los que se suceden. El vasto externo em-
pieza el movimiento, el vasto intemo lo
termina.
A nivel de los músculos tónicos, la
necesidad poliarticular es muy diferente.
Son músculos del frenado, del manteni-
miento estático, No es su poder com
tráctil lo que domina, sino su elastici-
dad. Como el recto anterior (Fig. 7), es-
tán hechos de largas aponeurosis entre
las cuales vienen a intercalarse cortas fi-
bras musculares. Deben poder alargar-
se pasivamente en los movimientos di-
nâmicos (inervación reciproca).
MÚSCULOS AGONISTAS
Y ANTAGONISTAS
Dos músculos se laman agonistas
cuando concurren en una misma fun-
ciôn. Se les lama antagonistas cuando
tienen funciones opuestas.
Esto podria dar la impresión de que
la función muscular es simple, incluso
elemental. Si la contracción del flexor
hacia la flexiôn, la del extensor la ex-
tensión, etc., estos movimientos se rea-
lizarian en su amplitud máxima y en
un solo plano. Serian así prácticamente
inutilizables en la vida corriente. Seria-
mos autómatas. Los gestos funcionales
están hechos de matices articulares:
x grados de flexión se alian con x gra-
dos de abducción, etc. Al tado del siste-
ma puramente motor, se encuentra un
sistema regulador que frena, que limita,
que orienta, que controla, en una pala-
bra, que armoniza el movimiento. Este
sistema es la sinergia muscular.
A nivel de cada eje articular, son po-
sibles dos movimientos de direcciones
- diametralmente onuestas: la flexión o la
21
extensión, la abducción o la aducción,
Ia rotación interha o la rotación exter-
na, Hay así cara a cara dos grupos mus-
culares en oposición aparente. Es falso
ver en estos músculos una oposición.
De este antagonismo es de donde nace
la regulación del movimiento. Un grupo
realiza el movimiento, el grupo antago-
nista lo controla: va sea para frenar su
violencia, va sea para limitar la veloci-
dad, va sea para regular la amplitud o
bien para darle una gran precisión. Por
otro lado, este control está lejos de limi-
tarse al sistema antagonista, O más exac-
tamente el sistema antagonista se ex-
tiende más lejos que los músculos opues-
tos. Interviene por medio de músculos
laterales para dirigir el movimiento o
por medio de músculos multifunciona-
les para limitar su acción.
No hay músculos antagonistas;
sólo hay músculos complemen-
tarios.
Lo que acabamos de decir sobre los
músculos antagonistas se aplica plena-
mente a los músculos de la dinâmica.
No ocurre lo mismo con los músculos
de la estática. Éstos luchan contra el de-
sequilibrio. Son ya antagonistas de la
gravedad. No tienen antagonista direc-
to, sino músculos correctores de su ac-
cióôn, músculos sinérgicos.
MÚSCULOS SINÉRGICOS
“Dos músculos son sinérgicos
cuando, con funciones inicial-
mente diferentes, se alían para
un objetivo común.”
El músculo sinérgico de otro múscu-
lo es raramente su agonista. No hay
músculo de función clara. Todos presen-
tan, en su vector de tracción, una abli-
cuidad que hace que uno sea flexor v
30 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
“La excitabilidad es nerviose, la
contractilidad es muscular, la
elasticidad es conjuntiva, la to-
nicidad es un conjunto fisiológi-
co independiente.”
La fibra muscular no es nada por sí
misma. En fisiologia, no se debe razo-
nar únicamente en fibras, sino en uni-
dades motrices. Lina unidad motriz está
compuesta de una motoneurona alfa si-
tuada en el asta anterior de la médula,
de su axón y de sus fibras inervadas por
este axón. Cuanto mayor es el número
de fibras inervadas, mês vasta es la fun-
ciôn del músculo. El biceps braquial,
por ejemplo, está formado por 750 fi-
bras musculares por unidad motriz,
mientras que el recto extemo del ojo
sólo comporta 13. Esta división en uni-
dades motrices es todavia para noso-
tros insuficiente o, más bien, debemos
extender más lejos la noción de unidad
motriz, incluir en ella todo el sistema re-
gulador: fusimotricidad gama, circuito
de Renshaw, inervación reciproca, ór-
ganos de Golgi, etc.
Excitabilidad
Es la parte nerviosa de la fisiologia
de la unidad motriz, La fibra muscular se
contrae bajo la influencia del influjo ner-
vioso surgido de su motoneurona alfa.
Para actuar sobre una unidad motriz
dada, una excitación debe responder a
normas bien precisas de velocidad, de
intensidad, de repetición de los estimu-
los, Estas normas son diferentes para
cada músculo. Esta primera noción acla-
ra ya un punto. Un mismo infiujo, una
misma fibra nerviosa puede activar
una unidad motriz sin influir sobre las
demás.
Como recordatorio, comentaremos
que dos medidas son definidas por la
excitabilidad: la reobase, intensidad mí-
nima para obtener una contracción, v
la cronaxia, tiempo de paso del influjo
para llegar al umbral de la contraoción
con una intensidad doble que la de la
reobase. Estas medidas son simples.
Una es una medida de intensidad que
permite definir la segunda, que es una
medida de tiempo.
La cronaxia es la medida más de-
mostrativa. Traduce la velocidad de reac-
ción de un músculo. Cuanto más corta
es, más rápida es la contracciôn de un
músculo e inversamente. Asi, la crona-
xia de un músculo dinâmico (gemelos!
es más corta que la de un músculo tó-
nico (sóleo). Es generalmente constante
para un mismo sistema muscular. Sin
embargo, experiencias modernas, sabre
todo debidas a la medicina deportiva,
han demostrado que podia modificarse,
tanto por factores fisicos, como por fac-
tores psíquicos y factores metabólicos.
Tenemos una experiencia personal de
esta modificación. En tanto que reeduca-
dor, hemos visto varios centenares de
transposiciones del tendón inferior del
biceps crural sobre la rótula en las paráli-
sis del cuádriceps. Desde el momento
del desenyesado, no solamente el grupo
flexor se convertia en extensor, sino que
los fexores que quedaban conservaban
su función. Exámenes en el reótomo an-
tes y después de la transposiciôn nos
mostraron que la cronaxia de base del bi-
ceps transpuesto se habia modificado
con la nueva función.
Se tiene que comprender bien la
cronaxia, lo que no siempre es asi. No
es una medido fija. Se han hecho estu-
dios que clastfican los músculos por su
cronaxia. Todos conducen a una clasifi-
cación en extensores y en flexores. Po:
ra nosotros no-tienen -ningún- valor
funcional y no son utilizables. En el
plano de la fisiologia, no es la cronaxia
Libro É: La fascia
de reposo lo que nos interesa, sino la
cronaxia del músculo en función. Como
veremos más adelante, la intensidad de
emisión de una motoneurona alfa es la
suma algebraica de todas las influencias
facilitadoras (+) o inhibidoras (-) que re-
cibe en el curso de su función. Como la
cronaxia está bajo dependencia de la in-
tensidad, es en presencia de todas estas
influencias en donde se mide de una for-
ma válida para juzgar la función de un
músculo. Poco nos importa saber si los
extensores tienen una cronaxia más rá-
pida que los flexores. Lo que nos intere-
sa es saber, en el curso de la función, qué
extensor tiene una cronaxia rápida,
qué extensor tiene una cronaxia lenta,
la cronaxia de base modificada por to-
das las influencias recibidas haciendo un
músculo fásico o un músculo tánico. Es
un estudio que queda por hacer.
En principio, la cronaxia de un
músculo es igual a la cronaxia de su
31
nervio motor. Entonces, igualmente, la
medicina deportiva ha demostrado que
muchos factores físicos (fatiga), pero
sobre todo metabólicos (ines metáli-
cos) podían hacer variar este paralelis-
mo. Estas dos medidas son un elemen-
to importante en el examen de la con-
dición del atleta.
Una última noción general debe
recordarse en este capítulo. Lo que en
gimnasia y en reeducación llamamos
“contracciôn muscular” es de hecho
lo que la fisiologia denomina “el téta-
nos fisiológico”. Estimulada por el in-
flujo nervioso, la fibra muscular res-
pende por una contracción corta de-
nominada “sacudida”. Después de un
corto período de latencia, la contrac-
ción se desarrolla hasta un máximo;
es el período de coniracción que
ocupa 1/3 de la sacudida; después la
fibra se relaja (2/3) hasta la tensión
de reposo (Fig. 8).
I -
1
1
I
1
1
1
pi
Contracción fásica Contraceiôn tônica
Tétanos imperfecto Têtanos perfecto
Figura 8
32 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Órganos tendinosos de Golgi
Inenación
recíproca
Reflejo
miotático
y actividad
gamma
Figura 9
La duración del período de contrac-
cién depende del tipo de fibra muscular
considerada. Las fibras pálidas FF que
hemos visto tienen sacudidas rápidas.
Las fibras intermedias FR tienen igual-
mente tiempos de contracción de una
relativa corta duración. Las fibras rojas
5 tienen sacudidas lentas.
El periodo de relajación permite a
un influjo reexcitar la fibra muscular an-
tes de la desaparición de la primera sa-
cuida y así sucesivamente. La unidad
motriz lega asi a un estado de contrac-
ción estable prolongada utilizable en e!
movimiento: “el tétanos fisiológico”.
Es fácil comprender que este tétanos
está “fusionado” si la frecuencia de las
excitaciones es suficiente. No es menos
fácil comprender que cuanto más rápi-
da es la sacudida, más grande debe ser
el número de los estímulos y viceversa,
Las unidades motrices fásicas necesi-
ton más estímulos que las unidades
motrices tónicas. Esto explica en parte
que unas sean fatigables y las otras no.
Hemos dicho antes que el influjo ner-
vioso lo proporcionaba a la fibra mus-
cular una motoneurona alfa situada en el
asta anterior de la médula. Una neuro-
na, sea cual sea, recibe influencias de
diferentes sistemas cuyos axones están
en contacto con sus prolongaciones
protoplasmáticas: las dendritas (Fig. 9).
Estos influjos son, o bien activadores (+)
o bien inhibidores H), en el bien entendi-
do de que un mismo axón sólo puede
conducir a una forma de influjo. En su
respuesta, la neurona hace la suma al-
gebraica de todos estos influjos positi-
vos o negativos. Si la activación gana, su
influjo será activador, pero será matizado
por todas las influencias inhibidoras. Pa-
ra comprenderto bien, debemos exami-
nar las fuentes de todas estas influencias.
Libro 1: La jfascia
35
À Estática
Formación
Figura 12
sistema regulador. Está sobre todo de-
sarrollado por la función tónica, pero
no falta la actividad fásica. No es un fe-
nómeno reflejo. Actúa por medio de
neuronas especiales del asta anterior de
la médula: las neuronos fusimotoras o
motoneuronas gamma. Activadas di-
rectamente por los centros superiores,
están en actividad las veinticuatro horas
del dia, Inervan las fibras musculares in-
trafusales y pueden tener sobre ellas un
efecto activador o un efecto inhibidor
(Fig. 12). No están influenciadas por
ningún reflejo. Es un sistema central
completamente independiente, que es-
tudiaremos con la fisiologia estática.
Las motoneuronas gamma emiten
dos tipos de fibras motrices bastante fi-
nas. Las fibras gamma 1 dinámicas, las
más gruesas, por tanto, las más rápidas.
activan las fibras intrafusales de los hu-
sos neuromusculares con bolsa. Las fi-
bras gamma 2 estáticas más delgadas,
por tanto, más lentas, activan las fibras
intrafusales de los husos en cadena. Co-
rresponden respectivamente a moto-
neuronas gamma dinâmicas y a mo-
toneuronas gamma estáticas.
Las motoneuronas gamma no son
nunca silenciosas. Es lo que la fisiolo-
gia denomina “la actividad espontá-
neg”, Activar sin cesar los elementos
contráctiles de los husos neuromuscula-
res; las partes sensitivas son así solicita
das a la vez por los estiramientos pasi-
vos del músculo y por esta actividad es-
pontánea. El músculo se encuentra asi
en un equilibrio que lo libera de la rela-
ción tensiórongitud. Este sistema es el
bucle gamma. Esta actividad espontá-
nea a menudo se denomina, equivoca-
damente a nuestro entender, tono de
fondo, aunque sea perceptible en los
músculos fásicos.
La fisiologia del sistema garnma no
es siempre bien comprendida. Por ello,
muchos de nuestros alumnos pregun-
tan por su razón de ser. Debemos com-
36 Bases fistológicas de la terapia manual v de la osteopafia
prender que la actividad espontánea de
la que acabamos de hablar no es nada
comparable con la de los niveles fásico
y tônico.
= A nivel del músculo fásico, es apenas
perceptible. Recordemos que los hu
sos neuromusculares con bolsa sólo
reaccionan a estiramientos relativa
mente importantes y breves.
- Se desarrolla sobre todo a nivel de la
musculatura tónica, donde constituye
el órgano principal de una adapta-
ción estática. Los husos neuromuscu-
lares en cadena reaccionan a débiles
estiramientos prolongados. El múscu-
lo tónico está así activo las veinticua-
tro horas del dia. La actividad es-
pontánea es aquí el verdadero
tono postural de base. Lo que la
fisiologia denomina “una contraceién
tónica” no es comparable a la con-
tracción fásica de los músculos diná-
micos. Sólo es un aumento de ten-
siôn más o menos importante. La
actividad gamma es el regulador de
esta tensión, Tentendo en cuenta la
actividad espontânea, tiene la posibili-
dad de aumentar la tensión tónica,
pero igualmente la de disminuírla.
La adapta así a las necesidades de la
estática.
Inetvación reciproca. Hemos di-
cho que la fibra nerviosa la, termina
ción primaria del huso neuromuscular
con bolsa, no limita su influencia a! re-
fejo miotático dinâmico. Su activación
se extiende a los músculos sinêrgicos e
incluso mucho más lejos. Está igualmen-
te en el origen de un reflejo inhibidor
polisináptico muy importante: el reflejo
de inervación recíproca, puesto de re-
lieve una vez más por Sherringion.
La fibra la salida de una fibra con
bolsa, es decir, del elemento fásico del
huso, viene a activar una neutona in-
hibidora de la médula que inerva las
motoneuronas de los músculos anta-
gonistas. Así, el mismo influjo activa el
músculo estirado (reflejo miotático) e
inhibe los antagonistas (inervación re-
ciproca). Esta inhibición a menudo es
bastante extensa. No sólo concieme al
antagonismo dinâmico sino sobre todo
a los antagonistas tônicos, cuyo um-
bral de excitación es mucho más bajo.
Conciene igualmente a determinados
músculos directores.
La parte tônica del huso, la fibra de
cadena inervada por una fibra nerviosa
secundaria de tipo Il, no está alectada
por la inervación recíproca. Las unica-
des motrices tônicas están inhíbidas
por la actividad dinámica, pero ho
tienen influencia sobre ella (Fig. 13),
La inervación reciproca es un re
flejo capital en la organización de
nuestro sistema locomotor. Sólo ella
permite la dualidad muscular y la posi-
bilidad que tienen los segmentos de
pasar del sistema muscular tónico al sis-
tema muscular fásico según las necesi-
dades funcionales. Es el reflejo que
armoniza lá función estática práctica-
mente inconsciente y la función dinémi-
ca voluntaria. Por otro lado, no se limi-
ta a un simple sistema muscular, sino
que está presente en prácticamente to-
dos los niveles del sistema nervioso. La
dinámica consciente inhibe siempre
el reflejo tônico antagonista. Veremos
cómo la visión foveal consciente inhibe
la visión panorâmica retiniana. Sin este
reflejo de inervaciôn reciproca, seria-
mos seres rígidos: la tensión de los ar
tagonistas nos impediria el más minimo
movimiento. Se comprende así, por
ejemplo, que el raquis pueda ser el tu-
tor rígido de la postura erguida y la arti-
culación de los movimientos del tronco.
Para estas dos funciones no está con-
trolado por la misma musculatura.
Libro 1: La fascia
37
Husa neuromuscular
interneurona
inhibidora
Motoneurona
agonista
Figura
Debemos comprender, sm embar-
go, los limites de este reflejo de inerva-
ción reciproca. Una espasmodicidad,
por ejemplo, no desaparece por un tra-
bejo activo de su antagonista como pre-
tenden determinados libros de reedu-
cación, Sucede lo mismo en la lucha
contra las retracciones musculares. Re-
cordemos lo que acabamos de ver. La
motoneurona alfa hace la suma alge-
braica de los influjos que recibe. La in-
hibiciôn de la imervación reciproca sólo
es un parâmetro de esta suma. À nível
de la motoneurona del músculo antago-
nista, la activaciôn puede dominar neta-
mente, sobre todo en los golpes centra-
tes. Por otro lado, la inhibiciôn no afec-
ta el sistema gama.
Reflejo miotático invertido. Un
último reflejo presináptico ha sido des-
crito por Sherrington: el reflejo miotá-
tico invertido, Se debe a los órganos
tendinosos de Golgi, constituídos por
haces de fibras colágenas entrelazadas
por filetes sensitivos que pertenecen a
una fibra sensitiva del tipo b. Contra-
13
riamente a lo que su nombre puede ha-
cer creer, no están situados en los ten-
dones, sino al final de las fibras muscu-
lares, en las aponeurosis peri e intra-
musculares. Es decir que pueden ser
activados por la tensiôn del músculo al
que pertenecen, pero igualmente por
una tensión fascial. Como las fibras
musculares son de longitudes variables,
parecen asi estacionarse en serie y no es
raro que reaccionen sucesivamente a los
alargamientos de estas fibras (Fig. 14).
“ Los órganos de Golgi están sensibi-
lizados por la tensión del músculo, tan-
to si êsta proviene de su alargamiento
mecânico como de su propia contrac-
ción. La fibra |b activará: por un lado, las
metoneuronas de los músculos antago-
nistas a los que aporta una influencia
activadora; por otro lado, una interneu-
tona inhibidora que actúa sobre las mo-
toneuronas de! músculo estirado.
Se ha creido durante mucho tiempo
que este reflejo miotático invertido esta-
ba destinado a la protección del múscu-
lo contra una excesiva tensión. Los óm
gianos de Golai parecian reaccionar sólo
40 Bases Jisiolágicas de la terapia manual y de la osteopatia
Meromiosina pesada
Atinidad por la actina
Figura 17
Figura 18
(Según M, Worcel y B, Suynghe Dau)
nen una fuerte afinidad por las moléculas
de actina constituyentes de los filamen-
tos secundarios, que tienen una fuerte
afinidad por las moléculas de miosina.
La contracción de los sarcómeros re-
sulta del deslizamiento hacia el centro
de los filamentos de actina entre los fi-
lamentos de miosina. Las cabezas de
los puentes de miosina vienen a ligarse
sobre las moléculas de actina; después,
por una rotación, las atraen hacia el cen-
tro (Fig. 18). Las cabezas se separan por
inhibición, se unen más lejos, etc.
En estas contracciones, las dos k-
neas Z se acercan una a otra. La banda
A constituida por filamentos gruesos
queda igual, ya que el acortamiento del
sarcémero se hace a expensas de las dos
bandas 1 (disco claro), constituídas sólo
por los filamentos de actina, y de la ban-
da H, que forman los filamentos de mio-
sina. La tensiôn máxima se realiza
cuando los filamentos de actina se reú-
nen en el centro. La banda H entonces
ha desaparecido por completo (Fig. 19).
Exámenes con el microscopio elec-
trónico han permitido constatar que:
- En los estiramientos, se ve un alarga-
miento de las dos semibandas | y de
la zona H, quedando la banda A igual
(Fig. 20). Esto demuestra que, en es-
tado de reposo, los filamentos de ac-
tina están ya entre los filamentos de
miosina, lo que forma la banda H, Es-
to demuestra igualmente que un esti-
ramiento pasivo puede desenganchar-
los más o menos.
Libro 1: La foscia
em-tbopao
cemecenco nao ente ce ndo
Disco escuro Disco oscuro Disco claro
=»
1
i
1
sons
+
Ê
Ê
I
>»!
l
l
l
l
eau Duca
T
e]
despues
Figura 20
- En los acortamientos extremos, se
ven aparecer dos bandas suplementa-
rias: las bandas de contracción. La
ptimera CZ aparece a nivel de la li-
nea Z cuando los filamentos de miosi-
na vignen a tropezar contra ella. La
segunda, lamada CM, es oscura. Es-
tá formada por la imbricación de los
filamentos de actina que han supera-
do la linea mediana (Fig. 21)
Figura 19
Estas dos constataciones son muy
importantes en nuestra lucha contra las
retracciones en terapia manual, Una de
ellas da todo su valor a los estiramien-
tos pasivos; la otra demuestra que una
gran retracción muscular puede llegar a
una verdadera parálisis, la imbricación
de los filamentos de actina, haciendo
Õ
s
RE
' amido
| ,
l
HI
i t |
1 Fi
1 ti
DepssasinadE ]
Figura 21
da Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopa
que la contracción sea nula, reencon-
trando éstos por el otro lado una región
de miosina de polaridad opuesta.
Elasticidad
La fibra muscular está compuesta
por tres elementos: el elemento con-
iráctil que acabamos de examinar y los
elementos elásticos en serie O en para-
telo. Estos tres elementos son los que
hacen la contracción útil.
Los elementos en serie son ante
todo los tendones, pero igualmente las
lineas Z y los puentes que unen los mio-
filamentos. Estos elementos del sarcó-
mero se alargan un 3% durante la con-
tracción. Debemos artadir a ellos las
cadenas músculo-fasciales. Es del todo
evidente que se tienen que considerar
como elementos elásticos de un múscu-
lo todos los elementos elásticos de
cadena a la cual pertenecen, incluso
elasticidad de los otros músculos en r
poso.
Los elementos en paralelo son |
aponeurosis de envolvimiento (epir
sio), de clerre (perimísio) o de separ
ción de las fibras (endomisio). Todos e
tos elementos sólo intervienen en ala
gamientos importantes, del 20 al 30
de la longitud de reposo.
Debemos tener en la memoria q
los elementos elásticos en serie y los el
mentos contráctiles forman parte de 1
todo. La fuerza contráctil de las unid
des motrices resulta de su equilibrio. L
fuerza de un músculo sólo se manifie
ta en el exterior cuando los elemente
elásticos en serie han sido estirados,
bien por el mecanismo contráctil
por una fuerza extertor. Asi pues, ele
luerzo es mayor para trepar por ur
Elementos contráctiles
Elementos elásticos
Actividad espontânea
Contracción dinâmica
DT
Contraceiór: Isométrica
Contraçción excêntrica
Figura 22
Libro 1: La fascia 45
da, pero no estã prohibido persar que, — En el cuello (Fig. 23), empleza por ia
igual que la actividad gamma provoca la aponeurosis profunda o prevertebral,
contracción de las unidades tónicas, las aponeurosis intra y perifaringeas
prepara el músculo dinâmico para su que se convierten más abajo en las
contracción. Debe recordarse que las vainas vasculares y visceral, la apo-
motoneuronas tónicas tienen un um- neurosis media. Todas estas forma-
bral de excitación más bajo que las mo- ciones se fijan a la base del cráneo.
toneuronas fásicas, Las unidades motri- - Ena caja torácica Fig. 24), la apo-
ces que les corresponden entran, pues, neyrosis prevertebral continúa con el
en contracctón las primeras. refuerzo posterior de la fascia endo-
cárdica. La vaina visceral se convierte
en la vaina periesofágica, que conti-
núa hasta el diafragma recogiendo
lateralmente los ligamentos del pul-
mén. Las vainas vasculares se refuer-
zan por las expansiones del pericar-
dio que rodean los vasos grandes. La
hoja profunda de la aponeurosis me-
dia y una expansión de la vaina visce-
ral se convierten en el ligamento cêr-
on esta cadena, abordamos toda la vico-pericárdico. La hoja superficial
fisiologia de los métodos nuevos continúa por el ligamento esterno-pe-
de terapia manual. Es muy especial. ricárdico superior.
Aponeurosis superficial
Esterno-cleido-hicideo Aponeurosis media (hoia superficial)
Esterno-cleido-mestoideo
Esterno-eleido-tiroldao =—-
Omo-hicideo Ss
Escaleno anterior
Escaleno medio
y posterior,
Aponeurosis media (hoja profunda)
Vaina visceral
ms
Vaina vascular
Aponeurceis
profunda
Aponeurosis
Trapacio
superficial
Figura 23
46 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Aponeurosis superiicial
Hueso hicides
À - Membrana tiró-liioidea
Aponeurosis media y
- superficial reunidas
Cartilago tiroideo
Membrana crico-tiroidea
Tráquea
j Cartilago cricoideo
Á Ligamento crico-traqueal
Esbtads A Cuerpo del tiroides
/ | Aponeurosis media
| — Apongurosis superficial
= Espacio supraestemal
Tronco k q E E
braquio- / 7 Hoja tiro-pericárdica
cefálico !
Vaina f + Ligamento esterro-pericárdico superior
Figura 24
Ligamento vértebro-pericárdico
Cayado de la aorta
Ligamento vértebro-pericárdico «,
Vena cava superior
Pediculo pulmonar
| Ligamento freno-pericárdico derecho - Ligamento estemo-pericárdico
inferior
Disfragma =
Figura 25
| Libro 1: La fascia
- El saco fibroso pericárdico (Fig. 25)
: sucede a la mavoria de estas forma-
ciones fibrosas. Los ligamentos vérte-
bro-pericárdicos se solidarizan con la
hoja posterior de la fascia endocárdi-
ca. Los ligamentos esteno-pericárdi-
cos superior e inferior surgen de la
aponeurosis cervical media. Los liga-
mentos grandes freno-pericárdicos rea-
lizan la unión de toda la cadena supe-
rior con el centro frênico.
Este conjunto fibroso superdiafrag-
mático ha sido denominado ligamento
mediastínico anterior.
En todo este conjunto aponeurótico,
fascial y ligamentario, el diafragma se
47
encuentra de alguna manera suspendido
en la base del cráneo y en la columna
cérvico-dorsal hasta D4. Debemos recor-
dar aqui que la aponeurosis prevertebral,
que se convierte en el engrosamiento
posterior de la fascia endocárdica, está
pegada al raquis anterior (gran ligamen-
to vertebral comúm anterior) hasta D4.
Más abajo, se separa de él para unirse
sólo junto a las vértebras por delgados
tractos fibrosos. Asimismo, la vaina vis
ceral que se convierte en la fascia perie-
sofágica tiene la misma dirección. Adhe-
rida al raquis anterior hasta D4, se sepa-
ra de él después.
Bajo el diafragma y solidaria con él,
sigue la cadena fibrosa IFig. 26). Los pi-
Ligamento lumbo-
costal de Henle
Arte del cuadrado
Figura 26
50 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
La parte raquidea es un manguito fi-
broso que envuelve la médula. Arriba,
se adhiere al contomo del agujero occi-
pital y a la pared interna de las dos pri-
métas vértebras cervicales. Abajo, ter-
mina en un “callejôn sin salida” al nível
de la segunda vértebra sacra a la cual
estã adherido; después se prolonga por
el filium terminal, De cualquier modo,
en todas las zonas es independiente del
raquis, separada de él por el canal epi-
dural. Es fácil, por ello, comprender
que ligando el occipital al sacro, este l-
timo se adapta a todos los movimientos
del cráneo y a todas las malposiciones
del occipital (Fig. 30).
Cuando se tiene una visión clara de
ja continuidad de la fascia, de su globali-
dad, se admite que la menor anomalia
del esqueleto, la menor lesión articular,
la menor tensión muscular, pueda re-
percutir més lejos y arrastrar una pieza
ósea fuera de su posición. De la misma
forma, la menor falsa posición estática
puede ocasionar un desequilibrio articu-
lar. Toda la razón de ser de la terapia
manual reside aqui.
Figura 30
n el capítulo de la aponeurosis
E superficial hemos dicho que, en
2 el plano anatômico y fisiológico,
se tenta que considerar nuestro sistema
locomotor como si estuviera formado
por dos esqueletos. Con la fascia, aca
bamos de ver el esqueleto aponeuro-
muscular. Examinaremos ahora el es-
queleto óseo y articular. Como no po-
demos hablar de movimiento sin unir el
músculo, haremos igualmente un estu-
dio de la musculatura en función de la
“dualidad muscular”. Diferenciaremos
la musculatura tônica de la musculatura
dinâmica. Se trata sólo, naturalmente,
de nuestra hipótesis, pero está sólida-
mente establecida. Hemos dado las ra-
zones de ella en nuestra introducción.
Por lo que sabemos, nunca hasta
ahora se ha hecho una clasificación de
esta clase
n este libro, aparte de los micromovi-
mientos articulares, a los que de-
dicaremos un estudio más profundo, no
vamos a tratar cuestiones generales so-
bre el esqueleto seo, que son objeto de
estudios muy completos en los manuales.
A) Los segmentos óseos se despla-
zan alrededor de ejes articulares en las
tres dimensiones del espacio. E] plano
de desplazamiento es siempre per-
pendicular al eje articular. En el análi-
sis de un movimiento, el conocimiento
de los planos de desplazamiento da los
ejes articulares. En la sintesis, la elec-
ción de los ejes condiciona los planos
de los ejercicios. 4 fin de hablar el mis-
mo lenguaje en nuestro estudio, recor-
daremos estos planos y los movimien-
tos correspondientes. Nos referiremos
a ellos sin cesar.
— El plano sagita! corresponde a un su-
jeto visto de perfil, En este plano, los
movimientos se hacen alrededor de
un eje frontal. Son las flexiones y las
externsiones. Permite determinar la
derecha y la izquierda, evaluar la ab-
ducción y la aducción, lo externo ylo
interno (Fig. 31 A).
- El plano frontal corresponde a un pa-
ciente visto de cara, Los movimientos
be Bases fistológicas de la terapia manual y de la osteopatia
se hacen alrededor de un eje sagital.
Son las abducciones y las adduccio-
nes. Permite determinar lo que es an-
terior y lo que es posterior, evaluar la
flexión y la extensión (Fig. 31 B).
- El plano horizontal corresponde à un
sujeto visto desde arriba o desde abajo.
Los movimientos se hacen alrededor
de un eje vertical. Son las rotaciones.
Permite situar la superior y la inferior,
la cefálica y la caudal (Fig. 31 Cj.
Es bien evidente que estos planos
deben ser interpretados. Para razonar,
debemos reemplazar la articulación en
su posiciôn neutra, especialmente a ni-
vel de las articulaciones de ejes múlti-
ples. Igualmente se tiene que conside-
rar la posición general del sujeto en el
espacio. Los planos de base correspon-
den a un hombre en posición de pie.
Para manejar estos ejes y estos planos,
hay una pequefia gimnasia de memoria
que aprender.
Figura 31 (inspirada en Kapandiil
Los segmentos óseos son las palan-
cas de los movimientos; las articulacio-
nes, los puntos de apoyo; los músculos,
la potencia. jCuântos falsos análisis se
deben a la aplicación servil de este prin-
cipio de física! Ni la resistencia ni la
potencia son fuerzas constantes. Varian
en cada fase del movimiento.
Como recordatorio, destaquemos
que los huesos están clasificados en:
huesos largos, en los cuales predomina
la longitud; huesos cortos, cuya longi-
tud, anchura v grosor son casi compa-
rable, y huesos planos, largos y anchos
pero poco gruesos. Funcionalmente, los
huesos largos son huesos de movimien-
to; los huesos cortos, huesos de carga;
los huesos planos, huesos de protec-
ción. Esto, sin embargo, es muy teórico
y tiene muchas excepciones.
Acabamos de decirlo, los huesos sir-
ven de palanca para los desplazamien-
tos segmentarios. Esto sólo es aparen-
temente simple.
Todos los huesos de la misma cate-
goria no tienen la misma forma. Igual
que todas las palancas no son mecâni-
camente comparables. Unos, como la
mayoria de los huesos largos, sólo
constituyen una palanca. Otros sólo tie-
nen una parte, un eje, un saliente, una
apófisis que pertenece a la palanca
de un movimiento dado: las demás par-
tes constituyen otras palancas. Muchos
huesos largos no son rectilineos. En
todas las palancas humanas, nunca
se tiene que considerar sólo la diáfi-
sis, sino la recta que une los dos pun-
tos articulares extremos.
La evaluaciôn de la potencia gene-
ralmente se hace en función de Insercio-
nes musculares localizadas en puntos
precisos considerados como puntos de
aplicaciôn de las fuerzas. Es comprar
barata la anatomia. Muchas inserciones
musculares no son puntiformes; son,
Libro 2: Micromovimientos = Mecromovimientos 55
nitniento muscular, que la laxitud es fr
siológica. Los ligamentos frenan, es la
razôn de su elasticidad; después limi-
tan los micromouimientos articulares.
Es una evidencia mecânica: una fijación
elástica es siempre más resistente que
un ligamento rígido. Volveremos a ef
contrar la aplicación de este princípio a
nivel de todas las articulaciones.
El tronco
Empezamos nuestro estudio fisiolê-
gico por el tronco. Es la viga central de
la estática; es también el punto de parti
da de todos nuestros gestos. Desde el
descubrimiento del tono direccional sa-
bemos que éstos parten de la cintura, de
los movimientos del tronco. No son
movimientos conducidos, son movi-
mientos lanzados. El paso anterior del
andar no es una flexión coxofemoral, es
un movimiento pendular hacia adelante
del miembro inferior debido a la rota-
ción horizontal pélvica. La antepulsión
del brazo empieza por una rotación del
tronco.
La nociôn de globalidad que es la
nuestra nos hace decir que no hay mo-
vimiento segmentario útil aislado. Lo
confirmaremoes con el estudio de los mo-
vimientos cruzados, base de partida de
tados nuestros gestos. Sin embargo, en
un primer momento, para la buena com
prensión de las cosas, debamos exami-
nar cada segmento em detale. Así, he-
mos dividido este capítulo en dos par-
tes: el estudio de la cintura pélvica y el
del raquis lumbar y dorsal.
L: fisiologia de la cintura pélvica es
fds seguramente la que se comprende
peor. Para muchos, la pelvis es una pie-
za rígida, una palanca ósea que partici-
pa a la vez en los movimientos de los
miembros inferiores y en los del tronco.
Esta visiôn de muchos libros clásicos es
simplista. La cintura pélvica no es una
pisza ósea; es un segmento articula-
do. Es el punto de encuentro de los
miembros inferiores y del tronco, de
una fuerza ascendente que viene de los
apovos al suelo, de una fuerza descen-
dente provocada por la gravedad y los
movimientos de los segmentos superio-
res (Fig. 32). La cintura pélvica no es
56 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
una entidad anatômica: los ilíacos
pertenecen a los miembros inferiores;
el sacro, al raguis.
A) Mecánicamente no es posible se-
parar los movimientos coxofemorales
de los movimientos de la pelvis y de los
de la columna lumbar. Llamamos a esta
sinergia funcional “el segmento fêmur
tronco” sin saber quê nos ha sugerido
esta denominación. La flexión coxofe-
moral va acompafiada de una retrover-
sión debida a la tensión de los músculos
posterlores extensores, que va acom-
pafiada también de una flexión lumbar
(actitud cifótica). La extensión coxofe-
moral, por la tensién de los músculos
anteriores flexores, ocasiona una ante-
versión pélvica y una flexión lumbar
(actitud lordótica). Los tres movimientos
son sinérgicos e indisoriables. La rigidez
lumbar (espondiloartritis anquilosante) li-
mita los movimientos coxofemorales a
una amplitud situada entre flexiôn de 20
grados y flexiôn de 60 grados, El blo-
queo coxofemoral prohibe prácticamen-
te todos los movimientos lumberes.
La flexión del miembro inferior po-
ne en tensiôn los extensores que arras-
tran la cintura pélvica en retroversión.
La extensión, al contrario, tensa los fle-
xores que anteversan la pelvis. Es la
visión más clásica, pero en los gestos
de la vida corriente, los movimientos de
los miembros inferiores son raramente
simétricos. En el paso, aún más en la
carrera o en la subida de una escalera,
el miembro anterior receptor va en fle-
xión; el miembro posterior propulsor
en extensión. Cada uno ejerce asi sobre
su ilíaco una fuerza inversa, Sin cesar, a
cada pisada, a cada paso, la cintura pél-
vica está sometida a dos torsiones
opuestas. 81 la pelvis fuera una piesa
rígida no resistiria estas torsiones
inversas repetidos. Esta es la razón de
ser de los tres huesos que constituyen la
pelvis. Es sobre todo la razón de ser de
las tres articulaciones que los unen.
La fisiologia de las articulaciones
sacro-iliacas consiste en “absorber” es-
tas torsiones opuestas por su sistema
ligamentario.
Los movimientos de flexiôn-
extensiôn coxofemorales ocasio-
nan, por tensión, micromovi-
mientos de rotaciones posterio-
res y de rotaciones anteriores de
los ilíacos con relación al sacro.
B) Acabamos de ver cómo los movi-
imientos de los miembros inferiores en
los gestos de la deambulación y sus
apovos sobre el suelo arrastran a los
ilíacos. Esta fuerza ascendente: la resis-
tencia del suelo, se transmite a la parte
superior del cotilo (Fig. 33). À este ni-
vel, se divide en dos luerzas desiguales:
la más débil conduce a la articulación
sacro-iliaca, la más importante sigue la
rama iliopublana y encuentra, a nivel
de la sinfisis púbica, la fuerza ascenden-
te del lado opuesto, Cuando los apoyos
en el suelo son perfectamente simé-
tricos, las dos fuerzas se anulan. Nunca
son prácticamente simétricas y varian
una con relación a la otra según las
fases de la locomoción.
La fisiologia de la sinfisis pú-
bica consiste en absorber la asi-
metria de las fuerzas ascenden-
tes en los apoyos en el suelo.
C) La cintura pélvica participa en
todos los movimientos del tronco. Vol-
veremos a verlo con más detalle. La an-
teflexión o la posflexión la arrastran ha-
cia adelante o hacia atrás; más exacia-
mente, el sacro arrastra los ilíacos en
anteversiôn o en retroversión. En la
anteflexión, la basculación hacia adelan-
Libro 2; Micromovimientos — Macromoulmientos
um
a
Figura 33
te de los ilíacos se ve frenada por la ter-
siôn de los músculos posteriores exter-
sores, asi como su basculación hacia
atrás se ve frenada por la tensión de los
músculos antertores flexores en la pos
flexiôn. Para cada movimiento, el sacro
debe vencer estas tensiones y la mercia
de los segmentos para arrastrar a los
iliacos. Esto se hace por intermedio del
sistema ligamentario sacro-ilíaco.
Los movimientos de flexión-
extensión del sacro entre los dos
ilíacos permiten vencer la inercia
de los ilíacos a través del sistema
elústico ligamentario,
Los movimientos del tronco v del
raquis no se limitan a los movimientos
de ante y de posflexión. Los más co-
rrientes son movimientos de rotación y
de lateroflexión. Con el estudio del ra-
quis dorsal y lumbar, veremos que las
dos amplitudes van siempre aparejadas.
Con mucha frecuencia —ocurre en casi
todos nuestros gestos (sistemas cruza-
dos)-, las rotaciones se oponen entre la
pelvis y el raquis.
Figura 34
Las torsiones derecha e iz
guierda dei sacro entre los dos
ilíacos amortiguan las latero-fle-
xiones-rotaciones del raquis.
D) Un último sistema amortiguador
debe fisiológicamente integrarse en la
cintura pélvica. Está constituido por los
discos intervertebrales L4/LIS, L5/ S1 y
los ligamentos iliolumbares. En la deam-
bulacién, tanto si es la marcha como la
carrera o el salto, es la pelvis propulsada
por los miembros inferiores quien arras-
tra el tronco hacia adelante. La inercia
de los segmentos superiores es absorbi-
da aquí por el sistema ligamentario de
las dos últimas vértebras lumbares. Tan-
to en el plano de la estática como en el
de la dinâmica, hemos de considerar L4
y sobre todo L5 como si formaran parte
del sistema pélvico (Fig. 39).
Esta fistologia de la cintura pélvica
que ilustra periectamente lo que he-
mos dicho de los micromovimientos
nos conduce a varias afirmaciones fun-
damentales.
1. Los movimientos de las articulacio-
nes sacro-ilfacas, que se han negado
60 Bases fislológicas de la terapia manual y de la osteopatia
centro de las rotaciones del ili-
aco es, acabamos de verlo, la
inserción del ligamento axial.
Incluso se le lama “ligamento
interóseo de la sacro-iliaca” O
“ligamento vagus”. Va de la
prémide iliaca a las dos pri-
meras fosas del sacro. Rouviê-
re precisa que lleva este nom-
bre porque es un ejo. Es,
pues, evidente que los anato-
mistas que lo han bautizado
habian percibido los movi-
mientos iliosacros, lo que los
modernos han negado duran-
te ahos.
Rataciones anteriores V
rotaciones posteriores son los
movimientos del iliaco con relación al
sacro. No debemos confundiros con
las basculaciones anteriores y posterio-
res de la pelvis lante y retroversión) que
arrastran conjuntamente los dos ilíacos
v el sacro alrededor de las coxofemora-
les. En un caso se trata de micromovi-
mientos, en el otro, de macio
movimientos. Un ilíaco puede ponerse
en rotación anterior sobre una pelvis
retroversada o en rotaciôn posterior
sabre una pelvis anteversada.
La sínfisis púbica no es una articula-
cián en el sentido propio de la palabra.
Las superfícies elípticas de las hojas
cuadriláteras púbicas están muy separa
das una de otra. Es ante todo una acu-
mulación fibrosa relativamente elástica.
Su ligamento interóseo hecho de fibras
cruzadas es bastante comparable a! ani-
lo fibroso del disco intervertebral y fun-
ciona mecánicamente de la misma ma-
Figura 38
nera (ver rotación de las vértebras lum-
bares). Los movimientos de la sinfisis
sólo son, de hecho, deformaciones de
esta acumulación fibrosa. Pueden to-
rar caracteres diferentes.
1. En las rotaciones del iliaco, la rama
pubiana y el tubérculo situados de-
lante son arrastrados por el conjun-
to: hacia abajo en la rotación ante-
rior, hacia arriba en la rotación
posterior. Situados igualmente en la
parte inferior bajo el centro de rota-
ción, al descender (RA), retroceden;
al subir (RP), avanzam (Fig. 38).
Las deformaciones de la sinfisis,
sin embargo, no son absolutas ni auto-
máticas en las rotaciones del iliaco. Lo
hemos dicho anteriormente, el hueso
vivo es un tejido conjuntivo maleable y
deformable. Por otro lado, la sinfisis
no es una articulación laxa (es una sin
fisis). Con mucha frecuencia, en las
rotaciones infimas del iliaco, no está
afectada. Son las dos ramas iiopubia-
na e isquiopubiana las que se delor-
man bajo el empuje del iliaco.
Libro Z: Micromevimientos — Macromouvimientos 61
2. La siníisis púbica puede deformarse
sin que el movimiento iliaco se en
cuentre implicado. Hemos visto que
amortigua la simetria de los apoyes.
Por otro lado, las ramas púbicas so-
portan grandes tensiones musculares
prácticamente siempre asimétricas,
esto por intermedio del ligamento
anterior y del manguito fibroso: ha-
cia abajo (aductores, recto interno),
hacia arriba (pilar de los oblicuos,
recto mayor). Con mucha frecuen-
cia, el desplazamiento púbico no co-
rresponde al precedente: hacia abajo
v hundido, hacia arriba y saliente,
sino al contrario es inverso: bajo y
saliente, alto y hundido.
Encajado entre los ilíacos, el sacro
se compara clásicamente con una doble
piedra angular. Una vertical por el he-
cho de su forma triangular, una antero-
posterior, siendo su parte anterior más
ancha que su parte posterior. Es un
punto de vista simplista y falso. Los
raíles óseos de las superficies auricula-
res, muy inconstantes en la forma, no
pueden constituir um tope suficiente. Si
fueran la única salvaguardia, nada se
opondria a la subida del sacro, ni sobre
todo a su expulsión hacia adelante en la
cavidad pélvica. Toda la estabilidad
del sacro entre los ilíacos está en el
hecho de un sistema ligamentario po-
deroso. Cuelga entre los ilíacos. Es un
sesamoides gigante entre los músculos
piramidales (Fig. 39.
Es igualmente falso decir que el sa-
cro recibe el peso del cuerpo y se hun-
de como una cura entre los ilíacos. Es-
ta fisiologia errónea hace negar todo
movimiento a las articulaciones sacro-
iliacas. Actualmente, todavia es respon-
sable de que la fisiologia clásica limite
sus movimientos a los únicos cabeceos
y contracabeceos.
Debemos comprender bien la fisio-
logia lumbo-pélvica. Es de capital im-
portancia en la patologia de esta región.
Para la gravedad, la primera vértebra
móvil es L3. Sus dos platillos son estric-
tamente horizontales. Su cuerpo, situa-
do en el centro del tronco, es el centro
de gravedad del hombre en el espacio.
Transmite la gravedad del tronco, de la
52 Bases fisiolágicas de la terapia manual y de la osteopati
cabeza y de los miembros superiores al
macizo estático formado por L4, L5 y el
sacro. Este macizo cuelga entre los
iiacos en un soporte ligamentario po-
deroso, uno de los mãs importantes de
la anatomia. Es él y sólo él el que soli-
dariza la cintura pélvica. Basta mirar el
dibujo de este sistema ligamentario para
comprender el mecanismo amortigua-
dor (Fig. 40). Los dos ligamentos ilio-
lumbares, los ligamentos iliotransversa
les sacros y conjugados, los ligamento
superficiales, los pequenos y grande
ligamentos sacrociáticos, los ligamento.
sacro-iliacos anteriores, todo está orien
tado para recibir las limitaciones descem
dentes de la gravedad. Sólo los grande:
ligamentos sacrociáticos, torcidos sobre
ellos mismos, están destinados a absor
ber las limitactones de torsión.
Ligamentos superflciales
Gran ligamento |
sacrociático
Figura 41
Libro 2: Micromovimientos — Macromovimientos 65
novela, es un libro de trabajo. Con rela-
ción al sacro, el iliaco gira como un vo-
lante alrededor de um centro teórico
situado a nivel del ligamento axial. En
este mecanismo, hemos considerado
el sacro como una pieza fija. La fuerza
que acta es una fuerza ascendente.
Los movimientos del sacro entre los ili-
acos son diferentes. Sobre todo no
se tienen que ver inversos a los de los
ilíacos, como hacen la mayoria de las
obras de fisiologia. Aquí la fuerza es
descendente. Los ilíacos son los que
nosotros consideramos como piezas
fijas.
En su posición neutra, el sacro no
estã en contacto con los iliacos. Cuelga.
“Flota" entre los ilíacos como un
tronco sobre el agua.
Esta imagen de flotaciôn del sacro,
que es un viejo tópico de la osteopatia,
permite comprender los movimientos
sacros. Como un cuerpo tiene en el
aire un centro de gravedad, sobre un l-
quido tiene un “centro de flotación”
que condiciona su equilibrio sobre este
elemento. Por ejemplo, es primordial
para la estabilidad de un barco. En un
barco, cuando la parte de delente se
hunde, la parte de atrás sale del agua;
cuando el lado derecho desciende, el la-
do izquierdo asciende, todo esto alrede-
dor del centro de flotación. Todos los
ejes de estos movimentos pasan por
este centro de flotación. En su soporte
ligamentario, el sacto tiene las mismas
reacciones que un barco. Según las fuer-
zas que se ejercen sobre él, se desplaza
y cabecea entre los iliacos.
E! centro de flotación del sacro
está situado a nivel de la 2º vértebra
sacra. Entre los ilíacos, todos sus mo-
vimientos son movimientos de bascu-
lación sobre un eje que pasa por la 2º
vértebra sacra. Cada desplazamiento
segmentario de un lado de este eje es
equilibrado por un desplezamiento
inverso del lado opuesto.
Veremos que, en las flexiones v
extensiones de la columna lumbar (L5),
los movimientos del sacro se hacen
sobre un eje transversal. Cuando la ba-
se sacra va hacia adelante y hacia aba-
jo, el ápex va hacia atrás y hacia arri
ba. Cuando, inversamente, lo base
sacra va hacia atrás y hacia arriba, el
ápex va hacia adelonte y hacia abajo.
Veremos que, en las lateroflexiones-
rotaciones de la columna lumbar, el
sacro se mueve en dos ejes oblicuos.
Cuando la hemibase va hacia adelan-
te y hacia abajo, el ápex izquierdo va
hacia atrás y hacia arriba. Cuando la
hemibase izquierda va hacia atrás y
hacia arriba, el ápex derecho va hacia
adelante y hacia abajo.
Aquí acabamos de resumir todos los
movimientos del sacro.
Debemos comprender claramente
los cambios de eje. No son ejes anató-
micos, sino ejes ficticios creados por
las limitaciones que soporta el sacro,
En un primer momento, nos veremos
obligados a algunas afirmaciones fisio-
lógicas sobre el movimiento vertebral.
Las justificaremos en el capítulo de las
columnas lumbar y dorsal. Formado
por cinco vértebras soldadas, el sacro es
un segmento del raquis. Esto tiene co-
mo consecuencia reglas fisiológicas.
Sus movimientos son indisociables de
los de la columna lumbar, o más exac-
tamente de los de LS. Como LG es una
vértebra de transicién, las dos piezas
constituven una bisagra: “la bisagra
lumbosacra". Todos los movimientos
de L5 arrastran el sacro en un mo-
miento correspondiente: las flexiones-
extensiones de las extensiones-flexio-
nes, las lateroflexiones-rotaciones de
las torsiones sobre dos ejes oblicuos.
66 Bases fisiológicas de la terapia manuel y de la osteopatia
Figura 44
Anticipando algo sobre el capítulo
siguiente, en este estudio de los micro-
movimientos del sacro, no podremos
ignorar los de L5.
EL EJE TRANSVERSAL
A nivel del sacro, los movimientos
más simples son los de basculación sa-
gital que acomparian los movimentos
de flexión (posflexión) v de extensión
(anteflexión) de la columna lumbar. Se
hacen alrededor de um eje frontal que
pasa naturalmente por el cuerpo de la
98 sacra, pero conduce a cada lado al
nivel de los istmos, que están asi en el
mismo eje horizontal. Como este eje
pasa por cada lado entre el pequefio
brazo y e! gran brazo, en sus movimien-
tos de basculación, que Ilamaremos fi-
siológicamente flexión y extensión del
sacro, el pequeno brazo y el gran brazo
se desplazan conjuntamente según su
diferente orientación.
— Cuando la columna lumbar se pone
em flexión (posflexióni, las carilias ar-
ticulares L5/81 se imbrican (ver co-
lumna lumbar v dorsal. El sacro se
coloca en extensión: la base sacra
avanza y se hunde ligeramente hacia
adelante, el ápex sube. A nivel de las
sacro-iliacas, los brazos pequefios avar-
zan y descienden, los grandes brazos
suben (Fig. 44).
— Cuando la columna lumbar se pone en
extensión (antellexión), las carillas L5/
S1 se deshabitan. El sacro se coloca
en flexión, la base sacra retrocede y
sube ligeramente (Fig. 45], el ápex
avanza. A nivel de los sacro-iliacos, los
pequefios brazos retroceden y suben,
los grandes brazos descienden.
EL EJE OBLICUO
Para la flexión-extensiôn, las cosas
eran simples de comprender. En la an-
teflexión y la posilexión raquídeas, to-
das las curvaturas se itivierten. No ocu-
rre lo mismo en la lateroflexión y la
rotación. Veremos que las vértebras
asocian siempre los dos movimientos,
va sea que la lateroflexión |S = Side
beneling) y la rotación (R) se hagan del
Libro 2: Micromovimientos - Macromavimientos
&7
ú Deshabitacián de L5
Figura 45
: mismo lado, o bien que se hagan de la-
: dos opuestos. En su adaptación a LS, el
sacro no puede, entre los iíacos, hacer
ni lateroflexión ni rotación. Sólo puede
establecer un compromiso de los dos:
una torsión sobre eje oblicuo,
Examminemos esta fisiologia.
Miremos nuestro sacro entre los dos
ilíacos (Fig. 46). Cuando la gravedad se
plantea de un lado, tiene tendencia a
descender de este lado, Los ilíacos no se
separan. Esto es imposible. Sin embar-
go, al encontrarse desequilibrado, “se
encajará” entre los iliacos (Fig. 46). La
cima del pequefo brazo viene a apo-
yarse contra el pequeho brazo iliaco
por el lado del desequilibrio. Este apoyo
expulsa la sinovia hacia abajo en la ca-
vidad de los grandes brazos. Del lado
opuesto, la cima del gran brazo viene a
Figura 45
70 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Figura 48 (según Kapandii)
El ângulo sacro es de la mayor im-
portancia. Está formado por la inclina-
ción sobre la horizontal de la balanza su-
perior del sacro. Según los autores, estã
entre 30 y 35 grados. Es el mãs fácil de
estimar en las radiografias de perfil
tomadas en posición de pie. Varia
con la posición sagital de la pelvis; se
abre cuando el sacro se horizontaliza, se
cierra cuando se verticaliza (Fig. 48).
Hemos dicho que L4, L5 y el sacro
tormaban un bloque estático poco arti-
culado que recibia el peso de los seg-
mentos superiores. Esta fisiologia se
concreta por ligamentos potentes que
unen L4 y Lô a los iliacos,
— El ligamento iliolumbar superior va de
la apófisis transversa de L4 hacia
abajo, fuera y detrás a insertarse en la
cresta iliaca.
— El ligamento iiolumbar inferior es el
que condiciona toda la fisiologia de la
bisagra lumbosacra L5/S1, Está for
mado por dos haces: iliotransverso
inferior del transverso de LS a la cres-
Figura 49
ta iliaca hacia adelante del preceder-
te, sacroilio-transverso del trans-
verso de L5 a la parte anterior de la
articulación sacro-iliaca (Fig. 49).
Mirando el dibujo sagital de este sis-
tema ligamentario (Fig. 49), se com-
prende que la horizontalizaciôn del sa-
cro y la lordosis lumbar estiran los liga-
mentos iliolumbares, especialmente el
ligamento sacro-iio-transverso anterior.
Se puede decir como un teorema que:
cuando el ângulo sacro es mayor de 35
grados, los ligamentos iliolumbares
están en tensión.
Traslademos este teorema al movi-
miento SR, El sacro se coloca normal-
mente en extensión del lado opuesto al
Libro 2: Micromovimientos — Macromovimientos 7
eje oblicuo, avanzando la hemibase y
hundiêndose hacia adelante. En este
movimiento hacia adelante, estira inevi-
tablemente el haz sacro-ilio-transverso.
Si el sacro es horizontal, este haz ya es-
tirado no se deja estirar mês. Sucede
una de estas dos cosas:
— Esta tensión suplementaria se ejerce
sobre el transverso de L5 y hace asi
girar la vértebra del lado opuesto, in-
virtiendo el movimiento normal fisio-
lógico. A pesar del movimiento SR
inicial, la torsión sacra y la rotación
de L5 van del mismo lado, el del eje
oblicuo. Este movimiento será enton-
ces un falso R$. Es el caso que se em-
cuentra más normalmente en las le-
siones osteopáticas.
— La rotación de L5 será la más luerte
va torsién del sacro será imposible.
C ontrariamente a lo que opinan mu-
chos y a lo que pueden hacer creer
determinados libros de fisiologia ele-
mental, el raquis no es una entidad
fisiológica. Está formado por cuatro seg-
mentos, cuatro curvaturas, cada una de
ellas con una fisiologia y una función
particular. Debemos estudiario segmento
por segmento. Con la cintura pélvica,
acabamos de ver el sacro. En un próxi-
mo capítulo, veremos la región cervical.
LAS CURVATURAS
El raquis es el eje del tronco. En el
plano sagital, no es un eje tectilineo.
Presenta cuatro curvaturas: cervical, dor-
sal, lumbar y sacra. Dado que dos de
estas curvaturas han conservado su for-
ma embrionaria de enrollamiento hacia
adelante se les llama primarias. Son las
curvaturas dorsal y sacra, las dos cónca-
vas hacia adelante. En el nacimiento, el
paso de la cabeza a la pelvis menor
crea la primera curvatura secundaria: la
curvatura cervical Esta es convexa
hacia delante y permite la visión hori-
zontal y la fonación. Más tarde, el bebê
supera su periodo de cuadrupedia y la
verticalizaciôn hace aparecer la segun-
da curvatura secundaria: la curvatura lum-
bar igualmente convexa hacia adelante
fFig, 50)
Las curvaturas primaras son las
más sólidas pero las menos móviles. La
curvatura dorsal está reforzada y limita-
da por las costilas. La curvatura sacra
forma un solo hueso. Los cuerpos ver-
tebrales son cuneiformes hacia ade-
lante. Ellos son los que crean la con-
cavidad anterior.
Las curvaturas secundarias son flexi-
bles pero frágiles. Son los discos que,
cunsiformes hacia airás, forman la
convexidad anterior. Es una noción
que debemos recordar en la interpreta
ción de las radiografias, especialmente
a nivel del disco L5/S1. Las curvaturas
cervical y lumbar son las únicas que fie-
nen músculos anteriores que se inser-
tan en sus cuerpos vertebrales: los lar-
gos del cuello y los psoas. Esto tiene
una incidencia sobre su estática. Curva-
turas de compensación, estos músculos
les permiten adaptarse.
La unión entre las curvaturas es más
neta en el plano anatêmico que en el pla-
no de la estática. La inversión del conve-
xo al cóncavo nunca está perfectamente
delimitada. Es igualmente neta en el pla-
no del movimiento; la cuestión tiene
importancia tanto en reeducación como
en gimnasia. Tendremos ocasión de vol-
ver sobre ello. Estas uniones, “las bi-
sagras fisiológicas”, comportan todas una
72 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Secundaria. Móvil y frágil, Discos
cunelformes hacia atrás. Equilibrio muscular
delamte-alrás
Charnela cérvico-dorsal
C7/DI. Apéisis
superiores de DI
de tipo cervical (horizontal)
Charnela dorsolumbar
D12/L1, Apófisis
inferiores de DlZ
de tipo lumbar (sagital)
Chamela lumbosacra
L5/S1. Apólisis (
inferiores de L5 Es
de tipo sacro
ffrontal)
Primaria. Sólida pero rigida (costillas).
N, Cuerpos vertebrales cuneiformes hacia
W adelante
Figura 50
vêrtebra de transición. Las apófisis arti-
culares superiores de D1 son de tipo cer-
vical; las inferiores de D12, de tipo lum-
bar; las inferiores de L5, de tipo sacro.
Ligeramente diferentes en el plano
anatômico, las vêrtebras lumbares y las
dorsales tienen una fisiologia conjunta,
la del tronco al que pertenecen. Esta fi-
sivlegia constituye una paradoja me
cânica.
El raquis del tronco, las columnas
lumbar y dorsal, se ve afectado por
tres funciones aparentemente opues-
tas, lo que parece mecânicamente im-
posible,
- Es el tutor del tronco lo que permite
al hombre la posición erguida perma-
nente. Como tal, debe ser rígido.
Libro 2; Micromovimientos = Macromouimientos To
del pilar anterior donde descansa el ali-
neamiento de los cuerpos vertebrales.
A este nivel, es el menos elástico de
nuestra anatomia.
La unidad del pilar anterior se reali-
za por dos grandes ligamentos que van
de la apófisis basilar del occipital al sa-
cro: los ligamentos vertebrales comu-
nes anterior y posterior. Son elemen-
tos poco elásticos, pero que, al adherir-
se a las curvaturas, se prestan a las
modificaciones de las curvas del raquis.
La unión vértebra por vértebra se reali-
za por la parte ligamentaria del disco
intervertebral: el anillo fibroso. Este
anillo está formado por fibras poco
elásticas, pero su disposición en capas
mecánicas cruzadas les da una cierta
plasticidad en las limitaciones de tor-
sión. En estos movimientos, la oblicui-
dad de las fibras aumenta a expensas
de la altura del disco (Fig. 52).
2. En una posición erguida normal,
las articulaciones interapofisarias
posteriores se liberan de la grave-
dad. La gravedad es enteramente
soportada por e! pilar anterior, Es
incluso una noción capital que em-
contraremos a lo largo de la fisiolo-
gia del raquis. El pilar posterior es
el elemento de control de la flexibi-
lidad del pilar anterior. El es el que
guia el sentido de los movimientos,
limita sus amplitudes, restablece su
equilibrio.
En la mavyoria de los manuales, los
movimientos de dos vértebras super-
puestas son descritos como si utilizaram
el principio de palancas del primer tipo.
Gran ligamento
vertebral común
anterior
Antlo fibroso
Gran ligamento
vertebral comun
posterior
Figura 52
76 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
El punto de apoyo serian las articulacio-
nes interapofisarias. Cuando las espino-
sas se acercan, las balanzas se aparta-
rian; cuando se apartan, las balanzas
aplastarian el disco al acercarse. Esto
es absolutamente falso. En las con-
diciones de equilibrio de las vértebras
unas sobre otras, los núcleos son tam-
bién rótulas y los movimientos son mo-
vimientos de basculación. Femos visto
las razones de ello. Cada vértebra su-
pravacente, como sobre una bola, pue-
de “bascular" en todos los sentidos, li-
mitada y dirigida por los deslizamientos
de las carilas articulares posteriores. Al
no recibir ninguna gravedad, no pueden
ser puntos de apoyo, Cuando las espi-
rosas se separan, sólo las partes ante-
riores de las balanzas se aprietan, las
partes posteriores se separan con las
espinosas v las apófisis articulares supe-
riores se deslizan hacia arriba. Cuando
las espinosas se acercan, los movimien-
tos son inversos (Fig. 53), En ningún
caso en estos movimientos, el disco
está plenamente comprimido. De todos
modos, los desplazamientos del núcleo
convertirian la cuestión en imposible.
Cada articulaciôn intetapofisaria debe
considerarse como una unidad mecânica.
Si en los movimientos anteroposteriores,
la derecha y la tzquierda trabajan parale-
lamente, su independencia anatômica
permite movimientos disociados en las
lateroflexiones y las rotaciones.
La orientación de las carillas de las
apófisis articulares cambia a cada nivel
vertebral, Horizontal a nivel cervical,
se conuierte en vertical frontal a nivel
dorsal y vertical sagital a nivel lumbar
«para volver a conuertirse en frontal a
nivel sacro. Es fácil comprender que al
variar con el nivel la disposición de
estas carillas las amplitudes de los movi-
mientos vertebrales difieren en cada
segmento.
Figura 58
Antes de considerar la fisiologia de
las articulaciones interapofisarias, debe-
mos extendemos sobre los términos. En
gimnasia, la anteflexión del tronco es su
flexión, la posflexión, es su extensión.
Una flexión acerca las extremidades
de un segmento, una extensión las ale-
ja. El requis no es fisiológicamente un
segmento, pero acabamos de recordar
cuatro segmentos independientes en su
movilidad. La inclinación hacia adelante
ho es una flexión. Se compone de una
Libro 2: Micromovimientos = Macromovimientos 77
extensión cervical, de una flexión dorsal,
de una extensión lumbar, de una flexión
sacra. La inclinación hacia atrás es inver-
sa: fexión cervical, extenstón dorsal, fle-
xión lumbar y extensión sacra, No se
puede, para el conjunto del raquis, ha-
blar de flexión o de extensión, tanto más
cuanto, salvo excepción patológica, las
curvaturas fisiológicas no desaparecen
nunca completamente. Para evitar las
confusiones, para estos movimientos
globales, llamaremos al movimiento ha-
cia adelante anteflexión, al movimiento
hacia atrás posflexión, y al movimiento
lateral, lnteroflexión. El término rota
ción no se presta a ninguna confusión,;
sin embargo, debemos precisar: la rota-
ción de una vértebra es el lado hacia el
cual se gira el cuerpo vertebral, es igual-
mente el lado hacia el cual se gira todo el
cuerpo.
Los arcos posteriores están ligados
conjuntamente por un sisterna ligamen-
tario continuo. Las hojas están reunidas
a cada lado por los ligamentos amari-
llos, muy elásticos, que se reúnen de-
trás y se solidarizan a los ligamentos
interespinosos, los cuales asimismo reú-
nen los ligamentos supraespinosos,
cara profunda de la aponeurosis super-
ficial. Dos ligamentos intertransuersos
aseguran la estabilidad lateral.
En este sistema de ligamentos, vol-
vetnos a encontrar las dos funciones del
raquis. Los ligamentos del pilar ante-
tor, poco elásticos, aseguran la solidez
v mantienen las relaciones entre las di-
versas piezas. Los ligamentos de los ar-
cos posteriores funcionan como amor-
tiguadores elásticos. Durante la apertu-
ra de las espinosas y la separación de
los arcos posteriores, se tensan y limi-
tan esta apertura. Durante su cierre, es
la tensión de los ligamentos supra Y
subyacentes lo que asegura el control.
Los ligamentos del pilar anterior son los
menos elásticos de la anatomía; los li-
gamentos del pilar posterior son los
más elásticos de la anatomia.
Lo que la fisiologia denomina un
“segmento vertebral” no es una vértebra.
Es una semivértebra superior móvil, un
sistema articular central, una semivér-
tebra inferior fija. Es igualmente un seg-
mento sensitivo y un segmento motor.
El conjunto articular medio se pre-
senta en dos partes. A nivel del pilar an-
terior, una articulación rotuliana permi-
te a la vértebra suprayacente “bascular”
según la dirección de las fuerzas que se
ejercen sobre ella. Es una articulación
de movimientos anárquicos. A nivel
dei pilar posterior, las articulaciones
interapofisarias, cuyas superfícies son
enteramente libres de toda pesadez,
disciplinan esta anarquia. Anatômica-
mente, para la comprensión, podemos
considerar que las carillas inferiores de
la vértebra superior recubren las carillas
superiores de la vértebra inferior. Para
simplificar, al considerar sólo la articu-
lación, diremos carilas superiores mó-
viles, facetas inferiores fijas.
En los movimientos de basculación
de la vértebra suprayacente, en un pri-
mer momento, las carillas articulares
“se entreabren”, Se apartan hacia aba-
jo (anteflexión), hacia arriba (posfle-
xiôn), lateralmente (rotaciôn) (Fig. 54).
Al proseguir el movimiento, entran
en contacto arriba (anteflexión), abajo
(posflexión) o lateralmente; después se
deslizan una sobre otra: hacia arriba en
deshabitación, hacia abajo en imbrica-
80 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Figura 56
hace en el vacio; las carilas no tie-
nen ningún papel. En el tema de las
necesidades fisiológicas, hemos visto
que este control de las lateroflexio-
nes por la musculatura tónica hacia
que una laterollexión de equilibrio
vaya acompafiada siempre de una
rotación del lado opuesto. Esto co-
rresponde a las leyes del equilibrio:
la Iateroflexión arrastra el centro de
gravedad de su lado; la rotación lo
devuelve al centro.
2. En los grandes movimientos diná-
micos, la situación es completamen-
te diferente, No es la misma en los
dos segmentos lumbar y dorsal. De-
jamos de lado el raquis cervical, cuya
fisiologia es especial.
A nivel lumbor, la origntación sa-
gital de las facetas hace que el movi-
miento principal de esta región sea la
lateroflexión. Veremos que la rotaciôn
es casi nula. Aparte de L5, cuyas cari-
Has inferiores son de tipo sacro (orienta-
ción frontal), una vêrtebra lumbar sólo
tiene medio grado de rotación posible,
En el plano de la fistologta, se puede
considerar prácticamente que una vér-
tebra lumbar sólo Hene mouvimientos
- puros de lnteroflexión.
A nivel dorsal, la imbricaciôn de las
carillas es rápidamente limitada por el
encuentro de los elementos óseos, las
espinosas, pero sobre todo las puntas
de las apófisis articulares superiores con
las bases de las apófisis transversas in-
feriores. Para evitar estos encuentros y
permitir una imbricacién suficiente del
lado de la Iateroflexión, la vértebra debe
hacer una pequeãa rotación del lado de
la lateroflexión, rotación que permite
un ligero cruce de las espinosas y sobre
el paso de la apófisis articular entre la
transversa y la espinosa subyacente,
Este movimiento de lateroflexión-rota-
ción del mismo lado ha sido descrito
por los anatomistas, mucho antes de la
descripción de Fryette. Se encuentra en
la primera ediciôn de Rouviêre.
C) Las rotaciones a nivel del raquis
del tronco se hacen por deslizamiento
lateral de las carillas. Se trata de un se-
gundo parâmetro de deslizamiento que
completa el parámetro vertical. Una
vez hecho esto, siempre juntas, las late-
roflexiones y las rotaciones son, sin
embargo, de arnplitudes diferentes. El
movimiento de rotaciôn no está
limitado por el encuentro de los ele-
mentos óseos, sino por la torsión de
los anillos fibrosos de los discos inter-
vertebrales. Sus fibras cruzadas en los
dos sentidos se tumban en las rotacio-
nes de los cuerpos vertebrados unas
sobre otros. Esta fisiologia del disco
hace que la rotación lumbar sea
imposible.
A nivel dorsal, las articulaciones in-
terapofisarias se inscriben en una conca-
vidad anterior (Fig. 57). Por esta razón, el
centro de rotaciôn se sibia delante, apro-
ximadamente en el centro de la balanza
vertical vertebral y del núcleo. Los cuer-
Libro 2: Micromovimientos — Macromuimientos 81
Figura 58 (según Kapandil
pos vertebrales pivotan así unos sobre
otres, lo que permite los anillos fibrosos.
Toda la rotación del tronco está prác-
ticamente localizada entre D6D7 y
D11/D12 frecordemos que D12 de tipo
lumbar abajo no tiene prácticamente
rotación sobre LI). Sólo la caja torácica
y las costillas estermales limitan considera-
blemente la rotación entre DI y DO.
A nível lumbar, la disposición gene-
ral de las carillas es inversa. Las articu-
laciones interapofisarias se inscriben en
una concavidad posterior (Fig. 58). El
centro de rotación se sitúa asi detrás a
nivel de la espinosa. El deslizamiento
lateral de las facetas arrasira el cuerpo
vertebral! en un deslizamiento lateral
que inhabilita el anillo fibroso y el siste-
ma ligamentario de! pilar anterior. La
rotación lumbar es una rotación seg-
mentaria global entre DII y L5. Co-
mo L5 sobre el sacro no tiene más que
4 o 5 grados de rotación, la rotación
lumbar ocasiona generalmente una
rotación horizontal pélvica. Volvere-
mos a ver esto con la fisiologia estática.
Esta ausencia de rotación lumbar expli-
ca que los deportes que necesitan vio-
lentas rotaciones del tronco (tenis, golf)
sean tan traumatizantes para el sistema
ligamentario lumbar.
LAS LEYES DE FRYETTE
Es imposíble aqui no hablar de las
leyes de Fryeite. Todos los datos fisiols-
gicos que acabamos de examinar le ha-
82 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
bian conducido a enunciar leves que
llevan su nombre. Son ante todo osteo-
páticas y están destinadas a la investi-
gación de las lesiones. Debemos ser
circunspectos en su transposición en fi-
siologia del movimiento. Por otro lado,
hemos de situarlas en el contexto que
ha guiado su enunciación. Fryeite era
un maestro y, en su época, los maes-
tros explicaban raramente su pensa-
miento. Establecian princípios, reglas,
leves que el discipulo debia aplicar reli-
giosamente. Hemos conocido situacio-
nes semejantes en nuestros inícios. “Lo
que el maestro dice es obligatoria-
mente la verdad; no debe razonarse.”
Incluso en nuestros dias, algunas leyes
servilmente aplicadas no han recibido
explicación satisfactoria o completa. Asi
ocurió con las leyes de Pryette. Fueron
establecidas para permitir una aplica-
ción práctica en las lesiones osteopáti-
cas. En una, la primera, la lateroflexión
debe preceder a la rotación. Esto per-
mitia la sigla (F] SR (S = side bending).
En la segunda, la rotación precedia a la
lateroflexiôn, de aqui la sigla (E) RSF
(cosy-flexion) y E (extreme position)
que representaban la situación de parti-
da de la vértebra. El alumno sabia asi
automáticamente el lado de la laterofle-
xión y el de la rotación. Esto explica el
término primero: primero S (1º ley),
primero R (2º ley) que no corresponde
a una realidad fisiológica.
1º ley. Cuando una vértebra está
en estado de easy-flexion, para girar a
un lado, está obligada a hacer prime
ro ung laieroflexión del lado opuesto.
Esta primera ley era el teorema de
lo que hemos examinado para la situa-
ción de equilibrio estático. Es la ley de
la función estática (Fig. 59).
2º ley. Cuando una vértebra está
en un estado de movimiento forzedo,
para hacer una lateroflexión de un
lado, se ve obligada a hacer primero
una rotación del mismo lado.
Aqui se trata de una ley del movi-
miento; es la ley de la función dinâmica
(Fig. 60).
El error de Fryette o de sus suceso-
res, error que perpetian piadosamente
muchos osteópatas, consiste en haber
pensado que sus leves se aplicaban al
conjunto del raquis.
No pueden afectar la región lumbar.
Acabamos de ver que cada vértebra
sólo tenia infimas rotaciones. Por otro
lado, la tensión de la musculatura diná-
mica que acabamos de decir que realiza
una. lateroflexión-rotación del mismo
lado sólo se ejerce sobre las vériebras
dorsales y sobre el tórax. La rotación
lumbar es global entre DI2 y LS.
Son totalmente imposibles a nivel
cervical, donde las carillas articulares só-
lo tienen un parâmetro de deslizamiento,
Al haber consagrado la última parte
de esta obra a la fisiologia estática, sólo
estudiaremos aqui la función dinâmica.
El estudio fisiológico de los movi-
mientos de las vértebras que acabamos
de hacer es necesariamente demasiado
analítico. Puede producir una confusión
en la comprensión de los movimientos
del tronco. Sólo hemos examinado el
movimiento de una vértebra en su vér-
tebra subvacente: flexiôn, extensión, la-
teroflexiôn-rotación. Visto de esta ma-
nera, el movimiento vertebral es el de
un robot mecânico. Ahora debemos si-
tuar esta fisiologia en su contexto. Tor
dos nuestros gestos son hechos de mo-
vimientos armoniosos, de formas y de
amplitudes variables.
Libro 2: Micromovimientos — Macromoulmientos 85
Figura 61
dad pélvica. La parte interna, lamada
elevadora, va de la cara posterior del
pubis a la pared anterior y lateral de!
recto.
— El isquiococeígeo se fija detrás en la
cara interna de la espina ciática, en el
borde lateral y en la cara anterior de
las cinco últimas sacras y de las tres
primeras coccígeas. Delante se junia
con el borde posterior del elevador, la
parte elevadora del cual equilibra.
2. El músculo importante de la retrover-
sión pélvica y de la erección lumbar
es naturalmente el glúteo mayor. Lo
veremos detalladamente con la cade-
ra. Aqui, se trata de fibras que reali-
zan la extensiôn coxofemoral. Sen
las más verticales: del cuarto poste-
rior de la cresta ilíaca y de la parte
de la fosa iliaca externa atrás de la
linea sernicircular a la linea áspera
femoral.
3. Los rectos del abdomen estiran el
pubis hacia arriba. En posición de
pie, se apoyan sobre la erección dor-
sal y sobre el bloqueo torácico en
inspiración. Es muy difícil y está fue-
ra de la fisiologia erguirse completa-
mente y espirar al mismo tiempo.
ERECCIÓN DORSAL
Mecânicamente, la erección dorsal
es simple. La curvatura se abre bajo la
acción de sus músculos extensores: los
epi-espinosos.
El epi-espinoso es un músculo espe-
cial en su fisiologia.
- Se compone de un cuerpo muscular
relativamente compacto situado detrás
de D10. Se divide abajo en cuatro ha-
ces músculo-lendinosos que se inser-
tan en las crestas de las espinosas y de
las dos primeras lumbares y de las dos
últimas dorsales. Se divide igualmente
arriba en haces que se implantan en
las espinosas de las 9 0 10 primeras
dorsales (Fig. 62).
Su contracción, cuyo epicentro se
sitãa a nivel de D10, abre la cifosis dor-
sal por arriba y por abajo imbricando
las articulaciones intervertebrales.
a caja totácica está anatómicamen-
te ligada al raquis dorsal. Fisiológi-
camente, es totalmente independiente
de ella. Su fisiologia es ja ventilación
86 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
Figura 62
pulmonar. Es la pieza mecânica princi-
pal del sistema respiratorio, va que los
alveclos pulmonares sólo son “vejigas”
membranosas elásticas. Como un "fue-
Ile”, se hinchan y se deshinchan con la
apertura y el cierre de la cavidad toráci-
ca. De la movilidad de las costillas
depende la buena o mala respiración.
Sabemos que existen doce pares de
costilias. Corresponden y toman el pri-
mer número de las doce vértebras dor-
sales. Los siete primeros pares se unen
directamente al esternón. Se las lama
Figura 63
costillas verdaderas. Los tres pares si-
guientes se juntan a él por un cartilago
común: son las costilas falsas. Las dos
últimas son flotantes (Fig. 63).
La costila, por su extremo poste-
Hr, la cabeza, se articula con la vérte-
bra. Es la articulación costovertebral,
Esta cabeza, en forma de cabeza de ser-
piente, comporta dos carillas articulares
que forman un ângulo abierto hacia
fuera. Una superior mira hacia arriba y
hacia dentro; una inferior mira hacia
abajo y hacia dentro (Fig. 64). Esta dis-
posición hace que la cabeza costal se
inserte como una cuia entre las dos vêr-
tebras con las que se articula, Un liga-
mento interóseo separa las dos articula-
clones superior e inferior. Se inserta en
el disco correspondiente y sirve de pi-
vote a los movimientos de la costilla.
Esta anatomia permite el conjunto de
mevimientos en todos los sentidos: de
arriba abajo, de delante atrás, de tor-
sión sobre el eje.
Un cuello de unos 2,5 cm separa la
cabeza del cuerpo de la costilla. Es una
Libro 2: Micromovimientos — Macromovimientos 87
Figura 64
hoja estrecha colocada ante la apófisis
transversa. A nivel de su uniôn con el
cuerpo, em su cara posterior, se situa
ia tuberosidad. Se articula con el extre-
mo de la apófisis transversa corres-
pondiente, que presenta una carilla
articular em su parte superoanterior.
Es la articulación costotransversal.
Permite movimientos de enrollamien-
to de la costila sobre la superficie
transversal, pero igualmente desliza-
mientos de abajo hacia arriba y de
arriba hacia abajo (Fig. 65). No hay
encaje óseo. La coaptación de las su-
perficies se hace por los ligamentos.
El cuerpo de la costilla sucede al
cuello. Es una hoja delgada y plana. Se
distinguen en ella una cara intema v
una cara extema, un borde superior y
un borde inferior. El cuerpo está encor-
vado dos veces, un ángulo posterior io
orienta hacia adelante, un êngulo lo
conduce hacia el esternón. El conjunto
de la costila está además ligeramente
torcido sobre su eje longitudinal. Tam-
bign es oblicuo abajo y delante, aumen-
tato esta oblicuidad progresivamente
dela 3º a la 102 costilla (Fig. 66).
El extremo anterior se reúne con
esternón por medio de un cartilago, di-
terente para los seis primeros pares, co
miún para los cuatro pares siguientes.
Se describen así dos articulaciones an
teriores: una condrocostal, la otra con-
droesternal. Estas dos articulaciones
son bastante especiales y sólo tienen de
articulaciones el nombre. 4 nivel con
droesternal, el cartilago se presenta co-
mo una cufa que encaja en un êngulo
del estemón correspondiente (Fig. 67).
La articulación condrocostal es lige-
ramente diferente. El extremo condral
tiene forma de cono y encaja en un
cono inverso del extremo de la costilla
(Fig. 67). Estas dos articulaciones no
tienen prácticamente ningúr movi
miento. Sobre todo no tienen torstón,
lo que hace que, en la inspiración, tos
90 Bases fisiológicas de le terapia manual y de la osteopatia
permanente del tórax en inspiración
por retracción o acortamiento de los
suspensores de la caja torácica (esca-
lenos). Esta posición elevada sólo per-
mite la separación lateral de las costillas
bajas. Finalmente, la respiración ab-
dominal es la de los que sufren insufi-
ciencia de la banda abdominal. Natural-
mente, el ser humano no es fisiológica-
mente perfecto. La mayoria de los indi-
viduos tiende hacia un tipo o hacia otro.
No es una razón para hacer de un tipo
patológico un modo de reeducación,
muy al contrario.
Asimismo, se acusa al diafragma de
ser responsable de deformaciones torá-
cicas, incluso de deformaciones verte-
brales. Esto es indefendible y dernuestra
un desconocimiento de la fisiologia y de
la patologia asociado a una falta de sen-
tido común. Si el diafragma es un con-
junto membranoso y muscular, él es
quien debe adaptorse q los movimien-
tos del tronco y a las deformaciones
torácicas que ocasiona. Es. el diafrag-
ma quien se adapta al tórax, no el tórax
quien se adapta al diafragma. Por otro
lado, el diafragma, músculo de función
automática, no tiene ninguna razón pa-
ta desequilibrarse.
El diafragma no es un sólo múscu-
lo. Es un conjunto tendinomuscular
hecho de ocho músculos: los músculos
digásíricos,
La fisiologia del diafragma, que no
obstante es de una extrema simpli-
cidad, nos parece bastante mal com-
prendida por muchos terapeutas. Está
intimamente ligada al movimiento de
las costillas que acabamos de exami-
nar. Estos músculos diafragmáticos son
músculos de la dinâmica como todos
los demãs. Para ser eficaces, necesitan
un punto fio de apoyo y un punto mó-
vil de movimiento, Como la fisiologia
del diafragma es la movilidad costal, es
muy evidente que el punto móvil de es-
tos músculos se sitúa en las costillas, en
el perímetro torácico. Este punto mévil
circular impone naturalmente un pun-
to fio central. Estas dos necesidades
mecánicas son la razón de ser de los
músculos digástricos.
EL CENTRO FIBROSO
Tal como hemos recordado antes, el
diafragma debe adaptarse a los movi-
imientos torácicos. Un punto fijo central
rígido no permitiria esta adaptaciôn.
Necesita un punto fijo que se preste a
todos estos movimientos. Es la fisiolo-
gia del centro fibroso diafragmático:
ser un punto fijo para los músculos
diafragmáticos, pero al mismo tiempo
adaptarse à los movimientos del tó-
rax. Está constituido por el conjunto
cruzado de los tendones centrales de los
músculos digástricos: las bandas del
diafragma (Fig. 70) y está fijado hacia
arriba y hacia abajo por dos sistemas
fibrosos elásticos.
Con la cadena cérvico-toraco-ab-
domino-pélvica, hemos visto, em la pri-
mera parte de esta obra, que el centro
fibroso diafragmático estaba suspendi-
do de la base del cráneo y de las colum-
nàs cervical y dorsal alta, todo ello por
el ligamento mediastínico anterior. He-
mos visto igualmente que era estirado
hacia abajo en su parte posterior por
los pilares del diafragma, lo que deja
libre la parte anterior que sube con el
esternón en la inspiración. Cogido en-
tre estas dos tensiones, el centro fibro-
so no puede prácticamente ni bajar ni
subir (Fig. 71). Se tiene que abandonar
la vieja visión clásica del centro frénico
que comprime las vísceras abdominales
para coger un punto de apoyo central,
Nos cuesta comprender cómo ha podi-
Libro 2: Micromovimientos — Macromovimientos 9
Ligamento
ajustado
Figura 71
La corona muscular
Figura 70
do nacer una teoria así. Los dos folíolos
laterales están fijados hacia abajo: a la
derecha al higado por el ligamento fal-
ciforme: a la izquierda al estômago por
el ligamento propio de este órgano.
Estas dos fijaciones impiden, cuando las
vísceras están bien sostenidas, que los
dos folíolos laterales suban con las cos-
tillas en la inspiración (Fig. 72).
92 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
LA CORONA MUSCULAR
Hemos recuperado el nombre ana-
tómico, aunque en el plano fisiológico
no nos satisfaga mucho, Lateralmente,
esta corona está formada por seis digita-
ciones bilaterales de los músculos di-
gástricos. Vienen a fijarse en las caras
intemas de los seis últimos pares de cos-
tilas v en las arcadas tendinosas que
unen las tres últimas, A este nivel, se
retinen con las digitaciones superiores
de los músculos transversos. En los
7º, 8º y 9º pares de costillas, los haces
de los dos músculos se entrecruzan y
tienen las mismas implantaciones
áseas en las costillas. En los 10º, 11º
v 12º pares, las fibras de los músculos
digástricos y las de los transversos no
sólo no pueden distinguirse unas de
otras, sino que son indisociables. Ve-
temos que, fisiológicamente, se puede
considerar que el diafragma y los trans-
versos son un único músculo. Hay aquí
una sinergia muscular perfecta.
Delante, una o dos digitaciones mus-
culares cortas vienen a fijarse a la parte
posterior del apéndice xifoides.
Detrás, los pilares del diafragma se
fijan en la columna lumbar. Hemos di-
cho que eran en su mayor parte fibro-
sos. Sabemos que estas partes fibrosas,
asi como las partes musculares, se cru-
ch
am
Y
+
Figura 73
zan en medio y delante del raquis. Este
entrecruzamiento tiene como función
mantener la tensión del centro fibro-
so durante las rotaciones del tronco.
Por atro lado, la tensión posterior de
los pilares equilibra la contracción de
las dos digitaciones anteriores que
levantan el esternón.
RESPIRACIÓN
CORRIENTE AUTOMÁTICA
Ahora tenemos todos los elementos
para comprender el mecanismo respi-
ratorio: los movimientos de las costillas,
la disposición muscular. Como hemos
recordado al principio de este capítulo,
la caja torácica se abre en la inspiración
provocando una descompresiôn que
permite la entrada del aire; después se
cierra en la espiración para expulsar el
aire viciado.
A) Durante la inspiración, todos los
diámetros torácicos se agrandan (Fig.
73) bajo la contracción de los músculos
diafragmáticos. Por otro lado, parece
que esta contracción de los músculos no
sea simultânea, sino que se propague
como una onda de delante hacia atrás y
de cada lado del centro a la periferia,
1. Las dos digitaciones xifoideas levan-
tan el esternôn (Fig. 74) y por ello
mismo los seis primeros pares de
costillas que están adheridas. Estas
pivotan sobre la bisagra posterior de
las dos articulaciones en el movi-
miento que hemos llamado “en bra-
zo de bombeo”. Es un movimiento
hacia arriba y hacia adelante que
Libro &; Micromovimientos — Macrameuimientos 5
RESPIRACIÓN VOLUNTARIA
La respiración corrente automática
es la única respiraciôn fisiológica. Es per-
manente e inconsciente, excepto en sus
modificaciones de ritmo y de amplitud,
Es lá bose indispensable de toda respi-
raciôn. Es perfectamente imposible res-
pirar sélo con los músculos Ilamados res-
piratorios. La respiración voluntaria es
ocasional. Sólo viene como comple-
mento de la respiración corriente.
A varios músculos se les atribuve la
funciôn respiratoria. Es una anfigua
concepción fisiológica que ignora la
dualidad muscular. Los escalenos, esen-
cialmente tónicos, son suspensores de
la caja torácica. Acabamos de decir que
limitaban la inspiración, pero sobre
todo que alteraban la espiración. Los
músculos intercostales, pequefios mús-
culos tônicos con fibras muy cortas, só-
lo son reguladores de los espacios inter-
costales. Los intercostales externos,
oblicuos hacia adelante, intervienen en
la inspiración; los intercostales internos,
oblicuos hacia atrás, en la espiración.
Como los escalenos, forman parte del
sistema suspensor de la caja torácica,
Los serratos menores, por el hecho de
su orientación cercana a la horizontal,
están mecânicamente mal dispuestos
para la función respiratoria. Sólo ten-
san la aponeurosis que los reúne y
sobre la que se desliza el serrato mayor.
Evidentemente, el movimiento cos-
tal es estrictamente el mismo tanto
para la respiración voluntaria como pa-
ra la respiración corrente: en brazo de
bombeo a nivel de los seis primeros
pares de costilas, en asa de cântaro a
nivel de los cuatro siguientes. Sólo la
amplitud respiratoria es muy ampliada.
La musculatura de la respiración' volun-
taria arrastra las costillas en los mismos
movimientos.
La musculatura llamada respiratoria
está esencialmente constituida por
dos grandes fajas musculares gemelas
que se enrollan en espirales alrededor
del tronco. À cada lado, estén forma-
das: por el romboides, por el serrato
mayor, por el oblicuo mayor y por el
oblicuo menor del lado opuesto. Volve-
remos a ver esta cadena muscular em
detalle con el sistema cruzado anterior.
Es su llave maestra. En la respiración
voluntaria, su fisiologia es bilateral.
- En la inspiración, los romboides fijan
los omóplatos estirândolos hacia el
raquis dorsal. Los serratos mayores
siguen arrastrando las costilas hacia
arriba, pero sobre todo apartan las
costilas bajas en este ascenso (Fig.
78). Los pectorales menores, tonan-
do su punto fijo en los omóplatos, asi
fijados por los romboides, elevan las
costilas superiores hacia adelante.
Los serratos mavores amplifican los
movimientos en asa de cântaro; los
pectorales menores los de brazo de
bombea. Como para la pareja dia-
fragma-transverso, la contracción de
los serratos provoca la de los ablicuos
mayores, que comprimen lateralmen-
te las visceras. Hemos visto aqui, con
los músculos voluntarios, la estricta
repetición de la respiraciôn comente.
| “= Romboides
Figura 78
Músculos inspiradores (según Sannbucy)
96 Bases fisiológicas de la terapia manual y de la osteopatia
La espiración es igualmente activa.
Los oblicuos mayores y menores que
terminan la cadena muscular son, como
acabamos de ver, puestos en tensión por
los serratos mayores. Esta tensión oca-
siona su contracción, la cual, desde el fin
de la inspiración, cierra el tórax y estira
las costilas bajas hacia abajo.
Anatômicamente, la cintura escapu-
lar es un elemento del tronco. No suce-
de lo mismo con su fisiologia. Veremos
en los capítulos siguientes que por su
dinâmica es un segmento del miembro
superior, pero por su fisiologia estática
pertenece al raquis cervical y al equili-
brio de la cabeza.
Hay dos maneras de concebir la
fisiologia muscular dinâmica. La más
clásica, la de nuestros manuales de es-
tudio, sólo considera una fisiologia seg-
mentaria, una fisiologia que calificare-
mos de anatômica. A nuestro entender,
no es un buen sistema. No aporta nada
a la comprensión de la patologia del
aparato locomotor y ha engendrado
técnicas de reeducación completamente
ineficaces, La fisiologia muscular sólo
puede concebirse en la función. Un
músculo sólo tiene valor en el sistema
funcional al que pertenece. En nuestro
capitulo sobre “la fascia” hemos dicho
que no habia músculo único ni acción
muscular aislada.
En este capítulo sobre los movi-
mientos del tronco, el camino que he-
mos seguido ha sido guiado en gran
parte por los trabajos de Piret y Bé-
ziers. Como nuestras motivaciones pro-
fesionales no eran las mismas, tam-
poco nuestra manera de concebir la
fisiologia del aparato locomotor, Sin
embargo, hemos encontrado en su li
bro “La coordinaciôn motriz” la noción
de globalidad que tanto nos gusta en
terapia manual, Hemos adoptado
algunas palabras de su terminologia y
de su elasificación funcional, Les agra-
decemos aqui el trabajo que nos ha
abierto la vía para muchas reflexiones.
Los movimientos del tronco son
múltiples. Seria imposible exarninarlos
todos, De todas maneras, un trabajo así
sólo conseguiria repeticiones. Todos
los movimientos del tronco pueden re-
ducirse a cuatro encadenamientos glo-
bales. Los estudiaremos sucesivamente.
Corresponden a los movimientos verte-
brales que acabamos de ver. Todos
nuestros gestos pasan por ellos. Sólo
cambian las amplitudes.
LA ANTEFLEXIÓN
La anteflexiôn, el enrollamiento pa-
ra Piret y Béziers, está formada por una
extensiôn cervical, una flexión dorsal,
una extensión lumbar y una flexión sa-
cra. En posiciôn erguida, la anteflexión
se lo debe todo a la gravedad, la acción
muscular de frenado se sitha más bien a
nivel de los posflexores. Para compren-
der su fisiologia muscular, debemos exa-
minar este movimiento a partir de una
posición de decúbito.
La anteflexión fisiológica parte de
arriba y enrolta sucesivamente todos los
segmentos raquídeos. El elemento “es-
tárter” es la sinergia de los músculos su-
pra y subhioideos. Para convencerse de
ello, basta, partiendo de una posición
Libro 2: Micromovimientos — Macromovim entos 97
Eleuador e isqulococcigeos
Riectos del abdomen Supra y subhicideos lestárier)
Figura 79
tumbada, enderezar la cabeza. Es difícil
hacerlo sin deglutir. La anteflexión cer-
vical inicia el movimiento. Los supra-
hioideos se apoyan en la mandíbula fija-
da por los maseteros. El hueso hivides,
que hace la función de sesamoides, los
subhioideos, que se fijan abajo de la hor-
quilla esternal, completan la sinergia
cervical anterior. Por medio del ester-
nón, la tensión de estos dos grupos se
transmite a los rectos del abdomen. La
contracción de éstos anteflexiona el
tórax y retroversa la pelvis, ocasionando
la contracción de los músculos dinámi-
cos del perineo (Fig. 79).
— Los rectos del abdomen se sitúarn a un
lado y otro de la línea blanca. Se inser-
tan abajo sobre la parte anterior del
borde superior de los tubérculos pu-
bianos, sobre la cara anterior de las
espinas pubianas y de la sinfisis. La
implantación se hace por dos tendo-
nes planos y cortos: uno extemo y
uno interno que se cruzan delante. Los
cuerpos camesos suben alargândose y
terminan arriba de cada lado con tres
digitaciones: la extema sobre el 5º car-
tiago costal, la media sobre el 6º, la
intema sobre el 7º. Intersecciones ten-
dinosas cortan el músculo transversal-
mente. En número de dos, tres o cin-
co, una se sitúa siempre a nivel del
ombligo. Los rectos del abdomen es-
tán insertos en vainas conjuntivas for-
madas por el cruce de las aponeurosis
con los oblicuos a nivel de la linea
blanca (Fig. 80).
Figura 80